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Capítulo 31

Alice tenía la mirada clavada en la mesa del otro lado de la cafetería. Removió su comida y frunció un poco el ceño cuando vio que los humanos nuevos hablaban entre ellos, riendo y mezclándose con algunos miembros antiguos de la ciudad. Kenneth era uno de los que se relacionaba más con ellos. Seguía intentando ligar con cada chica que se encontraba. Y ellas parecían encantadas con ello, claro.

Aunque Alice podía entender esa última parte. Kenneth no le caía bien, pero estaba claro que tenía cierto atractivo. Y tampoco era que hubiera muchos chicos como él en la ciudad para elegir. Ella incluso había visto a algunas de las chicas nuevas mirando a Rhett en su primera clase. Mirándolo de esa forma. 

Pero habían salido espantadas en cuanto él abrió la boca y les gritó que corrieran más rápido, malhumorado.

—¿Ya has pillado alguna actividad criminal, lince?

Alice levantó la cabeza de golpe para mirar a Rhett, que se acababa de sentar delante de ella. Se encogió de hombros y miró la comida sin mucho interés.

—No los estaba mirando.

—Claro, claro.

—¡No estaba pensando en eso!

—Ah, ¿no? —él enarcó una ceja—. ¿Y en qué pensabas? ¿En lo bonita que es la vida en esta maravillosa ciudad?

—Sí, Rhett, tú iluminas mi vida —ella también le enarcó una ceja.

—Fingiré que eso no ha sido sarcástico y seré un poco más feliz —dijo él—. ¿Sigues obsesionada con los nuevos?

—No estoy obsesionada.

—No, claro. Solo los observas día y noche.

—Por la noche duermo, ¿vale?

—Te das cuenta de que eso no lo hace mejor, ¿no?

Alice suspiró y apartó la bandeja de comida, cruzándose de brazos y apoyándose en el respaldo de su silla. Justo en ese momento, Jake apareció hablando a toda velocidad con Kilian, que no parecía ni escucharlo pero iba a su lado felizmente. Kilian se quedó al lado de Rhett y Jake al lado de Alice.

—...y por eso no tenía sentido —terminó Jake—. ¿Verdad, Rhett?

—Voy a necesitar un poco más de información, pero ya supongo que no lo será.

Jake puso los ojos en blanco y miró a Alice, que seguía centrada en vigilar a un grupo concreto del otro lado de la cafetería. Trisha apareció también en ese momento y se dejó caer al final de la mesa, entre Rhett y Alice.

—Bueno, pringaos —los miró—, ¿de qué habláis?

Jake pareció orgulloso de que alguien estuviera dispuesto a escucharlo.

—Estábamos hablando de lo que pasaría si los conejitos blancos nos invadieran. ¿Nunca lo habéis pensado?

Hubo un momento de silencio. Todos lo miraron —incluso Alice— y él suspiró.

—Me lo tomaré como un no.

—Come y calla —Trisha puso los ojos en blanco.

Jake puso mala cara y volvió a centrarse en su comida.

—Volviendo a temas importantes —Trisha se inclinó hacia delante—, he oído por ahí que Charles está vendiendo material a tus alumnos, Rhett. Si quieres ir a patearle, no te olvides de llamarme.

—¿Material? —Alice la miró, confusa.

—¿Qué material crees que vende Charles, Alice? ¿Libros de cultura popular?

—Vale —ella puso una mueca—. Solo era una pregunta.

—Oye —Jake se asomó—, ¿vas a comerte eso?

Alice negó con la cabeza y Jake se inclinó para robarla, pero Rhett lo detuvo de un manotazo, mirándolo con mala cara.

—Quieto.

—¡Me ha dicho que no lo quiere!

—Tú tienes de sobra —Rhett devolvió la bandeja delante de Alice—. Y tú, come.

—Relájate. No eres mi padre.

—No. Soy peor. Soy tu instructor, come.

Alice se pasó el resto de la hora del almuerzo removiendo su bandeja sin llegar a comer nada. En cuanto Rhett se marchó a preparar la clase, se lo pasó todo a Jake, que lo aceptó felizmente. 

