Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23 - 'El castigo'

Al día siguiente, la clase de Deane se le hizo todavía más pesada que de costumbre. Y mira que era difícil.

Y es que, ahora que Kenneth no estaba —Alice no sabía qué había sido de él— todo el mundo la miraba como si ella tuviera la culpa. ¿Qué culpa tenía Alice de que hubiera estado diciendo mentiras sobre ella? ¡Se lo había ganado solito!

Solo una persona en esa clase pareció pensar lo mismo que ella:

—Se lo merecía —le dijo Davy en voz baja mientras corrían alrededor del campo.

Alice lo miró, confusa.

—¿Qué?

—Kenneth —aclaró—. Es un idiota y se merecía la paliza.

Esa vez ella sonrió un poco.

—Ah, sí. La verdad es que sí.

—Quizá con la paliza que le diste se le colocó el cerebro.

Alice empezó a reírse, ganándose una mirada asesina de la mitad de sus compañeros. Pero le dio igual, no dejó de hacerlo.

—¿Puedo preguntarte algo, Davy?

—¿El qué?

—¿Por qué todo el mundo lo odia... pero cuando le hago algo malo me miran así de mal?

—Honestamente, yo diría que solo buscan una excusa para odiarte.

Bueno, eso no era un consuelo, precisamente.

—Gracias por animarme —murmuró Alice.

—De nada.

Al parecer, los humanos a veces tampoco se daban cuenta del sarcasmo.

—Además —añadió Davy, jadeando porque seguían corriendo—, Deane anoche llamó a unos cuantos de su clase para que fueran a hablar con ella después de la pelea.

—¿A quiénes?

—A sus favoritos —se encogió de hombros—. Shana, por ejemplo.

Oh, oh.

—¿Y... sabes qué les dijo? —preguntó Alice torpemente.

Davy sacudió la cabeza con una mueca.

—Supongo que les comió la cabeza para que se pusieran en tu contra.

—¿Que les comió qué?

—Que les convenció de que tú eras la culpable. Por eso deben mirarte así.

Alice no le dio mucha importancia al principio, pero al recordar que Shana estaba en ese grupo, no pudo evitar mirarla enseguida, aterrada. Ella sabía su secreto. Podía habérselo contado a Deane.

Pero, cuando la miró, no pareció más distante que de costumbre. Simplemente hacía sus ejercicios ignorándola.

—¿Estás seguro de eso?

—Si no estuviera seguro, no abriría la boca —le aseguró Davy, y se tensó al instante—. Cuidado, se acerca la zumbada.

La zumbada era como se referían cariñosamente a su instructora.

Alice vio que, efectivamente, Deane se acercaba a ellos como si estuviera dando un paseo por el campo. Se detuvo a su lado y los vio pasar corriendo en silencio.

Sí, en silencio.

Mhm...

¿Deane no criticando cosas? Eso era raro. Muy raro.

¿No?

Quizá la había juzgado mal todo ese tiempo. Quizá había visto que había mejorado y por eso había empezado a dejarla en paz.

Vale, no. ¿A quién demonios quería engañar?

—¿Qué le pasa? —preguntó a Davy en voz baja.

—Se habrá despertado de buen humor.

—¿Deane? ¿De buen humor?

Davy puso una mueca.

—Vale. Pues habrá amargado la vida a alguien y ya tiene suficiente maldad por hoy.

—Sí, eso suena mejor.

El resto de la clase transcurrió sin incidentes. Todo el mundo la seguía tratando igual, pero parecía que Deane la ignoraba. Alice no estaba muy segura de si estar preocupada, aliviada o contenta. Al final, solo consiguió sentirse confusa.

Cuando llegó a la clase de Rhett no pudo evitar que su corazón se acelerara un poco al verlo. Desde que la había besado la noche anterior, cada vez que pensaba en él sentía que le cosquilleaban los labios. Como lo hacían, precisamente, en ese momento.

De hecho, casi estaba feliz de verlo. Casi. Porque cuando se giró y abrió su boca amargada lo arruinó todo.

—Deja de mirarme y ve a por tu arma, iniciada.

Estaba a un iniciada de tirarle el arma a la cabeza.

Rhett debió ver que eso de iniciada la molestaba, porque sonrió ligeramente cuando Alice pasó por delante de él.

Al final de la clase, que fue bastante aburrida porque básicamente se dedicaron a limpiar armas, recogió sus cosas como los demás, pero se detuvo cuando vio que Jake entraba en la sala con una enorme sonrisa.

¿Jake? ¿Qué hacía Jake ahí? ¡Podía meterse en problemas!

—¡Aliiiiiice! ¡Tengo dos noticias importantes! —se puso a chillar y haciendo que todo el mundo los mirara con el ceño fruncido—. ¡ALIIIIICEEEEE! ¿DÓNDE ESTÁS?

—¿Jake? —ella estaba todavía más confusa cuando Jake la vio y se puso a abrazarla con fuerza—. ¿Qué...?

—¿Te parece eso apropiado en una clase, iniciado? —preguntó Rhett bruscamente.

—Ah, cállate —Jake se separó y le hizo un gesto con la mano.

Suerte que los demás se habían ido, porque si hubiera hecho eso delante de todo el mundo, probablemente Rhett lo hubiera colgado de uno de los árboles que rodeaban el edificio principal.

