Episodio 8
El monstruo.
—No puede ser.
Los murmullos y la sorpresa se abren paso a través de la oficina central en la que estamos, es la hora del almuerzo cuando una noticia altera a los muchachos haciéndolos hacer más ruido de lo normal, frunzo el ceño en seguida curioso.
—¿Qué es esa está mierda?
Exclama uno haciéndome acercarme a ellos.
—¿Qué sucede? —apenas llego a musitar.
Uno de los chicos se levanta encendiendo la radio para buscar la emisora que da las noticias, lo veo intrigado cuando la voz femenina inunda el lugar con sus comentarios.
"Se le atribuye la responsabilidad a las autoridades por los asesinatos llevados a cabo en la reserva Sparrow, debido a la ineficacia del ente policial tras la muerte de dos de nuestros compañeros en días de la tarde de ayer con los nombres Rowina Gómez y Kyle Adams"
Aguanto la respiración y la piel del cuello se me eriza.
Mierda.
"Conseguimos el testimonio de lo sucedido en este ataque del único sobreviviente, mismo que fue expuesto bajo un intento de manipulación y asedio constante por parte del cuerpo de guardabosques y funcionarios sin identificación, lo que hace preguntar a nuestra sociedad si será este un asentamiento del grupo terrorista Kavak y qué hará el gobierno de Ciudad Laika al respecto"
Se me cae el alma a los pies escuchando la noticia, el color se drena de mi cara y los chicos están desconcertados pero no son tontos, saben que no hay nada bueno escondiéndose en el bosque y que las reglas de Sparrow son demasiado extrañas como para pasarlas por alto.
Una a una las miradas se tornan hacia mí, transmiten reproche, desconcierto e incredulidad conforme avanza la voz de noticiero, claramente recuerdan el accidente sucedido el día de ayer así como la presencia del Sr.Remus.
—Jefe, ¿es cierto eso? —pregunta uno de ellos.
Las palabras caen entre nosotros y opto por mentir rápidamente antes de que la situación empeore para mí.
—Claro que no, son especulaciones de un tipo resentido y desesperado que vino aquí junto a su equipo, ignorando toda regla planteada por el bienestar de los ciudadanos y el nuestro para conseguir su jugosa premicia. —contradigo sin dar paso a la duda— Ayer fue interrogado por los agentes del gobierno durante horas, ¿no creen que si hubiera sido una trampa por parte de los terroristas hubiera sido mejor solo matarlo? No había necesidad de que lo dejasen vivir y aún así lo hicieron porque el Sr. Remus junto a su equipo se preocupan por la seguridad de nosotros, incluso la de ese tipo —señalo la radio.
Un silencio dudoso se instala entre nosotros.
—Bueno, tiene sentido. —accede el chico Jackson— Además, habríamos notado la presencia de un grupo tan grande como Kavak, sería imposible de disfrazar con nosotros custodiando la cerca.
Asiento con el corazón nervioso en mi pecho, los muchachos bajan la guardia progresivamente mientras piensan en mis argumentos y los de Jackson, el sudor frío me baja por la espalda con los pensamientos pasando por mi cabeza a una velocidad vertiginosa.
—Apaguen esa cosa —ordeno.
Ellos me hacen caso aunque el ambiente tenso no se borra incluso después de eso.
Yo me siento en la silla acolchada dándoles la espalda de frente a mí escritorio, trato de mantener el temple regio aunque por dentro estoy temblando y pensando en todas las repercusiones que podría tener esto, empezando porque en definitiva el Sr.Remus sabrá que le mentí, joder, sabrá que no hice bien mi trabajo y con eso basta para ponernos una bala en la cabeza a todos los presentes.
Maldición.
Me paso las manos por el rostro pálido con las náuseas atenazando mi estómago sin clemencia.
¿Qué hago?
¿Qué mierdas hago?
Tengo que hacer algo ahora, piensa Riland dependemos de esto y la cabeza de estos chicos también. Pero es inútil, no se me permite pensar porque de repente una patada en la puerta de la oficina central la abre, entran tipos de negro siguiendo al Sr. Remus quién porta un temple neutral imposible de descifrar, se para enfrente de mí instaurando con su presencia un silencio glacial inquebrantable.
