11. "Proposiciones inesperadas"
11. Proposiciones inesperadas
WENDY
Me mira con una sonrisa traviesa y se levanta, tapándose de nuevo con la toalla. Camina hasta la puerta y se gira antes de salir.
—La próxima vez cierra con pestillo, pequeña.
Me cago en su... Esto no es justo, este hombre juega en una liga completamente diferente a la mía. Lo que es capaz de hacer con esas manos... Dios, simplemente es excesivo.
Aprieto mis piernas con fuerza para intentar calmar los calambres que sigo sintiendo, y extiendo la mano para coger una servilleta de la mesilla y limpiar mi vientre. Camino hasta el baño para arrojarla al váter y me meto en la ducha directamente.
Cuando salgo, voy hasta el armario y me quito el albornoz, me pongo un pantalón largo de pijama y cuando voy a ponerme la camiseta, alguien me aprieta los pechos desde atrás.
—¡Hola! —grita en mi oído.
—¡Dios, Tiffany! —río dándole un empujón— Has estado a punto de ganarte una nariz nueva.
—Lo sé, soy muy silenciosa cuando quiero. Solo cuando quiero eh, otras veces soy muy pero que muy ruidosa. —Sonríe de manera malvada.
—Eres una guarra.
—Menos mal que te quiero —ríe.
Se pone el pijama, que consiste en unos pantalones cortos con corazoncitos y una camiseta roja, y vamos hacia el salón. Rick está hablando por teléfono y Josh vestido para ir a las carreras, supongo. Me mira de manera intensa y se le escapa una sonrisa torcida antes de volver la vista a la televisión.
—Tiff, él es Josh. Oficialmente. Josh, ella es mi amiga Tiffany.
—Un placer, encanto —le sonríe seductoramente.
—Igualmente.
Me siento a su lado en el sofá y Tiffany al mío. Mi hermano entra de la terraza aún hablando por teléfono y camina hacia la cocina, Josh coge el paquete de tabaco y saca uno para hacerse un porro.
—¿Fumas, preciosa?
—No... —dice Tiffany con vergüenza.
—Eso no ha sonado muy convincente, toma. —Le pasa un cigarro.
—Gracias.
Josh deja el paquete sobre la mesa y siento ganas de preguntarle por qué a mí no me ofrece. Pero paso. Solo de pensar lo que ha pasado hace unos minutos... me muero de vergüenza. Y él lo sabe, es lo que más me jode.
Después de hacerse el porro, se levanta y va a la cocina.
—Joder, Winni... Está muy bueno —me susurra ella mientras Josh camina.
—Calla, por Dios —pongo los ojos en blanco—, es un imbécil.
—Un imbécil muy caliente.
Todavía recuerdo el día que conocí a Tiffany. Estamos estudiando periodismo así que en nuestra primera clase teníamos que juntarnos en parejas e inventar un artículo que despertara la ternura de la gente. A Tiffany no se le ocurrió otra cosa que escribir sobre la vejez. Hicimos un artículo que después resultó ser el mejor de clase, se llamaba "Los patos siempre te acompañarán". Hablaba de que cuando te vas haciendo mayor y llegas a la vejez, cambias las fiestas locas por las partidas de mus y los besos furtivos en el parque por tardes enteras dando de comer a los patos. Tiene una imaginación desbordante. Preocupantemente desbordante... Así nacieron los besitos de pato que siempre nos dedicamos.
Mi hermano y Josh vuelven al salón, así que no le respondo.
—No vais a salir, ¿no? —me pregunta el primero.
—No. ¿Vais a las carreras?
—Sí, no sé a qué hora volveremos.
—Vale.
—Wendy, espero que estés aquí cuando llegue. —Se acerca y me mira con seriedad.
—Que sí, pesado. No voy a salir a ningún sitio.
—Vale. Te quiero —dice agachándose y dándome un beso en la frente.
—Sed buenas —añade Josh guiñándole un ojo a Tiffany.
¿Pero qué coño? Si intenta que me ponga celosa, pueden darle por el culo porque no va a conseguirlo.
—Uff, me pone mucho, Winni.
Bufo mientras y me levanto para coger el teléfono. Pido una pizza y esperamos impacientes mientras buscamos una película para ver, y después de elegirla, cogemos un par de cervezas y nos sentamos frente al televisor mientras esperamos la cena. Me llega un mensaje y veo el nombre de Connor en pantalla, una sonrisa boba aparece en mi cara y Tiffany se ríe.