—Además —Jake le dedicó una sonrisa radiante—, ya no puedes llamarme iniciado.

Alice volvió a centrarse en la conversación al instante.

—Espera, ¿cómo?

—Ya me has oído —Jake le sonrió, entusiasmado—. ¡Estoy en el grupo de intermedios!

Volvió a abrazarla con suficiente fuerza como para estar a punto de asfixiarla y Alice se dejó, entre feliz y confusa.

Bueno, y tensa. No dejaba de echar ojeadas a la puerta. ¿Y si alguien los veía y se lo decía a Max?

Se obligó a sí misma a centrarse y sonreír a Jake, que seguía pareciendo entusiasmado.

—¡Eso es genial, Jake! ¡Enhorabuena!

—¡Y tenía un diez en armas! —chilló él, emocionado—. ¡Un diez! ¡El único diez en armas de todos los que nos presentamos!

Rhett estaba a un lado mirándolos sin decir nada. A Alice le había parecido verlo sonreír, pero toda expresión alegre se esfumó cuando vio que Jake se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja y con los brazos abiertos.

—¡Eh! —Rhett dio un salto hacia atrás, casi como si fuera a atacarlo—. ¡Ni se te ocurr...!

Jake lo abrazó de todas formas, resistiendo a la mala cara de Rhett. Alice intentaba no reírse.

—¡Suéltame ahora mismo si no quieres morir!

—¡Gracias a tu diez pude pasar! —le dijo Jake, emocionado—. ¡Muchas gracias, Rhett, sabía que en el fondo no eras tan amargado como pareces siempre!

—¿Se supone que eso es un cumplido? —Rhett miró a Alice con el ceño fruncido—. ¿Y tú de qué te ríes?

—Yo no me río —aseguró ella, riendo.

—Trisha también ha pasado —Jake por fin se separó de Rhett, que lo seguía mirando con mala cara—. Y Dean y Saud también. ¡Es genial! Me daba muchísimo miedo pasar solo, no conocer a nadie...

—¿No conocer a nadie? —Rhett frunció el ceño—. Siempre somos los mismos.

—¡Pero sería diferente! No son mis amigos.

—Tú eres el típico pesado que podría hacer amigos en cinco minutos —Rhett puso los ojos en blanco.

—¿Cuál era la segunda noticia? —preguntó Alice, sonriendo.

—¿Eh?

—Has dicho que había dos noticias —le recordó.

—¡Ah, sí! —Jake volvió a sonreír, entusiasmado—. ¡Te han levantado el castigo!

Alice se quedó mirándolo un momento, sin comprender nada.

—¿Qué...?

—¡Sí, es cierto!

Miró a Rhett, que parecía todavía más extrañado que ella.

—Al parecer —siguió Jake—, anoche el que le había dicho todo eso de ti a Max le dijo que se lo había inventado o algo así. Y Max se lo creyó, así que me ha dicho que te ha levantado el castigo. ¡Ya puedes volver a sentarte en nuestra mesa! Ah, y puedes volver a tener tus clases con Rhett, claro, aunque es mejor noticia que puedas sentarte con nosotros.

Alice estaba intentando procesarlo a tanta velocidad que no podía. Pero empezaba a notar la sensación de euforia creciendo en su pecho.

Pero el inicio de sonrisa desapareció al instante en que lo pensó mejor.

—Pero... Kenneth dijo que no le había dicho nada a Max desde el principio —murmuró Alice.

—Seguro que se lo inventó —Jake entrecerró los ojos—. ¡Y ahora soy un intermedio, puedo darle una paliza por mentiroso!

—Relájate, Bruce Lee —murmuró Rhett, negando con la cabeza—. No fue Kenneth.

—Eso no lo sabes —le dijo Jake.

—No fue él —insistió Rhett.

Jake y Alice intercambiaron una mirada confusa antes de acercarse a él casi simultáneamente, haciendo que Rhett retrocediera.

—¿Qué sabes que nosotros no sepamos? —lo acusó Jake, pinchándole con un dedo.

—¿Eh...?

—¿Sabes quién fue y no me has dicho nada hasta ahora? —Alice le puso mala cara.

—No hace falta que sepas quién fue —le aseguró Rhett—. Ya está todo solucionado. Es lo que importa.

—¡Yo quiero saberlo! —exclamó Jake, indignado.

—¡Y yo!

—¡No serviría de nada! ¡Solo para que te enfades con ella y...!

—¡Es una chica! —confirmó Alice, mirando a Jake.

—Podría ser Shana —murmuró él, pensativo.

—¿Shana? Mhm... no sé...

—¡Dejad ya el tema! —Rhett les puso mala cara.

Pero, claro, lo ignoraron completamente.

—¿Qué hay de Deane? —sugirió Alice.

—¿Tú crees?

—Hoy ha estado muy silenciosa conmigo. Eso no es normal.

—¿Podéis escucharme y...? —intentó decir Rhett.

—Pero Deane no lo habría retirado —observó Jake, pensativo.

—Entonces, ¿quién?

—¿Quién queda en la ciudad que sea mujer y sepa algo de todo est...?

Se cortó a sí mismo cuando tanto él como Alice abrieron mucho los ojos y los clavaron en Rhett, que suspiró.

—No —murmuró Alice—. ¿Ha sido Tina?

Rhett cerró los ojos un momento.

—No lo hizo con mala intención, Alice.