Ella no estaba muy motivada al llegar al gimnasio, pero por lo menos las clases de tarde no eran tan repetitivas como las de la mañana. Iba un poco más motivada, aunque entrecerró los ojos cuando vio que todos sus compañeros estaban alrededor del gimnasio en lugar de dentro. Se situó entre Kilian y Jake y se puso de puntillas para ver a Rhett. Ya había terminado de hablar y daba algo a todo el mundo. Alice se acercó y recogió lo que le tocaba. Frunció un poco el ceño cuando vio que tenía una pistola rara y poco pesada.

—Es de pintura —le dijo Trisha, que no podía participar con un solo brazo porque no podía sujetar del todo bien el fusil.

—¿De pintura? ¿Y para qué quiero un fusil con pintura?

—Vais a hacer equipos o algo así, ¿no escuchabas, listilla?

Alice le sonrió de lado y miró la munición de la pistola. Efectivamente, tenía una ranura extraña. Se acercó a los demás pasándose la correa por el cuello. 

Tanto tiempo, y seguía apretándole las tetas como el primer día.

—Vais a hacer dos equipos —dijo Rhett, mirándolos y levantando dos cartuchos—. Unos tendrán pintura roja. Los otros tendrán pintura azul. No es muy difícil. Seguro que podéis hacerlo sin mataros.

Alice miró a su alrededor y vio que todos los humanos nuevos se colocaban directamente con Kenneth al otro lado de Rhett, riendo y hablando. Jake, Kilian, Anya y el resto de androides estaban a su lado. Ella dio un paso atrás, situándose con ellos sin dudarlo. Rhett los revisó con los ojos y pareció satisfecho con el resultado, porque agarró una caja que tenía detrás y la puso en el suelo. Eran trozos de tela negra. Le tocó al lado de Alice. Se las ataron a las muñecas para diferenciar los equipos.

—Elegid un capitán cada equipo —él se giró hacia Trisha—. Tú. Ayúdame con esto.

Entre los dos, sacaron las dos cajas de pintura. Alice vio que los otros enseguida empujaban a Kenneth hacia delante para que fuera su equipo. Estuvo a punto de poner los ojos en blanco, pero se detuvo al acordarse de que también tenían que elegir ellos uno. Se giró hacia sus compañeros.

—¿Alguien quiere serlo? —preguntó Jake.

Silencio. Todo el mundo intercambió miradas.

—Yo creo que debería hacerlo Alice —dijo Anya con una pequeña sonrisa.

Ella parpadeó, sorprendida.

—¿Yo?

—Funcionas bien bajo presión —se encogió de hombros—. Y eres la mejor disparando.

—P-pero...

—Sí, yo también voto por Alice —dijo Jake.

Kilian asintió con la cabeza. Los androides lo imitaron, aceptando la propuesta. Alice se dio la vuelta, un poco más asustada de lo que pretendía aparentar. Tenía una caja llena de munición de pintura roja delante. Tragó saliva cuando Rhett se situó entro los dos grupos.

—¿Tenéis capitanes, iniciados? —preguntó sin mirarlos y centrado en algo que sujetaba.

—Kenneth y Alice —le informó Trisha detrás de él.

Él asintió con la cabeza, despegando lo que tenía en las manos. Empezó a pasearse entre los dos grupos con lo que fuera que había despegado en cada mano.

—Las reglas son sencillas, queridos iniciados —dijo—. El juego se hará en el patio delantero del edificio principal. Después veréis que está preparado. Cada equipo tendrá cinco minutos para formar una estrategia de ataque una vez estemos ahí. 

Él se paseó tranquilamente hacia Kenneth.

—No es un juego de lucha. Me da igual si os empujáis, os tiráis arena a los ojos u os insultáis. Pero el primero que dé un puñetazo recibirá una bala de pintura en la frente. Y ya podéis tomároslo en serio —añadió, deteniéndose delante de él y pegándole de un golpe seco en el pecho la pequeña chapa dorada—, porque os aseguro que duele más de lo que parece.

Kenneth dio un paso atrás y pareció contenerse para no poner una mueca, pero consiguió mantener la compostura cuando Rhett siguió andando, esta vez hacia Alice.

