10: City of stars
Kyoujuro se recostaba contra uno de los sillones que estaba en el patio de la magnífica casa de Mitsuri, una de las profesoras de la academia Kimetsu en la que él también daba clases. El sofá era tan cómodo que hasta podría dormirse allí, incluso si estaba en una fiesta. ¿Quién era capaz de poner música tan relajante? Eso realmente parecía la fiesta de unos ancianos, pero eso le agradaba porque tenía una excusa para cerrar los ojos y tirar la cabeza hacia atrás. Además, recién estaba comenzando esa fiesta, así que podía tomarse el placer de darse una pequeña siesta, después de todo las personas que irían serían todos aquellos que alguna vez fueron profesores en Kimetsu o las parejas de estos. Con todos ellos tenía la suficiente confianza como para que entendieran su cansancio. Había estado horas sin poder dormir de la emoción por tener que encontrarse con viejos amigos así que ahora el sueño era inevitable...
—No me digas que te estás intentando dormir, tarado —esa voz resonó en su cabeza haciéndolo sobresaltarse y abrir los ojos con fuerza mientras forzaba una sonrisa—. A pesar de que pasaron cuatro años sigues siendo el mismo distraído.
—¡Sanemi! —gritó aturdiéndolo—. Realmente pasó mucho... ¿Te has hecho un corte de pelo? ¿La de atrás es Kocho?
—Shinazugawa —corrigió ella con una sonrisita pícara mientras se aferraba a su esposo—. Soy Kanae Shinazugawa, un placer Rengoku. Creo que muy pocas veces hemos podido hablar.
Los ojos del Rengoku brillaron un momento, encantando con la situación de que su amigo lejano por fin consiguiera estar con la mujer que tan loco le traía. Recordaba muy claramente todas las noches que se la pasaba sufriendo, declarando su amor en bares sin la presencia de ella; incluso no se sentía valioso como para poder confesarle todo lo que sentía, porque era un simple pobre gruñón y trabajador a comparación de una mujer que a pesar de trabajar en la zona del jardín de Kimetsu tenía mucho dinero, una vida arreglada y cerca a Gyomei, su compañero de trabajo. ¡Por mucho tiempo él había pensado que ella estaba casada con ese hombre tras verlos siempre juntos! Pero no se hubiera esperado que en realidad aquel actuase como su padre y solo buscase protegerla. Wow... Le hubiera gustado ser informado por su parte que estaban comprometidos; pero ninguno de los dos sabía manejar las redes sociales así que no parecían querer mostrar demasiado de sus vidas. Eran como dos adultos tranquilos que parecen estar disfrazados de ancianos, como si hubieran vivido en el 1900... ¡Realmente eran antiguos!
Sanemi estaba vestido con una camisa cerrada por completo y de tono marino junto a unos pantalones chinos negros. Definitivamente iba demasiado bien vestido para ser el mismo tipo de ropa diaria y poco formal, a quien casi no le importaba las apariencias. Y suponía que se lo debía esperar de una mujer que iba tan delicada con un collar de plata, aretes de oro y un reloj a juego con su esposo; incluso se sonrojó ligeramente al ver su vestido rosado claro que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas. Podía jurar que le recordaba tanto a alguien que Sanemi se molestó ante el gesto que hizo por verla tan bonita.
—¡No la observes de esa forma!
—¿Se habrá dado cuenta de...? —preguntó Kanae haciendo un pequeño ademán junto a una sonrisita—. ¡Mira, mira creo que si se dio cuenta!
Kyoujuro ladeó ligeramente la cabeza ante la situación que tenía delante de sus ojos. ¿Darse cuenta de qué? Se sentía como un niño perdido pero no dijo ninguna palabra porque Kanae parecía estar emocionada por "eso de lo que se había dado cuenta". Quiso observarla una vez más para intentar descifrar a qué se refería, pero sabía que si volvía hacer eso Sanemi podría llegar a desfigurarlo ahí mismo. Debía ser más cuidadoso al ver los detalles de su alrededor.
—Es que para que no se dé cuenta cuando llevas vestidos tan ajustado... ¿Es que lo haces apropósito?
