El ruido del grifo del lavamanos hace que Yugi no se sienta tan solo, aún que eso, no le importa.

Se ha sentido solo desde que ocurrido aquel accidente. Se siente diferente.

Yugi levanta la mirada hacia el espejo y ve lo sombrío que están sus ojos, ¿desde cuando su mirada se ensombrecio?, su piel estaba casi como el papel, debería de exponerse más al sol para ponerse un poco de color, no quería preocupar a su madre más de la cuenta, de por si, la mujer ya sufría de ataques al corazón y preocuparla, sería un factor realmente destructivo.

Cierra la llave del grifo, se reincorpora  y sale del sanitario, camino hacia su clase, pero...

— Te encontre. —

Yugi para su caminata a medio pasillo vacío. El menor analiza al hombre enmascarado, Yugi nota lo que él hombre porta en sus manos, debería de darle asco, miedo, terror, pero...

— ¿Acaso estamos en la temporada de halloween?. — Pregunta Yugi desconcertado al hombre. — ¿O por qué el traje y el cuchillo?. —

— Ya veo. — Ríe el hombre dándose cuenta de que los ojos de Yugi son opacos y están cubiertos por la oscuridad, no, no sólo es su mirada. Los ojos del enmascarado cambian de color, y aún que es imperceptible para Yugi el darse cuenta por la mascara, el menor ya lo tacha de loco y psicópata.

Pero el hombre, solamente se ríe entre diente y bajamente al darse cuenta que aquella caperucita, está en vuelta por la oscuridad.

— Siendo tan joven, ¿y ya te uniste a mí lado?. —

—¿Perdón?. —

—Oh... Joven, disculpe mis modales. — El enmascarado hace una reverencia ante Yugi, como si se estuviera presentando con una damicela de la edad media. El encapuchado se reincorpora, suelta la cabeza en el piso, haciendo que Yugi la siga con la mirada, pero después se concentra en el enmascarado que se a acercado tan peligrosamente a él, Yugi quiere retroceder, pero es detenido por aquella mano enguantada y manchada de sangre.

Yugi se queda estático en su lugar, su corazón se acelera con un gran frenesí, siente que muy pronto colapsara, perderá la conciencia y se verá consumido por la tenebrosa oscuridad y las Pesadillas que lo hacen despertar aveces gritando y otras  llorando.

La cuchilla se coloca peligrosamente en el cuello del menor, quien traga ruidosamente, pero ni siquiera se mueve.

— Debería matarte, ahora. — Escucha la voz ronca del hombre mayor. Yugi cierra los ojos esperando el golpe. — Pero... — Escucha algo removerse y segundos más tarde, siente algo suave y delicado posarse en sus labios. Un beso, aquel encapuchado le estaba robando un beso, un diminuto beso.

Pará cuando abre los ojos de la sorpresa, el encapuchado se ha retirado del beso, acomodándose la mascara, guardando el cuchillo y cargando con la cabeza del decapitado.

— Eres delicioso, ¿alguien te lo ha dicho?. — Yugi estaba seguro que aquel encapuchado estaba sonriendo, ¿le estaba coqueteando?. — No te mataré, pero escucha y recuerda esto: a ti. — Le señaló. —, querido humano, te elijo para mí. — El asesino saca de su abrigo un rosa blanca, que claramente se mantenía limpia y pulcra, como si recién la hubieran cortado.

Vuelve acercarse a Yugi y le deposita la rosa en sus manos, nuevamente ensuciando estas de sangre, pero la cosa no queda ahí, el hombre  pasa su dedo por la mejilla de Yugi,ñ manchandolo  de sangre inocente.

— Pronto verás mi mundo como yo y entonces... — El asesino se dispone a jugar con la cabeza del inocente, pasándola de un lado a otro como si se tratara de una bola de béisbol.

Yugi solo pude ver las acciones del hombre como si fuera algo irreal y grotesco.

— Entenderás el placer de ver la sangre de los inocentes en tus manos. —Prosiguió el encapuchado para luego darse media vuelta y marcharse como si no hubiera cometido ningún delito.

Desde que Yugi dejó de ver a aquel hombre desaparecer por los pasillos, ¿Cuánto tiempo habrá pasado para que volviera a reaccionar?, ¿diez?, ¿20 minutos?, ¿o fue cuando Atem lo encontró y le preguntó qué si estaba bien? .

— ¿Qué...?. — Su voz apenas sale, reacciona cuando Atem lo sostiene del hombro.

— ¿Te encuentras bien?. — Vuelve a preguntar el Moreno mientras analiza al menor que estaba manchado de sangre y su cuello estaba rojo. Sin duda alguna Yugi se encontró con el asesino.

— Yo... — Yugi comienza hablar y su cuerpo habla por sí solo pues ahora tiembla sin control, sus ojos se cristalizan de la nada, su voz se apaga y se te unas enormes ganas de llorar y refugiarse en Atem.

— Tranquilo, tranquilo, tranquilo.— Atem lo abraza y Yugi se deshace en sus brazos cediendo ante el llanto y el miedo por ser tomado a la fuerza, otra vez.

¿Por qué?, ¿por qué su cuerpo no para de temblar?, ¿por qué no para de llorar?, ¿por qué siente mucho miedo?, ¿por qué siente refugio y protección en Atem?.

¿¡CUÁL ES LA RESPUESTA A TODAS ESAS PREGUNTAS?!, ¡¿QUÉ LE PASA?!

O es qué... ¿Cree que va volver a mancharse las manos de sangre?.

*Continuará...