—Connor, ¿verdad? —Asiento y abro el mensaje.
—"Me muero de ganas de verte" —leo en voz alta.
—Oh, que mono. ¿Qué le vas a poner?
—"Yo también tengo muchas ganas de verte, tonto. Estoy con Tiff, ha venido a dormir." —tecleo sin dejar de sonreír.
—¿Por qué no le dices que venga un rato? Y que se vaya antes de que vuelva tu hermano.
—Paso, se puede liar si llegan y le encuentran aquí. Estoy harta de que se peleen.
A los veinte minutos suena el timbre y al mismo tiempo llega un mensaje multimedia a mi móvil. Tiffany deja la cerveza sobre la mesa para levantarse a abrir mientras yo lo miro.
Es una foto de Connor con una pizza en las manos, sacando la lengua y sonriendo. Miro hacia la puerta y ahí está.
—¡Estás loco! —grito corriendo para abrazarle.
—Por ti. —Me levanta un poco y me aprieta contra su cuerpo.
Tiffany, que ha cogido la pizza cuando yo he saltado a los brazos de Connor, se hace a un lado para dejar entrar a otro chico. ¿Y este quien es?
—Él es Chris, un colega. —Se acerca y nos da dos besos a cada una antes de ir al sofá.
—Tenéis que iros pronto. No quiero que mi hermano y Josh vuelvan y os encuentren aquí...
—Entonces no perdamos el tiempo —Connor se levanta y tira de mi mano—. Ven conmigo, quiero decirte algo.
Miro a Tiffany y veo que parece estar encantada con Chris, así que dejo que me lleve hasta mi habitación. Entramos y nos sentamos en el sofá que está junto al ventanal abierto. Estoy nerviosa, no puedo imaginarme lo que querrá decirme... Se recuesta y me coloca sentada sobre él, mirando hacía la noche estrellada de San Francisco.
—¿Y bien? Me muero de curiosidad —Él sonríe y me da un dulce beso en los labios.
—Tú te lo pasas bien conmigo, ¿verdad?
—Muy bien —digo devolviéndole el beso.
—Cuando estuvimos juntos en París, empecé a sentir cosas por ti... pero tenía que volver así que no me permití que eso fuera a más.
—A mí me pasó lo mismo.
—Me alegra escuchar eso —Sonríe—. El caso es que desde que has vuelto y nos hemos estado viendo, esos sentimientos han ido volviendo...
—¿Qué intentas decirme, Connor?
—Me gustaría que saliéramos, de manera oficial.
—¿Me estás pidiendo que sea tu novia?
—No se te escapa una —ríe.
Joder... qué compromiso. ¿Y qué le digo yo ahora? Me gusta mucho, pero... ¿novios? No sé si funcionaría. Además, no creo que a mi hermano le haga ninguna gracia. Y a Josh... él es el mayor problema. Después de todo lo que ha pasado entre nosotros...
—Vaya, Connor... Esto... Me esperaba cualquier cosa menos esto —digo levantándome y mirando por la ventana.
Rodea mi cintura desde atrás y apoya la barbilla en mi hombro.
—Es por Josh, ¿verdad? —comenta con tristeza.
—¿Qué? No... no. ¿Por qué dices eso?
—Wendy, te conozco. He visto cómo os miráis, la manera en la que se comporta contigo. Esa... posesividad.
—No sé de lo que hablas, no tiene nada que ver con él. Es solo que... no creo que funcionara. Mi hermano se volvería loco. —Se coloca frente a mí y sujeta mi rostro entre sus manos.
—Nena, me gustas mucho. Es algo obvio. Y quiero que seas solo mía, de nadie más. Poder verte cuando quiera, quedar cuando nos apetezca...
—¿Y si no funciona?
—¿Y si funciona?
—¿Y si no?
—Merece la pena intentarlo, ¿no crees?
Es imposible negarle nada con esos ojos. Es como mirar el azul del mar, me pierdo en su profundidad.
—Sí. Creo que la merece. —Él sonríe y me da un pequeño beso.
—¿Eso es un sí?
Asiento y él comienza a depositar pequeños besos por toda mi cara, haciéndome reír. Me levanta para que le abrace y me sienta sobre el escritorio. Veo sus intenciones así que le detengo con suavidad.
