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Capítulo 2: Fallitos del directo


Nota de la autora:

Gracias a todos aquellos que estéis leyendo esta historia, aunque seáis pocos, os lo agradezco mucho, en serio. Os aseguro que esta no será la única historia que publique, prometo muchas más (no sé si puedo prometer eso pero bueno...Jis, jis).

Solo quería deciros que muchas gracias, que espero que os esté gustando y que os estoy muy agradecida por vuestro apoyo. Os invito a comentar todo lo que se os pase por la cabeza cuando leáis, pero os pido que no pongáis nada ofensivo.

Bueno, espero que disfrutéis, bye bye. ❤️

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Con que un clan de demonios, ¿eh?

Sin duda Jones me había dado una gran pista. Seguramente alguien de mi familia le había hecho algo lo suficientemente grave como para que el viejo estuviera tan chiflado. Es decir, tampoco es que yo fuese la persona más estable que haya existido, pero a su lado yo era la persona más cuerda que cualquiera hubiera conocido.

Vamos a ver, mi padre era amigo de Jones, ¿no? Entonces podía ser que mi padre le hubiera traicionado de alguna manera. O que alguno de mis hermanos le hubiera hecho algo.

Veamos...a Evelyn siempre le había caído mal, pero tenía 7 años. Definitivamente Evy no era.

Y Cameron tampoco podía ser. Él era la mejor persona que había conocido nunca. Era imposible que fuese un asesino.

Aunque bueno... ¿Imposible? No. Dejémoslo en improbable.

Y mi madre...era demasiado doloroso pensar que ella podría haber matado a su propia hija. Si fuese ella yo podría ser la siguiente. Pero no podía descartarla. Era sospechosa del asesinato de Adele.

Sobre el robo...No estaba segura de nada. Sí, había sido desde dentro, pero podrían haber entrado por una ventana. En una casa como la mía no hay más de un metro de el suelo a la ventana. Era posible que hubiera sido alguien de fuera. Pero estaba segura de que no era cualquier ladrón: un simple ladrón no se tomaría tantas molestias solo para robar un par de cosas. Había entrado por una ventana pudiendo usar la puerta. Y solíamos dejarnos la puerta abierta... ¡Era una casa!, lo que cerrábamos era la puerta del jardín. Pero no era muy difícil saltarla.

-...¡Deb! ¿Me estás escuchando?-La voz de Chloe interrumpió mis pensamientos.

Como ya he dicho no solía escuchar a partir de 2 minutos seguidos. Y llevaba unos 5 minutos parloteando sin parar. Esa semana había estado muy distraída: había estado pensando en el o los culpables, ¿quién podía haber sido? ¿y cómo? ¿y por qué?

-Si, claro, te estaba escuchando.-Dije igualmente.

-Ya.-Por el tono que usó y por la mirada de no creerse ni una palabra que me lanzó, supe que no se lo tragaba.

-Es que...-Oh, vamos. Tu puedes mente malvada, una buena excusa. Y rápido.-he estado algo distraída últimamente...

-Si, nos hemos dado cuenta.-Ann puso cara de preocupación. Me sentó bien que alguien se preocupara por mí.-¿Estás bien, Debby?

Ann estaba preocupada de verdad. Solo me llamaba Debby cuando estaba preocupada por mí o cuando tenía que consolarme.

-Sí, tranquilas-No iba a contarles todo el berenjenal que tenía montado en casa-es solo que...-Piensa. Rápido-...tengo un examen importante en dos semanas-Dije, muy convencida. Se daba bien mentir. Había ido a teatro de pequeña.

Y no hizo falta nada más. Ellas se lo creyeron rápidamente.

Ay, mis queridas angelitas. Siempre tan inocentes.

***

Me había dado cuenta de una cosa. Y aunque todavía era un poco pronto para estar segura, podía ser un descubrimiento importante. Sé que esto sonará un poco mal, pero tenía que esperar a que pasase algo más-muertes no, por favor-para aclararlo.

Y esa noche pasó algo. Por suerte no fue una muerte. No fue un robo tampoco. Ni un suicidio, por suerte. Atacaron a Cameron por la noche. Menos mal que no le pasó nada demasiado grave: intentaron apuñalarle, pero él, al igual que yo, estaba bien entrenado y lo esquivó. Lo malo fue que era de noche y estaba medio dormido así que no pudo esquivarlo del todo y le cortaron en un brazo.

Al menos eso se solucionó con siete puntos. No podía decir lo mismo de Adele. Cameron había tenido mucha suerte. O mucha experiencia.

