Capítulo 2
Pov. Holly.
Cuando llegue a casa, deje mi bolso en la silla que estaba en el recibidor, camine hacia la sala mientras encendía las luces a cada paso que daba. El silencio reinaba el lugar, con un suspiro me adentre en la cocina, donde encendí la luz y abrí el refrigerador.
Busque con la mirada algo que comer, había comida del día de ayer, así que decidí sacar el contenedor de comida y meterlo al microondas. Tamborileo los dedos en la mesada mientras los segundos pasan en la pantalla del microondas. Recuerdo sin querer lo que ha pasado hace un rato.
Había echado mentiras ante mi situación sentimental, y todo para escaquearse de algo que no me gustaba. Tan fácil que era solo decir no a lo que ellas me pedían, pero no podía, era fácil pensar, pero ponerlo en práctica me era difícil. Esperaba que con algo de suerte ellas se olvidarán de lo que había dicho, obviamente eso no pasaría.
El pitido del microondas me sacó de mis pensamientos, el tiempo que había puesto se había acabado, abrí la puerta del aparato y así poder sacar la comida recalentado. Un poco de vapor salía de la comida, el olor a la salsa cremosa que bañaba las albóndigas me llegó de golpe a mis fosas nasales, haciendo que la boca se me hiciera agua.
Camine hacia la mesa, donde dejé la vasija y fui en busca de una cuchara para después de encontrarla poder tomar asiento. Engullí un poco de la crema en la cuchara y después la dirigí a mi boca, sintiendo el sabor en mi boca. De nuevo estaba comiendo sola, mi madre estaba de turno en el hospital, así que dudaba que llegara temprano. Estaba bien, no me quejaba, me había acostumbrado a comer sola con el tiempo, además entendía que ella lo hacía para darme todo lo que necesitase.
Mientras comía, veía algunos videos en mi teléfono, al menos así había algo de ruido en casa. Entre video y video, la comida fue bajando de a poco hasta quedar en nada, estaba tan metida en lo que decían en el video que el ruido que provenía de a saber donde, no me molesto para nada hasta después que se fue intensificando.
Fruncí el entrecejo mientras pausaba el video, deje la cuchara dentro de la vasija para después levantarme de la silla y caminar hacia la ventana, donde abrí un poco la cortina, había oscurecido ya, las farolas estaban iluminando la calle. Pero a pesar de que miré con atención todo, no podía ver nada. Me aleje de la ventana, dirigiéndome de nuevo a la silla con toda la intensión de sentarme, pero no lo hice, pues de nuevo ruidos me hicieron alertar. Esta vez fui hacia la ventana de la puerta de la cocina, abrí un poco la cortinilla, con la mano izquierda busqué a tientas el interruptor de la luz para después encenderla, nada, no había nada.
Mordí mi labio inferior, cerré la cortinilla y cogí el pomo de la puerta para abrirla un poco, asomé mi cabeza entre la puerta, mirando hacia todos lados pero nada. Abrí un poco más, casi por completo para sacar medio cuerpo y verificar mejor, esta vez si que pude ver algo, un bulto entre el bote de basura.
─¿Buenas noches? ─ dije, sintiéndome estúpida en el acto, si es que había alguien ahí, lo más coherente era meterme en casa y esperar, tal vez siendo niños jugando o tal vez algún ladrón que estaba escondiéndose de la policía─. Estas en propiedad privada, si no sales ahora mismo llamare a la policía ─ dije, mientras pedía a Dios que sea quien sea que estuviera detrás del contenedor se fuera.
─Ayuda… me ─ escuche en apenas un susurro.
Me empecé a sentir nerviosa, y claro, asustada. Me metí a mi casa de nuevo, cerré la puerta y di un par de pasos hacia atrás, en ningún momento dejé de mirar la puerta, no sabía que hacer. Desde pequeña mi madre me ha dicho que jamás debería de abrirle la puerta a los extraños. Como también me había dicho que no hablara con personas sospechosas, entonces ¿Qué hacia?
Cerré los ojos con fuerza sin poder saber que hacer, tal vez lo mejor era solo hablarle a la policía ya ellos sabrían que hacer… ¡Rayos!
Me dirigí a uno de los cajones de la cocina en busca de una linterna, al encontrarla cogí rápidamente mi teléfono, camine hacia la puerta y abrí bruscamente, encendí la lámpara apuntando hacia el contenedor de basura. Efectivamente, había alguien ahí, a paso lento me fui acercando, en ningún momento dejé de aluzarlo.
─Me acercaré un poco más, ¿esta bien? ─ pero no obtuve respuesta, solo un quejido que parecía doloroso.
Al estar a un metro de él, me di cuenta de que se trataba de un hombre, tal vez entre los veintes pero sin llegar a los treinta.
─¿Qué es lo que necesitas? ¿En qué puedo ayudarte? ─ pregunte, pero él no aprecia querer hablar, más sin embargo solo movió su mano y tocó su abdomen donde yo baje la mirada, había una mancha de sangre cubriendo parte de su camisa.
Jadee asustada, nunca había visto tanta sangre.
─¿Q-quieres que le hable a una ambulancia? ─ pregunte tartamudeando un poco.
─No ─ habló por vez primera, sus ojos se abrieron y me miraron directamente, sentí como mi cuerpo se encogía del miedo. Su mirada daba miedo, y de no haber sido por qué estaba herido, estaba segura que su voz sería aún más tenebrosa.
─Pero estas sangrando, tienes que ir a un hospital, eso parece algo serio ─
─Hospitales no, policías no─
¿Qué hacía? Esta persona parecía peligrosa, y de solo escuchar que no quería nada relacionado con la policía, parecía ser un delincuente.
─Espera un poco, iré por el botiquín de primeros auxilios, no tardó ─
Y dicho eso me di media vuelta dejándolo solo, dentro de la casa, buscando en alguna puerta de la alacena el botiquín, sabía que mi madre tendría uno en la cocina, pero al no utilizarlo nunca, desconocía su paradero.
Lo encontré en la puerta inferior, cerca del refrigerador. Lo cogí rápidamente para después salir corriendo y dirigirme hacia el hombre que estaba herido. Él seguía donde lo había dejado, tenía los ojos cerrados, eso me aterro.
─Oye, despierta… ¡Oye! ─ le hablé mientras me agachaba frente a él, olvidándome de mantener la distancia.
Él estaba inconsciente. Nerviosa y con manos temblorosas, me acerque lo suficiente para poder ver mejor lo que le había pasado. Tenía una herida que parecía aventar sangre como si de una fuente se tratara, bueno, tal vez podía estar exagerando un poco. Abrí el pequeño maletín y saque torpemente los paquetitos de gasas, abrí cada uno de ellos para hacer presión en la herida que tenía. Con cuidado levante la playera, viendo como la piel estaba manchada de sangre, presione y después me le quedé viendo.
¿Qué más hacía? ¿Qué pasó seguía después de esto? Lamentablemente no sabía nada sobre curar heridas y mi madre no estaba, ¡gracias a dios que no estaba!, le hubiese dado un ataque de ver a tal persona detrás de nuestro contenedor de basura.
Las gasas que habían estado cubriendo la herida se empaparon de esta, desesperada abrí otros paquetes y los empalme en la herida, presione un poco más tratando de detener la sangre con mis manos en las gasas.
Ay dios, ¿en que me había metido?
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