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[ Tonos Grises ]

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Recientemente volví a la Universidad pero esta vez por la mañana. Me he dado justo en las narices con el sistema de estudio matutino comparado con el estudio vespertino relajado en el cual estaba antes.

Mientras analizaba como me sentía entre tanta presión de exámenes, cuestionarios y enseñanzas de comportamiento ético, de parte de mi profesora de administración, me he dado cuenta que no soy la ‘buena’ chica que creía ser.

Pensé que era honesta y responsable, pero no es así. Veo la vida en tonos grises, nada para mi es blanco o negro, simpre hay una linea de ‘depende’ dentro de mi forma de juzgar, analizar y actuar; no trabajo sino no tengo que hacerlo o consiga algun beneficio de ello.

Un ejemplo de ello nos lo dio mi profesora a mis compañeros y a mí:

‘Imagínense si estuvieran a cargo del reclutamiento de personal dentro de la empresa en la que trabajan. ¿Cuantos de ustedes saben diferenciar entre si la persona es el candidato perfecto para un puesto? ¿O candidato perfecto para formar de su empresa?’

Ante esto yo pensé que alguien con dones especiales para leer los gestos de otra persona podría, como un psicólogo, pero la respuesta de mi profesora me dejó con la boca abierta.

‘Nadie puede saberlo realmente, porque todos los seres humanos mienten. Dicen ser la persona más dispuesta a aprender cierto trabajo o a realizar cierto trabajao, pero a la hora de la hora, resulta ser otra la realidad. Terminan teniendo ciertos conflictos o malos hábitos como ser muy chismosos o poco responsables.’

Estuve de acuerdo inmediatamente, y luego preguntó quien de todos nosotros nos considerábamos chismosos, yo sin pensarlo me dije que no lo era. Pero ella agregó más características sobre dicho mal comportamiento, dejándonos ver que ser chismoso no solo implica andarle contando a otros sobre el mal comportamiento de otras personas, sino que andar hablando mal de otros solo porque nos cae mal o nos creos superiores a esa otra persona, o andar esparciendo rumores que no son ciertos para parecer interesantes. Cuando agregó eso, muchos levantaron la mano, y aunque sabía que yo había caído en ese comportamiento varias veces, cuando mis amigos y yo nos burlabamos de alguien por ejemplo, no levanté la mano, porque me avergoncé de mi misma, de tener ese comportamiento.

Me avergoncé porque yo estaba cien por ciento segura y me convencía a mi misma que no era chismosa porque jamás delaté a nadie o esparci rumores de alguien, pero sí había hablado mal de otros desconocidos cuando me reunía con amigos, pensando que solo lo hacía por diversión y no por ser mala en sí.

De nuevo, mi profesora siguió con el caso que nos propuso anteriormente.

‘Teniendo este hecho en cuenta, de no conocer realmente a las personas que contratan, ¿quién de ustedes contrataría a un  criminal para trabajar dentro de su empresa sin saber que es criminal? ¿Lo usarían de excusa?’

Varios levantaron la mano, yo no lo hice, porque de nuevo, me avergonzaba de no tener la repuesta correcta. Mi profesora continuó con el caso.

‘Ahora, conociendo la historia pasada de esa persona, ¿quien sería capaz de contratar a un marero dentro de su empresa, sabiendo que fue un criminal?’

Ni mis compañeros ni yo levantamos la mano, yo poniendo como excusa en mi cabeza que podríamos estar en riesgo. Porque en mí país es muy conocido que los mareros son integrantes de pandillas llenas de criminales, matan, roban, venden drogas entre otras cosas.

Mi profesora continuó hablando.

‘Me entristecen, chicos. Saber que aunque muchos de ustedes no se consideran racistas o discriminadores, que no hablan de otros a sus espaldas. Si juzgan a las personas. ¿Se han puesto a pensar que a esas personas a quienes ustedes están discriminando, negándole un trabajo, usan ese mismo razonamiento para justificar el porqué se vuelven criminales? Porque como ustedes, hay muchos que no les dan una oportunidad de trabajar de forma honrada. Porque somos los primeros en juzgar, pero cuando nos tocan a nosotros somos los primeros en saltar a defensa propia. Esas personas que ustedes han negado a darle un trabajo, son el hijo de alguien, posiblemente su madre no tenga la economía para darle una buena vida a su hijo o hijos y ellos se ven forzados a delinquir y cuando crean su nueva familia, caen en el mismo ciclo, padre no puede darle una buena vida e hijo roba para sobrevivir, porque nadie les da una oportunidad. No todos se vuelven criminales solo porque quieren, por eso no podemos juzgar y hablar mal de otros sin conocerlos. Solo podemos darles el beneficio de la duda y darles un ambiente que les permita cambiar su estilo de vida. Y aunque ustedes no los contraten en sus empresas, si existen compañías que contratan mareros, aunque ustedes no lo sepan.’

De nuevo, ese fue otro golpe de realidad.

Entonces me encontré con una de las pocas epifanías que he tenido como joven, ahora como joven adulta, soy una persona con moral dudosa. Me he convertido en alguien convencionalista. He desechado muchos de los fuertes principios que me habían enseñado de joven.

No juzgar. Pero lo he hecho.

El mundo ha desarrollado una mente tan abierta a como moldear las reglas como medio para excusar ciertos comportamientos. Ahora nadie se avergüenza de sus malos actos, sino que estan orgullosos de sus fallas y andan comentando sobre sus defectos a los cuatro vientos como si fueran medallas de oro.

Yo he sido una de ellos y me avergüenzo de eso. De haber quedado sin principios morales. Claro, no hablo de que ando matando, robando o delinquiendo pero si me he vuelto permisiva, no he impuesto límites sobre lo excuso y permito que otros se excusen con facilidad por cualquier mal comportamiento, bajo el pretexto de que todos somos humanos imperfectos y estamos destinados a cometer errores.

Pero hay una línea entre cometer errores accidentales que se pueden excusar, a cometer errores intenconales que buscamos como excusar.

Mientras meditaba esto, llegué a esa epifanía sobre ser una persona de tonos grises, y ahora que he puesto los pies en la tierra después de haberme elevado en la nube de altanería que viajaba dentro de mi juventud, he chocado con el rostro fuertemente al saber que no estoy orgullosa de ser la persona que soy en estos momentos.

Uno de esos defectos que me molestan en mi forma de ser, es el de solo trabajar bajo presión. Si no hay una obligación de por medio, no tengo la suficiente fuerza de voluntad para realizar cualquier proyecto.

Antes si lo tenía y ese buen hábito es algo que lamento haber perdido mientras crecía, el de la e responsabilidad; el orden de mis prioridades.

Les comparto esta experiencia, para que los que quieran, reflexionen conmigo, ¿en que clase de persona nos hemos convertido? ¿Tenemos principios morales? ¿Tenemos ética? ¿Estamos orgullosos de las persona que somos, o solo no engañamos a nosotros mismos sobre como somos realmente?

¿Vemos la vida a tonos grises y nos conformamos con ser personas de moral relajada?

Yo ciertamente lo he hecho y me entristece que mi dignidad, mi honor se haya devaluado por no ser más responsable y haber evolucionado en la reina de las excusas.

Crecer y madurar conlleva un gran sacrificio, pero te llevas la satisfacción de conocerte más a ti mismo en el proceso.

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