Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Episodio 3

La Bestia.


Han pasado tres días desde que Mocka me prohibió salir, solo se ha concentrado en limpiar mis heridas estoy llena de hematomas, rasguños y la que más nos preocupaba es la herida en mi estómago que, para nuestra sorpresa, se ha curado con una velocidad vertiginosa casi inquietante.

Es un hombre un poco excéntrico, es serio, distante y en ocasiones parece tener conflictos mentales sobre algunas preguntas que le hago, una noche saca un álbum de fotos en las que solo aparezco yo en un rango de edad de los 7 a los 21 años.

—Este álbum es nuestra promesa, —explica con su pulcra camisa de botones bien planchada y abotonada hasta arriba— cuando éramos pequeños juramos estar juntos por siempre, así que hicimos dos colecciones de fotos de nosotros mismos y las intercambiamos, —Suspira mirando las fotos nostálgico— así tendríamos un pedacito del otro en donde sea que estuviéramos.

Pero a pesar de eso lo que más me pone nerviosa es su increíble desconocimiento sobre mí, de casi todas las preguntas que hago casi siempre dice que desde niña yo no era demasiado abierta sobre mis cosas, que no me gustaban las preguntas personales y siempre parecía esconder cosas.

Es como encontrarse con un muro conciso cada vez.

Estoy sentada viendo el canal de caricaturas ese día cuando él llega, no puedo saber qué hora del día es a menos que salga en el noticiero porque aquí no hay ventanas, solo la puerta de la que ha salido Mocka y yo no puedo ponerme de pie sin que los puntos amenacen con soltarse.

Mocka entra con un nuevo conjunto de pantalones negros planchados con corbata a juego, una camisa manga larga gris plomo y una bandeja de comida.

Siempre trae cosas que me encantan, es una de las pocas evidencias que tengo de que sí somos amigos porque sabe cuál es mi comida favorita, el color que más me gusta, el tipo de ropa que uso, los gestos que hago e incluso en qué lado de la cama me gusta dormir.

—¿Cómo te sientes?

—Bien, ya no duele tanto solo pica, —me encojo de hombros dentro de mi nuevo suéter de lana rosa— ¿pensaste lo que te pedí?

Mocka suspira agotado en respuesta.

Ayer le pedí que me dejara salir a encontrar respuestas pero él insiste en que es peligroso, que estoy débil y que me harán daño pero necesito saber algo no puedo quedarme aquí para siempre.

—Arise no es un juego, estás lastimada —señala con una mirada severa.

—Pero tengo que saber, cada segundo que pasa cualquier pista podría desaparecer.

—Entiendo lo que dices pero ahora todo ha cambiado todo el mundo te busca y reconoce tu cara,—Alza un poco la voz viéndome desde arriba inclemente— entiende que esta vez puedes irte y nunca regresar.

—¡Pero es mi vida y creo que yo debería tomar la decisión de si regreso o no! —grito afligida perdiendo el control.

—¡No si eso significa perderte! —grita con las manos hechas puños, el estruendo de su voz es como un gruñido que me hace sentir que hay algo animal en él, Mocka nota el temor en mis ojos y deja ir la tensión con un suspiro antes de sentarse en la cama—. Por favor entiende que ya te perdí una vez, no pienso hacerlo dos veces.

Mete un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Necesito esto Mocka, necesito saber que no soy lo que dice la televisión.

Me abraza con cuidado de no lastimarme y es como si el monstruo que tiene en su interior afilara sus garras para protegerme del exterior. Se siente cálido.

Mocka se va unos minutos después dejándome de nuevo durante horas, viene a verme una o dos veces al día pero me ha dicho que tiene que trabajar, no me ha dicho de qué pero supongo que sigue siendo el mensajero interno del Ministerio del Cuidado y Protección al Menor.

Los días se pasan acá con una lentitud asfixiante en la que trato constantemente de recordar algo más pero nada viene a mi cabeza. Solo hay un vacío frío e impoluto que no da espacio a nada más.

Me siento como un barco a la deriva.

Habrán pasado al menos unas cuatro horas cuando Mocka regresa de nuevo para el almuerzo con un envase lleno de agua, un pañito y un botiquín en sus manos. Tiene cada cabello en su lugar excepto un mechón que cae sobre su frente, es un hombre pulcro de pies a cabeza con todo ese porte de hombre de negocios, me extraña que sea solo un mensajero interno.

—Hay que limpiar esa herida, déjame ver cómo está hoy.

