Episodio 13
La dirección.
Tengo la boca seca para cuando decido bajar del desván impulsada únicamente porque tengo que cumplir el trato con Zero o sino quién sabe de qué sería capaz, como matar a Mocka por ejemplo, aún no conozco sus límites o lo que la motiva pero ¿Eso importa?, no existe justificación para el homicidio.
No obstante, si debo ser sincera estoy agotada tanto física como mentalmente me siento en un torbellino de sucesos que me succiona hacia sus mares apretándome los pulmones hasta no respirar. Aunque nada de eso significa que puedo darme el tiempo de sentarme a digerir mi realidad, tengo que actuar antes de que mi cabeza ruede hasta el frente del ministerio, me siento impotente como nunca.
Estoy llena de tierra desde los pies hasta cada hebra capilar, si quiero ir a la ciudad a investigar lo que sea que Zero quiere que investigue necesitaré estar al menos limpia aunque mi ropa sucia diga lo contrario.
Supongo que tendré que buscar un cambio de ropa en algún lado, además de una peluca o algo que oculte mi identidad porque supongo que los policías se habrán llevado mis cosas junto al teléfono, ahora todo es evidencia policial.
Desciendo las escaleras hasta el piso de abajo y me limpio la piel en el baño todo lo que puedo en poco tiempo, aún me sorprende que sirvan las tuberías de la casa aunque si tuviera que ponerlas en una lista de las cosas más extrañas seguramente el cuerpo escondido en el ático estaría encabezando.
Me pone muy nerviosa porque no tengo idea de cómo llegó ahí, pero hace alrededor de 4 meses que conozco a Mocka y ese cuerpo supongo que tendrá máximo un mes y medio ahí tirado. Creo que hay posibilidades de que alguien haya estado entrando y saliendo mientras nosotros no estamos.
Tengo la duda sobre ir a avisarle a Mocka de lo que ha sucedido y luego juntos ir a la dirección que indica Zero, pero ella misma dijo que el bloqueo del teléfono iba a ser algo momentáneo así podríamos ser descubiertos en cualquier momento y conociendo a Mocka probablemente querrá que esperemos hasta armar un plan. No hay tiempo y no quiero seguir poniéndolo en riesgo, antes casi muere por mi culpa y aunque no lo diga sé que ya no me ve de la misma forma me tiene miedo porque tengo a Zero. No lo culpo, la verdad ni yo misma estoy segura de poder frenarla en caso de que quiera matarlo a él.
No, estoy segura de que no podría, el día de la masacre escarlata ella usó mi cansancio mental en mi contra para dejarme inconsciente fácilmente.
Salgo del baño hacia la puerta de la casa echando un vistazo entre las tablas que tapizan las ventanas, no hay nadie afuera vigilando. Ahora no solo está el hecho de que no tengo un disfraz con el qué ocultarme, además tampoco tengo un transporte no puedo atravesar a pie los kilómetros que me separan del centro de Ciudad Laika.
Necesitaré ayuda para eso.
—No puede ser que tenga que hacer esto de nuevo, —me quejo en voz baja con la esperanza de que no me escuche, pero es imposible está adentro de mí— Zero, necesito ayuda otra vez.
Un prolongado silencio en mi cabeza me hace pensar que está renuente, hasta que su voz más profunda que la mía suspira en mi cabeza.
Bien, supongo que tengo que empujarte en esto porque si te dejo sola nos dejarías morir a los dos.
Casi estoy indignada pero como soy consciente de que tiene cierta razón y me va a ayudar prefiero callarme.
Mis piernas se mueven solas saliendo de la casa hacia la parte de atrás justo donde el terreno se funde con la reserva forestal, tengo los pies descalzos mientras se hunden en la tierra y los veo expectante, las pantorrillas se me ensanchan haciéndome sentir como si algo estuviera moviéndose adentro de ellas.
¿Qué es eso?