—Vamos a tener tiempo de sobra para hacer esto. Creo que ahora deberíais iros y dejarme a mí que se lo cuente a mi hermano...
—Vale, me parece bien. Llámame para saber lo que te ha dicho, ¿vale?
Asiento y vamos hacia el salón. Joder, estos dos no pierden el tiempo. Cuando nos ven entrar, se separan y Tiffany sonríe como una colegiala. Nos despedimos y después de unos cuantos besos, consigo que se vayan.
Me levanto al baño a las cinco de la madrugada, hago pis y voy a la cocina a por un vaso de agua sin hacer mucho ruido para que Tiff no se despierte. Cuando salgo, me encuentro a un muy borracho Josh mirándome de manera lujuriosa. Se acerca y me aprieta contra él bruscamente.
—Te odio con todas mis fuerzas, mocosa. No sé qué coño estás haciendo conmigo, pero soy incapaz de alejarme de ti.
—Pues vas a tener que hacerlo —digo sin moverme ni intentar que se aleje.
—¿Y si no quiero?
—No te va a quedar más remedio.
—¿Por qué?
—Esta noche Connor me ha pedido que sea su novia. —Me suelta y todos los músculos de su cuerpo se tensan. Parece que se le ha pasado toda la borrachera de golpe—. Y le he dicho que sí.
—¿¡Estas de coña!?
—No, Josh. Me gusta y quiero intentarlo con él.
—¡Dime que es una jodida broma!
—Cálmate y deja de gritarme. Es mi vida y no tienes ningún derecho de meterte en ella.
—¿Qué pasa? —pregunta mi hermano saliendo de su habitación.
JOSH
—¡Vamos, cuéntaselo!
—Josh, deja de gritar a mi hermana.
—¡Está saliendo con Connor! —Rick la mira mientras ella me fulmina con la mirada.
—No es cierto —afirma él esperando que ella confirme que estoy mintiendo.
—Ricky...
—Ya te lo estás quitando de la cabeza, no vas a salir con ese.
—Ese tiene nombre. Y desde esta noche es mi novio.
Oh, Dios. Ya está. Connor Andrews tiene que morir. No voy a permitir que mi mocosa salga con él. Por encima de mi cadáver.
—No pienso aguantar que salgas con él, Wendy. ¡No va a poner un pie en esta casa, joder!
—Bien, me iré a vivir sola entonces —dice dándose la vuelta y entrando en su cuarto.
Miro a Rick con impresión, esperando que haga cualquier cosa, pero solo mueve la boca como si quisiera decir algo sin que nada salga de ella.
—¿Vas a dejar que se marche? —pregunto, perplejo.
—¿Quieres que ese estúpido se pasee por aquí todo el día y que se acueste con mi hermana en mi propia casa?
—No. No. Ni de coña. Eso no va a pasar. No.
—Es lo que va a pasar si Wendy se queda aquí. Tal vez es hora de que vuele sola.
—¡No! Joder, hermano, es una niña. Tiene dieciocho años, no puede irse a vivir sola y empezar a salir con un tío tres años mayor que ella.
—Josh —se cruza de brazos y frunce el ceño—. Te gusta mi hermana, ¿verdad?
—¿¡Qué!? No, por Dios, no digas gilipolleces. Pero, joder, me preocupo por ella.
—Te conozco mejor que nadie y a ella también. Sé que algo está pasando entre vosotros.
—Te equivocas.
—Ya... —dice para nada convencido— lo que tú digas. Solo espero que sea verdad, porque eso sí que es algo que no soportaría. Jamás —recalca.
—Puedes estar tranquilo. —Me doy la vuelta y entro en mi dormitorio.
¡Joder! Se va a marchar. Wendy se va y no voy a poder hacer nada por evitarlo.
Revuelvo mi pelo con frustración y me termino el porro que estaba fumando antes de escucharla salir de su habitación. Me tumbo sobre la cama y no sé en qué momento caigo rendido por el sueño.
Me despierto a la mañana siguiente por los gritos en el salón, me pongo los pantalones y voy hacia allí.
—¡Deja de ser tan cría, joder! —Ambos discuten como de costumbre.
—Cómo sigas gritándome, me largo ahora mismo —dice ella dejando la maleta en el suelo.
