La cena con Tim era amena, muy pacífica y relajante, el lugar al cual me llevó a comer estaba muy tranquilo ademas de que tenía ese exquisito olor a leche con chocolate, nada podría interrumpir este momento, estaba lleno de paz.

— No te lo pregunté antes, pero, ¿quién te dio esa sudadera roja?. — Me preguntó intrigante por la prenda de color rojo como la sangre.

— Oh, mamá. — Respondí sin problema.

—¿Mamá?. — Preguntó sorprendido mi hermano. — ¿C-cuándo?. — Parecía estar nervioso.

— Mientras acomodaba mis cosas, en una de las cajas que traje de casa, me encontré con el regalo de mamá. —

—¿Y tenía nota?. — Me siguió preguntando.

— Pues, solo decía que me quería mucho y que la usará para este lugar ya que hace mucho frío aquí. Y a decir verdad, si que es muy cálida. —

—¿Qué más?. —

—¿Uh?, ¿más?, es todo. No poseía otro recado, a lo mejor solo me la dio por mi cumpleaños, ya sabes, ya paso y ella no pudo venir a mi cumple, tal vez por eso me la dio. — Explique, aunque para Timaeus, eso no era así.

— Es bonita... Aun que te sugiero que esa sudadera no te la pongas aquí. — Me dijo.

—¿Eh?, ¿por qué no?, es un regalo de mamá. — Le dije. — Será lo último que tenga de ella por estos tres años. —

Tim ya no dijo nada con mi última respuesta, solo se mantuvo callado.

Hasta que la campanilla de la puerta del pequeño restaurante resonó por el lugar, algunas voces de chicos aparecieron y en mi campo de visión aparecieron tres chicos vestidos con pantalones negros, botas de cuero que resonaban fuerte en el suelo, chaquetas de color negro, el cabello de esos tipos era de diferente color; café, rubio y negro, su mirada parecía estar llena de frialdad, aparte parecía que con tan sólo de verlos estos te podían matar, aún que tuvieran un lindo color en ellos; el azul y verde predominan en cada chico, el rubio tenía sus ojos verdes, el castaño y el de cabello azabache tenían los ojos azules.

—¿Quienes son?. — Le pregunté a mi hermano, este me miró a mi y luego hacía atrás. — ¿Son tus amigos?. —

—No. — Dijo. Luego re-dirigió su vista hacia a mí. — Baja la mirada y ya no los veas. — Me indicó, me quedé confundido. — Yugi. — Tuve que bajar la mirada debido a la mirada tan severa que me dio mi hermano, aún así, aquellos chicos me dieron curiosidad, parecía que estaban desprendiendo un aura realmente misteriosa.

Seguí con mi aperitivo. Un sandwich de jamón con queso derretido junto con unos huevos revueltos. Algo simple para mi gusto.

— Mira quién está aquí. — Escuche a uno de los chicos, el rubio estuvo apuntó de acercarse a la mesa cuando de la nada mi hermano se paro justo enfrente del rubio, quien era más bajo que mi hermano.

— Ni un paso más. —Dijo Tim.

—¿Por qué?, ¿temes qué me coma a ese lindo chico detrás tuyo?. — 

Pase saliva en automático, la voz de rubio era profunda, burlona y parecía tener cierto tono excitante en él.

— ¿No deberían de estar revolcándose con alguna chica?. — Habló mi hermano.

— ¿Qué dices?. — Ahora el castaño apareció en el campo de visión de mi hermano y el mío. — ¿Por qué ir con una chica... — Sus ojos se fijaron en mi, me sentí intimidado e incómodo. — Si tienes a este lindo chico aquí?. —Terminó de decir.

Mi cuerpo se erizo, podía sentir el peligro acecharme. Sabía perfectamente cuando un depredador me veía y se enfocaba en mi, eran tan incómodo, era perceptible y a decir verdad me daban ganas de llorar. Pues un trauma así seguía coexistiendo dentro de mi.

— Ya basta ustedes, dos. — La última voz resonó en todo el lugar, me sentí petrificado el solo escucharla, era firme y profunda. Inevitablemente mi mirada recayó en aquel otro chico de cabellos como la noche, era un poco peludo y hacía resaltar el color de sus ojos azules.

— No molesten a nuestro nuevo inquilino. — Me miró a mí. — ¿Cómo te llamas bonito?. —

—¿Eh?. — ¿Me dijo bonito?, ¿él?, ¿un chico?.

— No tiene por qué contestarte. Ahora largo. — Mi hermano una vez más se interpuso entre aquel chico de cabellos azabache y yo. — Larga te Samael. —

— ¿Enfrentandote a un alfa de alto nivel, eh?. —  Los ojos azules de aquel chico llamado Samel se fijaron en los de mi hermano, quien no se inmutó ante esa mirada friolenta que a mí, me hacía sentir cohibido. — ¿No es muy arriesgado, que tú, uno de los Alfas de Atem esté solo con tres del bando contrario?. —

Mire a mi hermano.

— ¿Acaso quieres pelear?. — Cuestionó mi hermano poniéndome en total alerta.

A mi no me gustaba la violencia, la detestaba, la odiaba, no podía soportarla.

— No lo se. — Samael me miró nuevamente. — Depende de lo que diga el chico lindo que tiembla de miedo detrás tuyo. —

—¿Qué?. — Mi hermano volteo a verme y me encontró con mi estado temploroso, mis ojos seguramente estaban acuosos, quería irme, no me sentía seguro aquí. — Yugi. — Me vio preocupado.

— Lindo nombre. — Mencionó el azabache. Mi hermano gruñó.

— ¿Por qué no te vas a tus tierras, lobo?. —

Una nueva voz llegó interrumpir el ambiente tenso que se había formado.

Llegando y separando a mi hermano y a su rival, un chico de tez morena, ojos zafiros, castaño y un poco bajo que mi hermano, se puso en medio de ellos.

— ¿Acaso debe de venir tu novio para  salvarte?. — Preguntó de una manera burlona.

Yo me quedé sin poder creer lo que había dicho.

¿Novio?, ese chico de cabellos azabaches, se refería a mi hermano de que tenía ¿¡Novio?!.

Mi hermano... ¿Mi hermano es gay?

Estoy confundido.

*Continuará...