—No tiene nada de malo querer presumir mi embarazo.
—¡Embarazo! —gritó Kyoujuro sofocado. Demonios, no se esperaba eso—. ¡¿Estás embarazada?!
—Oh... No se había dado cuenta —musitó un poco desilusionada.
Sanemi de inmediato pateó a Kyoujuro para que reaccionase bien y este un poco estruendoso dio otras palabras.
—¡¿Cómo no me voy a dar cuenta?! Es que no quería parecer tan desubicado.
—Pedazo de...
—¡Ah, no sabes lo feliz que soy con eso! Ya llevo cuatro meses y medio, pero nadie parecía decirme nada... Y sé que puede parecer un poco menos notorio que otros embarazos, pero un poco desesperada comencé a usar ropa más ajustada para que se notase —contó con emoción, recibiendo por completo la atención de ese hombre mientras la veía sonreír como un ángel y observaba cómo su esposo sonreía también, aunque con mucha ligereza—. Además, ya decidimos el nombre: Hoshi. ¿Sabes por qué? Porque ambos pensamos que hay una ciudad de estrella y creemos que gracias a ella tenemos a nuestra amada hija aquí...
—Dios ya no me sorprende que vayas a revelarle todo lo que tenemos planeado, estás muy intensa con este tema.
—Oh, verás, Nemi se hace el duro pero todas las noches besa mi vientre y habla con Hoshi.
—¡Kanae! ¡En serio, calla!
—Lo siento, cariño, tú te lo ganaste.
Kyoujuro había perdido cuentas de la conversación a la hora de oír al respecto de la ciudad de estrellas... ¿Qué era eso? Sonaba tan dramáticamente similar a algo de lo que ya había oído antes y que le traía recuerdos vagos de una bella mujer que sus ojos empezaron a cristalizarse. ¡Esa chica de broche mariposa! No, era imposible que fuera alguien que no estuviera dentro de su familia, después de todo era un objeto de suma importancia para todos allí. Un poco atareado se pellizcó a sí mismo como una forma de notar la realidad. Podía sentir que era la primera vez que pensaba en una cazadora de demonios, una mujer bajita y con un rodete bien armado, y con el rostro tan bonito que podría ser que quizás era algún antepasado, una mujer que se haya casado con alguien de los suyos. ¿Pero qué tenía que ver él con la memoria perdidas de otros y por qué le dolía tanto? Incluso ya sentía dolor a la hora de ver a Sanemi y Kanae juntos, no por envidia ni nada por el estilo. No entendía por qué sentía una punzada en el corazón, menos la razón por la que estaba tan sentimental.
Quizás era que todos estaban formando familias, casándose y él seguía esperando a una mujer, una chica que nunca podría ser suya. Se sentía mal por quedarse tan atrás, tener treinta años y aún seguir soltero luego de relaciones fallidas. La esperó todo ese tiempo a ella... Shinobu Kocho, la mujer que hacía su aparición para sorpresas de muchos. Y estaba tan iluminada, llena de lujos y apasionada con su sonrisa como siempre. 26 años y seguía viéndose como la mujer que en algún tiempo conquistó su corazón con bromas baratas y coqueteo amistoso.
Realmente uno atrae lo que piensa. Pero no de la forma en la que lo espera.
—Vamos Giyuu, mira, hay una pasarela... Lúcete —le dijo a su acompañante tomándolo de la mano para que pasase por la alfombra roja que le daba el toque especial—. No me hagas quedar como una estúpida, todos están con sus parejas y además llegamos tarde por tu culpa —dijo entre dientes.
—Ah... Bien —respondió, asegurando el agarre mientras pasaba a su lado.
