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<<¿En quién debería confiar? ¿En un demonio que quiere ser un ángel o en un ángel que se comporta como un demonio? Todo es tan confuso cuando tienes que decidir por salvar tu vida. Papá ¿A quienes has mandado para que me ayuden?>>
Mi pasado, presente y futuro se unieron el mismo día y en el mismo lugar, mi aula de la escuela para ser exactos; Gustavo había hecho su aparición repentina, Daniel estaba junto a mi para ser testigo y, una vez los tres unidos, sin palabras de por medio. Notamos un nuevo chico adentrarse a nuestro salón: predominaba de facciones marcadamente angelicales, ojos amarronados, cabello negro y tes blanca como la nieve. Pasó desapercibido frente a los demás, pero nosotros miramos lo suficiente como para querer saber: ¿Qué hace a fin de año en nuestra escuela?. Gustavo lo observó de pies a cabeza discriminando cada parte suya, sin embargo, antes que soltara una mínima palabra logré evadirlo y con Dan nos retiramos de su vista.
_ ¿Ocurre algo con tu primo? _ Ya esperaba de antemano esa pregunta.
_ Es... Complicado. _
_ Cuéntame, intentaré entender _ Tomó mi mano, yo miré como ambas estaban entrelazadas y al levantar mi mirada choqué con su sonrisa abrazadora.
_ Bueno... _
_ Chicos, todos a sus lugares y se quedan parados para saludarme _
La profesora de historia me salvó, creo poder decirlo así. ¿Cómo poder decirle a Dan que mi primo no es mi primo, sino un ser mitológico, decirle que casi fui asesinada por nuestro profesor de Doctrina Social, que un demonio quiso poseerme y que recibo cartas pasadas de mi padre advirtiéndome que Gustavo buscará que me suicide? No creo que sea algo con lo que logre razonar, no sin antes querer agarrar a trompadas a Gustavo.
Mis ojos bajaron hacia las hojas con resúmenes para estudiar, lo que menos me importa en momentos así es saber sobre las fechas de exámenes coloquiales de diciembre. Por mi cabeza comienzan a rondar fórmulas matemáticas para sacar la resistencia de un circuito eléctrico, intento repetirlas para que estas se graben y me sea más fácil resolver los ejercicios; sin resultado alguno, el timbre del receso logró captar mi atención y avisarme que debía salir al patio, cosa que no haría.
_ ¿Vienes? _ Me preguntó Daniel mientras caminaba cerca de mi banco junto a su grupo de amigos.
_ No, quiero estudiar _ Respondí al apoyarme en el respaldo de mi asiento, él solo sonrió y aceptó.
Mientras me propuse a realizar un ejercicio con las pocas fórmulas aprendidas, un cuerpo humano se había parado a un costado mío, para ser exactos: el chico nuevo.
_ Tú eres Gisel ¿Verdad? _ Asiento, sabía que algo iba a pedirme, nadie que no te conozca habla contigo por simple placer _ Pues, me enteré que hoy tenemos evaluación de Física y quería saber si podías explicarme los temas _
_ Pues claro, si te aprendes las fórmulas, lo demás es una papa _ Intenté convencerme más a mí que a él.
Se sentó en la silla que tenía a mi lado, sin que yo le invitara, pero al fin y al cabo que no molestaba. Le hice una breve explicación de los temas y ambos nos ayudamos mutuamente a memorizar las fórmulas. Todo pasó tan rápido que la hora de la evaluación llegó rápidamente, él me pidió seguir a mi lado, ya que "Se sentía solo y no hablaba con nadie más de la clase" como me encontraba al borde del colapso mental, pensé en que no sería malo un poco de compañía en momentos de tensión. Los nervios me carcomían, se suponía que todo era pan comido para mí, sin embargo mi memoria me jugó una mala pasada y olvidé todas las fórmulas por completo.
La hoja del último examen ya la había entregado el profesor apenas entró a la clase, no había más tiempo de repaso y sentía como un sudor frío corría por mi espalda. Como buena alumna que soy, tuve que buscar desde abajo de mis cuadernos el pequeño papelito con las fórmulas anotadas, solo por precaución. Apenas vi mi oportunidad de que el profe ya no veía para mi sector, saqué este y lo oculté dentro de la tapa de mi calculadora. Lo utilicé en cada momento que debía poner en practica una fórmula para copiarla y cuando estuve segura, volví a guardarlo entre mis cuadernos. No supe si había hecho todo bien o todo mal, pero había puesto mi mejor esfuerzo en aquella evaluación. Me levanté con las hojas en mano y las llevé al escritorio en donde estaba mi profesor, una vez controlado que tuviera mi nombre, me dio permiso de salir a esperar a que los demás terminaran.
Una vez afuera, no supe que hacer, Dan seguía dentro, Gustavo igual sin contar que no tenía ganas de hablarle; opté mi opción más segura: ir al pequeño espacio verde con bancas para escuchar música con mis auriculares. Posé mi cuerpo en la longitud del asiento de cemento y miré hacia el cielo, celeste, con algunas nubes; el sol no era capaz de molestar mi vista, pero ya picaba un poco en la piel, el calor se hacía presente con el pasar de los días y el verano daría la pronta visita en Argentina con un diciembre caluroso acompañando a la fiesta de egresados de mi curso.
_ Eres difícil de encontrar _ Dijo el chico nuevo de mi clase, obstruyendo mi vista hacia el cielo, algo que no me molestó pero si me asustó.
_ Boludo, me asustaste _ Pegué un pequeño grito logrando que se corriera para que yo me levantara del lugar, él, con una sonrisa amplia, se reposó a mi costado.
_ ¿Quieres? _ Me mostró un paquete de galletas oreos _ Las compré en el Kiosko, pero están muy caras _ Dio una pequeña carcajada. Yo le acepté una galleta y también reí con él, en realidad, los del almacén de nuestra escuela se creen que somos millonarios.
_ Gracias, amo estas galletas _
_ ¿Has probado el helado que hacen de esto? Es riquísimo _ Yo asentí nuevamente sonriendo, no hay mejor helado que ese. _ Por cierto, me llamo Héctor, no te dije mi nombre cuando me ayudaste con lo de la prueba, a parte gracias _
_ Solo te ayudé a estudiar, no es gran cosa _ Encogí mis hombros _ A parte, a vos capaz que te ayudó, pero a mi no_ Me acerqué y saqué otra galleta _Tuve que usar machete _
_ Te vi, igual, tampoco es algo tan malo _
_ Si tu lo dices _ Un silencio incómodo se unió a nuestra conversación, saqué mi pregunta comodín que venía queriendo hacer desde que lo vi entrar por la puerta del salón : _Y... ¿De dónde eres Héctor? _
_ Vengo de Córdoba Capital _
_ Pero no tienes ese acento raro _
_ ¿Vo' deci'? _ Respondió en seguida con un perfecto acento cordobés. _ Lo oculto bien ¿Ves? _ Volvió al acento normal.
Ambos reímos, tal risa cortada por la aparición de Gustavo a la escena, su paso rápido pero serio hizo que los dos nos precipitáramos aún así no era motivo para huir.
_ Vos con ella no te metés ¿Me escuchaste? _ Dijo casi en un grito a centímetros de su cara señalándome con su dedo índice _ Le pasa algo malo y te hago recontra cagar ¿Me escuchaste?
_ Amigo, no le he hecho nada a tu noviecita _
_ El no es..._ Musité en voz baja, tan inaudible para ambos, pero audible para Daniel siendo el único que faltaba para completar la película.
Perdon.... Y los amo!!! Gracias por darle apoyo a mi novela!!!
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