Es un resorte industrial a tamaño compacto está incrustado dentro del armazón de titanio entre músculos, cables y nervios.
¿Cómo nunca lo sentí antes?
Estamos hechas para pasar desaparecidas tanto como sea posible.
De pronto algo empuja en el piso con gran potencia desde mis pantorrillas disparándome hacia adelante, siento el viento abrirse ante mi camino mientras corro por el bosque esquivando árbol tras árbol con una velocidad que podría ser similar a la de un carro. El paisaje a mis costados se vuelve un borrón difuso de manchas verdes y marrones ocasionando que apenas pueda visualizar lo que hay frente a mí, polvo se levanta con cada paso que doy en los que siento bastante extraño correr a esta velocidad, es ajeno a cualquier experiencia anterior que haya tenido incluso en sueños o algún recuerdo, como si nunca lo hubiera hecho.
¿Pero si tengo tanto tiempo viviendo en este cuerpo no habría tenido algún atizbo de las cosas que yo podía hacer? ¿No intenté nunca usarlas a mi favor? ¿No tendría al menos un recuerdo intrínseco de aquello?
No, el proyecto Zero siempre fue un secreto para ti.
¿Por qué?
Zero me ignora durante todo el trayecto que avanzamos hasta Ciudad Laika, voy notando como los árboles progresivamente empiezan a ser reemplazados por casas y edificios de un sobrio tono gris, Zero reduce la aceleración a medida que vamos avanzando con la intención de mezclarnos entre la gente y parecer normales, ser otro transeúnte sumergido en el estrés de los últimos acontecimientos que azotan a esta ciudad en el último mes.
Vuelvo a tener el control sobre mis pies antes de darme cuenta mientras trato de continuar el paso y peinarme el cabello hacia adelante para ocultar mi cara, estoy muy nerviosa si alguien llega a voltear por accidente hacia la chica llena de mugre que camina a su lado en la acera me reconocerán.
A veces eres demasiado inútil, mira hacia abajo y actúa normal Arise.
La voz meticulosa de Zero ocupa mi mente dando órdenes, es como escuchar la voz fría de Alexa hablarte dentro de la cabeza solo que con un tinte más hostil, me lamo los labios antes de obedecer y necesito un poco de autocontrol para analizar la situación y preguntarle solo una cosa entre todas las interrogantes que me causan curiosidad.
Tenemos que conseguir ropa de alguna forma, ¿no podrías como hipnotizar a alguien y quitársela? ¿O solo robarla y borrarle la memoria?
Lo que propones resulta irreal e inútil, es irrisorio para la ciencia.
¿Qué puedes hacer entonces?
Otra vez no responde prefiere usar mi cuerpo para demostrar su punto y empiezo a entender que quizás no es muy conversadora. Mi cabeza se abstrae en sí misma, el tiempo se realentiza ante mis ojos y de nuevo es como si estuviera en un mundo nuevo dentro de mi cabeza, algo que solo puedo percibir a través de mi mirada.
Veo a una persona aleatoriamente, entonces aparece un cuadrado blanco alrededor de su cara como escaneando cada surco, luego aparecen millones de imágenes en pocos segundos como antes, biología, física, entretenimiento, facebook e incontables cosas más que por alguna razón mi cerebro puede procesar a pesar de la gran velocidad en la que cambian, es ahí cuando entiendo lo que es aquello: un navegador.
Es un navegador de internet, hay un servidor incrustado en mi cerebro literalmente.
Antes de siquiera entenderlo aparece el nombre de esa persona y su cuenta bancaria en la que relucen solo 30 taels.
No.
Al parecer a Zero le parece muy poco porque entonces pasamos al siguiente individuo y así sucesivamente hasta que encontramos a uno con una suma bastante jugosa en su cuenta bancaria, por suerte no soy una ladrona y espero que Zero tampoco porque la cantidad que hay en esa cuenta podría ser una tentación para cualquiera. Bueno, para ser sincera, ni siquiera sé hasta dónde llegan los límites morales de Zero o si los tiene así que prefiero preguntar para poder estar preparada a lo que sea que vaya a hacer.
¿Vamos a robarlo?
No, eso dejaría un rastro, además no tienes tarjeta de débito Arise.
Cierto, ¿entonces que haremos?
No vuelve a responder y ya me estoy acostumbrando a su comportamiento desinteresado. De pronto ante mis ojos vuelven a presentarse imágenes de un historial de búsquedas, luego páginas pornográficas, luego un hackeo de alguna cuenta de usuario que al inicio no entiendo pero luego parece tener mucho sentido lo que Zero busca.
Quiere algo sucio con qué chantajear a este hombre, algo que lo haga darnos lo que sea que pidamos con tal de que no salga a la luz, no es algo que considere ético exactamente pero no creo que Zero escuche mis quejas en este momento.
Consigue lo que quiere al revisar su cuenta en una página de llamadas calientes, en su buzón de e-mails hay un número y una conversación comprometedora con una de las chicas de la página, según lo poco que leemos no solo la ha visitado sino que ahora está embarazada.
Ah, también tiene un matrimonio de diez años con otra mujer.
Casi puedo sentir la sonrisa satisfecha de Zero en mi sien, no sé cómo explicarlo, no es como si tuviera una forma física o algo es solo una sensación, una certeza.
Vas a caminar hacia él, le dirás que si no quiere que la información que estamos enviando a su teléfono se haga pública entonces nos hará el favor de comprar algunas cosas.
Pero me va a reconocer.
Claro, es un riesgo activo pero los humanos son emocionales y egoístas, bajo temor y coacción solo actúan según su supervivencia, no nos delatará solo háblale con seguridad en todo momento.
No sé si pueda, estoy muy nerviosa.
¿Prefieres que lo haga yo?
No, quién sabe qué hagas no confío en ti.
Entonces cállate.
Camino lentamente hasta un señor de gabardina beige que está sentado adentro de un café en una de las mesas junto a la vidriera, está tomándose un café mientras entro al recinto con la cabeza baja y sentádome en la silla frente a él. Su cara de sobresalto dura apenas un segundo antes de que una mueca arrogante la reemplace.
—La mesa está ocupada, ¿es ciega?
Aprieto los puños con la esperanza de ocultar los nervios justo antes de alzar la barbilla en un gesto que pretende ser intimidante.
Le bastan dos segundos de desconcierto para analizarme y reconocerme para que su inquietud sea presente, su postura y su actitud cambian drásticamente pasando a ser una presa, me hace sentir culpable tanto que por un momento dudo.
¿Se merece algo así? Quizá no sea una mala persona.
No dudes, es solo un daño colateral por el bien de la misión.
No estoy segura realmente de que eso sea una justificación, pero supongo que tampoco tenemos opción.
—Revise su teléfono —le ordeno con el cuerpo rígido.
Él me obedece sin chistar, está pálido como la piel de un cadáver diseccionado, es como si estuviera viendo a un fantasma y no uno cualquiera, sino la aparición del mismísimo Jack el destripador ante sus ojos.
Se queda petrificado al ver todas las fotos, screenshots y mensajes que evidencian su secreto, su mundo se paraliza en un instante y ahora solo sus manos tiemblan ante la conmoción mientras desliza lentamente sus ojos a los míos.
—¿Qué quiere de mí?
Suspiro resignada, con esa sola reacción siento ganas de dejar esto así e irme, estoy dudando cuando mi lengua se mueve por mí sin poder controlarla.
—Quiero que compre algunas cosas por mí Sr. Andrews, si no entonces haré llegar estas imágenes a su esposa y se efectuará una denuncia oficial en el cuerpo policial por ser consumidor consciente de una red de servicios sexuales ilegal. —Mi voz es más profunda y grave, con un tono tan frío y metódico que si tuviera alguna duda con eso ya habría sabido que es Zero haciendo de las suyas— Lo cual, por si no está en su conocimiento, puede acarrear una condena de al menos 3 años en prisión que podría agravarse si se enteran de que la prostituta en cuestión era una menor de edad, lo cuál sería un infortunio si alguien llegase a facilitarle dicha información a las autoridades.
Para cuando termina su discurso estoy impresionada, el tipo está al borde de un ataque de pánico y ella se limita a permanecer oculta en la oscuridad de mi mente.
No puedo creer que acaba de hacer esto.
—Bien, lo haré podemos llegar a un acuerdo no es necesario que lo compartas con nadie más, solo haré lo que pidas —dice las palabras atropelladas a una velocidad histérica— ¿Quieres dinero? Yo tengo mucho, yo te lo doy pero no se lo envíes a la policía ni siquiera diré que estás viva.
Trago saliva, sigo tentativa sobre si continuar pero según lo que veo Zero no va a dejarme salirme de esta tan fácilmente.
Vayan a un hotel.
—Bien, me vas a llevar a un hotel y pagarás la habitación —repito las órdenes de Zero.
El hombre se levanta dejando un puñado de billetes en la mesa sin ver qué cantidad, lo sigo de cerca mientras guía nuestro avance hasta un hotel de lujo a dos cuadras. El vestíbulo es de mármol pulido color crema que combinan con el papel tapiz de diseño intrincado color oro, hay candelabros dorados al igual que todas las decoraciones y los empleados visten con impolutos trajes negros.
Casi abro la boca del asombro, tengo que recordarme que en realidad estoy aquí extorsionando a un hombre y no de vacaciones.
Él se encarga de pedir una habitación a la chica del vestíbulo mientras yo mantengo la barbilla derecha hacia el suelo, espero que le entreguen las llaves para dirigirnos a dónde nos indicaron y al llegar viendo la habitación de lujo con el aire acondicionado, la televisión enorme, la cama del doble de mi tamaño y mullida cae sobre mí todo el peso de mi cansancio emocional e incluso físico.
Tengo muchas ganas de dormir, acabo de recordar que ayer no dormí ni he comido nada.
—Listo, ¿esto es todo lo que querías? —tartamudea sudando— ¿Ya me puedo ir?
—No, —niego viendo por la ventana hacia la vista panorámica de Ciudad Laika, estamos en uno de los pisos más altos— necesito que compres algunas cosas y las hagas traer aquí por delivery.
—Claro no hay problema, las que quieras solo no le digas a mi esposa lo que sabes —Asiente erráticamente.
—Quiero que me compres ropa, —ordeno— y trae comida —añado.
Él se pone en marcha en seguida sacando su teléfono para ordenarle a su asistente personal que vaya a comprar cualquier muda de ropa al centro comercial y pide servicio a la habitación.
Aclárale que debe ser ropa cara que sea muy fina y elegante, vamos a un barrio industrial muy lujoso.
Trago saliva antes de comunicar las directivas de Zero al pie de la letra mientras me las va pidiendo, en pocos minutos llega el personal del hotel para dejar algo para comer que degusto con muchas ganas mientras espero. Así una hora y media después tenemos a la asistente del señor tocando la puerta con una muda de ropa nueva, tintes para el cabello, un par de zapatos y el auto más lujoso que el hombre nos podría ofrecer esperándonos en la salida del hotel.
La mujer se va y entro en el baño para aplicarme el tinte blanco no sin antes dedicarle una explícita amenaza protocolar al hombre de parte de Zero, una vez adentro lo obliga a sentarse en un lado viendo hacia la pared mientras yo estoy sin saber exactamente como se debe hacer correctamente una decoloración de cabello, finalmente nos basta usar el chip cerebral para buscar en internet la información necesaria y no hacer un desastre.
¿Por qué tiene que ser blanco? ¿No sería más llamativo? Lo más lógico sería ponerlo de un color que se mezcle entre la multitud.
Sí, es lo más lógico, por eso no van a esperar que tengamos el cabello de un color llamativo, sería como ponernos una diana que atraiga las miradas de los transeúntes pero a la vez es lo que nos descarta.
Nunca tomas ninguna decisión a la ligera ¿No?
Cada paso debe ser analizado por el bien de la misión.
Acepto sus argumentos aplicando el nuevo color níveo y cortándolo hasta los hombros, me enfundo en el nuevo vestido de seda azul eléctrico con un discreto escote que grita elegancia, alta costura y dinero, me pinto los labios color vino que resaltan mucho más con el sombrero de ala recta negro, con los lentes de sol y tacones de aguja del mismo color.
Al verme en el espejo es como encontrar a otra persona totalmente distinta, ya no está la chica andrajosa con miedo a sí misma sino una mujer fuerte e influyente, lastimosamente dentro de mí aún falta mucha de esa confianza que proyecta este atuendo.
El tipo me da las llaves del auto que casi me deja boquiabierta al verlo estacionado justo en la entrada, no sabría decir qué modelo es porque no sé de carros pero sé que probablemente debe valer más de lo podría cobrar Mocka en un siglo.
Me subo al vehículo dudando si debería hacerle una última advertencia a la víctima de Zero o simplemente irme.
No vayas a decir nada solo despídete con una sonrisa, nadie creerá lo que él diga porque nos dió ropa y un auto sin poner ninguna resistencia visible.
Trago saliva antes de seguir sus indicaciones un poco perturbada, Zero es terroríficamente calculadora y siempre tiene todo bajo control es como si analizara todo en un gigante tablero de ajedrez del que no soy más que un peón más.
Y tengo miedo, miedo de estar cayendo quizás en una trampa porque siendo tan analítica como está demostrando podría engañarme fácilmente para hacer lo que ella quiera, de cualquier forma mi recelo acerca de su existencia no es un secreto para ella después de todo vive en mi cabeza.
Arranco el auto pero al igual que antes manejar no es una habilidad que yo haya dominado alguna vez así que Zero toma control de mis manos para guiarnos, avanzamos calle tras calle llamando la atención de los transeúntes y de las patrullas pero mientras detienen a otros para hacerles un chequeo le basta darle una mirada al auto para dejarme ir.
Llegamos a un punto en que hay un puesto de control justo antes de entrar a la Av. Morales en la que los autos se detienen brevemente para que los guardias les hagan una revisión, excepto los coches que se ven extremadamente caros, a esos solo se molestan en darle una mirada superficial al conductor y ya.
No sabría describir cuán clasista me parece eso.
El paisaje progresivamente va cambiando, pasan de ser edificios de zona comercial a casas enormes de lujo y fábricas aún más grandes, haciendo que la separación entre cada establecimiento sea cada vez mayor con la enorme cantidad de terreno que pertenece a cada propiedad. Es un sitio solitario, hay pocas personas tal vez incluso solo un puñado de ellas caminan por las calles con sus trajes remilgados, ya nadie presta atención a mi auto robado les parecerá normal supongo.
Hasta que finalmente estamos aquí, en la Av. Morales, calle 13 en los almacenes Nueva Savage.
Es enorme como el resto de fábricas del lugar pero no es ni de cerca la más grande, tiene dos pisos únicamente con vidrios polarizados pero lo que sí difiere de todas las demás en gran medida es en la cantidad desbordante de guardias que la atestan, el muro de cemento que delimita la propiedad está coronado por un cerco eléctrico con un guardia armado y postrado a cada medio metro de distancia. Solo una puerta de hierro negra en todo el perímetro.
Solo una entrada y solo una salida.
Y sin una sola forma de entrar sin que hayan muertes.
Va a ser más complicado de lo previsto.
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