Algunos se sorprendieron de ver a la que consideraban la joven Shinobu junto al profesor más amargado y quien le llevaba seis años: Tomioka Giyuu. Otros, como Mitsuri y Kanae ya se lo esperaron, debido a que ya tenía en mente que pudieran estar juntos. Pero, en cambio, Kyoujuro fue el que tuvo la reacción más desgarradora: su enorme sonrisa desapareció al ver a ese hombre agarrándola de la mano y caminando a su lado. Incluso si demostraba incomodidad, parecía calmarse al recibir un pequeño beso en la mejilla por parte de su pareja, quien lo felicitaba como si de un cachorro se tratase y luego mimaba. Él la tomaba de la cintura, demostrándoles a todos que eran ciertos los rumores y finalmente se movía a todos lados con ella porque estaba desesperada por saludar a aquellos profesores que había dejado de ver desde que se mudó junto a Giyuu al mismo apartamento en Toronto, Canadá.
Definitivamente Kyoujuro era un tarado por no haberse querido creer la historia a pesar de que la oía en otros sitios. Hacía 5 años que había perdido cualquier contacto con Shinobu, su ex alumna y de la que se enamoró completamente el día de su graduación tras verla tan feliz invitándolo a tomar algo. Ella le había dicho con toda la honestidad del mundo que realmente le encantaba como profesor y persona e incluso dijo con sencillez que ahora que era completamente legal salir con él deseaba besarlo. Estaba claro que en ese momento era una joven imprudente que no le interesaba más que el físico de un hombre, pero de él le encantó su cabello, la sonrisa que siempre tenía y sus manos... Lo de sus manos sí fue indicado como una indirecta algo sexual, pero él prefería no recordarlo de esa forma. Y tal como ella pidió, Kyoujuro le concedió el deseo. Pero nada pasó luego de esa noche. Solo hubieron besos, palabras de amor juvenil y luego quejidos o risas tontas de borrachos. Claro, luego de eso se encontraban por otros sitios, salían un poco más, mas nunca volvieron a besarse con tanta pasión como esa noche ni mucho menos divertirse tanto por estar ebrios; todo era muy formal luego de eso y de a poco se fueron aburriendo, aunque este no había sido el caso de Kyoujuro. Terminaron en una relación confusa, no sabían si decir que fueron amantes, pareja, amigos con derechos o simplemente un profesor con su alumna graduada intentando vivir todo en un año. Al final ella terminó yéndose al año siguiente junto a Giyuu a Toronto y le dejó una carta bonita que decía: Gracias por todo lo que me diste, Kyoujuro. Lamento ser tan estúpida y no encontrar forma de devolvértelo. Sé que algún día nos volveremos a encontrar. Por favor, esa vez no te olvides de invitarme a bailar... Siempre estuve esperando eso de tu parte. Te quiero. Con amor y mucho aprecio, Shinobu Kocho.
Sí... Esas habían sido palabras falsas y aún así Kyoujuro quiso ir a despedirla en el aeropuerto. Pero cuando llegó ya se había ido y sus flores simplemente fueron tiradas a la basura como un joven amante que fue engañado con la idea de una vida al lado de una niña que pensaba en grande y buscaba más, mucha más diversión. Al final creyó que la superaría, pero ninguna relación que tenía era estable, todas al final fracasaban porque no se sentía lo suficiente e incluso a veces comparaba a todas con Shinobu como si fuera un obsesionado con su imagen. ¡Dios, eso sí que había sido raro!
Ahora era un treintañero sin pareja y observándola acercarse, notando en ella un poco de simpatía, una tan parecida a la que le demostraba la Shinobu de 18/19 años que lo hizo suspirar.
Debía de admitir que Giyuu y Shinobu hacían muy buena pareja; además de que ambos vestían a la perfección.
—Good night!
—Buenas noches —mencionó Giyuu perdiendo la armonía en Shinobu.
—Así no iba a ser el saludo, tonto desorganizado —le recordó con una sonrisa forzosa.
—Cuánto amor.
—Dejando de lado eso... Hola, Kana. Hola, Sanemi, qué guapo estás cuñado, casi ni se te notan las arrugas de viejo. Hola... Kyo, cuánto tiempo —al oírla llamarlo por el nombre que solía darle cuando salía, sintió el corazón achicársele mientras intentaba simular un saludo con una sonrisa. Le encantaba que ella le llamase de esa forma—. Hola Hoshi, cosita de la tía.