Me mira fijamente de pie y altivo con un escrutinio de hierro sobre mí, de pronto soy consciente de cada respiración que hago, tenso el cuerpo a la espera de la bala en mi cabeza que tiene mi nombre desde que permití que ese periodista estúpido saliera de aquí.
Ingenuo.
Eso fui.
No debí dejar mi vida y todo por lo que me he esforzado en sus manos, él vino por una sola razón, perdió a sus compañeros a causa de eso y claramente no iba a dejar pasar esa oportunidad aunque eso le costara la vida a otros, tal vez también la suya.
Oculto toda emoción tan bien como puedo mas sería arrogante de mi parte pretender que puedo engañar al Sr.Remus una segunda vez, puedo verlo en sus ojos, esa mirada esperticia que añeja años de experiencia y la promesa de hacer pagar al culpable de esta traición.
—¿Y bien? ¿No vas a saludarme cómo corresponde? —cuestiona analizando mis rasgos.
No sé si logré pasar su exámen, pero seguramente ya habrá notado que escuché lo que dicen las noticias, de eso tengo certeza, quizás este acá para tantear si sigo siendo de fiar así que cada paso de ahora en más será de vital importancia.
—Buenos días Sr.Remus, no lo esperaba por acá —echo un vistazo al recinto lleno de guardias intimidando a mis guardabosques—aunque supongo que era de esperarse teniendo en cuenta las noticias recientes.
Entrecierra los ojos dedicándome una sonrisa filosa.
—Un chico listo, —dice venenoso antes de enfocarse en otra cosa— necesito acabar esto de una vez por todas, quiero que tus hombres guíen a los míos por el bosque a cazar esa cosa.
Me levanto de la silla con la intención de excusarme, entonces me hace callar con un gesto aburrido de su mano y sé que estoy jodido en toda la extensión de la palabra.
—Ahórrate las disculpas Riland, por ahora encuentra a esa cosa y después trataremos el tema de tu incompetencia. —Me pasa al lado ocupando mi silla para verme con imponencia desde abajo— Ten la decencia de no fallarme otra vez, o verás las consecuencias —amenaza.
Uno de sus hombres me agarra del brazo junto al resto de mis muchachos para sacarnos a la fuerza de aquí, nos llevan al descampado que precede a la línea de árboles que dan inicio al bosque.
—¿Qué les pasa? —Jackson empuja la mano de uno de los tipos con su hombro— No pueden tratarnos así.
El sonido del disparo nos petrifica a todos en nuestros sitios, volteo lentamente temiendo ver la imagen de Jackson muerto en el suelo aunque es justo eso lo que me encuentro, un agujero en la cabeza adorna al chico que conocí durante los últimos meses.
—Esa es su única advertencia, de ahora en más espero que no sean un estorbo —demanda un tipo moreno con una cicatriz en el ojo— nos guiarán hacia esa cosa y lo harán rápido o serán los siguientes en tener una bala en el cráneo.
Nadie asiente ni dice nada ni siquiera nos dan tiempo de procesarlo porque a cada uno nos toman del brazo para llevarnos por separado, cada guardabosques va con un grupo de cinco guardias para hacerle de guía mientras nos adentramos a direcciones distintas.
No necesito que me lo digan, tampoco ver las caras aterradas de los chicos, sé que para cuando esto acabe si sigo vivo no veré la cara de ninguno de ellos nuevamente, principalmente porque soy el único que conoce este bosque. Ninguno de ellos pudo permitirse adentrarse para conocer sus parajes, al decirles que debían guiarlos los sepultaron antes de que dejaran de respirar.
Me muerdo el labio caminando por el bosque destrozado por una tormenta de hace ya al menos dos meses, escucho poco a poco los pasos del resto de los equipos perderse en la lejanía como un recuerdo constante de que morirán más inocentes.
Y luego vengo yo.
