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Guardianes del Alba

Un hombre de piel morena sale de la casa de Miller, observaba Lester en uno de sus monitores, la habitación se encontraba a oscuras salvo por la luz de los varios monitores frente suyo, la luz mostraba un gran desorden, el hombre mayor tomo su teléfono y llamo.

— Rosquilla, necesito que sigas a un sospechoso —dijo Lester al teléfono mientras miraba fijamente al monitor.

Después de una hora...

— Les lo veo, esta escondido en un árbol —respondía Cesar por su celular, este estaba en su coche rojo, aparcado lejos del sospechoso.

— Perfecto, no le quites la vista de encima —recalcaba mientras veía movimientos en sus monitores, de pronto paso, un hombre caucásico de cabello castaño llego a la puerta de Jack.

— Oye amigo, creo que seria mejor llamar a unos conocidos de la comisaria, mi hijo esta allí, con las pruebas... —decía Cesar pero fue interrumpido.

— Algo esta ocurriendo Ros —respondía Lester sin haber escuchado la propuesta de su amigo, el desconocido ingresaba a la casa, esperaron movimientos de alguno de los sospechosos.

— El nuevo intruso huye del lugar —informo Lester por el teléfono.

— Espera ¿Que?¿Nuevo? —se sorprendía de la noticia, pero le ve pasar cerca suyo, enseguida el encapuchado baja del árbol yendo tras de el— se marchan.

— ¡Síguelos no los pierdas! —le dijo mientras sacaba unas  cámaras de un cajón— Yo iré a ver la casa.

— Esta bien amigo, pero cuando terminemos tendremos una charlas sobre esas cámaras espías —le regañaba, a la par que encendía el vehículo.

— Lo que digas Ros, lo que digas —dijo Lester con molestia, sin mas colgó, metió las cámaras en una mochila.

Años atrás...

Una patrulla aguardaba a un costado de un parque, dentro se encontraba un delgado Cesar, lucia rapado y con una barba, de pronto la puerta de al lado se abre, apareciendo Lester, el tenia el cabello negro echado hacia atrás, lucia una amigable sonrisa y traía consigo dos cafés y una bolsa llena.

— Ya traje las rosquillas amigo —dijo alegre Lester.

— ¿Si tenían las de ralladura de coco? —preguntaba mientras tomaba la bolsa.

— Si —respondió antes que su compañero pudiera abrir la bolsa.

—¿La de cajeta?

— Si

— ¿Y la de chocolate?

— Deberías cuidarte, de tantas rosquillas acabara dándote un ataque —advertía su amigo.

— Vamos Les prefiero morir de un paro cardíaco, que por un tipo en las calles, moriría gordo, pero feliz —decía hincandole el diente a una rosquilla.

*Se solicita una patrulla en la calle Martil, se habla de un incendio, probablemente premeditado* —Sono la radio de la patrulla.

— Vamos Ros —indico Lester encendiendo la patrulla.

Al llegar a la casa notaron como las llamas se desplazaban de un lado a otro, pero el fuego no se extendía, aun pese lo extraño salia mucho humo, dificultando la vista.

— ¡¿Pero que demonios Les?! —preguntaba César intrigado de lo que apenas podía ver, al estar frente la casa de dos pisos.

— No pierdas el tiempo Ros ¡Vamos! —apuro Lester a su compañero.

En aquel momento Lester vio ondas verdes y rojas de forma consecutiva, el mareo domino a los policías, César no pudo evitar vomitar.

— Aun afuera el humo es muy intenso —dijo César intentando recuperarse y echando la culpa al humo.

— Cubre tu nariz y avanza amigo —dijo poniéndose un trapo.

Al entrar a la casa vieron como el fuego tenia casi todas las puertas en su dominio, inclusive la escalera que estaba frente suyo, solo quedando una ruta hacia el comedor.

— No ahí mucho tiempo para buscar —indico César al ver a su compañero quieto.

Lester se quedaba estático frente el muro de fuego que tapaba la entrada de la sala, parecía ver a dos mujeres, estas se apuntaban mutuamente, el joven policía agudizo el oído lo mas que pudo...

— ¡Te maldigo!¡Maldita Vástago!—escuchaba Lester.

— ¡Me criaste como un cuervo y te sacare los ojos!¡Antes que le hagas lo mismo! —gritaba otra voz femenina.

Lester es lanzando hacia atrás gracias a Cesar, evitando que le cayera partes del segundo piso.

— ¡Ten cuidado amigo! —avisaba mientras veía el hueco del segundo piso, notando una figura— ¡¿Hay alguien allá arriba?!

— ¿Viste a alguien? —pregunto Lester asomándose.

— Creí ver algo... —dijo César con duda.

— ¡Por aquí!¡Rápido! —gritaba una mujer, sonaba de la sala.

Al escuchar la voz de la mujer, los dos policías corrieron al pasillo libre, llegando al comedor, César de la nada cae al suelo, Lester al verlo nota una mano que sujeta la pierna de su compañero, este fue hacia la extraña mano, pero al inclinarse esta desaparece.

— ¿Estas bien compañero? —pregunto Lester al ver que no había nada.

— Si, no se con que me tropecé —respondió mirando el suelo con dificultad.

De pronto un fuerte golpe resonó a su costado, ambos policías miraron sorprendidos.

— Debió ser las escaleras, la estructura esta muy dañada —se adelantaba a concluir César.

Volvieron a ponerse en marcha, llegando a la cocina, César vio un brazo amputado en el suelo, este quedo muy impresionado, Lester vio como las flamas se movieron para tapar el paso a la sala.

— ¡Carajo Ros no podemos pasar! — dijo lleno de frustración el joven Lester, el sudor resbalaba por su frente.