—¿Fue Tina? —repitió Jake, completamente perdido.

—Sí, pero...

—¡Estuvo a punto de hacer que me echaran! —exclamó Alice, enfadada.

—No quería que Max llegara tan lejos —Rhett la sujetó de los hombros cuando hizo un ademán de salir de la sala de tiros—. Solo quería que dejáramos de vernos. Estaba preocupada. En cuanto vio que Max se había pasado con tu castigo... le pidió que lo olvidara. No pensé que Max fuera a escucharla. Supongo que solo la escuchó porque es Tina.

Alice apartó la mirada. Tenía que hablar con Tina de eso. No podía quedar así. Aunque lo hubiera hecho con buena intención, había pasado dos semanas horribles por su culpa.

Jake aplaudió de repente, haciendo que ambos volvieran a la realidad y lo miraran.

—¿Y qué más da? ¡Ya no estás castigada! ¡Vamos a la habitación con los demás! Seguro que se mueren de ganas de verte.

Tenía razón. No era momento de preocuparse por eso. Llevaba semanas suplicando por volver a estar con ellos, y ahora que podía hacerlo no le apetecía del todo. Se mordisqueó el labio inferior, pensativa.

—Pero... ¿no se supone que vuelvo a tener clases extra?

—¿Y qué?

—Bueno... esta es la hora en la que las suelo tener —aclaró Alice.

Rhett sonrió disimuladamente, dirigiéndose a la sala contigua, mientras que Jake se cruzó de brazos, indignado.

—¡Lo prefieres a él antes que a nosotros!

—Eso no es cierto —aseguró Alice.

¡Pero lo había echado tanto de menos...!

Sinceramente, prefería besuquearlo primero e ir a perder en un juego de cartas con los demás después.

—¿Qué tiene ese que no tenga yo?

—¡Eres muy pequeño para saberlo! —le gritó Rhett desde la otra sala, colocando las armas que habían utilizado durante la clase.

—¿Y eso qué significa?

—Jake, luego iré, te lo aseguro. Pero... tengo que hablar con él un momento.

—Sí, hablar —él hizo énfasis en la palabra—. Seguro que eso es lo que hacéis cuando no estoy.

Alice no entendía muy bien a qué se refería, pero no quería parecer tonta, así que prefirió no preguntar.

—Está bien, hoy me saltaré la clase —accedió Alice—. Supongo que no insistirías tanto si no fuera porque quieres enseñarme algo.

—¡Sí! —Jake dio un saltito, entusiasmado—. ¡Sabía que no eras una traidora!

—Genial —escuchó murmurar a Rhett, que había vuelto con ellos y estaba cruzado de brazos—. ¿Y qué es eso tan importante?

—Me gusta una chica.

Hubo cinco segundos de silencio absoluto en los que tanto Rhett como Alice lo miraron con los ojos abiertos de par en par.

—¿Qué? —Rhett parpadeó, confuso—. ¿Quién?

—Bueno... no sé si debería...

—¡No nos dejes así! —exigió Alice.

—Es que no creo que la conozcáis...

—Doy clases a los de nivel intermedio, seguro que la conozco.

—Si para ti todo el mundo se llama iniciado...

—¡Jake! —Alice estaba ansiosa.

—Se llama Riley, ¿vale?

Alice hizo memoria rápidamente, pero no le venía a la cabeza absolutamente nadie que se llamara así.

—He pensado que podría invitarla a que viniera con nosotros el día de Navidad.

—¿Qué es Navidad?

Ninguno de los dos pareció muy sorprendido por la pregunta.

—Te puse una película navideña —le recordó Rhett—. Es una fiesta. Ya sabes, regalos, nieve, dulces...

—Si hace calor.

—Pero eso es por la contaminación —Rhett miró a Jake—. No sabía que este año fuéramos a celebrarlo.

—Convencí a Max hace poco —Jake sonrió, orgulloso—. Es la excusa perfecta para invitar a Riley.

—Un momento, ¿esa Riley no será una chica alta, rubia...?

—Es esa —aseguró Jake.

—¿Y tú cómo te sabes tan bien su descripción? —le preguntó Alice, entrecerrando los ojos.

—Es mi alumna, es mi obligación saber quién es —se defendió él—. Pero, Jake... no te ofendas, mhm... ¿cómo demonios has conseguido que viniera con vosotros?

—Ah, eso —Jake soltó una risita nerviosa—. Verás...

—Esto no pinta bien —Rhett negó con la cabeza.

—Dijo que vendría con una condición... —Jake hizo una pausa, midiendo bien las palabras—. Veréis, tiene un amigo...

—¿Y qué te ha pedido su amigo? —lo cortó Rhett.

Jake se frotó un brazo, nervioso.

—Verás, estaba interesado en Alice y...

—Olvídalo —lo interrumpió Rhett bruscamente.

—Oye —Alice puso las manos en las caderas, mirándolo—, eso debería decidirlo yo.

—Oh, ¿quieres ir con el amiguito de Riley? —enarcó una ceja, molesto.

—¡No!

—Entonces, ¿qué dices?

—¡Que tengo derecho a decirlo...!

—¿Podemos volver a centrarnos? —preguntó Jake—. Le dije que con Alice no tendría ninguna posibilidad, así que le pregunté a Trisha y por cinco postres míos ha accedido. Así que será una doble cita o algo así.