Shinobu se agachó delante del vientre cubierto de su hermana y posó su mano contra este mientras sonreía con completa ternura. Era la mujer más feliz al saber que sería tía. Y ni siquiera hacía falta imaginarse a Giyuu, a quien le brillaron los ojos como un niños mientras se agachaba y abría ligeramente la boca al imaginarse al niño.
—¡Ey, no es un culto, déjenla! —gruñó Sanemi, incómodo con la situación—. ¡Además, tú, enana me llamaste viejo! ¿Acaso no respetas que tengo la misma edad que tu hermana?
—Sí, pero mi hermana al menos sí se ve de su edad. Tú tienes canas.
—¡Tengo el pelo así!
—Viejo canoso.
—Deberías cuidar más tu cabello, Shinazugawa —se unió Giyuu, aún sin alejarse del vientre de Kanae—. Hoshi tu padre está un poco viejo.
Kanae se moría de la risa mientras su esposo discutía con ellos. Pero Kyoujuro forzaba una risa mientras intentaba distraerse un poco con la música alta y electrónica. Aunque eso no era suficiente para borrar el dolor de ver a quien alguna vez fue su chica estar con uno de sus mejores amigos... ¿Por qué Giyuu no le dijo nada? Eso fue doloroso. Mas recordó que alguna vez habló de ella. Pensó que solo era porque ambos vivían en el mismo apartamento. Quizás nunca pensó bien por qué Shinobu vivía con Giyuu si simplemente se podía comprar una casa para sí misma con todo el dinero.
Excusándose, dijo que iría a beber algo. En ese momento, una vez más la mirada de ella le recayó encima, esta vez con indiferencia. Sentía que había algo que no pudo decir.
La fiesta estaba poblada de profesores más que conocidos. Ya sea sector primario, secundario o jardín, todos lo saludaban alegres e incluso intercambiaban algunas palabras con él. Incluso Obanai se quedaba un tiempo a su lado, vaya a saber alguien realmente por qué. Lo único que podía decir al respecto es que todos estuvieron enterados de su romance con Shinobu Kocho, incluso si hubiera sido legal y completamente normal.
Tal vez ahora sentían lástima por él, por haberse encontrado con su antiguo amor en tal situación poco relajante.
—Kyoujuro —llamó Giyuu al tomarlo del hombro—... Siento eso. Te ves un poco decaído.
—¿Eh? No, nada de eso. Solo estoy un poco cansado —respondió fingiendo un bostezo. Se le había ido el sueño a la hora de ver a Shinobu—. ¿Cómo estás? Hacía mucho no hablábamos como gente normal... Bueno, viniste aquí hace unos ocho meses.
—Bien, te iba a escribir pero me olvidé.
—Tranquilo, siempre te olvidas.
—¿Te sorprendió lo de Shinobu? —al preguntar de una forma tan directa, soltó un suspiro y pidió dos vasos medianos de shochu—. Gracias pero no tomo.
—No estaba pidiendo por ti, Tomioka.
—Oh, ¿no crees que es demasiado fuerte para comenzar la noche?
—La noche comenzó al salir las estrellas.
Giyuu, un poco extrañado de la frialdad en las palabras de su amigo, esperó a que le sirvieran los dos vasos de shochu para continuar hablando. En el mientras tanto, apoyó su codo en la barra, pero no vio señal alguno de que Kyoujuro estuviera en el mismo mundo. Parecía lejano como si estuviera viendo un recuerdo.
—Muchas gracias —dijo al serle entregado los dos vasos—. ¿Qué si me sorprendió lo de Shinobu? Sí, sabes que nunca te miento, pero sí oculto muchas cosas porque creo innecesarias explicar.
—Suena estúpido pero fuiste la primera persona que vi al entrar. Te cambió el rostro cuando me viste a su lado.
—Por favor, no exageres —pidió un poco susceptible mientras tomaba un largo trago de su primer vaso—... El tiempo de nosotros ya pasó, no pienses que estoy molesto o algo por el estilo. Nunca te prohibí salir con ella, ¿cuáles son mis valores? —rió con desgracia mientras seguía tomando de su vaso por la ansiedad. Se le estaba soltando un poco la mandíbula que tan tensa tenía.