—Así que nada de disparos por encima del cuello. Si veo que lo hacéis, estáis descalificados. El primer equipo que se quede sin participantes en el juego, pierde. Se puede eliminar un participante una vez recibe tres disparos. El otro equipo, gana poder elegir mañana qué haremos en la clase de la mañana.

Alice vio que a todo el mundo se le iluminaba la mirada al instante. Oh, quería ganar. Iba a ganar.

—Espero que hayáis estado practicando, porque este juego no es de fuerza bruta —se detuvo delante de Alice y le puso la chapa encima del corazón, pasando el pulgar por encima de ella distraídamente—, es un juego de inteligencia y habilidad. No me decepcionéis.

Echó una ojeada a Alice y luego se separó de los dos grupos, haciendo un gesto para que lo siguieran. Todo el mundo lo hizo. Alice recogió la munición roja de su pistola por el camino y la cargó rápidamente. Vio que Charlotte la miraba desde el otro equipo y tuvo claro que una de sus bolas de pintura iría directa a ella.

Efectivamente, el jardín delantero tenía cajas y troncos grandes colocados de forma ideal para que pareciera un campo de batalla. Incluso había una de las caravanas de Charles. De hecho, él y cuatro personas más estaban sentados encima, mirándolos y vitoreando. Y todos bebían, claro. Trisha sacudió la cabeza.

—¿No podemos echarlos? —le preguntó a Rhett en voz baja.

—Si queremos la estúpida caravana, no. Ha sido su única condición.

Rhett dejó que miraran el campo de batalla. Cada equipo tenía un lado. Alice tenía el de la entrada. Le recordó al campo de fútbol de Ciudad Central. Revisó el patio con la mirada, cada rincón, cada escondite posible. Charles y los demás de las caravanas les aplaudían. Alice vio que algunos se habían puesto alrededor del campo, mirando y bebiendo. Cada uno tenía su equipo favorito. Charles había dejado claro el suyo desde el principio.

Se había puesto de pie encima de la caravana y había colocado ambas manos delante de su boca para hacer eco.

—¡YO ESTOY DE TU PARTE, QUERIDA! —le gritó a Alice a todo pulmón y luego todos los demás empezaron a aplaudir.

Rhett puso los ojos en blanco descaradamente.

Pero Alice estaba demasiado ocupada analizando el terreno. No tenía mucho tiempo para estrategias, así que se giró hacia los demás.

—¿Quién dispara mejor de aquí? —vio que varias manos se levantaban—. Lo digo en serio.

Esta vez, algunas manos se bajaron. Dos androides se mantuvieron. Y eran nueve. Alice se mordió el labio inferior.

—Cada uno de vosotros irá por un lado con dos... eh...

—Con dos de los que no sabemos hacer nada —concluyó Jake.

—Nosotros tres —Alice señaló a Kilian, Jake y a sí misma— iremos por el frente. Vosotros tres por la derecha. Vosotros tres por la izquierda.

—¿Y si ellos hacen lo mismo? —preguntó una chica.

—¿Kenneth planificando un ataque? —Trisha, que estaba paseando detrás de ellos, puso una mueca.

Alice asintió y suspiró.

—El punto de encuentro será la caravana. Así, podremos darles por ambos lados y por delante.

—Suena bien —asintió un chico.

—¿Ya estáis listos, pequeños saltamontes? —preguntó Rhett, junto a la caravana.

Alice hizo un gesto afirmativo y supuso que los demás lo habrían hecho también, porque no podía ver a Kenneth. La caravana cubría la vista del campo. Supuso que estaba colocada así a propósito. Rhett hizo un gesto y vio que los seis de su equipo se dispersaban. Se colocó en el tronco más cercano con Kilian y Jake.

Alice quitó el seguro en el momento en que Kenneth y los demás aparecieron, rodeando la caravana para llegar a ellos. Vio una bola de pintura azul volando cerca de su cabeza y se agachó. Los demás miembros de su equipo seguían avanzando por ambos lados. No los habían visto. Bien.

—¡Vamos, no seáis cobardes y salid con nosotros! —gritó Kenneth, abriendo fuego contra el tronco que los protegía.

Jake puso una mueca. Kilian seguía tan feliz como siempre.

Ella se asomó un solo segundo y se agachó cuando una bola de pintura le rozó la cabeza. ¿No se suponía que no podían disparar ahí? Bueno, no le había dado.

Alice miró la caja que tenía a cuatro metros a la derecha. Los demás ya habían avanzado. Lo pensó un momento y miró a Jake.

—Voy a echar a correr hacia ahí. Cuando lo haga, asomaos y disparad.

—¿Eh? —él parpadeó, confuso.

—Ya me has oído —se preparó para salir corriendo.

—P-pero... ¿cuándo?

—¡Ahora!

Alice echó a correr y notó casi al instante que una dura bola de pintura le daba en las costillas. Puso una mueca y se escondió sola tras la caja. Tenía pintura azul por todo el costado. Solo le quedaban dos oportunidades. Y no dolía tanto como un disparo, claro, pero frustraba mucho más.

Pero vio que Jake y Kilian habían hecho lo que les había dicho. Y había servido, porque Jake sonreía. Al menos, había servido para algo.

—¡Fuera! —gritó Rhett—. Tres tiros, iniciado. Estás fuera. Y tú también.

Alice se asomó y vio que la mayoría de los que estaban en medio del campo estaban girados a los lados, con los androides. Ya solo quedan seis de nueve del equipo contrario. Apuntó al que tenía más cerca y disparó directa a la rodilla. El chico cayó al suelo con una mueca y dos bolas de pintura le dieron en el pecho casi a la vez. Estaba medio dolorido todavía cuando corrió fuera del campo. Alice hizo un gesto de apoyo a los tres androides del otro lado y le sonrieron, pero dejaron de hacerlo cuando dos de ellos recibieron tres disparos de los que quedaban del otro equipo. 

—¡Le ha dado a uno! —chilló Jake de repente, emocionado.

Alice se tensó cuando vio que Kenneth se daba la vuelta hacia el ruido. Y solo tenía un disparo. Podría llegar a él sin dudarlo. Fue directo a Jake mientras los demás estaban ocupados disparando a los cuatro restantes. Jake y Kilian ni siquiera se dieron la vuelta. No se habían dado cuenta. Alice pensó a toda velocidad.

Y lo único que se le ocurrió fue salir corriendo hacia Kenneth.

Estaba claro que él no se lo esperaba, porque cuando se lanzó —literalmente— sobre él, cayeron ambos al suelo, levantando una capa de polvo. Kenneth tosió de mala gana.

—Pero ¿qué demonios...?

Alice vio que ambas pistolas habían salido volando. Se apresuró a arrastrarse hacia la suya y la alcanzó justo cuando Kenneth agarraba su tobillo. Se dio la vuelta y, sin pensarlo un segundo más, disparó dos veces... 

...justo en la bragueta de Kenneth.

Escuchó un uuuuuuhhhh del público cuando Kenneth se congeló y soltó un chillido bastante impropio de él, llevándose las manos a la zona afectada. 

Al menos, la había soltado. El problema era que ahora todos los de su equipo se habían girado hacia Alice. Ella abrió los ojos como platos cuando cuatro pistolas la apuntaron.

Bueno, no todo podía salir bien.

Gateó hacia Kenneth a toda velocidad y la pierna le dio una sacudida cuando una bola de pintura la alcanzó, pero consiguió mover a Kenneth para que quedara de lado y esconderse en su espalda mientras él seguía protestando por el dolor. Escuchó varios disparos y Kenneth se retorció.

—¡Dejad de disparar, inútiles, que soy vuestro capitán!

—P-perdón, Kenneth —murmuró un pobre chico, soltando la pistola.

Un androide lo aprovechó al instante y le disparó en la espalda. Anya le disparó en el pecho y Jake en el estómago. Él soltó un chillido. Kenneth un gruñido.

—¡PERO NO SUELTES LA PISTOLA, PEDAZO DE IDIOTA!

—¡Perdón!