—Wendy... joder —Rick camina de un lado para otro—. No te marches. Esto... esto tiene que tener una solución.
—Ya sabes cuál es.
—No puedes pedirme que acepte que ese tío sea tu novio. Simplemente... no puedes.
—Bien. Pues entonces la decisión está tomada. —Abre la puerta de la calle.
—Espera. Mierda, de verdad... —niega con la cabeza— eres increíble.
Ella se cruza de brazos y espera a que Rick siga hablando.
—De acuerdo, lo intentaré —suspira—. Pero no te vayas, por favor.
Se acerca a ella y le da un abrazo. Yo simplemente me doy la vuelta y vuelvo a mi habitación. Va a ser su novio. Va a ser suya. Completamente. Esto no va a salir bien... No voy a poder soportarlo.
WENDY
Han pasado dos semanas desde que Connor me pidió que fuera su novia. Josh no me habla desde aquel día, nos cruzamos por el pasillo y ni nos miramos. Connor ha venido a casa unas cuantas veces, pero he intentado que sea cuando ninguno de los dos estaba en casa. A pesar de eso, el otro día Josh llegó y estábamos en el sofá. Se quedó mirándonos y apretando los puños subió al gimnasio.
JOSH
Las últimas dos semanas han sido un infierno. Desde que Wendy me dijo que salía con Connor, he procurado darle su espacio y ni siquiera la he dirigido la palabra. Cuando nos cruzamos, miro al suelo y la evito a toda costa. A pesar de eso, el otro día llegué y estaban los dos en el sofá. No pude evitar controlar que toda la sangre de mi cuerpo se concentrara en mi cabeza, y para no matarle tuve que subir a atizar el saco de boxeo.
En el taller las cosas no van muy bien. Hemos tenido problemas con dos coches muy caros y estamos perdiendo dinero. Rick intenta hablar con gente que pueda ayudarnos, pero la cosa está jodida. He estado evadiendo mis pensamientos con la ayuda de las gemelas, pero solo ha servido para recordarme que ellas no son Wendy. Ni siquiera son comparables, y eso que las quiero. A mi manera.
—Hermano, he conseguido una reunión con un tío que puede ayudarnos. Le he dicho que necesitamos un poco más de tiempo para recuperar la pasta y cubrir el próximo pedido —me dice Rick cuando entro al salón.
—¿Y? ¿Cuándo es?
—Pues tengo que ir a Nueva York mañana.
—¿Nueva York? —Alzo las cejas, sorprendido.
—Sí. Al menos durante tres días.
—Joder... vale. Pues no te preocupes, yo me encargo de todo.
—De todo, Josh. Wendy incluida —me advierte con la mirada—. Sé que lleváis semanas sin hablaros y no entiendo por qué, pero necesito que cuides de ella estos días.
—¿A qué te refieres con cuidarla? Ya la cuida su novio.
—A eso precisamente. No quiero que Connor esté por aquí mientras yo esté fuera. Además, no estaría tranquilo dejando el taller abierto y tampoco sirve de mucho, estamos perdiendo pasta. Así que ya he avisado a todos los trabajadores de que estará cerrado hasta que yo vuelva.
—Bien. Me ocuparé de que ese gilipollas no pise por aquí.
—Estoy seguro de que lo harás. —Sonríe y me da un pequeño empujón—. Ahora voy a decírselo a ella.
Camina hacia la terraza, donde Wendy está con Tiffany tomando el sol, y baja la música para que le escuche. Yo hago lo mismo con la televisión y afino el oído.
—Wen, escúchame.
—Te escucho —dice ella sin levantarse.
Al menos hoy lleva un biquini y no está en tetas como la última vez. Aunque, joder, echo de menos esas tetas terriblemente. A pesar de llevar ese biquini puedo verla perfectamente desnuda en mi mente, tal y como ha estado para mí en varias ocasiones. Cuando ha sido completamente mía. Pensar que ahora ya no lo es por culpa de Connor solo me da ganas de reventarle la cabeza.
—Estaré fuera durante tres días mas o menos.
—¿Dónde vas? —pregunta ella, incorporándose.
—A Nueva York. Temas de trabajo.
—Vale.
—Quiero que te comportes, Wendy. Mientras yo no esté, no quiero que tu... que Connor pise esta casa.
—Venga ya, Ricky. Eso es absurdo.