—Si me lo prohibieras en este momento lo terminaría todo con ella —confesó haciéndolo atragantar con la bebida—. ¡Kyoujuro!
—¿Estás hablando en serio? —preguntó tosiendo y observándolo por el rabillo del ojo.
—Sí.
Fingió estar un poco mal de la garganta para pensar en una buena respuesta. No podía ser que estaba pensando en qué contestarle. ¡Qué demonios! Realmente era un envidioso. Al final resultaba como cualquier humano, tenía los mismos valores que un hipócrita que dice ser hombre y luego se cuestiona si quitarle la novia a su amigo. Pero realmente era una decisión muy difícil para alguien como él quien se esforzó en no perder su relación con ella e incluso intentó sentirse suficiente cambiando un poco su personalidad, intentando no ser tan aburrido, aunque al final no era por eso que lo dejaban. Incluso si al principio solo le divertía porque era una estudiante pícara, ahora pensaba que realmente era todo lo que buscó ese tiempo, incluso si sonaba patético. Resultaba tan parecida a la cazadora de demonios de su sueño, con esa sonrisa muchas veces falsa y rostro bonito; incluso se había hecho un rodete... Solo le faltaba el broche de mariposa, ese broche que él tenía listo para ofrecerle si era posible. ¡Estaba tan emocionado por verla! ¡Daría lo que fuera para intentarlo todo de vuelta!
Aunque al final ¿para qué serviría? Solo sería una decisión egoísta. Shinobu estaba feliz al lado de Giyuu, mucho más de lo que alguna vez estuvo con él en ese año lleno de citas formales. Además, a pesar de que Giyuu nunca le hubiera hablado de su relación, también distinguía que a él le parecía hacer muy bien. Al final solo lograría acabar con la felicidad de ambos para consolarse a sí mismo con una idea que ya estaba muerta y había quedado atrás, quizás décadas atrás, quizás un siglo atrás, no lo sabía. Lo único que era capaz de comprender de toda esa situación es que no podía hacer nada y eso estaba bien. Ya olvidaría todo ese peso molesto como pudo hacer Obanai por no ser correspondido por Mitsuri o Tengen por tener que divorciarse de dos de sus esposas. Todo podía fluir y convertirse en algo mucho mejor para personas desgraciadas como él.
—No te prohíbo nada. Eres un adulto independiente y ya tienes 33 años Giyuu, tu vida está resuelta al lado de Shinobu y eso está bien.
—Te callaste mucho —juzgó, provocando una risa del contrario mientras tomaba todo el primer vaso. El primero de diez más.
—Eres un poco cruel, ¿no lo crees? Es decir, me pusiste a mí antes que a tu amor.
—Sabía que ibas a responder eso. De alguna forma ya me lo esperaba.
—Soy predecible, qué sorpresa —su tono aún sonaba decaído, debido a que no gritaba al hablar ni mucho menos levantaba demasiado la voz—. ¿Hace cuánto que están juntos?
—Ocho meses.
—¿Antes o después de que vinieras a casa?
—Antes... Una semana antes se me declaró y acepté. Pero de todas formas ya habíamos tenido muchas cosas de pareja.
—No quiero esos detalles, gracias.
—¿Te ofende que no te lo hubiera dicho en el momento?
—Sí, mucho —admitió al tomarse la mitad del segundo vaso. Ya no había tanto lío en sus palabras. Era honesto—. Te he ocultado mis sentimientos por Shinobu porque no sabía ni yo mismo lo que eran, pero tú saliste con ella y apareciste en mi casa como si nada. Incluso recuerdo haberte preguntado que cómo estaba todo con ella y me dijiste: bien, como siempre. No entiendo cómo no pudo tocarte un nervio que me preocupara tanto y preguntara si podías llevarle un regalo de mi parte por su cumpleaños.
—Lo siento...
—Está bien, no tiene caso, Tomioka. Supongo que yo fui el tonto que no se dio cuenta de lo que tenía, o, más bien, quería hasta que lo perdió. Es triste, pero ya está. Como te dije, el tiempo de nosotros ya pasó —confesó mirando un momento su vaso—. Solo quería desahogarme.
—¿Seguimos siendo amigos?
