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30: Cierra Tus Ojos.

Suave brisa en sus cabellos, pequeños rasguños en sus mejillas.

Un dolor incesante recorre su cuerpo, pero se instala persistentemente en sus costillas.

Yugi acaba de tener la peor y jodida pelea en su vida.

El hijo de puta que quería abusar de él ya hace muerto a sus espaldas, mientras su cuerpo está cubierto por sangre, sus labios no curvan una sonrisa, esta más serio mirando el horizonte mientras presencia el amanecer de un nuevo día.

-Alfa. - Llama una pequeña voz a su espalda desnuda y herida, cicatrices adornan ese delicado cuerpo pero fuerte.

Yugi voltea sobre su hombro con aquello ojos apagados al dueño de la voz.

- ¿Nos vamos?, todos están listos para ir a sus hogares. -

Aquella Beta con mechones alborotados y unos cuantos golpes en su rostro, no dejan que opaque esa sonrisa sincera; Mai, admira a ese chico desde su lugar, ese pobre joven desafortunado le gusta, no le importa si es un Omega, uno tan raro.

Le gusta la valentía con la que se a enfrentado a toda una organización, colocándose como el nuevo jefe de esa asquerosa, y nueva manada.

- ¿Todos?. - Vuelve a preguntar Yugi con la voz ronca.

- Si. - Dijo con un tono sereno la rubia. Esperando apaciguar la ira, el rencor y el odio que había estado ocumulando Yugi durante su estadía con aquel grupo de traficantes y científicos locos.

- Alfas, Betas, Omegas, incluso los híbridos? -

- Todos ellos están esperando a que de la indicación. - Dijo Mai.

Yugi respiro profundamente, pensando en su nueva realidad, como ya todo había acabado, podría dejarse ir por fin, morir por su propia mano, cortarse el cuello, apuñalar su corazón.

Su mente estaba retorcida y un tremendo asco por su cuerpo lo invadió de repente.

-Mai. - Llamó a la Beta.

- ¿Sí, señor?. -

- Encargate de la manada. - Ordenó Yugi, caminando sin rumbo. Deseaba perderse por un buen rato, irse hacia un lugar donde nadie y nada podría reconocerlo.

Dónde nadie lo viera morir.

La rubia lo miró con preocupación y las ganas de llorar la invadieron, fue corriendo hacia el chiquillo, aquel chico de 13 años magullado y lo abrazo por la cintura deteniendo su paso.

- ¿Tanto así te duele?. - Soltó aquella pregunta la rubia. - ¿No puedes considerarlo y quedarte con nosotros?, ¿conmigo?. -

Yugi sonrió con tristeza.

Esa rubia, vaya que lo quería y él no iba negarlo, también la quería mucho,  ambos estuvieron apuntó de morir en ese lugar oscuro, pero ningún permitió que el otro se rindiera a pesar de los huesos rotos que tenían en lapso de tiempo de su tempestad. .

- Me duele el cuerpo, Mai. - Dijo Yugi. - Tengo mucho sueño. - La rubia sentía que se destrozaba. - No soy un Alfa como tal y...

-No me importa eso. - Dijo la rubia. - Te quiero. No me importa si eres Omega, te quiero mucho. Me salvaste la vida, nos salvaste a todos. -

Y aún que eso fuera cierto, Yugi no sentía que se había salvado así mismo.

En su estadía con esos cabrones , vio muchas cosas y fue participe de otras. Se odiaba, se despreciaba, ¿cómo podía quedarse en una manada que sabían el tipo de hijo de puta que era?

No era justo. Ellos merecían un Alfa verdadero como líder, no un experimento fallido que era él.

Llevaba muchos pecados en sus hombros, estaba realmente cansado de todo;la pelea, las dispuestas, el sobrevivir hora tras hora.

El de verdad no podría guiar a una manada.

Quería irse, solo, sin compañía.

- Cuidalos bien. Se que estarán bien, la fortuna de esos idiotas les ayudarán a restablecer una nueva manada, podrían volverse incluso fuertes y ser una de los principales grupos de alto mando, serían únicos. - Yugi deshizo el abrazo de la chica y la volteo a ver regalando le una de las pocas sonrisas que le habían quedado a Yugi. - Serás una excelente líder. -

- Pero tú... -

- Me voy a casa. - Le interrumpió Yugi. - Mamá y papá deben estar preocupados por mi. - Dijo el menor y la rubia se enojo.

- ¿Cómo puedes regresar con ellos después de lo que te hicieron?. -

- No importa lo que me hicieron. - Contestó Yugi.

Mai apretó sus puños con fuerza.

- ¿Qué hay de tu hermano?. -

-No importa lo que hizo mi hermano. -

-Pero te traicionaron. - Jadeo la rubia conteniendo las ganas de gritar aún más fuerte.

-Yugi. - Gruñó la rubia, intentando no explotar su ira contra el tricolor que la miraba aún con esa sonrisa. - Por favor quedate... -

El tricolor, solo suspiro y aún con una sonrisa, tomó las mejillas de la rubia, se paro de puntitas y alcanzó los labios de la chica que se mantuvo a su lado estos dos años de tortura.

El beso terminó, la rubia se quedó estática en su lugar con un sonrojo, Yugi la abrazo por última vez y comenzó a caminar sin rumbo fijo.

Puede que la batalla haya ganado, pero la guerra aún seguía.

Se preguntaba cuánto tiempo iba a tomarle en poder recuperarse, física y mentalmente.

Pues la segunda ronda la había ganado él, la primera la ganó ella; su madre, pero la tercera ronda era algo incierto.

Su madre era una cabrona, eso lo sabía de ante mano, jugaba sucio y no le importaba matar si alguien se le ponía en su camino.

Mientras él, parecía ser algún doble de ella, claro que odiaba que cualquiera se le metiera en medio de su camino, claro que odiaba el saber que su madre siempre tuvo la idea de convertirlo en un arma para matar, claro que odiaba ser algo no humano.

-Primero Alfa, después me convertiste en un omega superior. . - Susurraba mientras se perdía entre los árboles del bosque. - ¿Qué es lo que intentabas hacerme?, ¿cuál es tu propósito conmigo?. -

"Nos quiere para su beneficio."

- Ya lo sé. - Dijo Yugi hacía aquella voz en su mente. - Luna, no me hables.

"Pero..."

-Desaparece. - Ordenó Yugi. - Solo desaparece. -

Odiaba a su lobo, aquella criatura que casi lo condena a muerte.

Pero Luna, aquella preciosa criatura lloraba de tristeza y dolor, al ver a su niño destrozado. Se supone que él existía para poder proteger de Yugi cuando él no podía, ¡pero esa bruja de su madre lo cambió!.

Puede que ya no sea un Alfa y ahora sea un Omega superior. El ser de diferente sub-género, no le quitaban las ganas de poder vengarse de la hija de puta.

Solo necesitaría esperar a que Yugi se recupere de sus heridas, pero...

"¡¿Qué crees que haces?!." -  Exclama Luna ajustado al ver que Yugi se había quedado quieto en un acantilado.

- Descansar. - Suspiraba Yugi, cerrando sus ojos. - Quiero dormir. -

"Pero debemos de regresar con tu familia, ¡Eso le dijiste a Mai!"

-Era mentira. - Respondió Yugi con voz seca. - ¿De verdad tu piensas que podría perdonarlos?. -

"Yugi."

- Durmamos juntos Luna. En los brazos de morfeo, no habrá nadie quien pueda lastimarnos. -

Los ojos de Yugi se llenan de lágrimas y cae sobre su rostro, Luna está llorando desconsolado al ver tan roto a Yugi.

- ¿Sí?. -

"Por favor no lo hagas." Súplica luna. "Te quiero pequeño. Te quiero mucho, así que por favor no lo hagas. No te rindas."