Empujo las sábanas hacia abajo de la cadera y me subo la camisa hasta las costillas para darle mayor acceso, él organiza las cosas en un lado de la cama antes de sentarse en ella e inspeccionar la herida vendada, pasa los dedos sobre ella con extremo cuidado haciendo hormiguear allí en donde toca.

—Hoy no me ha dolido en todo el día.

Siento la necesidad de hablar para interrumpir la tensión que se comienza a construir.

—Eso es un buen indicio, estarás bien en poco tiempo—notifica con una seriedad clínica.

—¿No es raro eso? —inquiero algo preocupada— ¿No debería tardarme más en sanar una herida de ese nivel?

Mocka me mira fijamente.

—No usando el procedimiento adecuado —objeta.

Procede a deslizar sus manos sobre mi abdomen para quitar el vendaje, al dejar al descubierto lo que hay debajo me deja sin aliento.

La herida está casi sanada.

Solo queda una cicatriz roja redonda en dónde hace tres días había un hoyo carnoso, está prácticamente curado en tan poco tiempo que debería ser imposible.

—Increíble —murmura extasiado acariciando suavemente la superficie esparciendo un cosquilleo tibio hacia mis costillas—, no tiene ningún tipo de sentido, —Sonríe de lado viéndome ahora a los ojos— sin duda eres única.

Emite una picardía engreída que lejos de hacerle ver mal lo realza como algún tipo de dios oscuro. Me lamo los labios ante la vista, él nota la acción y su sonrisa se ensancha.

—Da igual, seguramente la herida no era tan grave y con tu ayuda se curó más rápido. —Desvío la mirada antes de cambiar el tema— ¿Ves? No estoy tan mal.

Se echa para atrás con una expresión dura.

—Arise no vuelvas con eso —advierte antes de que saque el tema a colación.

—Pero y ¿Si vinieras tú conmigo?

Propongo como última esperanza, él me ve durante unos momentos como analizando mi ideal antes de empezar a recoger las cosas para dirigirse a la puerta.

—No creo que sea lo correcto.

Con eso se va dejándome sola y me inquieta el click de la puerta al ser cerrada con seguro desde afuera, no sé si deba creerle en todo lo que dice a Mocka, es un completo desconocido que me está reteniendo en contra de mi voluntad, fácilmente todo lo que me dice podría ser falso y yo no tendría como refutarlo.

¿Y si es peligroso?

Me habría hecho daño cuando estaba más indefensa.

¿Y si huyo?

No sabría ni cómo empezar a investigar allá afuera y tampoco tengo recursos para ocultarme el tiempo suficiente.

No tengo idea de qué debo hacer pero me siento nerviosa con un nudo de vértigo en el estómago, como si algo estuviera irremediablemente mal y no puedo detectar qué es. De esta forma paso el tiempo pensando pero no ha transcurrido ni una hora cuando Mocka regresa con el cabello desordenado y sin corbata con un comportamiento frenético aunque pétreo en su cara.

—Vienen investigadores de tu caso del Ministerio.

Me levanta de la cama halándome de la muñeca, está tan apurado que no logro si quiera ponerme los zapatos cuando cruzamos la habitación y salgo por primera vez desde mi estadía ahí, solo hay un pasillo de paredes grises esperándonos, por un lado hay pared y por el otro unas escaleras que probablemente suben hasta la parte superior de una casa.

¿Estaba en una habitación en el sótano?

Sorprendentemente Mocka se detiene del lado de la pared, se agacha para abrir otra puerta oculta en el suelo haciéndome bajar por ella hacia la oscuridad absoluta.

¿Qué clase de mensajero es este que tiene tantas entradas ocultas en su casa?

Las preguntas no dejan de invadir mi cabeza mediante el avance, no me dejan incluso cuando cruzamos otro pasillo a oscuras o cuando abrimos una puerta que da hacia un callejón lleno de basura en el que está estacionado un auto viejo, nos subimos al vehículo sin demora dirigiéndonos a un lugar desconocido para mí.

No puedo dejar de verlo extrañada y un poco asustada, no lo puedo negar.

¿Qué clase de persona es?

¿Qué clase de personas somos?

O mejor, ¿qué clase de amigos éramos?

—Si quieres preguntar algo hazlo ya.

Inquiere sin apartar la vista de la carretera.

Trago saliva meditando cuidadosamente qué decir, opto por no dejar ver mi desconfianza.

—Dijiste que los investigadores estaban en tu casa ¿Por qué?, ¿me descubrieron?