Kenneth suspiró cuando salió prácticamente corriendo hacia el otro lado. Apartó a Alice de un manotazo. Ella se agachó con Jake y Kilian de nuevo. Solo quedaban tres. Charlotte estaba entre ellos.

Pero debían estar asustados, porque en cuestión de segundos, dos de ellos habían sido disparados tres veces. Solo quedaba Charlotte. Alice contó dos disparos en ella. Uno en el hombro y otro en el muslo. Charlotte suspiró y tiró la pistola al suelo, levantando las manos en señal de rendición.

—Supongo que ya hay ganadores —murmuró.

Alice miró a sus compañeros y se puso de pie. Nadie parecía saber muy bien qué hacer, así que fue ella misma la que apuntó a Charlotte en el estómago. La rubia la miró con el ceño fruncido.

—¡Me he rendi...!

Se calló cuando una bola de pintura le dio justo en el estómago. Se lo sujetó con una mueca, dedicó una mirada agria a Alice, y se marchó del campo.

Hubo un momento de silencio antes de que Charles aullara y empezara a aplaudir, bajando de la caravana, que tenía manchas de pintura por todas partes. Alice vio que sus compañeros —los eliminados y los que no— también se ponían a celebrarlo. Jake y Kilian se abrazaron y empezaron a dar saltitos. Ella sonrió, mirándolos de reojo.

—¡He estado de tu parte todo el rato! —le aseguró Charles, acercándose y señalándola con la botella medio llena.

—Ya te he visto —ella negó con la cabeza.

—¡Ven aquí, querida!

Alice notó que la estrujaba en un abrazo y le dio una palmadita en la espalda, sorprendida.

Sin embargo, el abrazo no duró mucho. Rhett enganchó del cuello de la camiseta a Charles y lo apartó sin mucho cuidado, dedicándole una mirada poco amistosa. Charles se encogió de hombros y siguió con su sonrisa feliz.

—Enhorabuena, equipo rojo —les dijo Rhett—. Pensad en lo que queréis hacer mañana. E id a ducharos. Esa pintura no es fácil de quitar.

Todo el mundo se marchó —algunos con mejor cara que otros— mientras Jake, Kilian, Trisha, Charles, Rhett y Alice se quedaban en medio del campo. La última se colgó la pistola a la espalda y se miró a sí misma.

—¿En qué momento se te ha ocurrido que era buena idea... algo de esto? —protestó, mirando a Rhett.

—Ha sido divertido ver cómo pateabas a Kenneth —se encogió de hombros.

—Menuda puntería —Trisha negó con la cabeza, divertida.

Charles empezó a reírse al recordarlo.

—¡La cascanueces!

Todos se echaron a reír, pero Alice no lo entendió. Parpadeó, sorprendida.

—¿Nueces? ¿Qué tiene que ver la comida con esto?

Todo el mundo seguía riéndose. Ella se cruzó de brazos y miró a Rhett en busca de una explicación, pero él seguía riéndose de ella. 

No pudo evitarlo y levantó la pistola, disparándole justo en el estómago. 

Él dejó de reír, sorprendido, y se puso una mano en la pintura de su camiseta. Levantó la cabeza hacia Alice.

—¡Mira cómo me has puesto! —protestó.

—¡Mira tú cómo te reías de mí! ¡Te lo merecías!

—¿Qué...? ¡No era el único!

—¡Y tampoco eres el único con dos disparos!

—¡Solo tengo u...!

Alice levantó la pistola y le dio justo encima del corazón. Él dio un paso atrás por el impacto.

—¿Quieres tener tres? —preguntó.

Charles seguía riendo. Alice se giró y le disparó también en medio del pecho. Él dejó de reír para empezar a toser como un loco.

—¡Y tú también deja de reírte!

—¡Guerra de pintura! —gritó Jake de repente.

—¿Eh? —Trisha se giró hacia él.

Sin embargo, justo cuando se giraba, cayó de culo al suelo porque una bola de pintura azul le dio en la pierna. Abrió la boca, sorprendida, mirando a Jake.

—¡Serás...! ¡Ven aquí, maldito crío!

