31: CRUEL...
El olor a humo junto con una leve mezcla de carne asada, hizo abrir los ojos al chico, este miró hacia algún techo, uno hecho de troncos de madera.
Sintió la textura debajo de sí, era cómodo, nada rasposo y muy cálido, intentó mover sus manos, pero sentía que sí lo hacia podría desmayarse incluso si levantará un dedo.
"¿Dónde estoy?." Luna, quien tomaba la posesión de Yugi, miraba a su alrededor lo poco que tenía a su alcance.
Un par de muebles hechos de madera, una mesa que fue construida por pedazos de árboles junto con una decoración en telas que parecían ser finas y costosas acompañadas por hojas de árbol.
Arriba, lo que parecía ser un candelabro hecho de madera, habían velas que iluminaban lo que parecía ser una humilde cabaña.
Luna aspiro el aire, intentando averiguar si se encontraba en una zona hostil, pero solo le llegaba el aroma a naturaleza y a humo que provenía de afuera.
¿Debería ir a ver quien es el causante de todo esto?.
Intentó dos veces levantarse, pero su cuerpo no coopera a en ello, cada vez que lo intentaba su cuerpo punzaba con un incesante ardor.
Quejidos de dolor salieron de su boca, intentó mantenerse en pie, pero solo duraba segundos a lo mucho y volvía recostarse en aquella cama hecha de heno.
Su respiración se agitaba e intenta a recuperarse con bocanadas de aire.
No siquiera su parte animal podría ayudarle a recuperarse, ambos lados, tanto humano como animal se encontraban completamente sin energías. Debía esperar a recuperarse como todo mortal, aún que eso lo ponga en desventaja.
La puerta de aquella cabaña fue abierta, Luna se puso en alerta cuando vio a un hombre cubierto por una capucha púrpura y bordes dorados, parecía alto y amenazante, intentó aspirar su aroma, si era humano u otra criatura pero a él sólo le llegaba el aroma a ruda.
Aquel hombre dejó de lado una bolsa negra y encima de la mesa dejó un par de frasco llenos de hierbas que desconoció el chico por completo.
En un instante el encapuchado dejó de hacer sus cosas cuando sintió la mirada de Luna.
Este al darse cuenta de su presencia, se puso a la defensiva de inmediato, esperando cualquier cosa, un golpe, un ataque, algo...
- ¿Te gusta la carne a la leña?. -
-¿Qué?. -
El hombre dejó su capucha de lado y así Luna pudo visualizar mejor a un anciano de no menos de 50 años, de unos 1.60 de altura, vestía con una camisa y un overol azul marino, sus cabellos grises casi le cubrían su rostro, tenía unos ojos en un tono morado y lo que lo hacía lucir un viejito adorable, una pequeña boina en medio de esa abundante melena.
- ¿O prefieres un caldo de verduras para recuperar tus fuerzas?. - Volvió a preguntar el viejito. - Escuche que a los cachorros Alfas les viene bien el comer bien hasta que sus estómagos estén satisfecho de comida!. - Canturreaba el viejito mientras se daba un ligero golpe en su barriga, el gesto hizo reír como un niño pequeño a Luna. - así crecerán grandes y fuertes, ¿o no?. - el viejito miró hacia el chico.
- Sí, asi es. - Contestó Luna, pero al hacerlo su garganta es óseo un grave ardor, hizo una mueca de dolor y se llevó ambas manos a su garganta, el viejito, se dio cuenta del dolor del joven y fue hasta él para poder ayudarlo.
-No hables. - Ordenó el mayor. - Aún estas demasiado débil, incluso para hablar. -con la tema de sus dedos comenzó a sobar la garganta lastimada y rasguñada del niño, porque sí, para Salomon Luna era un niño. - No hables, ¿de acuerdo?, se que te será algo complicado, pero todo sea por mejorar de salud, ¿sí?. -
Yugi miró con ojos cristalinos al señor frente de él, quería llorar y no sólo por el dolor en su garganta y cuerpo, quería llorar porque hace tiempo que nadie le mostraba algún toque de amabilidad y preocupación, o ¿es que estaba sensible por todo lo sucedido anteriormente?.
-Pequeño. - Salomon abrazo al chico, dándole ligeras palmadas en la espalda para reconfortar lo. - Ya pasó, ya pasó. - Luna seguido llorando acomodándose en el pecho del anciano como si fuera su único refugio, no parecía oler que él fuera hostil, todo lo contrario. - Vas a estar bien, lo harás mi pequeño Rockstart. -
Eso es lo que pasaba en lo profundo del bosque negro, Yugi y luna habían sido salvados por aquel extraño que parecía estar dispuesto ayudarlos.
Pero mientras uno ya tenía un salvavidas, en otro lugar, se encontraba otro chico sangrando de la cabeza, jadeando con cansancio, con heridas en la espalda y rasguños por todo el cuerpo con manchas de sangre decorandole el cuerpo.
- Arriba. - Nuevamente una cuchilla se encontraba en su cuello como incentivo a que se levantará.
Atem gruñó bajamente, pero fue suficiente para que su abuelo lo oyera y de nueva cuenta rasguñada una porción de piel del moreno.
Eran las 12: 00 de la noche, Atem se encontraba exhausto desde la 6: 00 de la mañana no aparado de entrenar, incluso de pelearse con otros Alfas que también estaban en entrenamientos con su abuelo, pero a diferencia de esos Alfas y él, es que su abuelo sí les daba su merecido descanso y él, por ser el heredero de su dinastía familiar debía seguir entrenando hasta que su cuerpo cayera al suelo por cuenta propia. .
Simplemente no era justo.
La vida no era justa.
"Hijo de perra." Maldijo Atem hacía su abuelo, cuando sintió el pie del anciano en su espalda, aplastandolo y sin dejar que el se levantará.
-1000 lagartijas, ahora. -
Atem lo intentó de verdad que sí, pero su cuerpo ya le pedía a gritos que descansará.
- Vamos. - Demandó su abuelo y le dio un ligero golpe a la cabeza del chico con la empuñadura de su katana. - ¿no escuchas?.. -
"No quiero seguir. No puedo. Atem, estoy muy cansado ." Le dijo su lobo como un aullido de súplica.
Pero Atem no quería escucharlo, ignoro la voz de su lobo, como siempre hacía y siguió intentando hacer las lagartijas que su abuelo le ordenaba hacer.
"Atem, por favor, si sigues, vas a lastimarnos más."
- cinco, vamos, vamos, haz enorgullecer a tu abuelo. - Decía el anciano hacia el chico sudado y herido. - diez, vamos, ¡vamos!. -
"A... Atem..."
Atem cayó al suelo, al escuchar la voz tan de su lobo interior desvaneciendose al igual que la resistencia y fuerza que le quedaba al joven.
- ¿Ya está?, ¿hasta ahí llegaste?. - Su abuelo levantó su pie para que su nieto pudiera descansar de la fuerza que estaba ejerciendo sobre la espalda del chico. - OK. - Dijo, al ver cómo el chico semi consciente trataba de recuperar el aliento. - Un alfa es reconocido por su confianza, fuerza y destreza, no por su debilidad. - Agregó mirando fijamente a Atem y de repente, el anciano no tardó en darle una patada hacia las cosillas de Atem mandándolo a volar varios metros.
El chico comenzó a toser sangre, no iba a gritar, NO VAS A GRITAR, no iba a llorar; ¡NO LLORES!.
Recuerda que eso le gusta. Recuerda que siente el placer cuando ve sufriendo a los demás....
"Atem..." Su lobo también herido quiso conforta a su pequeño, pero tan herido, tan débil, eso desesperaba mucho al Alfa de no proteger su parte humana. .
- Estoy bien... - Susurro Atem para su lobo. - Tranquilo. - Y volvió a escupir sangre.
El lobo quería llorar, suplicar por qué aquel hombre se detuviera, ¿no ve que lo estaba lastimando, envenenando a su nieto con odio y rencor?.
Pero la parte humana, no quería hacerlo, sometía a su parte animal a que se retuviera hacer eso.
No iba a llorar le a un hijo de puta como su abuelo. No iba a suplicarle. ¿Pedirle piedad?, ¡JA! , ¿qué era eso?.
- ¿Es todo lo que tienes?. - Atem se levantó de su lugar. - , ¿maldito dinosaurio?. -
-¿Hmm?, ¿Dinosaurio?. - Una sonrisa llena de maldad sobresalió en los labios de aquel anciano. - Te voy a enseñar a respetar a tus mayores, niño. -
Y con una velocidad impresionante, el anciano noqueo a Atem de una patada, mandándole otra vez al suelo y está vez, sin posibilidad de mover su cuerpo.
- ¿Ya puedo morir en paz?. - Fueron las últimas palabras de Atem antes de caer en un paro cardíaco.
*Continuará...
Recuerden, estamos en el pasado de los chicos.
Y si, el abuelo de Atem se lo llevó para volverlo una máquina de matar, aun el lobo de Atem se opone.
El lobo de Atem es quien protege su humanidad.
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