Porque tal vez el Sr.Remus no haya decidido matarme aún pero nada garantiza mi integridad una vez que regrese y no le sea de utilidad, ¿qué tanto ha creído de lo que escuchó en las noticias? ¿Cree que he estado mintiéndole sobre él animal y que efectivamente hay un campo de terroristas aquí?
Las manos me tiemblan mientras me despellejo los labios hasta hacerlos sangrar.
Camino en círculos y los hago caminar por lugares que se alejen de los puntos en los que he visto a la chica, trato de ganar tiempo para pensar que hacer para librarme de esto, cómo hago para salverme una vez más y tal vez sea egoísta pero en esta ocasión nuevamente solo pienso en salvarme a mí.
Sería demasiado fantasioso de mi parte soñar con salvar a los veinte chicos a mi cargo, es lamentable pero en cuánto pusieron un pie en Sparrow compraron un ataúd con su nombre.
Tal cual yo, solo que estoy luchando duramente contra el destino para huir de ese entierro que parece perseguirme.
Un golpe en la cabeza me hace caer de rodillas mientras un pitido me ensordece un oído, muevo la mandíbula tratando de mitigar el dolor creciente, estoy algo mareado y desorientado cuando me toman por el cuello de la camisa.
—He visto este árbol ya dos veces, —Señala al tronco marcado con un cuchillo— voy a arrancarte la piel y te ataré a un poste para que los carroñeros hagan su trabajo, —Hace énfasis escupiéndome al alzar la voz— llévame con el fenómeno ahora o te haré hacer el resto del recorrido con una costilla rota.
Asiento repetidamente para que me suelte no sin darme un empujón que termina por tirarme al suelo, me levanto siguiendo el camino con un ardor quemandome el costado de la cara.
Ya no tengo tiempo.
No tengo idea y tampoco opciones.
Entonces contento el aliento al pensar que quizás si la tenga, una solución arriesgada y peligrosa pero que promete acabar con mi vida tanto como con la de ellos, la única solución de la que solo yo tengo al menos una ventaja.
Ella.
Debo llevarlos a ella pero esta vez de verdad.
Me dirijo al lago de la región noreste de la reserva, con el grupo de cinco siguiéndome como sabuesos de caza la luz diurna se filtra entre los pinos como la calma que antecede a la tormenta, las chicharras canturreando por el bosque hacen de tambores para una guerra que probablemente acabe con todos nosotros por lo que espero hacer.
Llego al punto de vigilancia que da hacia el lago para subir por las escaleras, solo logro escalar un peldaño cuando el agarre brusco en mi espalda me hace voltear.
—¿Qué haces estúpido? —ladra el tipo de voz ruda.
—Arriba hay comida, es el señuelo que hemos descubierto que sirve para hacer que se acerque la criatura —le explico— tengo que buscarla para hacer una carnada que le atraiga y ustedes puedan aprovechar la oportunidad.
Lo piensa unos segundos antes de ceder con un asentimiento.
—Más vale que no estés haciéndome perder el tiempo.
Me suelta y no lo pienso dos veces antes de subir por la escalera a la casucha que permite la vista por encima de la copa de los pinos, tomo la bolsa llena de galletas que deje aquí en días pasados antes de bajar nuevamente.
—Escóndanse, no vendrá si los ve es muy perceptivo —sugiero sumiso.
Comparten una mirada antes de asentir y yo no pierdo tiempo en poner las galletas en su lugar, el corazón podría darme un vuelco en cualquier momento por la adrenalina, solo espero que la chica sea atraída por el olor de las galletas antes de que la presencia de los otros intrusos ocupe su atención.
Respiro aceleradamente a espera de que quién sea escuche mis plegarias, me limpio las manos sudadas del pantalón sintiendo una sed repentina, los minutos pasan con la soltura que tendría una soga atándose a mi cuello y probablemente lo sea porque la paciencia de estos hombre empieza a acabarse luego de esperar al menos una hora.
Mi único consuelo es no haber escuchado aún rastros de armas en el ambiente.
Trago saliva con fuerza raspándome la garganta en el proceso bajo la dura mirada de los tipos de mis lados, están ocultos por los árboles y los arbustos de Sparrow aunque no estoy seguro de si eso es suficiente para burlar a las capacidades de la chica.