— ¡Rayos Les aquí hay un brazo amputado! —gritaba su compañero al otro.

Otro golpe intenso sonó por las paredes, cayendo la pared detrás de Lester, dejando una entrada a la sala.

— Vamos Rosquilla antes que el fuego... —se detuvo al ver una extraña figura con lo que parecía tener varios cuchillos en su mano derecha, este estaba detrás del impactado César, sin perder tiempo saco su arma y descargo contra el extraño, el humo se intensifico.

— ¡Demonios Lester! ¡Para! ¡Soy yo! ¡Soy yo! —gritaba con sus brazos cubriéndole la cabeza, mientras se arrastraba a los restos de la pared caída.

La extraña figura pareció caer perdiéndose en el humo, Lester mantenía el arma arriba, se mantenía alerta.

— ¡¿Que mierda fue eso Lester?! —preguntaba César con gritos a su compañero mientras se ponía de pie.

— Vi a alguien con un arma... —dijo con temor.

— ¡¡Ayuda!! —se escuchaba la voz de una mujer.

Los policías corrieron a la sala, donde vieron el fuego correr al lado suyo, llegando a la pared que se mantenía en pie.

— ¡Aquí! ¡Rápido! —gritaba la mujer.

César vio delante de ellos una gran cantidad de escombros, debajo de estos se asomaba un brazo que se agitaba de un lado a otro.

— ¡Allí Lester! ¡Allí esta! —gritaba César apuntando al montículo.

Lester miraba la sala, esta se veía como si hubiera ocurrido una pelea, los mueblas estaban tirados de un lado a otro, inclusive los cuadros de las paredes, algo extraño era que el suelo estaba agrietado, aun pese que era un piso cerámico de mosaico y el fuego parecía que no dañaba esa habitación, un extraño ruido llamo la atención de este, viendo una silueta femenina, tan pronto como la ve un destello rojo le derriba desmayándose, César nota la ausencia de su compañero, mira a este tirado en el suelo y con un rostro de preocupación va a su lado.

— ¡No! ¡No me dejes! ¡Vuele! —gritaba la mujer con desesperación.

— No tardare espere —le dijo al llegar con su compañero.

De pronto siente una mano en su hombro, que le aprieta con una enorme fuerza, proyectándolo contra el hueco de la pared, quedando nuevamente en la cocina, las llamas avanzaron, impidiendo el paso a la sala por el hueco de la pared dañada, Lester abrió los ojos, este se encontraba mareado, se encontraba mareado por la prolongada exposición al humo,vio extrañado como los escombros que retenían a la mujer se levantaban y la mujer se elevaba en el aire, rodeada de humo y fuego, esta miraba con temor su alrededor.

— ¡No! No te dejare... no te lo permitiré —decía la mujer en el aire.

Las llamas se fueron debajo de la mujer, Lester vio la escena inaudita, aun pese la borrosa que tenia su visión, las llamas se levantaron, devorando a la mujer, esta dio gritos de dolor y agonía, el policía perdió el conocimiento, poco después César volvió a la sala, saco a su compañero cargándolo en su hombro, el fuego casi envolvía la casa por completo, los policías fueron rodeados por el fuego en la cocina, no veía ni una ventana por donde salir, parecía el final, pero fue entonces que llegaron los bomberos, que llegaban con su manguera a presión y su hacha para abrirse camino, los bomberos los llevaron fuera de la casa y del peligro.

— ¿Que ocurrió? —preguntaba un mejorado Lester luego de estar un largo tiempo con una mascara de oxigeno.

— Logramos salir de la casa —dijo con pesar su compañero.

— ¿Y la mujer? —pregunto sin perder tiempo.

— No lo logro, el fuego se la llevo —respondió con pesar.

— ¿Cuantos cuerpos encontraron? —recordó la silueta a la que le disparo.

— Solo uno. El Jefe nos ordeno tomar el día.

Lester se quedo sentado en la cera, molesto y confundido, los recuerdos de aquella mujer en el aire siendo tragada por el fuego, la extraña figura detrás de su compañero, las luces que salían de la casa y el destello que le derribo, la cabeza comenzaba a explotarle, sus manos fueron a su cabeza apretándola con fuerzas, sentía por alguna extraña razón mucha frustración. César miraba los escombros de la casa.

— Inhalamos mucho humo, es normal tener alucinaciones —se decía César, retirándose del lugar, aun sin poder ignorar lo que vio.             

En la cocina César se incorporaba, entonces ve una "cosa", algo de dos pies, el pecho desnudo el cual parecía tener muchos rostros, estos palpitaban, al igual que sus extremidades, donde yacía su cabeza varios brillos amarillos llamaban su atención, entendió con rapidez que eran sus ojos, su piel se veía gris, lo que le permitía camuflarse con el humo, la boca de la criatura que parecía de una criatura de la familia de los artrópodos, esa extraña cosa le vio, el policía respiraba con dificultad ante el miedo, pero la criatura desapareció entre el humo.

Ahora...

Cesar llegaba al basurero, pero había perdido el rastro de aquellos tipos, salio del auto y camino intentando enterarlos sin ser tan descuidado, pronto encontró al hombre de color entra la maleza vigilando una casa rodante, entonces la puerta de la casa se abrió, saliendo aquel hombre caucásico, parecía que se estiraba, hasta que su cuerpo se hincho, sus brazos se volvían mas largos y peludos, su ropa se rompía a la vez que el cuerpo de aque hombre crecía, tomando una figura parecida a los canes, pero monstruosa, el corazón de César latió muy fuerte, tanto que un dolor en su brazo le tomo por sorpresa, el supo de que se trataba y saco su celular, marco, el hombre mayor cayo al suelo, mientras el celular seguía con la leyenda "Buzón" en el display.

  

 
  
   

  

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