—Me da igual lo que pienses, es lo que hay. He aceptado que salgas con él porque no he tenido más remedio, pero no quiero que esté en mi casa mientras yo estoy fuera. ¿Lo has entendido?
—Sí, Señor —bufa y se levanta de la hamaca.
Yo hago lo mismo y me apoyo en la puerta de la terraza para mirarla. Se que quiere mirarme pero no lo hace, se aguanta las ganas por culpa de su maldito orgullo.
—Otra cosa, sé que Josh y tú no os habláis y ni sé ni me importa el motivo. Solo te pido que te comportes como una adulta y no discutáis mientras yo estoy fuera.
—No te preocupes, Josh y yo no tenemos nada por lo que discutir —dice cambiando la vista hacia mí.
Es la primera vez que nos miramos desde hace dos semanas. Olvidaba cómo me hacías sentir sus ojos penetrantes sobre los míos.
WENDY
No me parece justo que mi novio no pueda venir a mi casa porque mi hermano no esté, pero bueno, bastante que Rick lo ha aceptado como para provocarle... Tres días se pasan deprisa. En cuanto a Josh... tres días con él en casa podrían ser muy interesantes si no fuera porque ahora tengo novio. A pesar de que Connor me vuelve loca, me refiero al sexo, lo de Josh es inexplicable... y eso me hace débil. Muy débil.
—Dame un beso, hermanita. —Me abraza cuando se va a marchar—. Sé buena, ¿vale? —susurra en mi oreja.
—Sí, Ricky. Deja de preocuparte.
—Venga, hermano. Te llamaré con lo que sea. Cuida de todo —dice chocando la mano de Josh.
Se marcha, cerrando la puerta tras de él y Josh y yo nos quedamos en el salón, en un silencio tan incómodo que me doy la vuelta y me marcho a mi habitación. Creo que voy a pasar mucho tiempo aquí durante los próximos días...
—Wendy, es hora de cenar. Venga. —Escucho su voz desde el pasillo.
Dejo la revista que estoy leyendo para intentar apartar de mi mente la tentación, y voy hacia el salón para sentarme en una silla. Huele de maravilla y tiene una pinta buenísima. Él se sienta frente a mí y aquí está ese silencio incómodo de nuevo.
—Vamos a tener que compartir tiempo juntos durante los próximos días, y la verdad es que no sé porque has dejado de hablarme, pero creo que deberíamos intentar hacer esto lo menos incómodo posible —comento tratando de no darle mucha importancia.
—Estoy de acuerdo. —Sostengo su mirada varios segundos, hasta que él la baja y comienza a comer.
No hablamos durante el resto de la cena.
Cuando acabamos, recojo la mesa y friego los platos. Escucho el timbre y me sorprende bastante porque ya son las diez de la noche y hace semanas que Josh y mi hermano no montan bacanales en casa. Pero entonces escucho esa asquerosa voz de pito y ya me queda todo claro.
JOSH
—Hola, muñeca. —Tiro de ella para besarla.
—Pensaba que no me llamarías nunca —dice Alisson rodeando mi cuello.
Cojo su mano y vamos hacia mi dormitorio, pasando por la cocina y disfrutando de la mirada de asco de Wendy.
—Joder, no sabía que tuvieras piscina, me habría traído un biquini —dice cuando cierro la puerta y ella avanza al interior.
—Bueno, no lo necesitas —digo mirándola con deseo.
—Es cierto —responde con voz seductora.
Se desabrocha los pantalones y los saca sin dejar de mirarme. Quita su camiseta, quedándose en ropa interior y yo me acerco a ella para desabrocharle el sujetador con una mano mientras acaricio su culo con la otra. Me agacho para quitarle las bragas y le doy pequeños besos en el muslo. Ella jadea con deseo mientras tira de mí para levantarme.
—Mi turno.
Se deshace de mi camiseta y de mis pantalones con una facilidad preocupante. Se nota que experiencia le sobra. Acaricia mí ya muy visible erección por encima de los calzoncillos y me los baja después. Retrocede hacia la piscina con un brillo excitante en los ojos mientras yo la sigo devorándola con la mirada. Entra en la piscina y yo detrás de ella.
—Nunca lo había hecho en una piscina. —Nada hasta mí.
—Que mentirosa, no me creo nada —digo mientras la levanto para que me rodee con sus piernas.
—Haces bien. De hecho, es mi lugar preferido.
