Episodio 2
La caza.
Dulces.
Cinco días han pasado y no he logrado capturar a la criatura pero a mi favor he descubierto algo importante, un día me quedé sin croquetas para gatos y en un salto de fe que no sabía si iba a funcionar dejé un paquete de galletas en la bandeja que era de Lemon, efectivamente el animal se lo comió pero lo sorprendente es que después de eso dejo de comerse las croquetas para gatos y ahora solo come las cosas que le dejo si son dulces.
Avisé a todos de mi hallazgo pero aunque han hecho trampas usando toda clase de golosinas la criatura nunca cae en ellas, hemos estado vigilando incluso hasta durante la noche pero es como si esperara justo el momento en que nos descuidamos para comerse la comida y salir huyendo.
Por otro lado, las muertes sin remedio de otras presas no han disminuido en todo caso se han mantenido en el mismo ritmo con la diferencia de que ahora come menos de los cuerpos. Es frustrante, ya solo quedan dos días para obtener resultados o el siguiente que tendrá su cadáver tirado en esta reserva seré yo, junto al resto de mis compañeros también si sale todo pero que mal.
La radio de vigilancia suena haciendo que me concentre en la voz de Samuel, saliendo por el parlante.
—Hay visitantes en la reserva, —el estoico anuncio me deja sin aire— una familia de dos padres y dos niños van a acampar el día de hoy, por favor vigilen sus áreas y reporten en cuál se quedaron.
Decir que siento un poco de inquietud sería un eufemismo, la verdad no puedo dejar de pensar en el peligro que se exponen esas personas aunque no hayan habido más ataques a humanos, realmente es como si el animal no quisiera que lo viéramos es muy escurridizo y justo por eso será difícil mantener a salvo a esa gente mientras esté aquí.
Suspiro relajando mis hombros, estos días he tratado de no preocuparme por cosas que no puedo manejar, todo a su momento.
Prosigo con mi recorrido de mi área que es básicamente lo único en lo que se ha basado mi trabajo esta semana con el sudor bajándome por el lateral de la cara, hoy está haciendo calor es uno de esos pocos días soleados que tiene Sparrow y el uniforme aunque es manga corta la verdad es de una tela tediosa, el sombrero de ala ancha tampoco es de mi favoritos así que casi siempre lo tengo en la mano o lo dejo en el carrito para evitar llevarlo, pero claro, mi problema con este último es alto meramente estético.
Doy paso tras paso en el sendero de tierra delimitado por hierba oscura y piñas que sueltan los pinos, estoy tratando de avanzar bajo la sombra cuando un murmullo agudo llega a mis oídos.
Me detengo.
Aguardo un rato creyendo que tal vez es mi cabeza pero no, ahí está de nuevo, es hilito de voz escondida entre las fauces del bosque pero es imposible porque soy el único guardabosques que está por esta zona en al menos dos kilómetros, nadie ha avisado en dónde están los visitantes podría ser uno de ellos.
Me salgo del sendero para adentrarme entre los pinos en busca del sonido, hay arbustos y vegetación que me llegan a los hombros así que me dificulta ver a cualquier persona a lo lejos, solo me queda avanzar lentamente atraído por el cántico que poco a poco se va haciendo más nítido a mis oídos, las copas de los pinos ocultan del sol todo bajo ellos dejando solo pequeños escapes de luz diurna que pasan como finos halos, la curiosidad me mueve embelesado entre la maleza hasta que puedo distinguir el tono femenino, es de matices dulces como un gorrión al cantar o una nube esponjosa.
Entonces logro distinguir algo de lo que entona y siento que contengo el aliento porque resultar más como un mal presagio en labios de una sirena.
—Lina, Lina corre o perderás, tu cabeza rodará y tu destino morirá.
Tararea la voz encantadora e hipnotizante, como el algodón de azúcar al derretirse en la lengua, sin ser consciente de la maldad que se oculta en la letra de la canción. Aún atraído por ella mi pie tropieza con una rama en el suelo haciendo que de pronto el intérprete guarde silencio inmediato, tardo una respiración antes de correr hacia la voz que escuché a unos metros sintiendo una necesidad extraña por conocer a la dueña de tan hermosa voz.
Corro con el corazón acelerado empujando las ramas fuera de mi camino, hojas me pegan en la cara mientras trato de esquivar los gruesos troncos y escucho a la misteriosa chica huir lejos de mí, trato de avanzar lo más rápido que puedo sin perder el rastro frente a mí pero me doy cuenta en seguida que, aunque tengo buena condición física y mi formación de guardabosques a mi favor, no puedo alcanzar a la chica.
Los pasos se oyen mucho más rápidos mientras se alejan sin darme la oportunidad de alcanzarla, me detengo sin aliento y con el pecho a mil al momento en que el ruido cesa por completo, apoyo las manos en las rodillas mientras pienso a dónde habrá ido podría perderse dentro de la reserva, ya ha pasado antes con otros.
Frunzo el ceño viendo el suelo bajo mis pies, para cerciorarme miro detrás de mí y luego la senda que le sigue.
Son huellas.
Pies humanos descalzos.
¿Qué campista raro vendría al bosque sin zapatos?
Pienso que tal vez es una hippie o una ecologista de esas que debes en cuando vienen a conectar con la naturaleza y olvidar las penas que ofrece Ciudad Laika, puede ser, aunque estoy asombrado nunca había visto a alguien correr así de rápido se me hizo imposible seguirla pista.
Me decido a seguir las huellas para poder ayudar a la chica que podría estar perdida y también secretamente descubrir de quien se trata, supongo que también podría resultar raro para ella es decir, soy un tipo desconocido que empezó a perseguirla de la nada.
Continúo caminando un par de metros más hasta que de alguna forma que aún no determino las huellas solo se desaparecen.
Así, de la nada.
De pronto no están como si hubiese empezado a levitar o se hubiera esfumado.
Me quedo ahí parado con la incógnita ocupando mi cabeza sin entender exactamente qué pasado o si fue un producto de mi imaginación, la única evidencia que tengo de que no estoy cayendo en la demencia son las huellas que no llevan a ningún lado.
Pasa algo de tiempo antes de que regrese a cumplir mis labores pero sin estar totalmente concentrado en ellas, la doncella misteriosa se quedó impregnada en mis recuerdos y se negado a dejarlos ni siquiera cuando comunican el lugar que ocuparán los campistas, ni cuando consigo otra escenas de animales masacrados junto al montón de comida que dejé en el lago.
No puedo dejar de pensar en su voz de cristal.
El resto día transcurre con normalidad machacando también mis esperanzas de cazar a esa cosa, ya solo queda un día y me estoy empezando a resignar a qué tal vez mañana será mi último día respirando, hasta que siento una mano tocarme el hombro y no puedo seguir victimizándome a gusto.
—Samuel dice que un grupo debe quedarse a vigilar hoy en la noche, los campistas pueden correr peligro con el animal aún suelto, —informa Hannah con las facciones de la cara demacradas— nos toca a ti y a mí quedarnos con Ashton y Esteban para cubrir el perímetro.
No puedo ni quejarme, debería estar agradecido en cualquier caso de tener más tiempo para intentar atrapar a esa cosa, asiento detallando las ojeras de Hannah que se va a buscar a los demás conforme llegan a la oficina central, esta semana nos ha desgastado de maneras inimaginables a todos nosotros hasta que casi parecemos al borde de la locura.
Suspiro.
Veo a todos dejar la reserva poco a poco y es Samuel el último en darnos una mirada solemne antes de quedarnos solos, se siente como si este lugar fuera tres veces más grande de lo usual con árboles infinitos llenos de ramas puntiagudas, las sombras acentuadas en los recovecos, la luz del sol con su temperatura calurosa se va dejando paso al frío de la noche y el manto de niebla pálida que se desliza por el bosque.
Sí, la reserva Sparrow es definitivamente mucho más intimidante de noche.
Esteban nos lleva en el carrito hasta el punto de control del área Sur del parque, está al borde de un acantilado que permite una vista difusa hacia el punto de luz que es el campamento oculto por la niebla y en caso de que suceda algo podríamos estar allí en unos diez minutos corriendo, no podemos estar más cerca o se darán cuenta de que algo anda mal en Sparrow así que tendremos que conformarnos.
Nos acomodamos adentro de la caseta que tiene solo una cafetera sobre un mesón de madera empotrado en la pared, tres sillas de oficina así que no me queda de otra que sentarme en el suelo, ventanales enormes en las paredes, un armario que contiene un kit de primeros auxilios, impermeables y otras herramientas más.
El silencio se instala entre nosotros como un inquilino no deseado que ocupa más espacio del que quisiéramos, las cosas han sido así durante la última semana, sin peleas, chistes o cualquier otra señal de lo que nos hace ser humanos.
Permanecemos en vigilia durante horas en tensión pendiendo de un frágil hilo que con cualquier sonido podría ser roto, la luz de la casa alumbra el interior en tonos amarillos mientras afuera la niebla va tragando todo a su paso hasta que no hay nada qué ver y el campamento se reduce a una iluminación apenas perceptible a la distancia, entonces solo nos queda tener la esperanza de que si sucede algo escuchemos los gritos a la distancia.
Se siente terrible, como una serpiente hecha de escalofrío que se arrastra entre la piel y el músculo, no sé ni qué es o cómo explicarlo.
Me mantengo con la espalda erguida y la piel de gallina en el transcurso de la noche hasta que me duele el trasero, no es como hasta las tres o cuatro de la madrugada que me levanto de mi rincón en el suelo y es que me doy cuenta de que soy el último despierto, miro por los ventanales hacia el campamento y mis alarmas internas se disparan de inmediato.
Fuego.
Crepitante, siniestro e incontrolable.
La luz del campamento es mucho más intensa e incluso grande, tanto que no me quedan dudas de que es un incendio, nuestras esperanzas fueron en vano y no pudimos escuchar lo que sea que haya pasado ahí abajo.
Mierda.
—¡Levántense! —exclamo moviéndolos para que despierten— ¡Hay fuego! ¡Pasó algo el campamento! ¡está quemándose!
Basta decir eso para que una Hannah somnolienta se espabile junto a los otros dos, se ponen de pie en un suspiro reflejando la misma tensión y temor que yo.
—¡Vamos a revisar si están bien! ¡Rápido!
Ordena Esteban antes de abrir el armario para sacar los sombreros con una linterna incorporada y nos los ponemos cada uno, Ashton nos ata la cuerda de emergencias a las cinturas como dicta el protocolo en estos casos y Hannah se trae un extintor antes de salir por la puerta a trompicones, dudo un poco antes de seguirlos cuando decido guardarme un cuchillo en la bota del pantalón por si acaso.
Rodeamos el acantilado lleno de peñascos bajando por un camino de tierra que apenas podemos ver entre la niebla, la luna está oculta y todo a nuestro alrededor es de un imponente gris que hiela la sangre, la luces de los cascos chocan contra la nada y no logran iluminar demasiado de lo que nos rodea, caminamos lo más rápido que podemos con la cuerda tensándose cada vez que uno se queda atrás.
Es como caminar a ciegas.
Bajamos de prisa entre tropiezos hasta donde estaba el campamento y de inmediato el calor me da lametones en la cara furiosamente, las llamas se alzan hasta nuestras cabezas como una bestia con vida deseosa de probar nuestros huesos, quedan a penas restos inentendibles del asentamiento de antes. Hannah lidera nuestro grupo mientras yo estoy en la retaguardia, ella se para firmemente para accionar el extintor contra el fuego crepitante pero no sirve de nada, a los pocos segundos el extintor se queda sin espuma en su interior y el fuego es igual de intenso.
Una pesadilla.
Eso es lo que parece esto, una nube de catástrofes que no deja de atentar contra nosotros.
En seguida sentimos impotencia y frustración por no habernos dado cuenta antes, además de la sensación de estarmos enfrentando contra algo que realmente no entendemos.
—Hay que revisar los alrededores, tal vez sigan por aquí cerca no debieron avanzar demasiado con esta niebla, —ordena Hannah siendo la primera en recobrar la compostura— tenemos que conseguirlos y llamar a los bomberos.
Hannah empieza a rodear a una distancia prudente el incendio que empieza a esparcirse por los árboles, caminamos primero cerca y luego empezamos a alejarnos más pero no conseguimos a nadie.
—¡¿Hola?! —exclama Ashton frente a mí— ¡¿Alguien necesita ayuda?!
Silencio absoluto.
—¡Somos guardabosques responda si nos escucha! —grita Hannah.
Gritamos avanzando por el bosque con la niebla al frente de nosotros y el fuego susurrándonos en la nuca, estoy por perder la esperanza y sugerir ir a la oficina central para pedir ayuda antes de que el fuego se propague más cuando de pronto me doy cuenta.
Llanto.
Quejidos pequeños, apenas audibles en la lejanía perdidos entre nuestros llamados y el crepitar de las llamas.
—¡Escucho algo! —aviso a todos llevándolos hacia donde escuché el ruido— ¡Vengan! ¡Es por aquí!
Quito ramas de mi camino pasando entre arbustos con partículas de ceniza atravesando el aire, los muchachos siguen gritando esperando una respuesta pero lo único que obtenemos es el aumento del lloriqueo que nos guía hacia el origen.
Una niña.
Tiene la cara llena de tierra con las mejillas rojas y los mechones de cabello alborotados, sabrá dios desde hace cuánto está llorando aquí sola.
—¿Cariño estás bien? —le pregunto preocupado palpando su cuerpo en busca de heridas, creo que podría tener unos 5 años— ¿Sabes dónde están tus papás?
No responde.
Solo llora con los brazitos abrazando sus piernas, la imagen me hace doler el corazón tanto que no puedo seguir haciéndole preguntas, solo me queda pensar en dónde podría estar o qué pudo haber pasado.
—Carga a la niña, iremos a la oficina central hay que dar aviso a los bomberos si los padres están vivos iran a la entrada.
Dice Hannah notando que el fuego está mucho más cerca, levanto a la niña de cabello rubio en mis brazos antes de que nos pongamos en marcha aún unidos por la cuerda, caminamos lo más rápido posible lejos del fuego esquivando árboles y arbustos pero mientras más nos alejamos del incendio menos podemos ver. Niebla se ha vuelto más espesa al mezclarse con el humo que no hace picar la garganta, la niña se aferra a mi cuello sin parar de llorar, las lágrimas me caen en la clavícula cubierta por el uniforme, el olor a quemado sube por mi nariz y el paisaje a nuestro alrededor se vuelve una imagen abstracta hasta teñirse de un impoluto blanco.
Perdidos.
Sin puntos de referencia.
Sin ver a dónde vamos.
Y con un animal salvaje merodeando por ahí.
La tensión se respira en el aire y siento al vértigo darle vueltas a mi estómago, apenas puedo ver la espalda Ashton adelante de mí y ahora hay un silencio preocupante en el ambiente, sin animales que huyan del fuego o el sonido del viento a pesar de que se siente mucho más frío que antes, no puedo evitar mirar a mis espaldas de vez en cuando con precaución, soy el ultimo de la cuerda asi que tengo que estar al pendiente si viene algo por detrás.
Hannah avanza cautelosamente y si tiene idea de adónde vamos realmente no lo sé pero yo mismo estoy perdido en estos momentos.
Vacío e inerte.
Así se siente justo ahora, como al filo de la orilla del mundo.
Pego un respingo con el sonido de los arbustos moviéndose, todos detenemos la marcha para escuchar en una quietud desesperante.
—¿Hola? —pronuncia Hannah a quién sea que esté ahí— ¿Necesita ayuda?
Nadie responde.
Las manos me tiemblan mientras cargo a la niña que se ha quedado callada de repente.
Blanco.
Es todo lo que puedo ver al escanear mi entorno cuando de pronto escucho el grito aterrorizado de Hannah antes de que la cuerda se tense, la fuerza de algo desconocido nos arrastra a todos hacia adelante y Hannah no deja de gritar.
—¡Hannah! —grita Esteban.
Seguimos siendo arrastrados hacia el frente con una fuerza brutal, nos golpeamos con ramas y uno de los chicos debe caerse porque el peso de uno de ellos me hace caer al suelo, sin querer suelto a la niña que ahora está llorando asustada justo cuando me doy cuenta.
Silencio.
Hannah ha dejado de gritar.
Esteban también ha dejado de gritar.
La cuerda sigue igual de prensada mientras escucho la respiración agitada de Ashton.
—¿Riland? —pregunta asustado— Riland están muertos, esa cosa los mató es un demonio, es...—no termina la oración antes de escucharlo empezar a rezar— Padre nuestro que estás en los cielos...
—Shh, no Ashton, no hagas ruido —trato de advertirle.
Esa cosa todavía puede estar ahí a solo unos metros pero él sigue rezando y la niña sigue llorando cada vez más fuerte. Mierda, están llamando mucho la atención y Estaban no parece tener intenciones de levantarse a correr.
Me saco el cuchillo de la bota para intentar cortar la cuerda que nos une.
—Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas...
La cuerda es muy gruesa así que estoy tardando en cortarla, tengo el corazón a punto de explotarse con el desespero.
»No nos dejes caer en tentación...
Un crujido peligrosamente cerca de mí acalla a Ashton justo al momento en que cortó por completo la cuerda, el cuerpo de Ashton cae hacia atrás justo en mi pecho y tengo que contener un grito al verle la cabeza torcida en un ángulo extraño, la mandíbula inferior fue arrancada salvajemente haciendo brotar sangre sobre mí.
Está muerto.
En cuestión de segundos esa cosa lo mató.
La niña ve el cadáver y empieza a gritar muy asustada, no puedo ni siquiera moverme para decirle que guarde silencio cuando ya está corriendo lejos entre la niebla, aguanto la respiración consternado y escuchando el crugir de las hojas bajo el avance veloz de esa cosa tras la niña.
Tal vez debería ir tras la niña.
Y tal vez debería ayudarla.
Pero también es una sentencia de muerte.
Parpadeo saliendo progresivamente de mi estupor con los gritos de la niña rompiendo la calma absoluta de la madrugada, me quito el cadáver de Ashton de encima y me pongo de pie para avanzar hacia algún lado, no tengo idea de a dónde porque apenas puedo luchar contra el terror que atrapa mis huesos y me ruega que me quede quieto, apenas puedo respirar correctamente.
Gélido, mordaz, desolado.
Así se siente el oxígeno que entra a mis pulmones, es el aroma de una amenaza de muerte acechándome.
He avanzado solo unos pocos metros muy lentamente sin dirección alguna, no sé cómo pero de alguna forma he llegado a una de las tres únicas fuentes de agua que hay en Sparrow, esto significa que estoy ahora en el área sureste de la reserva, pienso rápidamente en qué hacer para llegar a algún punto de control para resguardarme pero se lo que sea esa cosa debe encontrar a la niña porque empieza a gritar aún más alto y se oyen ruidos de arbustos no muy lejos de mí, se me acelera la respiración aún más y decido que no tengo tiempo.
Me meto al lago lentamente y con el cuerpo temblando cuando finalmente los gritos cesan sumiendo el ambiente nuevamente en un lugubre silencio.
Muerta.
Ella ahora está muerta como todos y en menos de una hora.
Me detengo justo en medio del lago sin hacer ruido, el agua helada me llega a los hombros y tengo que apretar la mandíbula para que no me tiemblen los dientes como el resto del cuerpo, la niebla está tan densa que ni siquiera puedo ver los bordes del lago.
Entonces no escucho nada más, el frío me pulla las costillas y adormece mis músculos, no hay un solo ruido que delate la posición de la bestia, el resplandor del incendio empieza a verse a través de la neblina en un punto lejano, no salgo del lago durante mucho tiempo hasta que el cielo nocturno se hace día y la neblina se despeja en una mañana gris.
Solo entonces salgo lentamente, con la cabeza en blanco y con mi cuerpo moviéndose automáticamente.
Llego hasta el punto de control varias horas después.
Encuentro a un par de padres asustados con su hijo de meses en brazos, no tengo la valentía para verles la cara.
Además de eso, hay una veintena de hombres uniformados y armados que me intimidan mucho más.
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