Tanto Rhett como Alice parecieron más conformes con esa decisión.

—Tenía pensado contártelo por el camino, pero alguien me ha obligado a decirlo aquí —Jake miró a Rhett con mala cara—. Además, ahora no suele estar en la habitación. Creo que va con sus amigos a la zona de la casa abandonada. Igual convenzo a los demás de que vayamos por ahí...

—Jake, ¿cuánto tiempo llevas espiándola? —Alice no pudo evitar sacudir la cabeza.

—¡Yo no la espío! Solo... observo sus movimientos desde una distancia prudente para que no se dé cuenta de que lo hago. ¡Eso no es espiar!

—Es verdad, eso no es espiar —Rhett sonrió—. Solo es acosarla a escondidas.

Jake le puso mala cara.

—Como sea —agarró a Alice del brazo—. ¡Vamos, te la enseñaré!

•••

Pasó la tarde con Jake y Trisha, ya que los demás andaban perdidos con dos chicas en la zona del comedor. Jake no dejaba de parlotear sobre la tal Riley y Trisha no dejaba de ponerle mala cara, murmurando lo pesado que era.

—¿Por qué parece que, de pronto, todo el mundo quiere salir con chicas? —le preguntó Alice en voz baja cuando Jake se alejó un momento de ellas.

—Se acerca Navidad y nadie quiere ir sin pareja. Además, están en plena pubertad, ¿qué esperabas?

—¿Qué es eso?

Trisha la miró, extrañada.

—Ya sabes, cuando un niño pasa de ser insoportable a ser aún más insoportable y que lo llamen adolescente.

—Suena genial.

—A ver, es más complejo que eso —aclaró Trisha—. En los chicos suele darse más tarde, por eso las chicas de esa edad son más altas que la mayoría de ellos. Empiezan a crecer... en muchos sentidos... la voz les cambia, el carácter se vuelve peor...

—Entonces, ¿tú estás en la pubertad?

—Haré como si no hubiera oído eso —le dijo ella tras un momento—. La cuestión es que tienen las hormonas por las nubes y no saben controlar sus impulsos. Así que no lo hacen. ¿He mencionado ya que se vuelven más insoportables?

—Suena... horrible.

—Pues ya verás como lo es cuando Jake empiece a cambiar.

Alice lo miró con una mezcla de curiosidad y terror. Prefirió no saber más del tema.

—¿Irás a la cena de Navidad con el amigo de Riley?

—Lo dices como si tuviera alguna otra opción. Quiero esos postres.

—Pero... ¿es obligatorio ir acompañado?

—No es obligatorio —Trisha se encogió de hombros—. Pero todo el mundo va acompañado. Sería un poco raro que no fueras.

—¿Y puedo pedirle...?

—No, los instructores no son parejas válidas —Trisha rió, burlona—. Quizá a Kenneth le apetezca.

—Qué graciosa.

—Ponte algo azul para combinar con su nariz.

Alice entrecerró los ojos y Trisha empezó a reírse.

—Vamos, era broma. Además, dudo que quiera ir contigo. Debe estar resentido.

—Lo dices como si yo quisiera ir con él.

—¿Y a quién se lo pedirás?

Alice lo pensó un momento.

—A Davy.

—¿Y ese quién es?

—El de la litera de arriba —Alice se encogió de hombros—. Es simpático. Y el único que me dirige la palabra en esa clase.

—Pues solo te queda suplicar que no tenga a nadie... o ve sola. Y que le den a los demás. Yo tenía pensado hacerlo.

—Pero has dicho que ir sola está mal visto...

—Sí, pero, ¿qué más da lo que piensen esos? Si solo es una estúpida cena. La única diferencia es que en lugar del puré de siempre nos ponen frutas y verduras de verdad. Aunque no te hagas ilusiones, no suelen poner carne.

—No quiero comerme animalitos.

—Lo que faltaba —Trisha puso los ojos en blanco—. La rarita vegetariana.

—¿Qué es...?

Le dedicó una mirada de advertencia, dejando claro lo mucho que le apetecía que le hiciera más preguntas.

Justo en ese momento, Jake se detuvo y las miró.

—¡Es esa!

—¿Cuál?

—La rubia.

Alice escudriñó con la mirada y vio al grupo de Kenneth —sin él, claro— no muy lejos, mirándola con mala cara. A unos metros de ellos, había otro grupo más pequeño de gente que parecía más joven. En medio, hablando como si de una conferencia se tratara, estaba la tal Riley, una chica mucho más delgada y alta que Alice, que no dejaba de gesticular con las manos y sonreír a uno de los chicos con los que hablaba. No le gustó demasiado.

—¿Y bien? —preguntó Jake.

—Menudas pintas —murmuró Trisha, mirándola—. ¿Por qué se ata la camiseta así? Se le saldrá una teta.

Efectivamente, tenía la camiseta atada en un nudo justo bajo sus pechos. Alice tampoco entendió muy bien su función.

Desde luego, no parecía muy cómodo para entrenar.

—Le gusta su cuerpo y lo enseña, ¿cuál es el problema? —la defendió Jake enseguida.

—A ti te gusta más —replicó Trisha—. Dime que el de al lado no es el mío.

—Pues da la casualidad de que sí.