Una rama suena anunciando la llegada de alguien a la escena y los tipos de negro se tensan preparando sus armas hacia ella.
—Recuerden, debe ser un tiro limpio al corazón o la cabeza —recuerda el hombre que me golpeó anteriormente.
Ella puede regenerarse pero ellos no lo saben, aunque desde un punto de vista que ignore eso y siendo más estratégico ¿No sería mejor darle un disparo en una pierna para que sus movimientos sean más lentos? En cambio, la orden obvia esto como si supieran que es una perdida de tiempo.
¿Cómo lo saben?
Frunzo las cejas extrañado, si el gobierno sabe tanto de ella, ¿no significa que la han estudiado? Y para eso debieron tenerla cerca, ¿no?
No puedo continuar con esa línea de mis pensamientos porque un disparo amortiguado por un silenciador sale en dirección a ella, contengo el aliento asustado pero contra todo pronóstico ella esquiva la bala como si se tratara de una pelota, no se voltea hacia nosotros pero toma una actitud de alerta.
—Disparen —ordena el hombre.
Los otros cuatro acatan la orden pero a diferencia de ellos él se aleja unos metros a la derecha para esconderse tras un árbol y lo sigo, está usando el ruido de las balas que hacen los demás para encubrir el suyo al moverse, de esa forma me confirma que ella también tiene un oído desarrollado.
Apenas logro ponerme en cubierto entre los arbustos cuando un grito atroz corta el ambiente, la chica llega corriendo entre las balas sin importarle si la golpean y moviendo un brazo tan ágil como una serpiente mete la punta de sus dedos con fuerza en el ojo de uno de ellos, mientras se coloca detrás de él usándolo como escudo contra las balas de los otros tres.
Levanta el cuerpo con sus brazos para lanzarlo contra dos de ellos tumbándolos al suelo, aprovecha para acercarse al otro tapando la abertura del arma con su mano que inmediatamente es reventada por la detonación de una bala pero eso no la detiene, con la otra mano lanza un golpe hacia su garganta que él bloquea con éxito a pesar de ser ella tan rápida que apenas puedo seguirle el ritmo con la vista, le lanza una patada potente al estómago pasando a la vez de agarrar el arma con su mano a media regeneración para afianzar su brazo, un chasquido suena haciéndolo aullar del dolor antes de caer hacia adelante con su espalda formando un ángulo extraño.
Los otros dos hombres van a ella decididos mientras veo su cuerpo expulsar una a una las balas que la impactaron, su cara es como una losa impenetrable que no da indicios de su siguiente movimiento.
Un movimiento ligero llama mi atención de nuevo al tipo que se escondió antes tras el árbol, le está apuntado con la pistola justo en el momento de la pelea en qué los dos hombres se aferran a sus brazos para dejar su pecho expuesto.
—¡No!
Me lanzo contra el tipo sin pensar haciendo volar el arma a unos metros, me caigo con él al piso y antes de poder procesar lo que hice el hombre me levanta del cabello proporcionándome un puñetazo en la cara, me pega una patada en el estómago que me deja sin aire y me hace retorcerme sobre mí mismo, veo con ojos llorosos como se olvida de mi en un intento de conseguir la pistola así que reúno fuerzas para ponerme de pie, agarro una piedra del suelo y se la estrello la cabeza con fuerza dos veces antes de que me golpee el estómago con el codo, se voltea furioso para ahorcarme.
—¡No evitarás que Oasis acabe con ella! —vocifera embravecido.
Levanta mis pies del suelo sin problemas, el tipo es al menos dos cabezas más grande que yo y fornido así que la presión que ejerce amenaza con acabar conmigo rápidamente, boqueo sin poder respirar y tratando de golpear su brazo o alcanzar su cara pero es inútil no tengo idea qué hacer.
Yo no soy un luchador, soy un maldito guardabosques joder.
La cabeza se me pone caliente mientras la presión aumenta acompañada de círculos negros que van ocupando mi vista cada vez más.
