Estiben estaba boca arriba en su cama, las mantas sobre él estaban bien dobladas y las ventanas dejaban pasar a través del cristal el sol del amanecer.
Maricruz, a su lado, ponía uno tras otro paños húmedos en su frente, mientras Sol dejaba sobre la mesa de luz los medicamentos que le había recetado el médico.
- Bueno - Federico entró lento en su silla - Agustina acompañó al médico a la salida - se detuvo a los pies de la cama y miró a su nieto con amor - no es grave, haciendo reposo y tomando los antibióticos estará bien en pocos días pero deberá controlarse para no decaer debido a que sus pulmones no han sanado por completo de la neumonía, y por eso está así, eso que le dijimos que se cuidara, pero es tercoooo - Federico le dio unas leves palmaditas en los pies que permanecían bajo las cobijas.
- Cuando le baje la fiebre habrá pasado lo peor, no me despegaré de él ni un segundo - Sol, salió de la habitación en silencio, al tomar las palabras de Maricruz como una invitación para que se retirara.
- Don Federico - Agustina le alcanzó el teléfono inalámbrico - una llamada para usted.
- ¿Cómo te atreves a llamar a esta casa?, te di una oportunidad en el pasado, no volveré a darte otra, no te atrevas a acercarte a nosotros - Federico cortó feroz, y le devolvió el teléfono a Agustina con la mano en un temblor, bajo la mirada seria de esta y nerviosa de Maricruz.
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Karen, golpeó varias veces a la puerta.
- ¿Te persigue alguien? - Soledad abrió la puerta ya estando lista para irse, vestida con una falda gris a la rodilla de rayado negro y una chaqueta haciendo juego, más una cartera y zapatos blancos de limitado taco por su torcedura, era muy elegante.
- Debo hablar con Marisa - le anunció llegando a la cocina donde su amiga desayunaba, después de cerrarle la puerta a Soledad y pensar en cuántos hombres tendría esa mujer a sus pies con lo hermosa que era.
- Buen día Marisa, ¿ cómo estás? - dijo esta irónicamente preparándole unas tostadas a Joaquín, que también desayunaba aún de pijama.
- Hablé con Ezequiel temprano y no sabes que ocurrió.
- No lo sé - volvió a ser irónica mientras mordía una galleta.
- Me contó que anoche Estiben se puso muy mal, está en cama con fiebre, hace unos meses tuvo neumonía y tuvo una recaída - Karen sabía que aunque Marisa comiera haciéndose la desentendida por dentro estaba muy preocupada.
- ¿ Y si empeora? - Joaquín levantó la mirada e intercedió en el corazón de su hermana - ¿ qué le hiciste anoche para que se pusiera mal? - él la interrogó.
- ¿ Ahora también es mi culpa que este enfermo?- exclamó Marisa.
- Claro que no amiga - Karen también se sentó a desayunar con ellos - deberías ir a verlo, le debes un favor de anoche - no quiso decir más por la presencia del niño.
- No tengo derecho a aparecerme en su casa, a parte esa chica está viviendo ahí - Marisa levantó las tazas y las puso dentro del lavavajillas, luego subió el cierre de su chaqueta azul y quitó la servilleta que salía del bolsillo trasero de su pantalón oscuro- él y yo no somos nada, ni siquiera amigos a esta altura - agregó intentando convencerse a si misma de que no existía nada entre los dos.
- Puedes ir con Ezequiel, ya lo conversamos esta mañana, ¿ no quieres verlo?
- Santo cielo - Joaquín se bajó de la silla y se marchó con sus medias infantiles a vestirse para el colegio - las charlas de mujeres son abrumadoras - las chicas no pudieron evitar reír ante su tono de adulto.
- Sería totalmente desubicado de mi parte aparecerme en su casa, ¿ para qué?, para ver como esa chica lo cuida?, anoche lo llamó otra mujer y salió corriendo.
- ¿ Y qué con eso?, no sabes quien era - Karen bajo el volumen.
- No quiero parecer desesperada, detrás de él, si él siente algo por mi me lo dirá - con una media cola en el cabello, Marisa tomó la mochila y fue hacia la puerta de salida - ¡cierra la puerta con llave cuando salgas Joaquín! - le gritó a su hermano antes de salir.
- ¿ Y si tu te guardas tu orgullo y le dices lo que sientes?, quizás la historia diera un vuelco - le dijo Karen antes de que subiera al sheep.
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El sacerdote, ya bastante mayor, caminó de un lado al otro del escritorio.
- Sabía que este momento llegaría algún día, desde el primer instante en que llegaste aquí queriendo pertenecer a la diócesis, supe que no tenías vocación, pero había tanta desesperación en tu mirada que creí que tus motivos debían de ser muy grandes para tomar esa decisión.
