🔸10🔸
<< Mamá, ¿Tienes idea de lo que está sucediendo?, ¿Tengo razón al desconfiar de todos? Mi cabeza explotará en cualquier momento. Un pedazo de metal impulsado por pólvora dibujará un rosa en la pared con mi sangre. Tal vez, un cuchillo escriba el código de barras verticales con mi final. Quiero partir con ustedes. Esa es mi única meta>>
Veía televisión sentada en el sillón de la sala de estar. Eso quería aparentar. Una confusa idea rondaba por mi cabeza desde que escuché a Gustavo cantar. ¿Cuál era su pasado?. Supongo que tenía una vida antes de llegar a ese plano del mundo. No sé como es que alguien puede convertirse en un ángel. Tampoco sé si es que tuvo una vida antes de lo que es.
Un pequeño hilo caliente de té hizo que me exaltara. Insulté. Me levanté del asiento y fui en busca de papel para secarme. Escuché el sonido de la ducha detenerse. Gus debe haber terminado de bañarse. Miro hacia arriba, aun que no pude ver más que el techo, claramente. Negué con la cabeza al volver a sentir la ducha. Dejé la taza a un lado del lavador. Abrí la canilla de agua fría. Posé mi mano bajo esta. El ardor se calmó.
_¿Gisel?_ Me sobresalté al escuchar la voz de mi compañero de casa. Estaba bajo el marco de la puerta de entrada a la cocina. Sus rulos estirados hacia abajo. Notaba a simple vista el largo de su cabello. Tenía la nueva ropa que se había comprado días antes.
_Te vez bien Gustavo_ Alcé mi mentón mirando el par de borcegos en pies. El sonrió.
_¿Podemos hablar un segundo?_ Mi piel se erizó. Yo también debía hablar con él. Era momento de saber quien era en su pasado. Asentí y ambos fuimos a la sala, en donde, extrañamente mi televisor mantenía una imagen congelada del programa que estaba viendo. Lo relativicé con algún problema de la señal del cable. No era tiempo de alarmarme por algo pequeño. Luego de quitar mis ojos de la pantalla sentí los labios de Gus sobre los míos. Su rostro estaba pegado al mío por el canal de su lengua entrando a mi boca.
En seguida lo alejé de mí _¿Qué carajo haces?_ Mi rostro demostraba el desagrado. No era así como quería que sucediese mi primer beso. Ni siquiera que fuese con alguien que conozco hace menos de un mes.
_Me gustas. ¿Entiendes? Por eso quiero cuidarte. Eres tan bella. Te quiero solo para mí, Gisel_ Otro casto beso rozó nuestros labios. Sorprendida era la reacción mínima que pasaba por mi cabeza. Mi corazón latía tan fuerte. Mis ojos se abrieron de par en par.
_Tú también me gustas_ Dije en susurros. Ambos cuerpos cayeron despacio sobre la parte vacía de mi espacioso sillón. Las luces y el ambiente se había oscurecido. Así que así se siente cuando ocurre esto. El mundo se esfuma de nuestro entorno.
Nuevamente los besos se hicieron presentes. Él removió el cuello de mi camiseta a un lado y comenzó a posar leves mordiscos en mi clavícula. Cerré mis ojos. Inconsciente, sonreía. Lo estaba disfrutando. Sin embargo, se detuvo. Descolocada por su freno miré su rostro. Estaba enojado. Sus dos manos se habían anclado a los costados de mi cabeza. Pronto puso su mano derecha sobre mi cuello. Cada vez apretaba más. Mi respiración se acortaba y las lágrimas se hicieron presentes. Intenté buscar ayuda a mis costados, pero no encontré más que humo. Volví a mirar arriba de mi. No era Gustavo, había una cabeza de demonio en su lugar. Al menos una especie de ser sobrenatural. Sus ojos completamente negros sembraron aún más temor dentro mío. Ahora sostenía mi cuello con ambas manos y ejercía más presión en sí. Con mi último aliento quise decir algo, pero este tapo mi boca. De inmediato gritó:
_¡¡Despierta!!_
Di un pequeño salto. Sentí mi mirada pesada. Me dolía la cabeza y sentía mojado mi torso. El ambiente había cambiado. Era un poco más tarde de las cuatro. Lo sabía porque el sol pegaba en todo el ventanal dando una cálida iluminación al lugar. A mi lado, en el suelo, Gustavo. Tenía puesta otra ropa de mi papá. Al parecer todo era un maldito sueño. Ruego que no me haya escuchado.
_Hey, ¿Te encuentras bien?_ Tocó mi codo con preocupación.
Yo, con pesades me acomodé contra el respaldar. Asentí a su pregunta. Tomé mi frente. Esta ardía _¿Qué sucedió? ¿Cuánto dormí?_
_No lo sé. Pero, ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? Cámbiate y vamos al médico_
_¿De que hablas?_ Volví a sentir mi estomago húmedo. Miré hacia delante. Allí estaba la taza, vacía sin té. _¿Qué sucedió?_
-Gise, ¿Qué soñaste? ¿Con quién? ¿Dónde estabas?_
_¿Por qué?_ Las imágenes de Gustavo encima mío hacían una película inolvidable en mi cabeza.
_¡Sólo dime!_
_Soñé..._ Bajé la mirada _Con Daniel. Estaba en casa. Ambos estábamos en la sala de estar. Él me dijo que gustaba de mí_
_¿Sucedió algo más allí?_
_Me besó_
_Maldita sea_ Se levantó de pronto. _Vamos, tienes que ir a que te revisen. Cámbiate, yo llamo un taxi mientras tanto_
_¡¿Por qué Gustavo!? ¡Explícame!_
_Solo... Ve a cambiarte_
Su mirada de preocupación hizo que me alertará. A pesar de no entender que sucedía con él o conmigo preferí hacerle caso. La cabeza volvía a punzarme. Un mareo no me permitió seguir subiendo las escaleras. Gus me tomó de la cintura. Asustada, miré a mi costado. Nuestras respiraciones se chocaron. Otra vez esa maldita imagen del beso entre nosotros. Un sueño, solo un sueño.
[...]
Veía a Gustavo en frente mío. Yo sonreía. Alucinaba. Mierda, ¿Qué me sucedía?. ¿Por qué nadie me explicaba nada?. De pronto estaba enferma. Hacía unas horas yo me encontraba completamente sana. Llegar a la clínica había sido un viaje alucinante. Culpa de la fiebre que había brotado en mí. El mundo me daba vueltas.
_Ya nos llamarán para que te atiendan_ Asentí sonriente. Mi ángel se ha sentado a mi lado derecho. Yo jugaba con sus rulos. Me miró con una ceja enarcada. _Vaya, en verdad que te hace mal la fiebre_ Aún así, dentro mío me dolía hasta mi más pequeña célula.
_Solo quiero dormir_ Apoyé mi cabeza en su hombro _Tengo frío_ Hice un puchero. En realidad tenía frío.
_No debo taparte si tienes fiebre. Eso empeorará todo_ El frío no impidió que cerrará mis ojos y quedara dormida en el hombro de mi compañero.
[...]
_En serio, ¿Qué diablos tengo? ¿Por qué me he enfermado de repente?_ Pensaba dentro mío. Había conseguido la costumbre de hablar sola. Lo malo es que eso conseguía llevarme todas las malas miradas de los demás. Claro, hablar sola de los problemas personales en frente de la gente es de locos. Por el momento, aprendí a callarme, no decir nada delante de nadie. Yo y solo yo.
Habíamos vuelto a casa. La doctora que nos atendió me mandó a hacer reposo, tomar unos medicamentos y esperar a que la gripe se fuera. Sí, una maldita gripe me tomó por sorpresa en plena siesta. Era de esperarse, es época de enfermedades. Otoño, hojas secas en las calles de Buenos Aires, el ambiente fresco, con brizas permanentes. Sin embargo, todas las monedas tienen dos caras. Para los alumnos de secundaria, es momento de estudio y pruebas constantes. Maldita escuela.
Al parecer mis ojos apoyaban la moción de dormir. Mi cabeza, se negaba. El techo de mi habitación era el único entretenimiento. Mi padre era una persona de modales anticuados: un solo televisor en la casa, irse a dormir antes de las diez, los celulares prohibidos a la hora de comer, entre otras costumbres. Por tales razones no llevaba nada entretenido a mi cuarto.
_Hey_ Vi la silueta de mi ángel en el marco de la puerta. _¿Tienes hambre? Preparé arroz con queso_ Rascó su nuca. Se veía avergonzado. ¿Por qué?
_Claro_ Sonreí. Hice el ademán de levantarme, pero él me detuvo.
Tuve que comer en la cama. Mi mayor se sentó en la orilla de la cama, con un plato de arroz. Había encontrado carne de el almuerzo del día anterior. Algo para poder acompañar.
Estaba ansiosa. Mis manos no se decidían porque lado ir. Si una tomar el cuchillo y la otra el tenedor. O tomar agua. Querían hacer todo al mismo tiempo y eso me molestaba. Mis decisiones no eran las mejores, menos para completar una acción. Gus, tomó conciencia de eso y tomó la iniciativa a una conversación que se había vuelto normal en nuestro ambiente: hablar de ángeles y demonios.
Al parecer, un demonio llamado Íncubo, rondaba en la casa. Este ser toma posesión de las mujeres en sus sueños y las somete a tener relaciones sexuales. A la vez, se alimenta de las energías de su "víctima". Por lo tanto, puede llegar a la muerte de ella. Cuando Gustavo se duchaba yo me quedé dormida. El demonio quiso matarme, pero él pudo verlo y lograr despertarme. Como no ocurrió nada más que un beso, yo sigo aquí vivita y coleando. De no ser por Gustavo, ya hubiese pasado a otro plano.
He notado que va en serio lo de querer mi muerte. Mi padre se ha metido en un gran desastre. Mi madre pagó por esto. Sigo yo. Pero no permitiré una nueva victoria con la pérdida de mi vida. No quiero fallarle a Gustavo.
El sonido del timbre de la casa sonó. De noche, y ya llegando a las once no significa más que peligro. Quise ir a atender. De nuevo fui detenida. Bajó y subió en un santiamén. En sus manos trajo un sobre. Lo tomé, lo abrí. Era de mi padre. Una nueva carta.
"Querida y amada hija:
Imagino por lo que debes estar pasando. Si es que todavía no has muerto. Si esto llega a tus manos, debes leerlo hasta el final. Así entenderás todas las locuras que he hecho por amor a ti y a tu madre..."
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