Episodio 15
La consulta.
El ambiente se siente como un hilo tenso a punto de romperse.
La habitación está a oscuras siendo iluminada solo por la luz de la televisión.
La figura imponente de Mocka me ve iracundo poniéndose de pie sin preocuparse por subirse los pantalones, podría jurar que tiene las pupilas incluso más pequeñas de la rabia, se le marcan las venas del cuello y sus brazos parece que fueran a romper la camisa manga larga porque se ven hasta el doble de gruesos. Es como ver la transformación de un humano a monstruo en cuestión de segundos.
Trago saliva retrocediendo aún tirada en el suelo, las manos me tiemblan y el aire apenas pasa por mis costillas.
—¡¿QUÉ HICISTE?! —ruge con voz salvaje.
Balbuceo aterrada, no sé cómo explicarle mi presencia allí sin que se moleste más, creo que piensa que me fui de la casa deliberadamente porque quise poniéndolo todo en riesgo y ahora lo interrumpí en un mal momento.
—Disculpa —apenas puedo musitar.
Él cruza la distancia en un parpadeo y se cierne sobre mí como un enorme animal a punto de amenazar a su presa, me siento temerosa e incómoda porque sigue con los pantalones abajo y su miembro erecto aún me apunta inquisidor.
Sube una mano bruscamente haciéndome cerrar los ojos para esperar, no lo sé, un golpe quizás pero en cambio enreda los dedos en mi cabello.
—¡¿Qué le hiciste?! —Su voz se quiebra a medio grito, se ve muy afligido por el nuevo color— ¡Era lo más hermoso que tenías! ¡¿Por qué lo cambiaste sin mi permiso?! —Lágrimas se asoman por sus ojos con horror, es como si estuviera viendo al pecado en persona— ¡Lo quiero como antes!
Me siento anonadada aquí tirada en el suelo, con él llorando furiosamente por mi cabello y su pene chocándome el abdomen.
Sería irrisorio, si no estuviera aterrorizada en este momento claro.
—Tuve que hacerlo, me descubrieron en la casa los policías y Zero me dijo que debía —No puedo terminar de hablar porque Mocka me interrumpe.
—¿Zero? ¿Quién es Zero y por qué hablas con él a mis espaldas? —interroga abruptamente para luego encontrar la respuesta por sí solo—, ¿Es la cosa? ¿Hablaste con el parásito que tienes en tu cabeza? —Vuelve a estallar en ira golpeando la pared junto a mí cabeza— ¡¿Y POR QUÉ TE PARECIÓ BUENA IDEA HACERLE CASO?! ¡TODOS TE VAN A VER CON ESE COLOR AHORA!
Pego un respingo con la respiración acelerada, los ojos me empiezan a llorar solos del temor.
—Lo siento, lo siento es que estaba asustada y no sabía qué hacer y tú no estabas tenía mucho miedo —explico atropellando mis palabras.
—¡NO! ¡TE LO PROHIBO NO VUELVAS A HABLAR CON ESA COSA!
Vuelve a golpear la pared haciendo que me tape los ojos, ahora estoy temblando cuando hunde sus manos en mis cabellos y hace ruidos como de lastima, poco a poco escucho su respiración calmarse hasta que me quita las manos de los ojos para obligarme a verlo.
—Está bien, está bien tiene arreglo, podemos volverlo a pintar y esperar a que crezca de nuevo, esperemos que no atraigas muchas miradas así. —apacigua con la mirada perdida en las hebras de pelo blanco— No vuelvas a escucharla no es lo mejor para ti, es una sucia alimaña que quiere arruinarte, solo yo sé lo que es mejor para ti Arise.
Asiento por inercia, no tengo intenciones de contradecirlo por nada del mundo.
—Disculpa —musito de nuevo sin saber qué más decir.
Él me calla poniendo un dedo en mis labios.
—Tranquila te perdono, lo vamos a solucionar volverás a ser la misma y estarás segura conmigo, no volveré a dejarte lejos.
Entonces hunde la nariz en mi cuello apretando mi cintura con una mano durante unos segundos en los que solo huele mi aroma, se le escapa un gemido bajo que me eriza la piel y no de una forma placentera. Deslizo la mirada hacia abajo detallando su mano moverse sobre su miembro de arriba hasta abajo con rapidez, aún está pegado a mí y siento los movimientos en mi abdomen pero la situación no me genera nada de excitación, en dado caso solo siento una gran inquietud.
Mocka se viene botando todo su líquido sobre la ropa de mi vientre, estoy tan quieta que apenas puedo respirar cuando él se relaja poco a poco dejando un beso en mi cuello.
—Al menos aún hueles a ti.
Mocka se aleja para verme con ojos cansados que tienen una enormes ojeras que antes no estaban ahí, tiene los labios resecos y está un poco más pálido como si no hubiese descansado en estos días.
Entonces lo entiendo, no he sido la única que lo ha pasado mal él también ha pasado por mucho no puedo ni imaginar las cosas que le habrá hecho el ministerio, tal vez estuvo muy estresado intentando ocultarme y estar pendiente de mí sin morir en el intento de mantenerme a salvo.
Debió ser sumamente agotador.
La verdad no siento que ni siquiera pueda culparlo por alterarse de esta manera porque puse en riesgo todo lo que él hizo por mí al dejar que Zero tomara el control parcialmente, fui muy ingenua al confiar en ella ciegamente todo por la curiosidad de descubrir más sobre mí.
Todo en un intento de entender.
Pero no hay nada qué explicar, solo ya no soy humana y la poca vida que tengo realmente no me pertenece, además ahora involucré a un hombre inocente en todo esto para hacerle la vida y la cordura pedazos. Ya más tranquilo, Mocka se abrocha de nuevo el pantalón para seguidamente cargarme en brazos como si no pesara nada y probablemente así sea para él.
Me deja en la cama con delicadeza y busca unas toallitas húmedas en el cajón junto a mi cama, yo no sabía que eso estaba ahí, las usa para limpiarme el abdomen antes de sacar una de mis mudas de ropa del armario en la esquina y al lado mío, aguarda totalmente sereno mientras me cambio sin quitarme la vista de encima aunque me siento incómoda cambiándome frente a él. Se lo concedo por el martirio que debe haber sufrido estos últimos días, tal vez creyó que estaba herida.
Así me duermo hasta el día siguiente, ignorando el movimiento molesto de Zero en mi cabeza al despertar que, aunque está en absoluto silencio, es como un león en su jaula caminando de un lado a otro imponiendo respeto para que nadie olvide su presencia.
No sé decir si es bueno o malo que ya haya aparecido de nuevo.
Pego un pequeño respingo al notar a Mocka viéndome fijamente al costado de la cama, me sonríe y trato de corresponderlo aunque me siento un poco perturbada.
—Ten —Me entrega una bolsa llena de cosas para el cabello—, salí temprano para comprarte el tinte me aseguré de que fuera el color exacto de tu cabello normal, así para cuando vuelva del trabajo todo volverá a ser como antes y no correrás el peligro de llamar la atención.
Veo el tinte con el agua oxigenada sonriéndome irónicamente desde el fondo de la bolsa.
—Está bien, me lo voy a echar muchas gracias.
Su sonrisa se ensancha aún más antes de darse la vuelta y despedirse con la mano en la puerta.
Entonces ya no está, Mocka se ha ido a otra larga jornada laboral en la que juega a ocultarme del mundo.
Sé que está paz en temporal en todo caso, algún día van a desbloquear el teléfono y todo se ira al infierno.
No si haces algo antes.
Cállate, ayer me abandonaste pudieron atraparnos.
¿No has pensado por qué lo hice? Deberías cuestionarte más las cosas, buscar respuestas por ti misma.
¿Por qué simplemente no me lo dices?, siempre insinúas cosas pero no terminas de hablar.
Pero no responde más.
Zero guarda silencio el resto del rato en el que solo pienso en la forma tan drástica en que afectó a la vida de las personas lo sucedido en la noche escarlata, creí que habría un escándalo imposible de manejar pero ahora entiendo que quizás subestimé a las autoridades.
Quiénes gobiernan Ciudad Laika no tienen pensado perder el control y por eso sujetan a todos con una correa demasiado corta, no puedes moverte sin que quede registro.
A menos que estés muerto, como yo ahora.
Podría buscar más pistas o alguna solución mientras Mocka no está, sé que le preocupa que salga pero no puedo quedarme a esperar mientras el tiempo pasa en cualquier momento el hackeo del teléfono que tiene la policía va a dejar de ser efectivo, entonces, ya no habrá cómo ocultarse y la primera cabeza en la mira será la de Mocka.
Y tengo que protegerlo, es lo mínimo que le debo.
Pero encontrar las respuestas ahora es mucho más difícil, cerraron el acceso a todos los espacios públicos además de que ahora hay toque de queda a las 6 de la tarde y cualquiera que se vea al menos un poco sospechoso es detenido por la policía, es imposible husmear en cualquier parte.
A menos... que indague en algún lugar donde yo pueda tener libre acceso sin llamar mucho la atención, Zero parece tener respuestas a mis preguntas que no está muy dispuesta a darme porque creo que intenta hacer que yo misma lo descubra.
Pero, ¿no sería más fácil si ella me lo dijera?
Tal vez no quiere hacerlo por algún motivo y yo no puedo convencerla, pero si hablara con alguien que pueda leer sus gestos, alguien que pueda entrever lo que oculta con solo leer su expresión corporal.
Necesito un psiquiatra, alguien que sepa de estas cosas y pueda manejar la situación, el problema erradica realmente es en cómo consigo a alguien que me ayude porque seguramente tendrá que saber toda la historia para darme un diagnóstico claro y ser realmente de ayuda.
Busco la laptop que Mocka empezó a optar por guardarla junto a mi cama cuando dormía aquí, la enciendo y empiezo a buscar nombres de psiquiatras pero ninguno me parece fácil de abordar porque sus sesiones casi siempre son en hospitales. Quiero a alguien de consultorios privados, alguien que no tenga demasiado personal al qué recurrir si algo pasa o, en dado caso, muchas personas que vayan a morir a manos de Zero si se sale de control.
"Zara Portland Psiquiatra privada"
Investigo su perfil profesional de FacePalm está recién graduada, en sus vídeos se ve que es una chica mayor que yo pero con un estilo de promocionarse bastante jovial y cercano al espectador que no es para nada como uno de esos médicos serios que te pullan el trasero, ella tendrá que ser suficiente. Descubro que atiende cada día excepto los domingos hasta las 4 de la tarde, así que trato de no perder tiempo y me levanto de la cama revisando el armario pero como sospechaba Mocka se deshizo de la ropa que usé ayer, solo hay ropa cómoda y un traje de ejecutiva que es el que he usado las veces que nos hemos infiltrado y tendrá que ser suficiente para parecer una mujer adinerada si quiero sortear a la policía.
Me visto toda de negro con la falda pegada, la camisa de botones negra bajo el blazer del mismo color, tacones de aguja que hacen a mis pies chillar por las ampollas que tengo desde ayer, los lentes de sol y siento que ya me estoy encaminando más a lo que espero.
No tengo como maquillarme así que me resigno a salir así y que sea suficiente, abro la puerta de la habitación dudando una última vez al echarle un vistazo a la bolsa con el tinte color chocolate, pero no puedo perder más tiempo por el bien de Mocka.
Ayer no pude explicarle lo que pasó por lo alterado que estaba pero si lo hubiera hecho estoy segura de que él entendería.
Me voy al final del pasillo y emprendo mi camino hacia la salida secreta segura de mí misma, cruzo las escaleras a oscuras y salgo al callejón donde ya no está el auto viejo de siempre, Mocka dijo que se desharía del vehículo por si acaso para no levantar sospechas.
Ya no tengo auto, así que tengo que caminar hasta la ubicación de la psiquiatra si quiero pasar desapercibida, por suerte queda en el centro de la ciudad y Mocka no vive muy lejos de allí son solo unas cuadras de caminata.
¿Cómo voy a pagar la consulta? Eso sí me preocupa o mejor, ¿cómo le voy a decir a esta mujer que soy la terrorista fallecida de más alto peligro de Ciudad Laika? Mejor aún, ¿cómo haré para que no me delate?
Ni modo, supongo que me tendré que arriesgar.
Avanzo con la cabeza en alto para dar más credibilidad a mi vestimenta, una mujer adinerada no miraría al suelo ni para limpiarse los zapatos. Las personas siguen igual que ayer, todos en sus asuntos con la espalda tensa y la cabeza gacha, se esfuerzan por no resaltar.
Pronto llego a la entrada de un pequeño edificio apachurrado entre dos corporaciones de al menos doce pisos, mientras el edificio pequeño permanece con una decoración victoriana con detalles blanco y base vinotinto los otros dos son de un gris plomo con vidrios polarizados. Resulta refrescante ver al menos una estructura que sale del estereotipo minimalista ejecutivo de la ciudad.
Entro siendo recibida por el hombre que aguarda en la recepción del edificio, no tiene sillas o algo parece solo ser un pequeño conjunto de oficinas que se alquilan.
—¿A quién visita? —pregunta el hombre viejo con lentes de botella.
—Quiero ver a la Srta. Zara Portland.
—Qué raro, la doctora no me indicó que estuviera esperando a alguien —comenta él.
—La vi por internet y me gustó su trabajo, quisiera obtener más información y hablar con ella si tiene tiempo —pronuncio con el pecho afuera, hombros atrás y mentón arriba, todo en mí debería gritar poderío.
—Permítame un segundo.
El hombre llama por el intercomunicador a Zara Portland quién responde con un saludo informal al viejo, noto que se sorprende gratamente con un "no manches, por fin un paciente" y le indica que me deje pasar.
Subo al ascensor que me deja en el piso del consultorio donde me recibe ella.
Tiene un cómodo cardigan color borgoña que va a juego con sus lentes del color de las ciruelas, tiene el cabello rubio ordenado en una coleta desordenada mientras sonríe amablemente con una taza de té en sus manos.
—Buenas tardes es un placer atenderla, ¿quisiera un té de manzanilla? —ofrece extendiéndolo hacia mí.
—Sí, muchas gracias.
Acepto el té mientras la sigo a través de una puerta que nos deja en una habitación con un mueble de esos largos de psicólogo, un escritorio con muchos plumones de colores y una silla de madera iluminada por la luz que entra por la ventana de cortinas blancas.
El ambiente es bastante tranquilo.
—¿En qué le puedo ayudar señorita..?
—Devoir, Danna Devoir —miento con un asentimiento.
Zara se sienta tras el escritorio indicándome que tome asiento en la silla frente a ella con una mano.
—Bien, es un placer Srta. Devoir, quizá ya sepa mi nombre pero soy Zara Portland especialista en Psiquiatría —Extiende una mano de uñas pintadas de un color distinto cada una mientras sonríe.
—Un placer, ví que egresó de la universidad hace un par de meses.
—Sí, aunque no estoy menos calificada que mis colegas para darle un diagnóstico confiable señorita, ¿le puedo llamar Danna? —Espera mi asentimiento para seguir hablando— Genial, no hacen falta tantas formalidades usted también puede llamarme Zara, ¿qué te trae por acá Danna?
Miro al suelo antes de responder, fue un movimiento involuntario pero al subir la mirada sé que ella lo ha notado.
—Quisiera tener una consulta con usted, ahora mismo si tiene tiempo, —Hago una pausa dudosa antes de decidirme a decirlo— es que yo tengo Trastorno de Personalidad Disociativo y en serio necesito ayuda.
Su espalda se endereza tomando mayor seriedad.
—¿Tienes algún diagnóstico previo?
—No, bueno, no lo sé no lo recuerdo —opto por ser sincera subiéndome los lentes de sol.
—¿Sabes cuántos alters tienes?
—¿Alters?
—Sí, me refiero a las identidades, en realidad hay una creencia errónea acerca de que las personas desarrollan varias personalidades, pero un estudio reciente asegura que en realidad es una sola personalidad solo que se fragmenta en varios pedazos. —Me señala el sofá para que me acueste en él— La identidad es como el disco duro de una PC, no puede tener varios instalados pero la memoria de uno puede dividirse y luego volver a unificarse.
—¿Entonces hay una esperanza de cura? —pregunto mientras le hago caso.
Zara arrastra la silla donde yo estaba sentada para colocarla al frente del mueble para verme mientras hablamos.
—No, no la tiene, quizás logremos hacer que todos los alters se integren pero eventualmente podrían volver a generarse otros, en el proceso incluso podríamos perderte a ti como entidad.
—Entonces tendré que vivir con ella el resto de mi vida —musito decaída.
Ella asiente sopesando mi respuesta.
—¿Cuántos alters son? ¿Uno o más?
—Solo uno de momento, creo.
—Danna, ¿qué tanto has tratado con este alter? ¿Es amigable?
Me pone tensa la pronunciación del nombre falso pero trato de recomponerme rápido.
—No lo sé, no sé si confiar en ella porque me ha metido en varios problemas, solo recientemente me he dado la oportunidad de hablar solo un poco con ella pero generalmente logro suprimirla con éxito, trato de que casi nunca tenga el control.
Zara se extraña y se levanta para tomar una tablet de su escritorio donde empieza a escribir algunas notas.
—Interesante, ¿cómo has logrado suprimirla tanto tiempo? Es muy difícil que un alter mantenga el control tanto tiempo del cuerpo a menos que haya un acuerdo mutuo, en ocasiones basta que el anfitrión se duerma para que otro tome el control o simplemente le quitan el poder de pronto.
No sé si decirle sobre el mantra que repito para controlar a Zero, tal vez no sea común y no quiero causar una alarma en ella, pero es necesario ser sincera si quiero que me ayude.
Suspiro.
—Bueno, yo tengo un mantra que digo cada vez que ella quiere tomar el control —le explico viendo hacia el techo.
—¿Cuál es?
—Te frenarás, te atarás, te frenarás, te atarás. Así lo repito hasta que ella se tranquiliza y ya luego pasa un tiempo sin hablarme.
Guarda silencio un segundo analizándome, parece sopesar algo antes de decidir contármelo.
—Me desconcierta mucho lo que me cuentas ¿Sabes?, —comenta pensativa— te explico, en la segunda guerra mundial se optó por crear espías que fueran capaces de engañar perfectamente e incluso sortear el polígrafo que se había creado tan solo un año antes de iniciar la guerra.
—¿Entonces también crearon personas como yo? ¿Cómo?
—Con ayuda de psiquiatras expertos en la materia, —Se encoge de hombros— lo interesante es que la forma de control a los alters era que usaban una frase específica para restringir al individuo soldado y otro conjunto de palabras para hacerlo aparecer, eran como comandos a los que obedecían ambos alters inconscientemente generados al crearles traumas.
—¿Entonces hay una forma de hacer que ella salga?
Asiente.
—¿Cómo es que tu otro alter y tú tienen una dinámica como esa? —interroga con ojo crítico.
Trago saliva antes de mentir.
—No lo sé.
Zara suspira.
—¿Y si mejor dejas de ocultar cosas y me dejas ayudarte como se debe? —Me pongo tensa cuando pronuncia esas palabras viéndome atentamente, escanea mi cuerpo con detenimiento y ya no parece tan amable— Antes mentiste cuando dijiste tu nombre, hay un cambio crucial cada vez que lo digo y acabas de mentirme con la última pregunta, además, cuando preguntaste sobre la guerra dijiste "también" así que deduzco que pasaste por algo parecido.
La veo estupefacta, no me esperaba eso y tampoco esperaba su mirada analítica es como si toda su personalidad cálida se hubiese esfumado, la escogí porque pensé que por no tener experiencia sería más fácil de engañar.
—No sé de qué hablas.
—Si pretendes seguir mintiendo esta sesión no tiene sentido —corta haciendo un ademán hacia la puerta.
La veo por unos segundos en los que me devuelve la mirada aunque tenga los lentes de sol puestos. No sé si decirle eso sería arriesgarme demasiado podría asustarse y luego delatarnos con la policía, seríamos apresadas por el ministerio en un santiamén.
No la dejaría.
Zero gruñe en voz baja en algún rincón de mi cerebro, es lo único que me hace poner todo en una balanza, si me voy ahora estaré de nuevo en casa de Mocka encerrada en un callejón sin salida, si le cuento y resulta creerme obtendré las respuestas que necesito pero si me delata entonces... Zero la va a matar.
Y sé que es terrible, tal vez estoy loca o he perdido un poco de mi humanidad con la desesperación pero no me parece ilógico decirle a Zara lo que ha pasado.
Así que me siento en el mueble poniéndome de frente a ella y me quito los lentes de sol, le dedico una mirada seria para darle su tiempo para reconocerme.
Oh, y sí lo hace.
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