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🔸17🔸

"No me sorprendería en lo más mínimo que otra persona buscara mi muerte"

Parecía una habitación de interrogatorios, como las películas yankees, no había nadie pero sentía que alguien nos estaba vigilando, una presencia pesada en mis hombros. Ella del lado del escritorio y yo en una silla más chica intentando parecer menos preocupada de lo que estaba. Siempre me dio inseguridad la oficina de la directora, los malos recuerdos vienen a cuando me hacían bullying por creer que estaba loca.

"_Gisel, sé muy bien que estás pasando un mal momento, pero debes integrarte al grupo de amigos_ Ella decía con pesadez en su voz, una vez más _Te vendría bien hacer nuevas amistades_

_Ellos no me quieren cerca. ¿Cómo espera que haga amigos?_ Jugaba con mis dedos que sobresalían de las largas mangas de mi camiseta. _Según ellos estoy loca y voy a querer matarlos también. ¿No puedo volver a tener clases en mi casa? ¿No es mejor que me quede encerrada como el animal que me creen?_

_No Gisel, en el testamento de tu padre está explicito que debes asistir físicamente al colegio. Sino deberás ser llevada con tu tía en Córdoba_

_No... Con ella no_ Una sensación de golpe en la cabeza hizo que me irguiera de repente, recordando las duras palabras de mi tía. "¡Las señoritas se sientan firmes! ¡Debes respetar a tus mayores! ¡¿Cómo es que tus padres te han malcriado así?!" Seguido de varios varillazos  en la parte trasera de mi cabeza. Una maldita mujer criada con ideales del siglo XVIII, la cual en lo único que pensaba era que había gastado sus mejores años de vida en un hombre que la abandonó meses después de casarse y dejarle un hijo por nacer."

_Solo quiero saber que hiciste el día en que encontraste al profesor Sliakonis en la sala de maestros_ Obviamente mi pulso se detuvo, yo seguro estaba pálida y mis ojos desorbitados; sin embargo intenté no pensar en aquello e inventar una excusa que no tuviera que ver con ángeles y demonios.

_Él me había pedido charlar, no tengo idea de que. Solo fue a buscarme al aula y me retiró_ Mis ojos se alejaron del rostro de mi mayor para fijar la mirada en una fotografía de San Martín sosteniendo la bandera de Argentina.

_Sí, pero tu saliste de la sala gritando que estaba muerto. ¿Qué pasó ahí?. Sé que contestaste esa pregunta en el interrogatorio de la policía, pero te lo pido por favor, necesito que lo contestes de nuevo_

Opté por contar la mejor historia improvisada que pude _Él..._ Él cerró la puerta de la habitación con llave _Me dijo que había estado preocupado por mis calificaciones de la última prueba_ Dijo mi nombre y que era descendiente de algún tipo de diosa _Me propuso ayudarme para volver a levantar las notas. Al último..._ Al último casi me asesina con una daga pronunciando que acabaría conmigo gracias a ella _Comenzó a quedarse sin aire y cayó al suelo, tieso. Yo no supe que hacer, así que salí pidiendo ayuda. ¿Qué otra cosa podría hacer sino?_ Una lágrima de terror al recuerdo hizo presencia en mi mejilla izquierda. 

_¿Estás segura que eso fue todo lo que pasó?_

_Lo estoy_ No pude, no me contuve, mi rostro estaba despedazado en lágrimas ni siquiera alzando la vista podría hacer que ella me creyera más de lo poco que estaba en esos momentos.

_Sabes... Alguien me dijo que cuando saliste estabas agitada y tu ropa desordenada_ Mi mayor se levantó de su cómoda silla y se sentó en la más pequeña, a mi lado. _No te pasará nada, solo debes contarme la verdad. Te lo digo en serio, no quiero que te sientas mal o con la sensación de que no pudiste hablar. Dime ¿El profesor Sliakonis hizo algo más que charlar contigo?_

Mis ojos se abrieron de par en par, claro, estaba todo en una situación totalmente descolocada. Ella creía que el profesor amigo de todos, aquel que no mataba ni una mosca, que daba su vida para el colegio en el que trabajaba, era tan solo una fachada para poder aprovechar su posición con las alumnas. No permitiría que creyera eso, no soy aquella persona que ensucia el nombre de otros solo para salir bien parada; además, de los muertos no se habla ya que ellos no se pueden defender.

_Claro que no_ Me safé del suave agarre de mi mayor _Si algo sé de ese hombre es que jamás dañaría a nadie_ En seguida me levanté de la silla para poder dirigirme a la puerta de salida _Lamento no poder ser de más ayuda, directora. Eso es todo lo que pasó aquel día en la sala de maestros. Espero tenga una buena tarde_

Ella se quedó mirándome sorprendida ante mi reacción; yo no mentía, no quería ensuciar el nombre de nadie. No creí que aquello llegaría a tal magnitud. 

Con las piernas temblando, caminé como pude hacia la salida del colegio. Fuera de las puertas vi a Gustavo sentado contra las rejas de entrada. Apenas pude llegar cerca de él y lo abracé tan fuerte como pude. Mi cabeza estaba contra su pecho, podía sentir aquel perfume de hombre que utilizaba a pesar de aparentar ser un adolescente. Sus manos me acariciaban lentamente intentado no estorbarme o ponerme incómoda.

_Me esperaste_ Suspiré.

_Obvio. No me iba a ir sin vos_ Levanté la mirada hacia su rostro, estaba conmocionado ante mis acciones. _Te preguntaría cómo te fue, pero creo que no fue muy bien_ Ambos dimos una carcajada.

_Vamos a buscar tus cosas y te voy contando lo que pasó_

Sin darnos cuenta, él y yo comenzamos a caminar tomados de la mano. Bueno, al menos yo no quería que él me soltara.


"No se trata del tiempo que conozcas a alguien, sino de la persona"


Puedo estar segura de que mi presencia en la casa de Chloe no era lo que ella hubiese querido en miles de años. Lo supuse gracias a que su perfecto rostro sonrió amablemente ante Gustavo pero su sonrisa desapareció, en un instante, al verme a su lado. También pude esperar su reacción cuando mi compañero le dijo que se iría de su casa para volver a la mía.

Ambos comenzamos a caminar, yo con mi mochila de la escuela y él con lo mismo y un bolsón negro colgado de su mano derecha _¿Cómo pudiste estar a su lado fuera del colegio? Los demás no la aguantan_  Dije entre risillas, en forma de broma _¿No pudiste volverte un ángel e irte?_ Miré hacia mi lado, donde le seguía el paso. Su rostro, cabizbajo me advirtió a que parara. Me puse más seria y la preocupación se tornó en mi tono de voz _Gus, ¿Qué ha pasado estos últimos días?_ Él se detuvo y dejó caer su bolso.

_Gise, yo ya no puedo ser un ángel_ Negó con la cabeza _Cometí un error y yo... Yo me quedaré en la tierra de los humanos, viviendo como tal_

_¿Qué me estás diciendo?_ Fruncí el ceño, estaba confundida. ¿Qué tan grande pudo haber sido su error para que lo castigaran de esa manera?.

_Yo..._ Su voz se quebrantó _Bebí demasiado en una de las fiestas de Chloe, las cosas se fueron de control y me acosté con ella_ Dio un largo suspiro antes de seguir _Esa misma noche, Zeus habló conmigo y me obligó a decidir entre: devolverme al inframundo o quitarme las alas y vivir como un humano_ Él se acercó un poco más a mi y tomó mis dos manos. Yo, dura como una piedra, no podía quitar mi vista de sus ojos celestes _Entre ambos infiernos, sentí que este sería mucho mejor... si tú estás a mi lado_ Una lágrima rozó su mejilla.

Yo alcé mi mano para secarle, mi pulgar acarició levemente la parte húmeda y una lágrima provino de mi, también. Estaba dolida, no porque dejara de ser un ángel, sino por el hecho de que esa víbora logró quitarle las alas al ser más puro que pude haber conocido. 

_Viviremos este infierno juntos, hasta el último momento_ Sonreí en un vago intento de no llorar.

Él suspiró y me abrazó.

[...] 

Esa misma tarde, el cielo oscureció y las nubes tomaron terreno celestial, las gotas comenzaron a caer y el ruido del agua contra las baldosas de la vereda daban las notas justas para una canción melancólica. El olor a tierra mojada no tardó en presenciarse, una vez que el pasto se humedeció lo suficiente en mi patio. Yo, sentada en el living de la enorme casa, hacia los últimos deberes de la escuela, con la hermosa imagen de mi terreno aguado. El enorme ventanal no era suficiente para alumbrar adentro, tuve que iluminar la penumbra de la tarde con las luz artificial de la casa. Una vez terminé el último ejercicio de trigonometría, cerré todas mis carpetas y las llevé hacia mi habitación. Desde ella, oí la reconocible voz de mi novio, Daniel, estaba gritando.

_¿Qué carajo pasa?_ Dije mientras bajaba las escaleras y veía a mis dos compañeros de clase en una discusión.

_Quiero que me expliques, ¿Qué hace este loco acá?_ Daniel fue el primero en hablar y señalar de mala forma a Gustavo, que se encontraba a su costado con el cabello mojado y recién cambiado de ropa. _Porque lo de "primos" por elección  y toda esa historia no me la creo_ 

Miré a Gustavo intentando ver que decíamos. Si hablábamos de supuestos ángeles y demonios, él creería que estamos loco, no hay evidencia alguna más que palabras. Gustavo ya no era un ángel. 

_Debemos hablar_ Me torné seria y pedí a Gustavo que se retirara a otra habitación.

Daniel, enojado y con cara de pocos amigos se sentó en el sillón de dos piezas frente al televisor. Yo me senté en uno de una pieza, a su costado. 

_Vamos, dime que estoy imaginando cosas y que no pasa nada entre tú y rulitos_ Se arrimó hacia mi con una sonrisa socarrona y extendió su mano para acariciar mi mejilla.

Aparte mi rostro de él _Daniel, lo nuestro no está funcionando. No podemos ser más que amigos_ 

_¿Qué dices, preciosa? Si lo nuestro viene muy bien_ Sonrió enarcando una ceja, ensanchado en el sillón con orgullo y levantando la voz para que todo presente oyese.

_No es cierto, tú eres el único a gusto con esta relación; yo solo soy más que un accesorio_

_Hey no digas eso_ Quiso acercarse a mi para implantarme un beso.

_Si, Dani, ni siquiera siento algo cuando estás así de cerca. No siento nada_ Su rostro de chico enamorado desapareció y se alejó lentamente de mi.

_Bien, ¿Qué mierda tengo que hacer para que me quieras? ¿O me vas a decir que durante estos años que fuimos amigos, me usaste solo para que los demás no te hicieran daño?_ Se levantó de su asiento y se acercó con empeño hacia mi lugar _Claro, como yo y mis amigos somos los más respetados, decidiste hacerte la inocente y meterte conmigo para que te cuidara. Ahora que toda esta mierda de colegio se acaba, quieres alejarte de mi. ¡Qué tierno de tu parte, Gisel!_ Sus brazos se apoyaron sobre los posaderos del sillón, me encerró y yo temí de lo que podría hacerme.

_Dani, yo nunca pensé en eso. Siempre fuimos amigos y te quise como tal, pero no creí que fueses a sentir algo más. Yo no quise herir..._

_¡Cállate!_ Su mano se alzó contra mi en un movimiento que daría justo en mi cara. Otra mano lo detuvo de eso. Gustavo lo sostuvo con fuerza y lo observaba con furia.

_A ella no le tocas ni un pelo_ Empujó con fuerza hacia atrás suyo. En seguida me tomó de la mano y me pidió que me alejara. _Vete si no quieres que te rompa la nariz_ Dijo el pelicastaño una vez lo tuvo en frente, nuevamente arriba.

_A mi me respetas pendejo, yo soy el novio de Gisel y hago lo que se me canta con ella_ 

_Estás enfermo_ Respondió y se abalanzó hacia él para golpear su rostro contra su puño. Daniel volvió a caer, esta vez con la nariz sangrando _Andate, te lo digo por última vez_ Tomó al chico por el cuello de su chaqueta y lo sacó fuera de la casa, a rastras, mostrándole el camino hacia la salida.

_¡Esto no se queda así, Gisel!_ Gritó tan fuerte que yo misma lo oí desde adentro de la casa.

Gustavo entró a casa, casi de un portazo cerró y fue hasta la cocina, sus pasos marcados también me causaban algo de temor. Cuando volvió a la sala, llegó con un trapo y limpió las gotas de sangre que Daniel había derramado sobre la cuerina del sillón. Una vez terminado, suspiró con pesadez y miró hacia las escaleras, en donde yo me encontraba, su rostro estaba cansado y con decepción.

_¿Estás bien? ¿Te golpeó?_ Yo bajé apenas me aseguré de que su enojo se haya ido. Asentí levemente _Lo mataría si fuese legal_

_No lo hagas, todo vuelve y a él estoy segura que el destino le cobrará cada centavo_ 

Él extendió sus brazos y yo me resguardé en su calor _No sé como te protegeré si ya no soy un ángel_ Susurró. Me limité a seguir viviendo ese momento.

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