- Gracias por haberme aceptado en ese momento tan difícil, ahora me vida debe tomar otro rumbo - Paulo se sentía libre, y sus ojos delataban esa libertad.
- Si eso te hará feliz, cuentas conmigo, es un proceso complicado pero te ayudaré para que sea rápido.
- Se lo agradezco padre - sonrió feliz.
- Ya no puedes vivir en la capilla.
- Lo sé, volveré a la casa de mi familia, solo quisiera poder seguir entrando al grupo de niños que juegan al futbol, como voluntario.
- No habrá ningún problema con eso, las buenas acciones siempre son bien recibidas - se dieron un fuerte abrazo y el ángel negro desapareció.
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Se acostó a su lado, apoyó la cabeza en su hombro y puso la mano sobre su pecho, respiraba en calma y ya casi no tenía fiebre.
- Perdóname por lo que hice anoche, no soporto que me ignores, lo hiciste tanto tiempo, no quiero perderte ahora que te tengo.
- Él no te pertenece, sabes que le pertenece a alguien más - Maricruz se detuvo contra el marco de la puerta abierta - Sol se bajo deprisa de la cama y se marchó sin decir nada.
- Se nota que le importas demasiado, pero algo de ella no me gusta - Maricruz apoyó la bandeja que traía con más agua y paños sobre la mesa de luz, mientras Estiben seguía profundamente dormido.
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Joaquín, le puso llave a la puerta, ajustó su corbata verde y mientras lo hacía se mantuvo debajo del porche de su casa. Cuando estaba listo para marcharse, un sujeto extraño caminó hacia él, era el hombre con marcas de guerra en la piel, se acercó al niño y le sonrió.
- ¿ Busca a alguien? - Joaquín fue amable mientras se acomodaba la mochila.
- Así que eres tú, eres Joaquín Shenjei, el menor de la familia - el hombre miró hacia la vereda de enfrente, doblando la esquina se acercaba Paulo, lo que lo hizo alejarse deprisa.
- ¡ Aguarde! - gritó Joaquín sin alejarse del porche al que segundos después llegó Paulo.
- Hola Joaquín - comentó alegre - ¿ está Soledad?
- No hay nadie en casa, fue a una reunión de trabajo, y y debo irme al colegio o llegaré tarde.
- ¿ Quién era ese hombre? - preguntó Paulo al notarlo distraído.
- No lo sé - Paulo lo miró, conquistado por sus ojos y sus gestos - ese hombre me llamó Joaquín Shenjei- el niño no notó que el alma de Paulo había temblado en su interior.
- Debe haberse confundido - trato de parecer indiferente - vamos, te acompaño a la escuela, y me cuentas como te va en las materias. - miró hacia todas partes y comenzó a caminar junto al niño.
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El espejo del baño del baño de mujeres de la facultad era bastante largo y estaba limpio como el resto del lugar.
- Hacia días que no nos cruzábamos - Marisa no reconocía aquella voz, hasta que giró su rostro mientras lavaba sus manos y ahí estaba, Jessica, la antigua novia de Estiben.
- Adiós - dijo Marisa de mala gana.
- Espera, quiero decirte algo - la chica sacó varias pinturas de su cartera y comenzó a maquillarse - no me importa lo que piensas de mi , solo te diré algo, tú de verdad que le gustas a Estiben, por más que no quiera admitirlo, sí que le gustas, lo vi en sus ojos ese día, te digo esto porque de corazón quiero que él sea feliz, y me dijeron que han tenido diferencias y que dadas de él- se dio vuelta y clavó sus ojos en los de Marisa - él es bueno, y por eso terminamos, yo no los soy - rio burlona - no lo dejes escapar.
- Creo que no tienes derecho a opinar sobre lo que pase entre nosotros.
- Déjame terminar - comenzó a pintarse los labios con un fucsia letal - yo quería seguir con él, pero eso de ser fiel no es para mi, y él es demasiado transparente, así que las cosas no funcionaron, pero creo que tu eres como él, y por eso ambos se asustan y se alejan, tienen medo de lo que sienten - Jessica guardó sus cosas y salió del baño.
- Buen trabajo Jessi - Karen esperaba afuera.
- No fue difícil, solo dije la verdad - agregó Jessica guardando los billetes que Karen le dio.
- Que bueno porque me saliste bastante cara - murmuró molesta cuando la chica se alejaba - ¿ por qué demoraste? - le preguntó a Marisa cuando salió.
- Fue una pérdida de dinero, ya había decidido que iría a ver a Estiben.
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