Ella agarró una pistola y se las apañó para apoyarla en el suelo y en su único brazo. En menos de un segundo, Jake corría como un loco intentando huir de sus bolas de pintura mientras Trisha le disparaba por la espalda. Kilian terminó metiéndose y Trisha disparó a ambos. Entonces, por algún motivo, todo el mundo empezó a disparar. Alice vio que Charles y Rhett tenían pistolas y se apresuró a ir a esconderse, pero le dieron varias balas. Sonrió ampliamente cuando consiguió darle a ambos.

Le dolía el estómago —no estaba muy segura de si era por los disparos o por reírse todo el rato— cuando consiguió darle por quinta vez a Rhett. Iban todos cubiertos de pintura roja y azul de arriba abajo. Rhett la apuntó y le disparó de vuelta. Alice intentó hacerlo, riendo, pero dejó de hacerlo cuando apretó el gatillo y no salió pintura.

—Oh, no.

Rhett sonrió ampliamente.

—No me digas que te has quedado sin pintura, iniciada.

Alice retrocedió dos pasos y él los avanzó. Soltó la pistola vacía e intentó echar a correr, medio divertida y medio aterrada, pero Rhett la enganchó del brazo y cayeron los dos al suelo. Los demás seguían disparándose entre sí. Los de las caravanas se habían unido. Había pintura por todas partes. Una bola le dio a Rhett en el hombro y se distrajo un momento.

Alice lo aprovechó al instante para intentar quitarle la pistola, pero terminaron forcejeando por ella, rodando en el suelo. Alice terminó de espaldas al suelo y Rhett de rodillas sobre ella, tirando de la pistola.

—¡Suéltala! —le urgió Alice, intentando empujarlo y enganchar la pistola con el brazo.

—¡Suéltala tú, es mía!

—¡Es de quien se la quede!

—¡Por eso voy a...!

Se detuvieron cuando la cápsula de pintura azul se rompió por la presión, llenando las manos de Rhett de pintura. Alice consiguió apartar el brazo a tiempo y empezó a reírse de él, todavía tumbada debajo.

—¡Eso te pasa por meterte con una señorita! —se burló, señalándolo.

Rhett le enarcó una ceja.

—¿Y quién es la señorita? Yo no la veo.

—¡Serás idiota! —intentó empujarle para que se apartara.

Sin embargo, Rhett le quitó los brazos y se inclinó hacia delante con una sonrisa malvada. Alice empezó a retorcerse, riendo, cuando le pasó las manos llenas de pintura por las mejillas y el cuello. Empezaron a forcejear y ella consiguió pintarle la frente y los brazos.

Seguían retorciéndose cuando escucharon a alguien carraspear ruidosamente junto a su cabeza.

Los dos se detuvieron al instante, levantando la cabeza. Max estaba de brazos cruzados, mirándolos.

—¿Qué tal la clase? —preguntó secamente—. ¿Os lo estáis pasando bien?

Rhett y Alice intercambiaron una mirada antes de que ambos se separaran y se pusieran de pie con los demás. Ella se sacudió los pantalones torpemente. Iba cubierta de pintura y polvo.

—Es que la clase había terminado —dijo Jake enseguida.

—Y habéis pensado que era mejor que no quedara pintura para otro día, ¿no?

Hubo un momento de silencio interrumpido cuando Alice suspiró ruidosamente. Max clavó los ojos en ella.

—Vamos, solo lo pasábamos bien. No seas plasta.

—¿Plasta? —repitió él con los ojos entrecerrados.

—Quiere decir aburrido —sugirió Jake.

—O cansino —dijo Trisha.

—Aguafiestas.

—Malhumorado.

—Cascarrabias.

—Gruñón.

—Amarg...

—Me ha quedado claro —Max les puso mala cara—. Y era una pregunta retórica.

—¿Qué es una pregunta retórica? —preguntó Charles.

—¿Podéis centraros? —se impacientó Max, a lo que todos dieron un respingo—. ¿Creéis que tenemos tantos recursos como para malgastarlos en una pelea absurda?

—No era una simple pelea, era una guerra de pintura —recalcó Jake.