Un gruñido femenino sueña antes de que el hombre me suelte para enfrascarse en una pelea con la chica, respiro desesperado por recuperarme del ataque apenas pudiendo ver la disputa que se desata frente a mí, veo cabello liso ondeando con cada movimiento rápido que efectúa antes de despistar al tipo para colocarse a sus espaldas, pega un brinco que la deja posicionar sus brazos entre el hombro y la cabeza dejando expuesto el cuello.
Y así, en cuestión de suspiro, clava su mandíbula de colmillos filosos en el cuello del hombre.
No importan los gritos que vienen luego o los brutales golpes que él intenta pegarle, ella le desgarra la garganta de un mordismo haciéndolo caer en la tierra para clavarle las uñas en el estómago y luego tirar de la piel con una fiereza inhumana.
Sintiendo el horror de la escena me volteo sin evitar vomitar por la escena de ella hundiendo su cara en el estómago del hombre.
Húmedo.
Viscoso.
Y cártilagos crujientes
Los huesos de las costillas suenan como ramas quedrándose en mis oídos, se parten bajo una mandíbula fuerte que desgarra la carne como tela al rasgarse, nada parecido al corte limpio de un cuchillo de cocina.
Levanto la mirada chocándome con unos ojos turquesas de tono pálido, la sangre chorreante cae por su cuerpo y no me atrevo a apartar la vista de ella para ser consciente de la masacre que acaba de desarrollarse en mi entorno. Me tiemblan los brazos con cada paso que da a cuatro patas hacia mí, tengo la respiración acelerada en respuesta al sudor nervioso que se resbala por mi columna vertebral, cada centímetro lo percibo como una sentencia de muerte y ya no sé si esta idea fue tan buena.
Se detiene a un paso de mí.
Dios, si salgo vivo de esta prometo ir a la iglesia de verdad esta vez.
—Lastimado.
Musita con una voz tan frágil que es casi imperceptible, tengo que incluso parpadear dos veces para procesar la respuesta y darle una respuesta coherente.
—Sí, me estaba lastimando gracias por ayudarme, —balbuceo nervioso con una voz ligeramente más aguda— ya estoy bien gracias.
Me mira con detenimiento y cierto recelo, se echa para atrás agachada en sus piernas como imitando la posición de un gato, ladea la cabeza analizando mi cuerpo entre curiosa y con cierta desconfianza, trago saliva sin dejar de temblar. Es fascinante porque su mirada es intimidante pero a su vez tan cautivadora que ocasiona la sensación de estar viendo a la cara la más bellas de las muertes, una que tomarías por voluntad propia.
Bajo la mirada atemorizado notando entonces el objeto que cuelga de una trenza de zapato atada a su cintura.
La linterna.
Corrección, mi linterna.
La que lancé hace dos días mientras corría creyendo que estaba al borde de la muerte, casi me hace soltar un bufido irónico, después de lo que acabo de ver no tengo ninguna duda de que fue toda la intención de ella no matarme.
Tal vez considera que su tarea está resuelta porque se levanta y se da la vuelta en dos piernas para irse.
—¡Espera!
La llamo pero eso no hace ningún efecto en ella, me apresuro a pararme también y cortar su avance deteniéndome frente a la chica, achica los ojos amenazante antes de soltar un gruñido molesto.
—No, no, está bien está bien —Muestro mis manos en señal de paz mientras camino dos pasos hacia atrás— pero en serio necesito tu ayuda.
Ella sisea como una serpiente ante mi entrometimiento.
—¡Por favor! —exclamo— ¿Sabes lo que está pasando? ¿Conoces a esos tipos? ¿Quién eres?
—Fuera —advierte mostrando los dientes.
Le hago caso callándome y dando tres pasos al costado, ella pasa a mi lado iracunda sin intenciones de escucharme, dándole completamente igual si quiero hablarle o no.
—Sé que puedes entenderme, —intento una última vez ya habiendo una distancia prudencial— por favor dime, ¿qué eres?
Se detiene resoplando.
—Monstruo.
Trago saliva con el ritmo cardiaco alterado.
—¿Y ellos?
—Malos.
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