Alice contuvo una sonrisa cuando vio al chico en cuestión. Era parecido a Kenneth, pero en más pequeño, que sujetaba un palo con la mano y lo miraba como si fuera a descubrir algo increíble de él.

—¿Ese? —Trisha suspiró—. Espero que esos postres sean buenos.

—¡Deliciosos! —aseguró Jake con una enorme sonrisa.

•••

Deane estuvo extrañamente simpática de nuevo en su clase siguiente, cosa que seguía sin despertar la confianza de Alice, pero que prefería antes que los gritos.

La única novedad de la mañana había sido que Kenneth había vuelto a clase. Alice tendría un ojo todavía amoratado, pero Kenneth volvía a tener una enorme venda encima del puente de la nariz. No habló con nadie, y evitó el contacto visual con Alice a toda costa.

La clase de Rhett también transcurrió sin más incidentes que los habituales; que les gritara algo a algunos alumnos más lentos que los demás, o que algunos cuchichearan y los separara al instante... Rhett podía ser muy agradable fuera de clase, pero en ella era el típico instructor estricto al que no querías molestar.

—¿No crees que eres un poco duro con ellos? —preguntó Alice un rato más tarde, mientras esperaba que colocara las cosas para empezar la clase extra.

—Si hubieras visto una sola clase de Max, creerías que soy un amor en comparación —murmuró Rhett, dejando las cosas en la estantería.

—No me imagino a Max dando clase de... nada.

—Pues fue mi instructor.

—¿Y te gustaba?

Rhett pareció tomarse un momento para pensarlo, pero siguió colocando las armas para disimular.

—No —concluyó.

—¿Y ahora?

—Ahora, menos.

—¿Por qué?

Él se dio la vuelta y dejó la última caja en la estantería, ignorando deliberadamente su pregunta.

—Creo que hoy haremos algo diferente.

Alice decidió fingir que no se había dado cuenta de la evasión a su pregunta.

—No sé si debería tener miedo.

—Depende de si te gusta que te... —se quedó mirándole las piernas—. ¿No tienes pantalones cortos?

—Sí, en mi habitación.

—Da igual, ponte unos del montón. Supongo que alguno te servirá.

—¿Para qué son? —preguntó, hurgando en el montón de enormes pantalones hasta que encontró unos que parecían de su talla.

—Ya verás. Tú solo póntelos.

Alice lo miró un momento con los pantalones en la mano. Rhett frunció el ceño.

—¿A qué esperas?

—¿A tener un poco de intimidad, quizá?

—¿Es una broma? ¡Si no sé ni cuántas noches has venido en bragas a mi habitación!

—Pero hoy llevo unas bragas feas.

Rhett apretó los labios y, tras poner los ojos en blanco, salió de la habitación. Alice se puso rápidamente los pantalones y lo siguió. Estaba ya fuera, con dos cosas en la mano. Ella las miró con confusión.

—¿Qué es eso?

—Marcadores —aclaró Rhett, lanzándole uno.

—¿Eso... de pintar?

—Sí.

—¿Vamos a pintar?

—Más o menos.

—¿Para qué?

Alice se metió en el círculo y vio que él le quitaba la tapa, así que lo imitó, más confusa que antes.

—La única cosa que no te he enseñado a usar es el cuchillo —aclaró Rhett—. Si te haces exploradora, el cuchillo será una arma reglamentaria. Deberías saber usarla.

—¿Y estos marcadores?

—No pienso darte un cuchillo de verdad la primera vez —aseguró Rhett—. Si es que alguna vez te doy uno.

—¿Y por qué no? —Alice se movió de forma que consideró profesional, pero seguramente hizo el ridículo—. ¡Mírame! Soy como el niño de la película esa.

—¿Eh?

—¡El que tiene un profesor viejo que le enseña a hacer estas cosas!

—Muy bien, Karate kid, colócate en posición.

—¿Con un marcador?

—Con eso, puedo darte sin tener que preocuparme de que mueras desangrada.

—¿Y por qué me has obligado a ponerme pantalón corto y tú los llevas largos?

—Porque —él sonrió ampliamente— está claro que no me darás ni una vez. No merecía la pena cambiarse.

Le puso mala cara al instante, apuntándolo con su marcador de forma acusadora.

—Creído.

—Tengo motivos para serlo.

—¡Te recuerdo que le di una paliza a Kenneth yo solita!

—Dime que no acabas de compararme con ese idiota, por favor.

Alice puso los ojos en blanco descaradamente, haciendo que Rhett sonriera.

—Bueno —él volvió al tema—. Lo primero es la postura. Es la misma que usarías sin cuchillo, solo que tienes que sujetarlo con la mano que prefieras. Hacia arriba. Sí, eso es.

—En las películas lo sujetan al revés.

—En las películas los actores no corren el riesgo de ser apuñalados —Rhett se acercó y le subió el brazo—. Ahora, intenta atacarme.

—¿Qué?

—Vamos, hazlo.

Él había escondido su marcador. Nada más ella dio un paso, él lo dio hacia atrás y le inmovilizó el brazo con facilidad, quitándole el marcador. Le hizo la primera marca, una pequeña raya en el cuello.

—Ya estarías muerta —le dijo él.

Ya estarías muerta —lo imitó, frustrada, intentando liberarse.

Y así estuvo una hora.