—Exacto —Charles asintió con la cabeza.

—Vamos, Max, solo lo pasábamos bien —añadió Rhett—. Lo han hecho muy bien en la clase. Se lo han ganado.

Hubo otro momento de silencio. Max clavó los ojos en él y Alice estuvo segura que, de haber sido Rhett, habría salido corriendo. Pero él seguía ahí de pie tan tranquilo.

—¿Y esta es vuestra idea de pasarlo bien? —le señaló la cara a Alice, cuya mitad cubierta de pintura azul.

—Es divertido —sonrió ella.

Max puso los ojos en blanco.

—Recogedlo todo. Y más os vale que nadie entre en la cafetería cubierto de pintura a la hora de cenar.

Todos se quedaron mirándolo con una mueca cuando volvió al edificio principal. Trisha suspiró y soltó la pistola. Alice empezó a recoger las que había por el suelo y a dejarlas en la caja grande.

—Max tiene un don para estropear la diversión —murmuró Trisha.

—Pues como todos los adultos —dijo Charles.

Jake se quedó mirándolo con una mueca.

—Pero si tú eres un viejo.

Alice nunca había visto a Charles ofendido. De hecho, pocas veces lo había visto con una expresión que no fuera de felicidad despreocupada. Sin embargo, en ese momento se llevó una mano al corazón.

—¡Todavía soy joven! ¡No tengo ni treinta años!

—Eres un viejo —remarcó Trisha.

Rhett puso los ojos en blanco.

—Treinta años no es ser viejo.

—Dijo el otro viejo —sonrió Trisha malévolamente.

—¿Viejo yo? ¿Cuántos años te crees que nos llevamos? —protestó él.

—Además, la edad es algo mental —recalcó Charles, dándose un golpecito en la cabeza con un dedo.

—Entonces, Rhett tiene setenta años de amargura y mal humor —Jake empezó a reírse con Trisha y Kilian.

Sin embargo, los tres se detuvieron al ver la expresión de él.

—¿Se os olvida que yo controlo el número de vueltas que dais corriendo al gimnasio, mocosos? —preguntó, cruzándose de brazos.

Alice perdió la paciencia y se incorporó.

—¿Se os olvida a vosotros que tenemos que recoger todo este desastre? —preguntó, señalando a su alrededor—. ¿Podéis dejaros de tonterías y ayudarnos?

Los cuatro se quedaron mirándola, un poco sorprendidos. Incluso Rhett lo parecía. Alice dio una palmada, haciéndolos reaccionar. Todo el mundo se puso a recoger.

Ya había pasado un buen rato cuando empezó a subir las escaleras, rumbo a su habitación. Solo faltaba una hora para ir a cenar. Tenía pintura incluso bajo la ropa. Puso una mueca cuando se tocó el pelo, embadurnado en ella. Iba a ser difícil quitarse todo eso.

Estaba cruzando el pasillo de las habitaciones cuando vio que Charlotte esperaba —ya duchada, claro— apoyada en la pared. Se separó de esta en cuanto de la vio llegar y Alice puso los ojos en blanco.

—No tengo ganas de hablar —le dijo.

—Tengo que decirte algo.

—Sí, te he disparado. Supéralo.

—No es eso.

Alice ya tenía la mano la puerta, pero se detuvo para mirarla con cierto cansancio.

—¿Y qué es tan importante, Charlotte?

Ella tragó saliva.

—Es... verás... yo...

Sin embargo, no llegó a terminar la frase, porque se quedó helada al mirar por encima del hombro de Alice. Ella siguió la dirección de sus ojos y frunció un poco el ceño al ver que el padre John se acercaba a ellas mirando unos papeles distraídamente. Charlotte agachó la cabeza cuando él pasó por su lado sin siquiera mirarlas y se metió en su propia habitación. Alice vio que cerraba la puerta y volvió a girarse hacia la rubia.

—¿Qué? —repitió.

—Yo... —Charlotte cerró los ojos y negó con la cabeza—. Nada. No era tan importante.

Alice la vio marcharse a toda velocidad por el pasillo y frunció el ceño, intrigada.

¿Qué se le estaba escapando?

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