—Claro que sí, hermano.
—Pero ¿no vas a intentar robármela o algo así?
—¡Ay, no!
—Es que puedes ser tan resentido de recordar todo aquello que prefiero prevenir. —Sí que era fuerte con sus palabras.
Ambos guardaron silencio unos momentos. No se miraron ni mucho menos intentaron hablar. Había un poco de resentimiento en cada uno y se sentían unos estúpidos al no saber cómo decirlo. Pero aún así ninguno hizo lo posible para hablar hasta que la voz suave de Mitsuri anunciaba que comenzaría la tanda de baile, de esta forma sonando la primera canción inglesa: Perfect. Definitivamente ahí todos sabían que no bailarían nada japonés, porque esa mujer era fiel a la música inglesa; pero estaban preparados, porque sentían más románticas este tipo de canciones.
Kyoujuro presionó un momento su pecho y guiado por la primera parte de la canción, dejando a su amigo plantado, se fue asomando entre la multitud, quienes estaban ya bailando. No entendía cómo Giyuu no había tomado la oportunidad con suma rapidez, pero tampoco le importaba en ese momento. Tenía todo en frente de sus ojos y había un recuerdo muy nítido en su mente, era algo que nunca dijo en esta vida.
"—Shinobu, en otra vida, si volvemos a encontrarnos ¿podrías bailar conmigo?"
¡No podía perder más tiempo! Y de tan apurado que estaba, no notó que había llegado pronto en frente de esa mujer, quien parecía esperar a que alguien la sacara a bailar. ¿Cómo pudo ser tan tonto de nunca haberla sacado a bailar? Nunca, ni ahora ni un siglo atrás. Su rostro demostraba en su máxima expresión la confusión y se reflejaba el interés por lo que fuera a decir. Lo observaba, impaciente mientras la canción transcurría tan lenta que parecía que el tiempo estaba yendo marcha atrás. Y por primera vez estuvo tan seguro de algo, estaba enamorado desde antes de conocerla, hasta cuando los científicos pudieran tomarlo como un raro por pensar en eso como un hecho. Pero ¿qué importaba? Nada.
Lo único que importaba era el vestido plateado de esa pequeña mujer y su collar de mariposa que lo hacía sentir hipnotizado. Estaba un poco tomado, eso seguro, pero sus modales nunca flaqueaban e inclinándose ligeramente a esa figura que se encontraba sentada, dio su amable invitación, esperando con todo su ser que la aceptase y no dejase sus palabras tiradas.
—Shinobu, ¿podrías bailar conmigo esta pieza?
Los ojos de Shinobu quedaron hipnotizados ante tal petición y con una de sus más sinceras sonrisas, se levantó y aceptó la invitación, tomando la mano que le era extendida. Se veía tan alegre...
—Claro que sí, Kyoujuro. Pero espero una invitación menos tardía para el próximo baile.
—Nunca establecimos un límite de los bailes.
—Vamos, charlatán.
Shinobu llevó el mando del baile, acompañándolo a la que consideraban pista y para su suerte era la zona que menos poblada se encontraba del patio. Máximo habrían unas 9 parejas bailando mientras que los otros estaban sentados viéndolos; definitivamente esos dos odiaban ser espectadores. Ella posó su mano contra el hombro de aquel muchacho, siendo atraída por la mano de este en su espalda y luego las otras dos manos libres entrelazándose mientras intentaban recrear el calmo movimiento del baile que tantas veces habían deseado realizar con alguien. Sus respiraciones chocaban mientras sin vergüenza alguna se observaban e incluso Shinobu inconscientemente en momentos apegaba su cabeza en el hombro de este para poder huir de su mirada. Se sentía descubierta cuando sus ojos honestos y bondadosos la observaban, por alguna razón pensaba que esa escena la quería dejar guardada en su corazón, no alejarse nunca y seguir bailando hasta la muerte con ese hombre. Pero uno o dos bailes de él sería lo mucho que conseguiría para no decepcionar a Giyuu y entonces luego debería girar la mirada para hacer de cuenta que Kyoujuro otra vez no existía en su perfecto mundo, por mucho que la hiciera sonreír realmente cuando provocaba que diera vueltas o la alejaba para luego volver a impulsarla hacia sí.