Comienza a besarme con ganas y yo le respondo del mismo modo. Mete la mano entre los dos, y antes de que me dé cuenta comienza a masturbarme, colocándose de tal manera que al apretarme con las piernas se la mete de golpe.
—¡Joder! —Se me escapa cuando siento como entra por sorpresa.
Bajo mis manos hasta su trasero y comienzo a moverla para que entre y salga despacio, pero esta chica es demasiado ansiosa. Aumenta la velocidad mientras jadea y gime exageradamente. Me va a dejar sordo cuando se corra. Y lo hace, a los pocos minutos.
—Vamos a la cama —pide tirando de mí para que salga de la piscina.
Me empuja tirándome sobre el edredón, ahora empapado con agua de la piscina, y comienza a chupármela desesperadamente a una velocidad de infarto. No puedo evitar soltar pequeños gemidos cuando hace eso con la lengua. Joder, ha debido de chupar muchas pollas antes que la mía, eso desde luego.
—Me corro, Ali. Ya.
Ella aumenta la velocidad con su mano y me mira con cara de... profesional. Me corro mientras ella pasa la lengua por la punta y se mancha completamente toda la cara sin importarle lo más mínimo. Al finalizar se la mete en la boca, llevándose todo con ella, y deduzco que se lo ha tragado porque sonríe y ya no tiene nada dentro. Apoyo la cabeza contra la almohada y respiro profundamente para relajarme. Hacía ya cuatro días que no me corría, desde la última mamada de las gemelas en aquel bar.
Alisson trepa por la cama para tumbarse a mi lado, pero ni de coña. No quiero ni que me toque.
—Tienes que irte.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque sí. Venga.
Me levanto para tirar de ella, ya que no parece dispuesta a moverse, y la saco de mi habitación.
—¡Eres un cabrón!
—Qué novedad —murmura Wendy saliendo de la cocina.
WENDY
Esa jodida zorra gime más alto que una puta gata en celo, joder. Siento un odio profundo cuando veo que van hacia su habitación, y ese odio se convierte ya en algo irremediable cuando la escucho gritar. Lo sé. Tengo novio. Pero no puedo evitar que me fastidie. Además, no es justo que Connor no pueda venir y Josh pueda traerse a sus putitas.
Cuando salgo de la cocina y veo a Josh desnudo completamente, y a ella vistiéndose mientras él la observa en el pasillo, no puedo evitar recorrer a Josh de arriba abajo. Tiene el mejor cuerpo que he podido ver, y disfrutar, en toda mi vida.
—¡Eres un cabrón!
—Qué novedad. —Me sorprendo al escuchar mi propia voz.
Ella me mira y camina hacia la puerta, no sin antes darle un buen tortazo a Josh. Él sonríe cuando ve que mis ojos viajan por su cuerpo e irremediablemente muerdo mi labio inferior. Van a ser tres días muy largos.
JOSH
Está mirándome con esos ojos que me gritan lo que quiere. No puedo evitar sonreír cuando veo como me recorre con la mirada, pero pronto dejo de hacerlo cuando veo que se muerde el labio. Mis ojos se oscurecen y siento como se me pone dura ante su mirada. Ella observa sin ningún disimulo cómo mi polla crece mientras se acerca despacio. Se detiene a pocos centímetros y sonríe.
—Parece que no te ha dejado satisfecho —susurra antes de continuar su camino hasta su habitación.
Van a ser tres putos días muy largos.
—¿No tienes que ir a clase? —le pregunto a Wendy cuando bajo del gimnasio y la encuentro leyendo un libro tumbada en el sofá.
—No, hoy es fiesta.
Se quita la fina manta con la que se estaba tapando, dejando al descubierto esas piernas infinitas que me vuelven loco y que sé exactamente donde terminan. Lleva una camiseta ajustada de tirantes con la que se le marcan los pezones a causa del frío. No puedo evitar sonreír y sentir presión en mis calzoncillos al recordar esos pezones entre mis dientes.
—¿De qué te ríes?
—Parece que tienes frío —digo divertido mirando sus pechos.
—Vete a la mierda. —Pasa por mi lado para marcharse.
—Controla esa boca, niña. —La sujeto por el brazo y la giro hacia mí.
—No me sale del coño.
—Desde luego de tu coño salen cosas muy diferentes, pequeña —digo sorprendiéndome por la ronquera que ha adquirido mi voz.