—No, aún no, pero tienen que cerrar tu caso de toda forma posible y tienen que llevar a cabo una investigación final para cerciorarse de que... —Lo piensa un segundo— no hayas dejado algún tipo de resquicio de tus ideales en la población cercana a ti.

—¿Resquicio? —Repito entendiendo a qué se refiere—, buscan posibles cómplices.

Mocka asiente con temple taciturno.

—¿Ahora me vas a decir por qué desconfías de mí?

—¿De qué hablas? No desconfío de ti —miento.

Mocka me dedica una sonrisita de superioridad bastante juguetona.

—Siempre has sido pésima mintiendo.

—No estoy mintiendo —refuto.

—Sí lo estás, siempre arrugas la nariz un poco cuando lo haces.

Me ve de reojo con cierta diversión.

—No sé de qué hablas.

—Está bien no importa. —Suspira— Tenemos que ser muy cuidadosos todo el tiempo que dure la investigación, si todo se da bien pensarán que estás muerta y podrás empezar una nueva vida con otra identidad.

Resoplo.

—Yo no puedo ni quiero empezar una nueva vida sin conocer la que ya tengo, ¿no entiendes que necesito conocerme? —Lo miro a ese perfil rudo de hombre dominante— ¿No has pensado que quizás tuve una razón? ¿o que tal vez hay algo qué rescatar de todo esto?

—No te voy a poner en peligro —determina deteniéndose en un semáforo.

Contra todo pronóstico me acerco a él y pongo una mano en su pecho atrayendo su mirada color menta a la mía.

—Entonces ven conmigo y sálvame del peligro tú mismo.

Musito con un calor tibio recorriéndome las costillas con cada golpeteo de corazón que percibe mi mano en su pecho.

El semáforo pasa a verde.

No nos movemos.

No dejamos de vernos.

—No vas a dejar de insistir ¿Cierto?

Me encojo de hombros.

—Tal vez haya alguien que está allá afuera sufriendo las consecuencias de mis acciones o quizás hay personas preocupadas buscándome, además, siendo sinceros nunca podré ser totalmente libre hasta que logremos sacar del juego cualquier persona que me esté buscando, también necesitamos aliados no puedes hacerlo todo tú solo y hay que investigar para eso.

Los autos atrás de nosotros tocan las bocinas.

No nos movemos.

No dejamos de vernos.

Mocka respira.

—Está bien, pero harás lo que te diga en todo momento. —corta el inicio de mi sonrisa triunfante colocando su mano en mi cuello ahorcándome lo suficiente como para dejarme respirar un poco, acerca su boca a la mía hasta que solo queda un suspiro entre nosotros— Por tu bien, no seas una niña desobediente y cuando diga que paramos, lo haremos.

Las personas de los autos de atrás nos gritan.

No nos movemos.

No dejamos de vernos.

Apreto las piernas para reprimir el calor entre ellas.

Pasa la lengua por mi labio inferior y siento que mis pezones responden a la caricia.

Me suelta bruscamente para volver su mirada a la carretera y arrancar el vehículo sin importarle las groserías que sueltan todos a nuestro paso, yo me quedo en el asiento del copiloto con el corazón acelerado y una bruma calurosa nublándome la mente.

Avanzamos por la ciudad sin que yo preste verdadera atención de a dónde vamos, nos adentramos en un barrio viejo de casas abandonadas y cuando nos detenemos en una casa de ventanas sucias, fachada cubierta de moho siendo el sinónimo perfecto del desuso, sé que hemos llegado al lugar.

Estoy por salir del auto cuando Mocka me detiene.

—La única forma de conseguir respuestas es entrando al ministerio.

Me volteo a verlo.

—Voy a ir contigo.

Niega con la cabeza.

—Te reconocerán, la ciudad entera está tapizada con tu cara Arise.

—Pero si voy hay más probabilidades de que recuerde algo, podría ser útil —trato de convencerlo—, además vas a necesitar toda la ayuda posible.

Lo medita unos segundos en los que su mandíbula se mueve como el tic toc de un reloj y se estruja las manos en el asiento conductor. Sé que ha tomado una decisión cuando sus dedos vuelven a tomar la compostura manteniéndose erguidos lejos una mano de la otra, me ve a los ojos fijamente antes de dar su veredicto.

—Está bien, pero nos aseguraremos de ocultarte lo mejor posible.

Sonrío inevitablemente, aquí empieza mi travesía por encontrar los pedazos de mi pasado.

Y no voy a parar hasta encontrarlos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro