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Episodio 14

El monstruo.


Es imposible.

No hay forma entrar, el perímetro está bien custodiado por guardias armados y un grueso muro de concreto, supongo que aunque Zero podría darles batalla a todos eso terminaría en una masacre que llamaría demasiado la atención, probablemente enviarían refuerzos y en un segundo estaríamos muertas.

Después de todo, no somos súper poderosas solo somos un producto de la ciencia que aún comprender del todo.

Zero no ha pronunciado palabra alguna aunque sus manos siguen conduciendo el auto al rededor de la estructura, probablemente desea tener un estimado de las personas que la resguardan.

Pero por más que mire no puedo evitar sentirme inquieta por ver una propiedad con tal grado de seguridad en la zona alta de Ciudad Laika, se supone que es una zona residencial, viven personas aquí y entre ellas se oculta un terreno con un sistema de defensa que rivaliza con el recinto de la Asamblea Nacional.

No solo eso, me inquieta mucho más el calor extraño que me rasguña las entrañas en un intento por hacerme recordar algo de lo que no tengo idea, hasta se me acelera el corazón, estoy sudando en un parpadeo y antes de darme cuenta el cuerpo me tiembla.

No soy una experta en estas cosas pero probablemente es una crisis de ansiedad, las lágrimas se desbordan de mis ojos picando por donde pasan y el aire se resiste a ser inhalado por mis fosas nasales, todo mi cuerpo se vuelve un caos pero mis manos son las únicas que mantienen el control férreo en el auto como si fueran ajenas al resto de mí y quizás sí lo son por el momento.

Un silbido agudo en mis oídos paraliza mi percepción de la realidad.

Todo se detiene para mí y aunque soy consciente de que es un recuerdo abriéndose paso siento que la melodía angustiante me amenaza con hacerme sangrar los oídos.

Las paredes de ladrillo gris se sobreponen a la realidad decoradas por caras felices dibujadas con sangre vieja, ¿o es nueva? ¿Es mía? Ya no tengo idea, el dolor ha borrado toda capacidad de pensamiento a esas alturas.

Los grilletes de acero oxidado me abren la carne de las muñecas ya dislocadas.

Me duelen los dientes de tanto apretarlos y apenas soy capaz de respirar, el silbido de canto alegre toma protagonismo en todo momento hasta que el sonido del látigo al dividir el aire lo opaca.

Choca contra el manojo de músculos, nervios, arterias y piel desgarrada que es mi espalda.

No grito, ya no puedo gritar más.

El único consuelo que tengo es la voz animada del hombre que canta cada nota jovial con la misma sonrisa que tiene días en su cara, como si no hubiese estado torturándome durante horas hasta hacerme delirar.

"Lina, Lina corre o perderás, tu cabeza rodará y tu destino morirá"

La cabeza me da vueltas como en una confusa niebla, ¿quizás estoy drogada? La lengua me pesa como si fuera ajena a mí pero no como si Zero la estuviera usando, es más cómo si fuera un pellejo inútil.

"Las luces fallan, la luna calla, guardan un silencio ante tu inmensa belleza"

No solo es un entumecimiento, es un descontrol total en mi cabeza entre dos piezas que luchan por mantener el control, azul y rojo luchan por salir a la luz una con temor a ser castigada de nuevo y la otra con el calor de la venganza ardiendo en su centro, soy agua natural llena de esperanzas y el parásito en mis entrañas es el aceite que hace funcionar las máquinas de la guerra, no pueden mezclarse así que una debe estar arriba en la superficie mientras la otra aguarda en el fondo.

Es una lucha constante entre mantener el poder dentro de mí y soportar la tortura.

Y aún no sé si es por el dolor lacerante en mis costillas fracturadas o si es por la ira ciega que siento quemar en la parte trasera de mis párpados, pero sé con certeza que en el momento en que la deje salir ese día habrá una ola masiva de muertes que no podré detener.

"no todas las almas se escapan, no te sorprenderás, si al conocer al hombre malo tu cabeza perderás"

El hombre sigue blandiendo el látigo como si fuera su instrumento musical sin inmutarse si quiera ante mi dolor. Frío, neutral, indiferente y delirante casi instándote a caer en la locura.

No sé por qué el monstruo de mi cabeza está tan molesto, no tengo ninguna idea, nunca habíamos sido amigos pero hoy está particularmente furioso con una sed de sangre que jamás sentí antes y a pesar de que no está hablando sé que a partir de hoy nada volverá a ser igual.

No mostrará nunca más piedad para la humanidad y eso es una muy mala noticia porque es capaz de hacer cosas atroces, lo sé porque las he visto.

Esa cosa es un fenómeno en el que no se puede confiar.

Siento un hilo tirar de mí hacia afuera de mi mente justo a la realidad y al presente, dentro del auto de lujo, las calles pavimentadas, las manos ajenas a mí y los fríos rascacielos de Ciudad Laika.

Devuelta desde la pesadilla de mi pasado más aterradora que he recordado hasta ahora, la desesperanza, la resignación, la angustia y la lucha constante contra Zero sumado al castigo inhumano. Es casi imposible de creer que yo haya estado es una situación tan desesperante y que aún siga viva, cualquier persona se habría matado.

Lo intentaste.

¿Lo hice?

Sí, pero te detuve.

¿Por qué?

Porque aún no he cumplido mi misión, una vez que lo haga lo que te pase no me importa.

Suspiro y asiento con la cabeza sin darme cuenta, veo la ventana apenas procesando la nueva información. A ver, según lo que he investigado sé que mi vida ha sido una mierda, pero creo que hasta ahora no había sido totalmente consciente del calvario que realmente viví.

Y todo para caer en esta situación.

Miro a través de la ventana del auto un poco triste y melancólica, siento que extraño una vida que nunca tuve. Una con una casa cálida en el campo, un jardín de flores silvestres, una hermana pequeña por conocer, un mejor amigo inteligente del cual enamorarme y siendo una chica normal. Una chica que nunca existió.

Tardo en darme cuenta de que ya avanzamos hacia la casa abandonada de Mocka, justo al lugar olvidado donde debería estar escondida del mundo, dónde me aguarda un archivo entero sobre mí y un cadáver sin nombre ni autor.

Estoy a solo unos metros en línea recta de la casa, hay un punto en la distancia en medio del camino parpadeando en rojo y azul que anuncia problemas. Serios problemas.
La respiración se me paraliza al comprender lo que significa la presencia de los policías aquí, probablemente vienen a buscar pistas.

Trato de darle la vuelta al auto antes de que noten mi presencia pero mis manos no responden a mí, empiezo a sudar frío al caer en cuenta que por más que quiero no puedo dar la vuelta ni siquiera sé conducir sin Zero no podría escapar de aquí, van a descubrirnos si seguimos acercándonos y serán policías probablemente armados contra nosotras.

Oye ¿Si estás viendo lo mismo que yo? Vamos directo a una patrulla policial.

Zero respóndeme, tenemos que huir de aquí si nos ven avisarán a los demás y Mocka estará en peligro.

Pero no responde, mi cabeza es un desértico espacio lleno de silencio no hay ni una sola respuesta de su parte es como si se hubiera esfumado, sé que sigue ahí porque mis manos siguen bien sujetas al volante conduciendo con la facilidad de la experiencia.

El vehículo avanza hasta estacionarse justo al lado de la patrulla que a su vez está detrás de otra patrulla que no vimos, justo frente a la entrada de la casa y hay seis policías viendo el carro de último modelo tanto desconcertados como cautelosos. Todo el cuerpo me tiembla excepto las manos al percibir las miradas que, aunque técnicamente están sobre la ventana tintada, en realidad las siento sobre mí.

Veo de reojo como uno de los hombres se tensa antes de acercarse lentamente hasta la ventanilla para golpearla con los nudillos en una clara señal para que baje del auto, trago saliva y mi brazo se mueve contra mi voluntad hasta la manija de la puerta y la abre sin más.

Las miradas se clavan en mi frente como dagas y no tengo más opción que bajarme del carro, siento cómo escanean los tacones de aguja con tan solo ponerlos en el suelo seguidos del resto de mi atuendo, guardan silencio quietos ante mi postura recta.

Estoy esforzándome especialmente en no temblar pero la tensión del ambiente casi podría abrirme la piel de un tajo.

—¿Es esta su propiedad? —interroga el policía y el resto miran atentos.

Trago saliva, no sé qué responder toma todo de mí el solo hecho de no temblar o salir corriendo, una mujer de coleta alta y mirada severa avanza hasta mí desconfiada antes de tenderme un folio de papeles que conozco muy bien, sobretodo porque vienen con mi nombre impreso dentro de él.

—¿Podría explicarnos cómo llegó un archivo de alto secreto gubernamental a su ático y aclararnos también qué conexión tiene con el cadáver que esconde allí?

Estoy dispuesta a responder algo coherente a esa pregunta de la que claramente no hay forma de salir ilesa pero mi mano se vuelve a mover en mi contra, Zero sube la extremidad de nuestro cuerpo en forma de pistola apuntando justo a la frente de la chica y en cuestión de un microsegundo la cabeza de la mujer estalla.

La mató.

Así sin más, sin aviso o sin meditarlo mucho Zero solo la mató.

Hay un solo instante efímero de extrema quietud dónde todos estamos estupefactos, yo me pregunto cómo debería proceder ante esta situación, ellos digieren que su compañera acaba de morir con disparo a quema ropa hecho por una persona sin un arma. Sin un arma, como en los vídeos de seguridad que tomaron en el ministerio el día de la muerte del ministro Magnus.

La conmoción altera mis latidos haciéndome difícil respirar y me empieza a doler la cabeza pero Zero no me da tregua, en dado caso aprovecha la situación.

Los voy a matar.

No Zero, escúchame esto está mal.

Si no vas a ser de ayuda no estorbes.

Al siguiente segundo se desata un campo de batalla del que solo logro captar el sonido de las armas al quitarles el seguro, luego de eso, no hay nada más que oscuridad precedida de un golpe fuerte en mi cerebro como si me sacaran el aire de un puñetazo.

No tengo tiempo de pronunciar palabra cuando me vuelvo nada sumergida en el mar caótico de mi cabeza, me desintegro en partículas que luchan por salir a flote estando en conciencia de que algo malo está sucediendo en la superficie, pero cada pedacito de mí es frágil como la espuma de la olas.

Floto a la deriva durante lo que parece horas, no puedo ver nada ni tengo fuerza en las extremidades hasta que siento que me tiran del pecho y despierto con una respiración profunda.

Tengo el ritmo cardíaco acelerado como cuando despiertas de una pesadilla.

El sol del atardecer me calienta el perfil.

La ligera brisa del ocaso me envuelve secando la sangre fresca sobre mi piel.

El folio que tenía escrito mi nombre está hecho pedazos, ilegible y reducido a un cúmulo de papel rasgado.

Estoy parada en medio del lago de sangre que destilan las víctimas de Zero, pero a diferencia de los del callejón estos no tuvieron un muertes aberrantes ni tan horribles de ver estos fueron acabados limpiamente cada uno por una bala en la cabeza, ni una más.

Me aguanto las ganas de vomitar al recibir la mirada vacía y perdida de uno de los oficiales, ahora la casa abandonada tiene un horrible cuadro de muerte pintada en toda la entrada y los refuerzos llegarán en pocas horas cuando noten que un grupo de seis personas está desaparecido.

Tengo que irme de aquí, tengo que huir lejos.

Mocka tenía razón debí esconderme, tuve que no llamar la atención debí hacer cualquier otra cosa pero no hacerle caso a Zero.

Ella no es confiable.

Me subo al auto con las manos temblorosas y el sudor frío escurriéndose por mi piel, lágrimas gruesas me pican los ojos en medio de la desesperación. Sé que tengo que arrancar el carro, sé que tengo que irme lejos antes de que me atrapen pero ¿Cómo puedo hacer como si nada hubiera pasado?

¿Cómo te acostumbras al horror?

Adaptarte a eso es perder una parte de tu humanidad y ya a mí me queda muy poca, justo ahora no sé qué parte de mí es de hueso y cuál es plástico, no tengo idea de qué tanto cambió Oasis de mí o si podría recuperarlo.

Temblando trato de arrancar el auto pero no sé cómo, tampoco sé manejar ni hacer ese truco extraño de correr súper rápido realmente sin ayuda no hay mucho que pueda hacer en esta situación.

Respiro cada vez más rápido a pesar de que cada vez también menos aire pasa por mis pulmones pero es como si estuviera en shock, no puedo huir, no puedo revivir a estas personas, no puedo hacer entrar en razón a Zero, estoy atrapada con esa cosa, no puedo volver tiempo atrás ni explicarle al mundo que no quiero ser mala que en serio trato de ser una chica normal.

Solo quiero paz, es lo único que pido.

Tomo una respiración profunda para calmarme un poco antes de encender el auto, antes cuando me tocó venirme sola desde la casa de Mocka Zero condujo por mí como hoy pero esa vez tuve el tiempo para fijarme en cómo hacía los cambios de velocidades y cuando presionaba cada pedal, no es como si entendiera mucho realmente pero supongo que al menos sé lo básico.

La única ventaja de esconderme tan lejos del centro de la ciudad ahora es que tengo un largo camino con curvas y rectas para practicar antes de llegar allá y estacionarme en algún lugar desde donde dejar el carro para poderme ir caminando hasta la casa de Mocka.

Enciendo el vehículo, muevo la palanca de cambios, piso el pedal y entonces avanza por la calle en un ritmo entrecortado en el que me tiembla el cuerpo, piso a fondo el acelerador haciendo que el auto me de un latigazo de fuerza con la aceleración. Por suerte no es un sincrónico de lo contrario tendría demasiados problemas. Avanzo por la calle en una línea dispareja sin dejar de llorar porque tengo demasiado miedo de que me atrapen por lo que hizo Zero, para ser tan calculadora no pensó en las consecuencias solo hirió personas sin saber si podríamos haber llegado a algún punto beneficioso sin tener que matarlos, ahora tengo que resolver todo el desastre sola.

Tengo que lidiar con mi corazón acelerado mientras el auto se va de lado, cuando me voy hacia al frente por dar frenazos repentinos o cuando la frustración me gana y empiezo a llorar entonces tengo que detenerme un segundo para tomar fuerzas.

Hago todo lo que puedo hasta que al menos puedo conducir un poco más estable pero los temblores de mi cuerpo no se calman, los dientes me castañean como si el invierno me soplara en las costillas aunque sé que solamente es el efecto de mi paranoia creciente.

Las edificaciones cada vez son más recurrentes indicándome que estoy acercándome a las zonas industriales de Ciudad Laika, las personas esporádicamente se ven por aquí pero aún así cada transeúnte que me cruzo se queda mirando fijamente el carro último modelo, debo apestar a dinero de cuna para todo el que me vea.

Estaciono el auto en la acera donde menos gente veo caminar y me alejo caminando rápido sin mirar atrás, siento que ahora cada persona con la que me cruzo me inspecciona la ropa de diseñador de arriba abajo con cierto asombro. Ahora ya no parece tan buena idea tener ropa tan llamativa, menos si busco pasar desapercibida hasta llegar a casa de Mocka.

Trato de no fijarme en eso mientras me subo los lentes de sol en lo alto de la nariz para ocultar mis ojos rojos, ahora más que nunca debo parecer lo más serena posible para no llamar la atención. Para eso trato de calmarme con respiraciones lentas que alivien mi alteración, siento que el aire fluye mejor por mis pulmones aunque dejar de llorar es lo que me toma más esfuerzo y sin embargo a los minutos lo consigo.

Y solo entonces lo noto.

Los policías pasan entre las personas en grupos de tres cada cierto tiempo y detienen a quien le parezca sospechoso, la tensión en las calles se respira como una filosa daga cortándolo todo a su paso, todos miran al suelo realmente nadie detiene sus ojos en mi atuendo o algo en realidad parecen lo suficientemente intimidados como para querer llegar rápido a sus destinos.

No hay sonrisas ni niños en la calle, incluso los colores parecen desteñidos.

Paso horas caminando, los oficiales no me detienen ni una vez en dado caso solo ven mi ropa cara y es suficiente para estar libre de toda sospecha, no sé si eso me indigna o me alivia en este momento pero al parecer tal vez Zero sí tomó una buena decisión.

Es intimidante el cambio tan notorio en el comportamiento de la población, antes Ciudad Laika no era un lugar de sueños y esperanza pero ahora sin duda alguna es más cercano a un pozo de hormigas obreras reinadas por el miedo. Un dictadura. Me duelen los pies y puede que ya tenga ampollas sangrantes en ellos pero no me detengo hasta llegar a la casa de Mocka.

Opto por entrar por la parte de atrás, la salida secreta que queda a dos casas de la de Mocka y desemboca en un callejón, según mi experiencia nunca está cerrada con llave para casos de emergencia así que ahora también debería estar abierta. Entro al espacio reducido entre dos edificios que como siempre está lleno de basura, la puerta esta oculta detrás de una lámina de metal y arriba dificulta la vista al cielo las cuerdas con la ropa recién la lavada de las personas.

Casi siento nostalgia, ha pasado un mes desde que estuve aquí.

Tomo una respiración antes de entrar por el pasillo oscuro que he recorrido ya dos veces y ya conozco, subo las escaleras apoyándome de la pared paso por paso para no caerme pero me duelen los pies y los zapatos me están destrozando del dolor, mantener el equilibrio ya es difícil así que termino por tropezarme y caigo contra una de las paredes.

El estruendo suena cuando choco pero no es el dolor creciente en mi cabeza el que me extraña, no, es el sonido hueco que hace la pared. Miro a mi izquierda aunque todo esté oscuro, levanto el puño lentamente y toco la pared que vuelve a sonar hueco. Intento comparar el sonido la pared de enfrente y no, es diferente como más plano.

Mi cabeza recuerda el cadáver en la casa abandonada con cierta alarma, la salida secreta de Mocka, el que tenga dos autos siendo un simple mensajero del ministerio y todo parece raro, me oculta demasiadas cosas y justo ahora me doy cuenta de que en realidad no lo conozco de nada, no sé el contexto de su vida antes de conocerme solo sé que estuvo en el mismo orfanato que yo pero nada más.

Lo único que me alivia, es que si quisiera hacerme daño lo habría hecho hace mucho, cuando no tenía recuerdos y Zero se mantenía callada o ¿Estaría ella inconsciente? ¿Eso se puede?

Como sea, por ahora solo hay un lugar al que pueda ir y es arriba con el chico de los ojos color menta, porque tampoco puedo negar que a pesar de lo que oculta ha sido mi refugio.

Termino mi recorrido por el pasillo siguiente hasta subir otras escaleras verticales y destapar las baldosas del sótano, asomo la cabeza sintiendo mis ojos quejarse por el cambio de luz de inmediato, termino de subir y noto que la puerta de mi habitación usual está abierta, no hay forma alguna de confundirla siquiera es la única aquí.

¿Mocka no la dejaría abierta o sí?

Avanzo cautelosamente en silencio, no sé si podría defenderme en caso de que algo pase, se supone que soy una máquina militar ultra peligrosa pero ciertamente no sé usarme a mí misma y Zero lleva mucho rato callada.

Puede ser que me asesinen, hay una alta probabilidad realmente.

Pero sigo avanzando, impulsada por la curiosidad porque también necesito saber si Mocka está bien, si el hackeo temporal de Zero sí fue efectivo o si la policía nos descubrió.

Escucho una respiración agitada justo cuando estoy por cruzar el marco de la puerta, es muy fuerte y es de un hombre lo que me hace fruncir el ceño, asomo la cabeza para ver dentro de la habitación que parece estar en perfecto estado aunque en el medio resalta la figura enorme de Mocka sentada en la cama.

Tiene los pantalones abajo.

Está haciéndose una paja con lo que reconozco como mi ropa interior en una mano y una camiseta mía en la otra, tiene la nariz enterrada en la camisera mientras inhala profundamente el olor del sudor.

Doy un paso atrás sin saber cómo sentirme pero definitivamente esto no me parece halagador, en todo caso es sumamente inquietante.

¿Es una aberración?

Antes nos besamos supongo que es normal sentir atracción sexual hacia una persona que te gusta, que quieras estar cerca de ella.

¿Esto es normal?

Vuelvo a olvidar que tengo tacones, me tropiezo y me caigo sobre mí trasero con un fuerte estruendo, Mocka pega un respingo antes de mirarme.

Y no se ve avergonzado ni con remordimiento, no, está muy molesto.

Furioso como un monstruo.

Iracundo como a punto de volverse completamente animal.

¿Esto es normal?


Ajá perras, ahora sí empieza lo interesante >:D

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