Efectivamente, Rhett terminó tan limpio como había empezado, mientras que ella llevaba rayas negras por todas partes, especialmente en la zona del cuello, que Rhett decía que era la última que tenían que alcanzar. Alice estaba de mal humor por no saber marcar a Rhett, pero le animó un poco que, al final, supiera esquivar un ataque.

—Espero nunca encontrarme con alguien con un cuchillo que quiera matarme —le dijo Alice mientras lo ayudaba a colocar las últimas cajas del almacén.

En realidad, no necesitaba ayuda, pero ella no tenía nada que hacer y le gustaba estar con él.

—Si te pasa eso, huye.

—¿Y si no puedo huir?

—Te escondes.

—¿Y si no puedo esconderme?

—Grita para que te ayuden.

—¿Y si no hay nadie para...?

—Pues sacas la pistola y le disparas en medio de las cejas, paranoica.

—Puedo fallar.

—Dudo que falles —le aseguró él.

—¿Y si no tengo pistola?

—Alice —él se incorporó y la miró—, cuando entré en la habitación el otro día, vi cómo inmovilizabas a un chico de lucha avanzada.

—Pero... no sabía defenderme. Solo hice lo que tú recomendaste a Jake el día de la prueba. Y añadí lo de la trutuga.

—Es tortuga. ¿Y qué te hace pensar que eso no es defenderse?

—Pero... no es aplicable a todo el mundo. ¿Y si tengo que enfrentarme a alguien más pequeño que yo?

Rhett la miró de arriba a abajo con media sonrisa.

—Lo dudo mucho.

—Muy gracioso. Soy más alta que la mayoría de las chicas de mi edad —aseguró ella, cruzándose de brazos.

—Y más lista. Sabrás apañártelas si alguna vez te encuentras con una de esas situaciones, aunque no creo que se dé el caso.

Alice vio que él volvía a su trabajo y se mordisqueó el labio inferior, pensativa.

—¿Vas a ir a la cena de Navidad?

—Es asquerosamente obligatoria.

—Sí, pero... me refiero a si irás con alguien.

—Sí, claro, con mi gran amiga Deane.

—¿Qué? —Alice se quedó pálida.

—Sigues sin pillar bromas, ¿eh? —él empezó a reírse.

—¡Rhett, hablo en serio!

—Los instructores no podemos ir con alumnos —aclaró él, cerrando el armario y mirándola de nuevo.

Alice sintió que sus mejillas se calentaban un poco.

—¿Y qué... qué te hace pensar que iba a pedírtelo?

—¿Sabes cuántas preguntas me has hecho desde que te conozco? Esa habría sido la más normal de todas.

—Como sea. ¿Y si un instructor quiere ir con otro?

—No creo que eso suceda.

—Pero... ¿y si Tina quiere ir con Max?

—¿Con Max? Un cactus le haría mejor compañía.

—¿Qué es...?

—Déjalo —él sonrió, dando un paso en su dirección—. ¿Ibas a invitarme a salir?

—¿Qué? No. Tú mismo has dicho que no puedo invitar a instructores.

—Bueno, no hay una norma escrita que lo diga, pero dudo que a Max le haga mucha gracia que aparezca con una alumna a su cena de Navidad.

—Entonces, supongo que iré sola. O con Davy.

Rhett dejó de sonreír y la miró, desconfiado.

—¿Quién es ese?

—Un amigo. Aunque... no sé si querrá ir conmigo.

—Sabes que puedes ir sola, ¿no?

—Sí, Trisha lo mencionó.

—Eso de ir en pareja es una bobada —le aseguró Rhett—. Me recuerda a cuando iba al instituto. Era la misma mierda de tener que encontrar una pareja, comprarte ropa...

—¿Tenías cenas en tu instituto?

—Eran más bien bailes. Ponían música, comida, bebidas... y tú podías aprovechar para bailar y meter mano a tu pareja.

Alice no sabía qué era eso de meter mano, pero decidió no preguntar.

—¿Y fuiste con una chica?

—Sí —Rhett apartó la mirada, pensativo—. Lo peor fue que se puso enferma en medio de la fiesta y estuvo toda la noche en el servicio vomitando. Tuve que estar con ella todo el rato dándole papel higiénico para que no ensuciara todo el lugar.

—Suena fascinante.

—Mi peor recuerdo de instituto —aseguró—. Pero, al final, resultó ser simpática. Fuimos amigos por un tiempo.

—¿Y qué pasó?

—Me enteré de que le gustaba y le dije que no quería que siguiéramos siendo amigos.

—Y... acabas de dejar de ser un caballero.

—¿Por qué? Si hubiera dejado que se creyera que yo sentía algo así por ella, se habría hecho ilusiones y habría sido peor.

A Alice le encantaba que le contara historias de antes de la guerra, así que lo siguió alegremente hacia la salida del almacén. Mientras él buscaba las llaves en sus bolsillos, no pudo evitar seguir preguntando.

—¿Y no te gustó ninguna chica en el instituto?

—Gustar... —él lo pensó un momento—. Alguna hubo, pero nunca llegué a nada demasiado serio con ellas. Uno de los dos siempre terminaba aburriéndose del otro.

—¿Y cómo sabías que te gustaban?

—La mayoría por su físico, la verdad. Era muy superficial —admitió, cerrando el almacén con candado.

—¿Y si no te gustaba su físico pero te gustaba su personalidad?

—Alice, yo no era tan abierto como para que me demostraran su personalidad.