Lo cierto es que no era la primera vez que intentaban atacarle de alguna manera. La otra vez teníamos 9 años y nos atacaron un par de desconocidos. Por suerte en ese momento estábamos recién entrenados y los desconocidos no tuvieron nada que hacer. Cameron se encargó del suyo con facilidad: una técnica de bloqueo y otra de inmovilización y listo. En cambio a mí me costó un poco más. Tenía un brazo roto, ¿vale? Igualmente lancé por los aires a mi agresor.

Mi técnica favorita.

Pero bueno, lo importante era que tenía razón con mi teoría. Habían atacado a Cameron, tal y como había previsto.

Elemental, mi querido Watson.

-¿Viste al que intentaba atacarte?-Estaba intentando que Cameron recordase algo, pero no estaba dando resultado.

-Deb, ya te he dicho que no-Vale, igual ya estaba siendo pesada.

-Si, lo sé, perdona Cam, es solo que...Tengo miedo. Ya no confío en nadie. Necesito que esto acabe ya.-Mi hermano cambió su cara por una de comprensión.

-Tranquila. Ven aquí-Mi hermano me envolvió en un cariñoso abrazo. Os dije que era bueno. Él jamás le haría daño a nadie. Era demasiado bueno para ser real.

***

Yo era la siguiente. Si no me equivocaba, era mi turno de ser atacada. Tenía demasiado miedo. Y una vez más era culpa mía. Maldita sea. ¿Por qué tenía que haberlo descubierto antes que los demás?

Primero habían matado a mi hermana, Adele. Después le habían robado a mi madre. Tras eso habían intentado matar a Cameron, pero se había quedado en un ataque. No sé si lo veis, pero estaba claro que me tocaba a mí.

Ese día me levanté más temprano de lo habitual, me vestí, comí algo y salí de casa en tiempo récord.

No quería estar en esa casa. Tenía la horrible sensación de que en cualquier momento me atacarían. Encima le había contado a mi familia lo que pensaba, así que el culpable seguramente supiera que estaba investigando. Y no me cabía duda de que si el culpable lo sabía, pronto se desharía de mí.

Y fue entonces cuando noté algo por detrás. Ese algo me agarró de los brazos hasta el punto de hacerme daño e intentó llevarme consigo.

Interesante.

Miré hacia atrás por el rabillo del ojo y automáticamente lancé una patada hacia quien fuera el que estaba detrás de mí.

Oh, no. La había esquivado. Y yo no le había esquivado a él cuando me había vuelto a agarrar, esta vez bloqueándome.

Buena técnica de bloqueo, pero no te servirá conmigo.

Me había agarrado un brazo y el otro me lo sujetaba con fuerza por la mano y lo mantenía entre mis omoplatos. ¿Qué hice? Pues pasé mi pierna por sus piernas con fuerza y perdió el equilibrio. Fácil.

Salí corriendo a toda velocidad. Pero, ¡vaya! El amigo había traído su propio coche. Genial. Por supuesto, me pilló en cuestión de segundos y me llevó con él.

Juro que intenté defenderme. Pero me había atado pies y manos. Paró en un sitio que no distinguí y me agarró por los hombros. Ji, ji. Había olvidado la cabeza. Le dí un buen cabezazo en el pecho-era mucho más alto que yo-e intenté salir corriendo de nuevo. Pero había olvidado un pequeño detalle: mis pies estaban atados. Me caí de morros sin poder evitarlo.

Esperaba escuchar un "estate quieta" de su parte, o algo parecido, pero se quedó callado de nuevo.

Que estrés de persona.

El caso es que don silencioso me metió en una sala y me dejó ahí encerrada sin mediar palabra.

Estuve un buen rato golpeando la puerta con fuerza, pero estaba cerrada con llave.

Que raro, ¿quién cerraría la puerta con llave si quisiera encerrar a alguien?

Cuando me cansé de pelear con la pobre puerta, me dí la vuelta, desesperada.

Woah. Ante mí había una preciosa habitación de paredes blancas. Una enorme cama con sábanas rosa claro se erguía en el centro de ella. A su lado había una mesa de estudio blanca y una puerta del mismo color. La abrí sin estar muy segura de por qué. No me lo podía creer. ¡Un baño con bañera de hidromasaje! No me estaba tratando nada mal mi secuestrador.

Aunque seguramente fuera el mismo que se había cargado mi estabilidad emocional con muertes, robos y ataques. Era mejor no fiarme de él.

Sé que muchos hubieran probado lo bañera de hidromasaje antes de nada, pero me habían secuestrado y solo quería buscar formas de salir de allí. Había una gran ventana delante de la mesa de estudio, pero tenía topes para que no se pudiera abrir más de unos 20 centímetros. Y yo, por muy delgada que estuviera, no cabía por ahí. Lo intenté, pero no funcionó. Estaba desesperada, ¿algún problema?

También podía simplemente romper la ventana, pero estaba reforzada y no tenía nada para romperla. ¡Arg! Por muy bonito que fuera ese lugar estaba empezando a darme mucho asco. Además no veía comida por ninguna parte. ¿Qué quería? ¿Que me muriera de hambre?

Estaba empezando a estresarme de verdad cuando alguien tocó la puerta.

-¿Puedo pasar?-Sonó la voz de un chico joven.

-¿Qué quieres y quién eres?

-Puede llamarme William. Estoy aquí para servirla.

-Ah, o sea que eres el ayudante de mi secuestrador.

-No soy su ayudante, soy algo así...como un esclavo.

-Vaya...

-Pero no se preocupe por mí. Me paga con comida y refugio, es todo lo que necesito para sobrevivir.

Aquel pobre hombre estaba allí encerrado...¿Y le agradecía al culpable de ello que le alimentara? Si no le alimentaba se moriría y no le sería útil.

-Si no te importa, William, ven en otro momento.

-Como usted desee.

Y se fue sin decir nada más. Tenía que montar un plan. Y rápido.

No me gustaba estar encerrada. No me gustaba nada de nada. Pero estaba muy cansada. Me tiré en aquella cama. Era muy bonita, pero en ese momento me pareció diabólica. Y fue entonces cuando me dí cuenta de un detalle bastante importante: había una rendija en el techo. Supuse que sería para el aire o algo así, pero eso no me importaba en absoluto en ese momento. Tenía una salida.

Estaba un poco demasiado alta, pero, aún así, reuní todo lo que encontré que pudiese servir de escalera, aunque tampoco encontré gran cosa.

Probé un par de cosas, pero ninguna servía. Al final decidí probar si subida a la mesa le llegaba. Y más o menos le llegaba. Arrastré la mesa-que pesaba un montón-hasta que estuvo justo debajo de mi salida. Me subí a la mesa, intentando hacer el menor ruido posible.

No le llegaba. Chasqueé la lengua, estresada. Pero no me rendí. No podía rendirme. En mi casa podrían estar todos muertos y... no. No quería pensar en ello, pero... tal como estaban las cosas...

Cogí un cojín de la cama, lo puse encima de la mesa y me volví a subir. Esta vez sí que llegaba a la rendija. Pero solo podía tocarla con el brazo estirado, y lo que yo necesitaba era subir tanto que me quedase medio cuerpo dentro de ella. Si no, era imposible subir.

Puse tres cojines más encima del primero, pero no era muy estable. Y matarme no era una opción. Quité los cojines. Hora de improvisar. Cogí unas cuantas toallas del baño, las doblé y las puse en la mesa. Vale, parecía estable. Me subí encima, pero...solo PARECÍA estable. Me caí hacia el lado de la ventana con fuerza. Puse mis brazos en cruz delante de mi cara, pero eso no evitó nada. Me dí con la ventana por todo el cuerpo. Sonó un fuerte "¡crash!". Perfecto. Había roto la ventana. Y a mí misma. Tenía cortes por todas partes.

-¿Va todo bien?-La voz de William me asustó por un momento.

-Sí, todo va taan perfecto...-Casi ironicé. Casi.

-He oído un ruido, señorita-Vale, me estaba empezando a parecer pesado, pero mantuve la calma. El también estaba encerrado.

-Se me han caído algunas cosas, pero ya lo he solucionado, gracias.

-Muy bien. Llámeme si necesita algo.

-Gracias, William.

Se quedó en silencio unos instantes y se fue sin decir nada más. Me daba pena. Si conseguía largarme, tendría que enviarle alguna carta con maneras de escapar.

***

Pero bueno, ¿¡CÓMO ES QUE NO ME HABÍA DADO CUENTA!? Había estado toda la noche pensando en cómo escapar para nada. La maldita ventana estaba rota. Podía escapar perfectamente. Aunque tenía un brazo hecho polvo por los cristales, tenía demasiadas ganas de largarme de allí.

Aparté unos cristales de la ventana. Vale, estábamos en un...¿cuarto piso? No podía saltar desde allí sin matarme.

Fallitos del directo.

Igualmente salí por la ventana y apoyé los pies con cuidado en los relieves de piedra del edificio. Fuí así poco a poco hasta que decidí que ya estaba suficientemente lejos de mi ventana para poder bajar de piso sin que me oyeran gritar de miedo.

