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«Papá, Mamá. En las noches no logro conciliar el sueño sin antes ver la imagen de sus rostros. Quiero volver con ustedes. Quiero pasar un momento más con ustedes»
Me levanté de la cama. El cartero, como todos los viernes, tocó la puerta de mi casa y pasó por debajo de ella unos sobres. Entre ellos se distinguía uno con aroma a viejo y muy arrugado. Este me llamó la atención.
Dejé sobre la mesada aquellas cartas. Todas boletas a pagar de la luz, el gas, el agua, etcétera. Sin embargo, el sobre arrugado lo dejé a parte, a pesar de no haber leído su providencia ni tampoco el receptor, lo guardé en mi mochila y salí a tomar el bus.
Llegué a la escuela. Varias personas pasaron por la entrada de rejas negras junto a mi.
_¡Aquí!_ Daniel agitaba su mano de un lado a otro para que yo lo viese.
_Dani ¿Todo bien? ¿Qué querías con el mensaje de anoche?_ Dije risueña ya que su mensaje anterior me tomó por sorpresa.
_Esta noche. Tu, yo y la fiesta de la vida. ¿Te va?_ Él sonríe ampliamente mientras que yo miro a sus amigos sentados en la orilla de la fuente que daba entrada al colegio.
_Ehh, no se Dani. Yo... No quería venir_ Miro bajando la cabeza.
_Bueeno_ arrastra la 'e' _Si no quieres no vengas. Yo solo decía para que salieras un poco. Ahh_ Suspira agarrandome del brazo y tirando hacia donde sus amigos _Es que nunca sales_
Lo pensé un poco. Me haría bien salir _Está bien. Voy a ir_
_¿Lo dices en cerio?_ Me suelta y me mira sorprendido.
_Sii_ Sonrío yo.
_¡Perfecto! Pasaré por ti a las nueve, entonces_ Muestra sus dientes en señal de sonrisa.
_Okey_ Le devuelvo la mirada feliz.
Sus amigos estaban apoyados contra la fuente. Los cuatro chicos me miraban carcomiendome de pies a cabeza. Me trataban de loca, creían que yo había matado a mis padres. Pero, no. Nunca me aceptaron, solo me dejaron estar en su grupo ya que era amiga de Daniel.
Emiliano, Matias, Paulo y Gabriel vestían camisetas negras y pantalones de jean ajustados. Todos con rostro de chicos malos. Él único que no parecía ser del grupo era mi amigo. Siempre vestía con camisas de colores y pantalones negros, pero no tan ajustados como ellos.
_Enana mal peinada ¿Todo bien?_ Dice Matias mientras se adelanta hacia mi para darme la mano.
_Bien se podría decir si no estuviesen ustedes aquí_ Digo seria.
_Que raro vos tratandonos así_ Dice Paulo de brazos cruzados y enojado. Yo solo río ante lo dicho.
_Rata de dos patas ¿Le dijiste que si a tu noviecito con lo de la fiesta?_ Me pregunta Emiliano.
_No te incumbe_ Río otra vez. _Dani, mejor me voy a clases. No me van las amistades descerebradas_ Doy media vuelta y camino hacia el salón de clases dentro del colegio.
Llego temprano a la clase de Aritmética. Con tan solo diez minutos de sobra puedo tomar el banco de en medio.
_¿Le dijo que si?_ escucho que susurran por detrás mío. Era Chloé, como siempre, ella iba detrás de Daniel y quería toda su atención.
Lo que no ayudaba mucho era que él no se fijaba en gente descerebrada. Además de que tiene mala fama de utilizar a las chicas para hacer sus tareas. Conmigo no es así. Nunca me pidió ayuda en deberes del secundario. Siempre me dijo que conmigo quería algo más sincero y durarero. Por eso mismo sus amigos no me quieren.
«El mundo no es lo mismo cuando uno está solo. A pesar de que alguien te quiere, al menos una persona; uno mentalmente está solo y vacío. La vida no es lo mismo sin sentimientos puros»
Eran las ocho de la noche. Había terminado de bañarme, la rop que llevaba puesta era bastante incómoda para mi gusto. Pero sería más incómodo abdar de jeans y zapatillas en una fiesta siendo que otras chicas van con vestido.
Terminé de colocarme los zapatos con pequeños tacos. Miré mi imagen en el reflejo del gran espejo de mi habitación. Caray, si mis padres.... No, debo dejar de pensar en mis padres.
El vestido blanco hasta las rodillas me quedaba perfecto. Mi cabello no estaba recogido como lo suelo llevar cuando salgo. Dejé que mi pelo se secara y me pasé la plachita. Todavía faltaba media hora para que Daniel viniera por mi.
Tomé asiento en el sillón de la sala. Cuando pienso en que puedo hacer durante la espera, recuerdo la carta. Me levanto y busco mi mochila. Saco la carta y vuelvo hacia el sillón.
La fecha era de hace cinco años. Justo unos meses antes de que mi padre muriera. Para sorpresa mía la dirección del receptor era mi casa. El nombre que tenía era de mi padre. Abro de inmediato el sobre y comienzo a leer.
Hija mía:
Cuando recibas esta carta de seguro estaré muerto. Pero, se que vas a ser lo suficientemente madura como para entender lo que te voy a decir ahora.
La vida es dura. No todo es como uno quiere. Como verás no todo lo que tienes cayó del cielo. La vida en si te pone muchas pruebas las cuales en algunas no estamos listos por afrontar. Sabes, yo no ganaba lo que ganaba por ser un simple abogado. Tuve que hacer un montón de otras cosas las cuales me arrepiento de haber hecho para poder darte lo mejor. Mi vida era una miseria antes de ti y tu mamá. Se que ella tampoco estará a tu lado para leer esto, estas personas a las cuales me hicieron algunos favores en mis peores momentos me buscan, estoy seguro de que no se las agarraran conmigo sino que con ustedes. Es lo peor que le puedes hacer a un hombre, quitarle lo que más ama.
Sabes, en estos momentos estoy muriendo. Mi vida pronto acabará. Veo que eres una jovencita muy estudiosa e inteligente. Tienes un gran futuro por delante. Solo sigue mi consejo, no te metas en situaciones las cuales te arrepientas de hacer más tarde.
Te ama, Papá.
Mis pensamientos daban miles de vueltas ¿Qué habrá hecho mi padre para pagarla tan caro?. Culpa de él mi madre estaba muerta. Y yo ¿Cuando llegaría mi fin? ¿Por qué me mandaba esto ahora?. Porque no mejor me dejaba una vida tranquila. Ahora el miedo corre por cada vena de mi cuerpo. ¿Y si estas personas quieren venir ahora? ¿Si es un aviso para que huya?.
Un trueno sonó haciendo que el ruido retumbe por toda la casa. Se iba a largar a llover otra vez.
Escuche el timbre de mi casa. Asomé la cabeza entre las cortinas de la ventana y divisé a Daniel esperandome con dos cascos.
Lo hago pasar. El asiente y entra.
_Te ves hermosa_ Sonríe mientras me saluda con un beso en la mejilla.
_Bancame un momento. Me voy a cambiar esta porquería y vamos_ Digo mostrándole el sillón para que tome asiento.
_Pero si así estás bien_ Abre sus ojos mirándome.
_Pero no pienso subir a la moto con esto_ Señalo el vestido.
_Okey te espero_ Contesta risueño.
No sigo con más vueltas y camino hacia mi habitación a cambiarme. Tomó un jean negro y una camisa a cuadros verde con negro. En vez de dejarme los zapatos los cambié por unas zapatillas blancas.
_¿Vamos?_ Pregunta Daniel apenas me ve aparecer en la sala.
_Vamos_
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Solo quiero agradecer a esas personitas que esperaron tanto porque vuelva a publicar la historia.
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