Sin poder evitar sonreír, se da la vuelta y desaparece en su cuarto.
Es jueves y fuera está nevando. El invierno pega fuerte en San Francisco y parece ser que viene un temporal de los chungos.
Enciendo la chimenea y preparo algo caliente para cenar. No sé de donde he sacado el talento en la cocina, pero desde luego es algo que no se me da nada mal. Aviso a Wendy para que venga a cenar y aparece con una manta rodeando su pequeño cuerpo, encogida por el frío.
—¿Tanto frío tienes, mocosa?
—¿Qué cojones pasa con la calefacción? —pregunta sentándose en la silla.
—No funciona, he llamado para que vengan mañana.
—¿Qué es esto? —Mira el plato que he colocado frente a ella.
—Estofado de ternera. Come, te va a gustar.
—No sabía que cocinar entrara dentro de tus muchos talentos. —Sonrío inmediatamente y ella se sonroja.
—Así que tengo muchos talentos.
—Es una forma de hablar. —Trata de quitarle importancia, pinchando un trozo de carne.
—Ya... una forma de hablar.
Terminamos de cenar y voy a lavarme los dientes mientras ella friega los platos y recoge la cocina. Se mete en su dormitorio y vuelve al salón a los pocos minutos.
—No puede venir Connor, ¿verdad? —Me observa desde la puerta.
—No —digo rotundamente.
—Vale —suspira y pone los ojos en blanco—, pues vamos a hacer algo, me aburro mucho —dice sentándose en el sofá, a mi lado.
—¿Qué quieres que hagamos? —Giro el rostro hacia ella con la sonrisa torcida.
—Lo que quieras menos lo que estás pensando.
—No sabes en lo que estoy pensando.
—Sí lo sé.
—No lo sabes.
—Si lo sé porque yo estoy pensando en lo mismo.
La miro divertido cuando dice eso, y ella solo se sonroja y cambia la vista hacia la televisión. Yo no aparto mis ojos de ella, me he levantado cachondo y tengo el día peligroso hoy...
—Deja de mirarme así —dice sin apartar la mirada de la tele.
—No puedo. Me pones demasiado.
—Joder, Josh. —Se levanta y camina hacia el pasillo.
Ah, no, no se me escapa. Voy detrás de ella y la empujo con suavidad contra la puerta.
—Déjame. Veo en tus ojos lo que quieres y no va a pasar, así que apártate.
No puedo evitar devorarla con la mirada. La deseo demasiado y sé que ella también a mí. Puedo verlo en todo su cuerpo.
—Tu boca dice una cosa pero tu cuerpo dice otra.
—Por suerte mi cuerpo no manda.
—Creo que no deberías estar tan segura. —Me acerco a su cuello lentamente.
Respira con dificultad y cada vez ejerce menos presión sobre mi pecho para que me aleje.
—Josh... basta —murmura—. Tengo novio.
—Un novio que no te complace como yo —susurro antes de morder el lóbulo de su oreja. Un gemido casi inaudible sale de su boca, lo que me hace sonreír y saber que ya es mía.
—Eso es mentira.
—¿Ah, sí? ¿vas a decirme que no te pongo ni siquiera un poco?
—No me pones nada.
—Entonces si hago esto no pasa nada... —Beso la parte inferior de su cuello.
—Nada —dice con voz entrecortada.
—¿Y esto? —Bajo la mano hasta su trasero, apretándola contra mi erección. Vuelve a gemir muy bajo y sigue negándolo.
—Absolutamente nada.
Levanto la vista y veo que tiene los ojos cerrados y está mordiendo su labio.
—¿Y si no sientes nada... por qué cierras los ojos y tienes esa cara? —susurrando rozando su boca.
—Eres un gilipollas.
—No, pequeña, soy un gilipollas que hace que todo tu cuerpo tiemble.
Me mira con un deseo y unas ganas que sé que ahora mismo podría hacer con ella lo que quisiera. Pero no, ahora que se joda.
—Pero bueno, como tienes novio. —Me alejo de ella para volver al salón.
Por el espejo veo que sigue contra la puerta y no es capaz de moverse durante varios segundos, hasta que gira y camina hacia su habitación.
No hay nada en este momento que me apetezca más que ir y follarla salvajemente. Pero quiero que sea ella la que me lo pida. Y lo hará.
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