-Un, dos, tres...¡ya!-Murmuré para mí, mientras bajaba de piso de un salto. No sé cómo hice para no matarme. Pero el caso es que ya estaba en el tercer piso. Y estaba viva. Todo un logro. Y ya solo faltaban otros tres y sería libre.

Siempre positiva, nunca negativa.

Bajé uno más con sumo esfuerzo. El brazo estaba empezando a escocerme. Tenía que aumentar el ritmo.

-Dos pisos más, tu puedes-Dije para mí misma, en medio de la desesperación.

Entonces apareció una gaviota. Sé que a cualquiera le hubiera dado igual, pero es que vino de frente y empezó a atacarme. Y sí, perdí el equilibrio. ¿Me caí? Si. Pero por suerte no me hice nada demasiado grave. Unas heridas en las rodillas como las que se hacen los niños pequeños en el patio del colegio, unos cortes por la frente, acompañando a los que me había hecho el día anterior con la ventana y un moratón en el hombro derecho, pero nada grave.

Casi arrastrándome entré en una cafetería y, intentando que no me vieran demasiado, me metí en el baño para lavarme la cara. Quería pedirles hacer una llamada. No tenía móvil ¿vale? Me limpié las heridas como pude, con agua, jabón-que picaba que no veas-y papel. Me miré unos instantes en el espejo. Vale, se notaba bastante, pero algo es algo, había conseguido disimular unos cuantos cortes de mi cara y había tapado la herida del hombro con la manga de mi camiseta. Salí del baño y me acerqué al mostrador.

-Perdón, ¿puedo hacer una llamada?-Puse cara de pena para que me dijera que sí.

-Claro.

Me tendió el teléfono, supuse que era el de los encargos y esas cosas, y marqué el número de Cameron.

-¿Si?-Oí la voz de mi hermano al otro lado.
-¡Cam! ¡Soy yo, Deb!

-¡Deb! ¿Dónde te habías metido? Estábamos muy preocupados.

-Es largo de contar...¿Puedes venir a recogerme a la cafetería de...-me detuve un segundo para buscar algún cartel que me indicase que cafetería era-la estación?

-Si. Te veo en unos 5 minutos.

-¡Gracias, Cam, me salvas la vida!

Colgamos a la vez y le devolví el teléfono al camarero.

-¿Quiere algo más?-Pregunto el camarero.

Ah, claro. Tenía que comprar un agua, o algo así.

-Un agua pequeña, por favor.-Revisé mis bolsillos. Vaya, tenía el dinero justo. Se lo dí todo. Sobraban unos 10 céntimos, pero no me importó.

-Quédate con el cambio.

-Gracias-El camarero me dirigió una mirada agradecida.

Volví a meterme en el baño. Tenía miedo de que el secuestrador descubriera mi ausencia y viniera a por mí. Me asomé a ver fuera un par de veces y en cuatro divisé a mi hermano salí corriendo hacia él y me metí en su coche.

-Bueno, ¿me vas a contar qué ha pasado?-Dijo una vez hube subido a su coche rojo.

-Pues verás...Salí temprano de casa porque tenía miedo de que pasasen más cosas. Entonces un señor me secuestró y me metió en una habitación muy bonita en el cuarto piso de un edificio cerca de aquí. Entonces vi una rendija en el techo e intenté escapar por allí, pero no le llegaba subida a la mesa, así que coloqué algunas toallas encima y me subí...Pero al ser inestable, caí y rompí la ventana. Después salí de allí por la ventana rota, pero, después de bajar dos pisos, me topé con una gaviota, me asusté y me caí de un segundo piso. Luego me metí en aquella cafetería y te llamé.

Mi hermano me miraba, concentrado. Estaba sorprendido, lo que me pareció normal.

-Y...¿no te mataste en ningún momento?

-Si, Cameron, me maté tres veces, pero los dioses me revivieron-Ironicé.

El soltó una risita irónica.

-Gracias por venir.

-De nada.

Estuvimos el resto del viaje en silencio, pero no me importó. El silencio nunca me parecía incómodo cuando estaba con alguien de mi familia.

Al llegar a casa todos se me quedaron mirando como si me hubiesen salido cuernos y una cola.

-¿¡Dónde te habías metido!?-Mi madre sonaba enfadada.

-¡¡Debby!!-Evelyn me abrazó las piernas, contenta. No llegaba más alto.

Les expliqué todo lo que me había pasado y ellos me contaron que no había pasado nada más. Menos mal. Pero en el fondo sabía que no se había terminado. Según mis cálculos después de mí le tocaba a Evy. Después de ella...bueno, no estaba segura de sí se acabaría. Pero era mejor no bajar la guardia.

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