Ella se sentía tan culpable de tener que hacer sufrir de esa forma el bondadoso corazón de ese hombre... Pero igualmente sabía que ambos siempre esperaron a que ese baile sucediera, por mucho que llegase a durar menos de cinco minutos, aunque luego acabasen separados por la incomodidad de volver a verse sin tener sus pies rebosando de alegría o las respiraciones aceleradas por la adrenalina. Incluso si lo intentaba no conseguía encontrar más que pena por ese hombre. No había ni un poco de calor embriagador en su pecho ni tampoco la emoción de mariposas. Aunque sabía lo buena persona que era y hasta lo dulce a comparación de Giyuu, no había más que mucho dolor por él, pero no por su situación... Se entristecía al verlo y era por una razón que incluso si se mareaba de tanto dar vuelta nunca lo entendería.
Estaban bailando una canción especial, hermosa, usualmente utilizada para los bailarines enamorados, pero no sentía nada más que por su forma de bailar.
—¡Bien, bien, bien! —exclamó Mitsuri con el micrófono en la mano para luego elevar el puño—. Ahora sigue "When a man loves a woman".
—Qué tema tan...
—Intenso.
—¡Hermoso!
Dijeron al mismo tiempo Shinobu y Kyoujuro, quienes no coincidían en muchas cosas, mucho menos en gustos musicales. La muchacha aún con la mano sostenida por Kyoujuro hizo un gesto confuso ante la exclamación, lo mismo recibió por parte de aquel. Ahí ambos se dieron cuenta que su baile había llegado a su fin. Y entonces el corazón de Kyoujuro se alivió un poco, aún si habían lágrimas que se estaba tragando por notar en ese momento el anillo de casamiento que tanto Shinobu como Giyuu tenían. Sentía mucha tristeza, eso era cierto. Pero ella se veía tan llena de calma que aún sosteniendo la mano en la que portaba su anillo, la elevó y le demostró con total encanto lo que tenía en el dedo anular.
—Estoy comprometida con Giyuu... ¿No suena bien el nombre Shinobu Kocho de Tomioka?
—Sí, suena hermoso. Les deseo muchas felicidades.
—Gracias Kyo y lamento tener que decírtelo de esta forma tan borde, sabes que soy muy estúpida para darme a entender. Te aprecio, así que sigue dando lo mejor de ti y busca tu propia felicidad ¿sí?
De "te quiero" a "te aprecio" había una diferencia abismal, tan grande que lo hacía sentirse en un vacío absoluto, en el que va cayendo de a poco, sufriendo en el proceso, atemorizado de dónde va a caer... Pero al final solo es un vacío, uno se acostumbra a él porque no hay nadie ni nada allí más que lo que la imaginación pueda generar. Y él se imaginaba una bella ciudad de estrellas, una en la que aunque su amor no fue igual de recibido al menos estaba esa mujer, brillando a su manera mientras reía torpemente por sus chistes tontos que no caían en intenciones coquetas. Estaba solo ella, disfrutando todo lo que pudiera ofrecerle. Todo excepto amor.
—Sí, Tomioka... Esperaré para la próxima vez.
Y de esa forma, la mano de Shinobu se alejó de la de Kyoujuro, tan suavemente que él sin quererlo la agarró de vuelta, pero no pudo hacer más que soltarla y disculparse torpemente. Qué visibles fueron sus sentimientos durante todo ese baile. Pero si estaba así de solo era su culpa, él le hizo prometerle algo doloroso a esa antigua mujer y ahora debía de tragarse el orgullo de verla besando los labios de su mejor amigo. Y solo por eso no iba a volver a demostrar una expresión triste, no, más bien iría corriendo a buscar una pareja de baile que estuviera un poco ebria como él, ¿y quién mejor que su amiga Mitsuri? Ella lo aceptaba todo, así que complacido bailó su tema favorito con ella.
—Shinobu, ¿vamos a invitarlo a la boda? —musitó como un niño chiquito, haciéndola sonreír amargamente.
—Es tu maldito amigo, que ni se te ocurra dejarlo afuera —reclamó tomándolo de la oreja y jalando de esta—. Realmente eres muy desamorado con los tuyos.
—No lo soy.
—Lo eres.
—No, amo a Kanae y a su niña.
—No digas que amas a mi hermana. En serio, en Japón sí suena raro, tonto.
—¿Cómo a qué suena?
—Como si estuvieras enamorado de ella.
—Pero si solo te amo a ti —declaró extrañado de la idea que tenía.
—Sí que eres inesperado... Yo también te amo.
—Sí, pero no tanto como tu ciudad de estrellas.
—Te amo más a ti antes que cualquier cosa —confesó dejando todo su orgullo de lado para besar la mejilla de ese hombre—. Bueno, antes amo a Hoshi.
—Sí, yo también.
Kanae junto a Sanemi observaban la escena extraña de la pareja, ambos disgustados por el tema que les tocaba bailar y debido a ello quedándose sentados observándolo todo cuales chismosos. La muchacha se sentía halagada de que amaran tanto a su bebé, pero Sanemi aún no quería procesar que el tarado de Giyuu saliera con la hermanita de su esposa a quién debía proteger. Y quisquilloso soltó un quejido, sin siquiera simpatizar por la situación mientras desviaba la mirada. Ante esa actitud Kanae rió y acostó su cabeza contra su hombro para distraerlo de esa escena. Aún no sabía por qué actuaba tanto como un padre para Shinobu. Incluso desde antes de que ellos dos realmente salieran él la seguía cuidando. ¿Es que acaso ese sentimiento viene de tiempos trascendentes?
Kanae comenzó a imaginar miles de ideas al respecto. Sabía que no iba a llegar a nada, pero era encantador crear escenarios en los que ella estaba ausente y ese hombre que tanto amaba cuidaba lo más preciado para ella. Sin darse cuenta, posó su mano contra su propio vientre mientras sonreía feliz por esa idea y finalmente distraía a ese hombre.
—¿De qué te ríes?
—Es como si conocieras a mi hermana de otra vida.
—¿Volvemos al mismo tema? No sé de qué otra vida hablas.
—Te explico... Es como si hubiéramos reencarnado en estos cuerpos y no tenemos recuerdos, pero sí gestos de nuestra otra vida, como por ejemplo yo te amé solo a ti durante toda mi vida, sentí una atracción inevitable, pero me avergonzaba tanto por ideas como la de que me invites a bailar y no saber, tanto que me estuve preparando todo este tiempo y ¿qué sucede? Te encanta bailar e hice aún más deducciones que fueron reales —aclaró encantada de la atención de su pareja, quien asentía mientras la seguía escuchando—. Creo que a Hoshi también le gusta esta idea... ¿Y si en nuestra otra vida yo también pensaba en un hijo contigo y se me ofreció en esta?
—Delirios de embarazada.
—¡Que no son delirios!
—Pero no te enojes, nunca me molestaron tus delirios —respondió gracioso besando su mejilla—. Me alegro que hayamos sido destinado el uno para el otro en esa otra vida.
Nota de autor: ¡Otra historia más que ha llegado a su final! Agradezco mucho el apoyo que ha recibido y los comentarios gloriosos. Espero que este les resulte un final acorde con la historia... Siempre quise hacer entender de que al final de cuentas Shinobu estuvo destinada a otro hombre o al menos así lo sintió Kyoujuro, quien hizo una promesa que a pesar de que en la otra vida le dolió, al menos pudo ver la felicidad verdadera de su chica, aunque no sea a su lado.
Y sí, el SaneKana tuvo su final agraciado a comparación de la otra pareja, debido a que ellos se amaron desde el principio y sus sentimientos quedaron guardados incluso a partir del paso del tiempo. Me alegraría mucho que algunos entendieran la razón por la que Kanae habla de que en su otra vida quizás deseó un bebé con Sanemi; hay un capítulo en especial que resalta esto. Les dejaré que sigan con sus próximas lecturas y sin más, muchas gracias por pasarte por aquí ♡
Sueñen con la ciudad de estrellas...
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