—Oh.

Ella se quedó otro momento en silencio, reflexionando sobre la pregunta que realmente quería hacer.

—¿Y yo te gusto? —preguntó, finalmente.

Él sonrió un poco, como si hubiera estado esperando que lo preguntara.

—Si no me gustaras no estaría aquí, hablando contigo.

—¿Eso significa que... ejem... puedo besarte cuando quiera?

—¿Qué? —él se detuvo, divertido y sorprendido a la vez.

—Nunca he tenido una relación con nadie. Es mi primera vez en esto. Necesito saber qué pautas seguir.

—No hay... pautas —aclaró Rhett—. Haz lo que quieras.

—Entonces...

—¡ALIIIICEEEE!

Ella dio un salto del susto mientras Jake entraba en la sala alegremente. Su sonrisa se borró al verla cubierta de rayas de tinta negra.

—Pero, ¿qué te ha pasado?

—Entrenamiento —ella dirigió una mirada significativa a Rhett—. ¿Qué pasa?

—Tengo un problema —él se rascó la nuca.

—¿Cuál?

—Yo... —miró a Rhett un momento, frunciendo el ceño.

—Si quieres me voy, pero me lo contará Alice más tarde —él se encogió de hombros, centrado en sus cosas.

—Da igual —Jake se acercó a ella—. Tengo un problema.

—Eso ya lo has dicho, Jake, ¿qué pasa?

—Yo... —él pensó un momento—. ¿Y si Riley me pide que la bese?

—No te preocupes por eso —murmuró Rhett, recibiendo un pisotón disimulado de Alice.

—Bésala —le dijo ella—. ¿No te apetece?

—Sí, claro que me apetece, es que...

—¿Qué?

—Verás... mhm...

—Jake...

—Es que... no sé...

—¡Jake! —insistió Alice, impaciente.

—Yo...

—No ha besado nunca a nadie —intervino Rhett.

Jake se puso rojo como un tomate, confirmándolo.

—El primer beso siempre es horrible —siguió Rhett, como si nada—. No tengas muchas expectativas y suplica para que ella tampoco las tenga. Listo.

—¿Qué clase de consejo es ese? —Alice le frunció el ceño.

—Es la verdad.

—¿Nuestro primer beso también fue horrible? ¿Eso decías?

—Eh... —Jake se aclaró la garganta, incómodo.

—No he dicho eso.

—¡Has dicho que siempre son horribles!

—¡Era una forma de hablar!

—¡Pero lo has dicho!

—¡Pues mira, todavía tengo una cicatriz en el labio!

—Esta conversación está tomando un rumbo inesperado —murmuró Jake.

—Como sea —Rhett lo miró—. ¿Qué quieres? ¿Que te enseñemos o qué?

—¡No! —Jake se puso más rojo—. Quiero que... no sé... estéis cerca para ver qué hago.

—Estaré cerca, lo prometo —le aseguró Alice.

—Yo estaré emborrachándome en la barra de la cafetería. También puedo prometértelo.

—Si ella... —Jake seguía mirándola, preocupado.

—Estaré cerca —repitió ella—. No te preocupes más, Jake. Si estás tranquilo todo saldrá bien.

—Habla la experta —se burló Rhett.

—¿Cuántos primeros besos te has dado tú? —ella le frunció el ceño.

—¿Yo? Ninguno. Ni siquiera sé qué es eso.

—Ya. Seguro.

—Vale —Jake los cortó—. Sois como un matrimonio de abuelos que ya no se soporta.

—Solo a veces —admitió Rhett—. Y, ahora, ¿os importaría seguir esta maravillosa conversación en cualquier parte que no sea esta? Tengo que irme y no puedo dejaros aquí solos.

—Siempre tan simpático... —Alice puso los ojos en blanco.

—Entonces —Jake la agarró del brazo, entusiasmado—, ¡será mejor que elijamos qué ponernos!

Y la arrastró con él hacia la salida.

•••

Durante esa semana, Alice se había hartado de oír hablar de la dichosa cena de Navidad. Cada vez que oía a alguien mencionándola, le entraban ganas de poner una mueca parecida a la que solía poner Max siempre.

Le había preguntado a Davy si le apetecía ir con ella en una clase de Deane, mientras estiraban. Su gran respuesta había sido encogerse de hombros con poco entusiasmo.

—Vale —murmuró—, tampoco tengo nada mejor que hacer.

—¿No podrías fingir que te apetece?

—Es que no me apetece.

—Por eso se llama fingir.

Él suspiró y, como si hiciera el mayor sacrificio del mundo, sonrió.

—Qué bien, iré a esa cena con mi gran amiga Alice —dijo con su tono aburrido de siempre, pero con una sonrisa extraña y tenebrosa.

Bueno, tampoco esperaba una gran reacción por parte de Davy, así que simplemente se alegró de tener pareja.

Deane, por su parte, seguía siendo extrañamente amable con Alice. Hasta el punto de no regañarla cuando empezaron los combates y ella los perdió todos. Eso sí, apenas conseguían tocarla porque Rhett se había asegurado de que, si no sabía atacar, al menos supiera protegerse. Así que era lo que se le daba mejor a Alice.

Hablando de Rhett... las cosas no habían ido mal con él. Le daba la sensación de que estaba de mejor humor desde que podían hablarse otra vez.