Yugi comenzó a reír como un desquiciado.

-¿Quererme?, ¿a mí?. - Su risa paro. - No seas ridículo. -

"Pequeño..."

-¡No me digas así!. - Rugio Yugi tan fuerte que algunas aves escaparon volando. - ¡Te odio!, ¡te odio!, ¡TE ODIO!. - Gritaba Yugi y cayó de rodillas. - Toda esta mierda que me pasó fue porque tu existes dentro de mi. Fue porque te querían a ti. - Cerro sus puños con coraje. - ¡¿y que hay de mi?!. - Grito con dolor golpeándose el pecho. - Mi humanidad ya no existe. Mi inocencia, mi pureza, mi niñez, ¡TODO!. ¡TODO ME LO QUÍTASTE!. -

Luna se llenaba de dolor, le dolía, claro que sí, ver a Yugi culpando de la desgracia que pasaron juntos.

"Pero es que no tenía opción." Dijo Luna. "Tenías que sobrevivir."

-¿Sabes que mi primera vez siempre desee que fuera con el primer amor de mi vida?. -

Luna se quedó callado ahogándose en la agonía de Yugi.

- Quise tan siquiera conservar eso, pero me lo arrebataste. - Siseo con veneno en sus palabras.

"Pero fue con nuestro destinado." Dijo Luna.

-¿Destinado?, te parece que ese lunático podría aceptarlo como mi destinado?. - Yugi recordó al joven de cabellos azabache y ojos como la oscuridad. - ¿Sabes cuanto me dolió que me entregaras a alguien que yo no amaba?, ¿sabes como se siente que te arrebate una parte tan valiosa de ti?. -

"..."

-¡¿LO SABES?!. - Espetó Yugi para acercarse más al acantilado.

"Perdón."

- Tus disculpas no me sirven de nada. -

Pequeñas boronas de rocas se resbalaron por el acantilado.

- Es hora de acabar con esto. -

"¡No! ."

Yugi solo cerró los ojos y se dejó caer al vacío, esperando a que todo desapareciera.

El tiempo pasó lentamente.

Luna cambió de lugar con Yugi, pues este se había desmayado en la caída.

Cuando su cuerpo impacto con el suelo, sintio como todo su ser se había paralizado y como sus huesos crujieron.

Luna sentía como si lo hubieran sedado, su mirada llorosa sólo se concentraba hacia el cielo, miraba como las nubes avanzaban tan lentamente, de pronto todo estaba lleno de calma.

¿Así se sentía morir?.

Su cuerpo comenzó a humedecerse, con algo de dificultad fñgiro su mirada y noto que su misma sangre comenzaba a emanar de él.

"Me muero."  Pensó Luna. " Aún cuando intentará curar el cuerpo de Yugi, no sería suficiente.".

Morirían de sangrandose.

"Entonces..." Luna regresó su vista hacia un cielo borroso. " ¿Esto es todo?, ¿moriré y no podré vengarme de ella?."

Sus lágrimas volvían a escurrir de sus ojos.

"No quiero... No quiero morir." Suplicaba Luna cuando luchaba por no cerrar sus ojos. "Por favor... Por favor... Alguien.... Ayúdenos."

Luna dejó que sus ojos se cerrarán y que todo desapareciera.

Porque así fue cuando Yugi, se rindió la primera vez.

Porque así, Luna sintió que moriría y desaparecía.

Porque así fue, como nació el odio en el corazón de Yugi y como nacio el amor de Luna hacia Yugi.

Continuará...

Nota:

Desde el capítulo 30 vamos a comenzar por contar el pasado de Yugi y como es que llegó a esa situación, también explicaré ciertos puntos el del porqué se volvió un omega superior, es decir: Omega Alfa.

Y si, en primer instancia Yugi era Alfa de nacimiento, pero, aquí un pequeño spoiler, fue modificado su genética y no sólo él.

FIN de mi reportaje, los veo luego.

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