De hecho, un día, mientras subían las escaleras hacia la habitación, Alice escuchó el murmullo de una de las chicas de su clase.

—¿No os da la sensación de que Rhett está muy simpático estos días?

Su amiga puso una mueca.

—Un poco. Hoy me ha sonreído. Nunca lo había visto sonriendo. No sabía si correr o alegrarme.

Así que sí, Alice no era la única que había notado que estaba de buen humor.

Además, Alice había conseguido sonsacarle varias anécdotas de cuando era pequeño aunque ya no fuera a su habitación por las noches. Lo hacía mayormente en sus clases extra.

Por no hablar de la cantidad de veces que Rhett le pedía que lo ayudara a colocar cosas en el almacén... pero cuando estaban ahí dentro no llegaban a colocar ninguna caja.

Alice no estaba muy familiarizada con eso de dar y recibir besos, pero se estaba acostumbrando rápidamente y de forma muy dispuesta. Le gustaba la sensación de las manos de Rhett sujetándole la nuca. O apoyándose en la pared junto a su cabeza. O sus labios sobre los suyos. O sus cuerpos pegados. O su brazo apartando lo que hubiera encima de la mesa para sentar a Alice y tener mejor acceso a su boca.

Y pensar que antes odiaba el contacto... ahora cuando veía a Rhett sus dedos cosquilleaban con las ganas de acariciarlo. Tener que notar que se paseaba cerca de ella en las clases grupales sin poder tocarlo era una verdadera tortura. Pero, eso sí, muchas veces lo pillaba mirándola.

Para la mala suerte de Trisha, solo podía hablarlo con ella. Y Trisha solía burlarse de su timidez y recomendarle que simplemente se dejara llevar.

Sin embargo, a parte de todo eso... tenía un asunto pendiente.

Ya era el día antes de la cena cuando Alice se atrevió a ir por primera vez al hospital después de haber descubierto lo que había hecho Tina. Se quedó en la puerta un momento, insegura, y después por fin entró.

Tina le daba la espalda. Estaba hablando con un chico que tenía el brazo sujeto por un trozo de tela. Aunque se dio la vuelta al oír sus pasos.

—Alice, cielo, en un momento te atiendo.

Terminó de hablar con su paciente mientras Alice fingía no prestarles atención y finalmente lo guio hacia la salida antes de acercarse a ella y suspirar.

—Supongo que querrás hablar sobre lo de Max —dedujo en voz baja.

Y Alice, que había pensado en hablar eso de forma pacífica, no fue capaz de hacerlo.

—¡Estuvo a punto de echarme de la ciudad! —le dijo, todavía resentida.

Tina volvió a suspirar, pasándose una mano por la cara.

—Ya lo sé. Si hubiera sabido que todo esto llegaría tan lejos... nunca lo habría hecho.

—¿Y qué querías conseguir? Sabías que Max se enfadaría conmigo. Y con Rhett.

—Solo quería que vosotros dos... —hizo una pausa, negando con la cabeza—. Mantener una relación tan poco profesional os puede traer muchos problemas. Muchísimos. Especialmente a él.

—¿Por qué? —su enfado se redujo un poco, convirtiéndose en confusión.

—Max y Rhett no se llevan bien, ya lo sabes.

Estuvo a punto de preguntar el por qué, pero Tina siguió hablando.

—Su relación nunca ha sido la mejor... pero antes al menos parecían... no lo sé. Rhett tiene un carácter complicado y Max tiene poca paciencia. Nunca ha sido una buena combinación. Pero se ha vuelto peor estos últimos años. Rhett no necesita a Max enfadándose con él, créeme.

—¿Crees que podría echarlo de verdad? —preguntó Alice con un hilo de voz.

—No, no lo creo. Si no lo ha hecho todavía... no creo que lo haga. Pero no quiero saber qué pasará si seguís poniendo a prueba su paciencia. Por eso le pedí a Rhett que mantuviera las distancias contigo.

Alice parpadeó, confusa.

—Espera... la noche que llamaste a su puerta... ¿era por eso?

—Así que estabas ahí —Tina puso los ojos en blanco—. Me imagino que esa herida en el labio también fue por ti.

Alice enrojeció al instante.

—Yo... eh... Rhett no me ha contado nada de todo esto.

—Claro que no, porque no está dispuesto a dejar de hablar contigo ni por su propio bien. Es demasiado testarudo. Básicamente me dijo que no me metiera en vuestros asuntos.

Alice no pudo evitar una pequeña sonrisa divertida cuando vio su clara frustración. A veces, cuando hablaba de Rhett, parecía una madre frustrada.

—Siento mucho que pasaras dos semanas malas —le aseguró Tina al cabo de unos segundos—. Nunca fue mi intención. De haberlo sabido, jamás le habría dicho nada a Max. Lo siento, Alice.

Ella asintió con la cabeza. Podía entenderla. Ni siquiera había ido a hablar con Tina para discutir, solo quería saber por qué había hecho eso.

—Está bien —le aseguró al final.

—Es un alivio —Tina le sonrió al instante—. Bueno, cambiando a un tema más sencillo... ¿ya sabes qué te pondrás mañana por la noche? Porque da la casualidad de que tengo una falda muy bonita que es de tu talla...

Alice sonrió ampliamente y la siguió hacia el vestuario mientras le contaba todos sus planes, emocionada.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro