Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05: Condenado por desconocer el sabor de tus labios

Sanemi había vuelto a su Finca totalmente ebrio, hasta el punto de que al llegar al árbol de cerezo en frente de su hogar se dio la cabeza contra este y terminó gruñendo en el suelo, con los pocos ánimos para levantarse. ¿Qué pensaría Masachika acerca de que se embriagara de tal manera por recuerdos de una mujer? Posiblemente lo regañaría y diría que como es Kanae la mujer en la que piensa, ella se sentiría muy mal por él y seguramente sufriría peor si lo viera de esa manera por su culpa. Ambos se solían preocupar demasiado por él. Pero ¿qué lo hacía pensar en muertos? Después de todo, si existe el cielo lo menos que harían sería verlo a él, luchando contra su propio cuerpo para recomponerse sin lograrlo tras el increíble mareo. Solo cuando perdió a Kumeno se emborrachó de esa forma, quizás porque había prometido invitarlo a beber para que aprendiera y no terminara en desgracia como él en su primera vez.

—¡Maldita sea Shinobu, con tan solo verte me traes su presencia! Odio esto —gritó enfurecido tomando entre sus manos su propia cabeza—. Estoy cansado de imaginármela, ya han pasado cuatro putos años.

En ese momento sabía que si Kanae estuviera, seguro dormiría sobre sus piernas y sentiría las caricias en su cabello, tal cual como su madre hubiera hecho, mientras le contaría sus preocupaciones como casi nunca hacía. Ella le pediría que se tranquilice y susurraría en su oído que no hace falta embriagarse para tenerla presente.

Siempre decía lo mismo pero es porque nunca llegó al punto al que él llegaba de tanto tomar, porque ni siquiera tuvo la oportunidad de emborracharse como él. Era mejor así, porque se dormía y se sentía tal cual como si estuviera en el regazo de esa mujer. Su voz no lo tachaba de asesino así que no le perturbaba.

Era tranquilizador tener al fantasma de su amante.

"Las estrellas brillan porque te observan, porque Sanemi tiene un alma tan amable que hace que los de tu alrededor se iluminen. Yo me siento bien cuando estás ahí"

¿Amable? No era jodidamente amable, era una bestia que podía asesinar a quien se le cruce, pero ella era una ingenua que nunca lo entendió. Tan ingenua que aún recordaba la vez que lo besó con esa delicadeza, como si él fuera un dulce príncipe que podría protegerla de lo que fuese, mientras que en realidad era el peligro que la podría atormentar día y noche.

Era un asesino ¿no? Y entonces ¿por qué no huyó aquella vez? Es más, ¿por qué no se alejó por siempre como casi todos? No la hubiera juzgado de hacer eso, es más, se lo agradecería, así no tenía que cargar con su peso en sus fornidos hombros que ya habían resistido tantos cuerpos que parecía chiste.

El cerezo que ya estaba a nada de morir había sido testigo de los secretos que él y Kanae escondían detrás de todas las personas que los veían, aunque igual sus compañeros rumoreaban que desde la muerte de Kumeno ambos eran bastante cercanos. Algunos creían que solo la utilizaba para no sentirse solo, pero otra persona que tenía visión del amor por tener tres esposas, confesaba que ellos en serio se amaban. Quizás Sanemi se avergonzaba de demostrarlo en público y debido a su actitud tosca parecía todo lo contrario a un amor romántico, mas la muchacha era muy poco simulada.

«A ese tipo en serio le servía tener tres esposas cuando hablaban de amor» pensaba Sanemi en sus tiempos de adolescente mientras admiraba, en secreto, la figura tan grande de Tengen, quien parecía llevarse bien con todo el mundo y observar cada situación con ojo crítico. «Pero es un completo idiota cuando trata con mujeres» llegó a la conclusión cuando notaba cómo se acercaba a Kanae y la invitaba a salir con suma coquetería. Lo peor de todo es que sus esposas permitían esos actos... Pero el Shinazugawa no y por eso siempre intervenía con alguna excusa creíble o simplemente alejando a esa inocente mujer que no entendía ninguna propuesta. No le agradaba el aura que percibía cuando él estaba cerca. Prefería que Kanae se mantuviese un poco alejada cuando tomaba tal actitud atrevida.

Por muy cursi que sonara, lo que más recordaba con ella era cuando lo hacía sentir querido, como si de a poco comenzara a pensar que no lo iba a dejar nunca, no como todos. Por lo menos esa ilusión no duró demasiado, sino dolería aún más. Mucho más.

En una de las tantas noches, de esas donde ya las estrellas no eran tan brillante y el cielo solo pronosticaba mal tiempo, Kanae se acostaba debajo de aquel árbol colorido con tonos rosas vivaces, dando una ligera sonrisa al verlo en su total esplendor.

Era tan hermosa la vida natural, la simpleza de la naturaleza le hacía reflexionar mucho. Quizás a veces se atemorizaba por lo que se podría considerar "natural", ya que muchas cosas podrían pasar sin que nadie lo altere. Una muerte por vejez es natural, un rostro que pierde su belleza por el paso de los años es natural, sentir amor o miedo es natural... Entonces ¿por qué la gente quiere cambiar lo natural por algo superficial? ¿Por qué lo deseaban tanto?

«Era única la vida cuando parecía fantasía, porque todo sucedía por algo, pero ahora el mundo estaba tan distorsionado que puedes sufrir a precio del bienestar del otro, aunque no merecías nada de lo que te tocó.»

Todos tarde o temprano iban a morir, entonces ¿por qué estaba ahí, recostada, sin hacer nada más importante que respirar? Claro, porque su flujo de vida natural fue alterado por los demonios, esos seres que alguna vez también sufrieron a pesar de ahora no sean más que un alma podrida. Si fuera por ella, hubiera olvidado lo ocurrido y solo se dedicaría a tener una vida feliz junto a su hermanita mientras se engañaban a sí mismas con que no tenían miedo, pero en ese momento las guió el dolor e intriga. Quizás si no fuera cazadora podría haberse casado, mantendría a Shinobu y todas las demás niñas y haría oídos sordos a las peticiones de las personas que necesitaban ser salvadas. Pero ¿eso le hubiera traído felicidad? Al final, podría o no haber durado poco. Si nunca se hubiera metido a la asociación viviría con el miedo constante de que un demonio vuelva a asesinarlos a todos delante de sus ojos cristalinos.

«¿Por qué mis padres, quiénes eran unos ángeles, lo afrontó tal destino atroz?» Pensó al comienzo de volverse una cazadora, mas no le encontraba otra respuesta que la gran: Los demonios también intentan sobrevivir.

Aún recordaba el frío de esas noches cuando debía de pasar la misión para convertirse una cazadora. Tenía la voz de su hermana en la cabeza, gritando de agonía, haciéndola retorcerse del dolor a la hora de descansar al menos un poco para no terminar desmayándose. Sobrevivió gracias a otros y a los buenos pensamientos que en realidad eran una mentira, mentira necesaria para mantenerse cuerda cuando alguien moría aplastado mientras ella veía la escena, pálida, y luego se encargaba de asesinar al demonio, teniendo que huir seguido de eso.

A pesar de que tienen su justificación, los humanos eran tan crueles como los demonios, lo comprobó en la misión de hace tan solo unas horas. Una mujer la engañó con una historia falsa y un pedido entre lágrimas para que la abrace antes de morir, y al momento de llegar a su cometido la empujó hacia aquel ser gigantesco que de no ser por Sanemi casi la mata. Aquella había sido tan cruel, pero justa consigo misma, era una técnica también para sobrevivir ¿no es así? No todos pensaban en los otros como Kanae siempre hacía. Por eso consideraba que estaban bien sus actos. Después de todo, uno tiene que ser un poco egoísta para seguir vivo, ella aprendió eso por mucho que no quisiese usar esa técnica nunca más.

A veces, tan solo deseaba tener una vida normal, en la que estuviera casada con el hombre que amaba, llegara a tener un hijo y hasta poder educarlo para que respete a todo aquel, por muy diferente que fuese. Quizás si algún día los demonios eran exterminados, podría tener esa vida, por mucho que cualquier tipo de recuerdo nostálgico o trauma quedara en su cabeza. Si por lo menos llegaba a tener una pareja, alguien a quien podía confesarle cuanto lo amaba, deseaba que esa persona fuera...

—Levántate, ya he servido el té. Además, ¿qué es lo que piensas con esa tranquilidad?

Sanemi Shinazugawa.

Ese hombre la observaba con la misma expresión de siempre, la típica cara de un amargado, pero ciertamente la hacía pensar un poco más en que si algún día llegara a tener un hijo, el hijo de él, ojalá pudiera educarlo en un mundo en el que los demonios vayan de la mano con los humanos. Es todo lo que pediría, porque ambos son seres únicos y hermosos, compartiendo la similitud en que alguna vez sufrieron y siguen sufriendo por el resto de sus vidas, a pesar de esconderlo o aunque estén en un círculo vicioso que el sufrir se vuelve algo tan cotidiano que no lo notan.

¿Los demonios también encontraran o volverán a encontrar el amor? Oh, qué gran magia sería aquella.

—Pienso que estamos vivos ¿sabes?

—Si no lo estuviéramos ni siquiera nos estaríamos viendo o hablando, Kocho, no seas estúpida.

—No, no, hablaba de estar vivos porque sentimos ¿no es así?

—Yo siento que estás drogada y muriéndote de frío, así que sí, estoy vivo y tú también, punto final. Ven adentro o te llevo a la fuerza.

Kanae suspiró con pesadez al notar que Sanemi la interrumpía y hasta la tomaba de las piernas para llevársela... Estaba de cabeza, literalmente. Nunca pensó que sería muy caballeroso ni tampoco quisiera que cambiara, pero eso la estaba avergonzando de una manera terrible, hasta el punto de que ni siquiera podía mirarlo a los ojos para hablar. Siempre hacía lo que quería.

—A pesar de que estamos vivos y todo eso, ¿por qué dices que no estaríamos hablando de no ser así? Shinazugawa, estaríamos en el mismo cielo, tú hasta podrías ver a toda tu familia al igual que yo... ¿Cuál sería el problema?

Solo con esa respuesta se detuvo y hasta soltó las piernas de la muchacha mientras que al parecer estaba pensativo. Ante aquella actitud, el pilar creyó que había utilizado las palabras equivocadas, por lo que intentó levantarse cuanto antes, pero se encontró con el rostro de Sanemi bastante cerca, causando que cayera sentada al suelo otra vez. Aquel había flexionado tanto las rodillas que ni siquiera sentía algún tipo de molestia al estar en esa posición.

Ella quiso decir algo, pero la acalló solo con una mirada. ¿Es que acaso era una propuesta para un suicidio doble o algo por el estilo? Uhg, no quería pensar en perder la vida de esa forma, incluso si ella lo consideraba algo romántico. ¡Sabía que había algo mal en la cabeza de Kanae!

—El problema será que yo me iré directamente al infierno, ya lo sé, así que no intentes convencerte con que siquiera nos reencontraremos en otra vida... Alguien como yo no merece tener otra oportunidad —su tono era tan seguro que asombró a la contraria, llegando a perder el aire en el momento. Todos merecían otra oportunidad.

—Yo... No, creo que te estás precipitando, Shinazugawa, eres alguien gentil, amable, dulce. Te mereces el cielo completo y mucho más, no debes de denigrarte así.

—Kocho, eres la única que piensa eso. En serio, detente, no hace falta que hablemos de esto. —Tomó el brazo de la contraria, con el fin de salir de esa situación, pero antes de pensarlo terminó también en el suelo por la fuerza que había ello aquella mujer—. ¡¿Qué te pasa?!

—No puedo aceptar que Shinazugawa piense que se irá al infierno, no mientras es alguien tan bueno —esa confesión salió en un tono elevado y una mirada más determinante—. Porque vi que eras feliz, por lo menos unos segundos, al bailar conmigo aquella vez. Solo no quiero que te tortures con la idea de que te debes pudrir, a muy pesar de que a veces me dé miedo tu satisfacción al matar demonios o hasta llegues a violentarte con nuestros compañeros. Eres humano y puedo notar cuán arrepentido estás y tu manera de intentar cuidar a la única familia que te queda. Quiero que si algo llegase a pasar vayas al mismo lugar que yo, ya que cuando te veo dormir una pequeña siesta, bajo este mismo árbol, me imagino un futuro en el pueda verte todos los días así y dejas de perseguir el pasado.... No es tu culpa, Sanemi, nada de esto lo es.

Absorta por lo que había dicho se quedó observándolo sin notar que aquel hombre había quedado confuso con tantas palabras. Si hoy fuera un día malo para él, posiblemente hubiera mostrado otra reacción, pero en ese momento el día había sido tan común que ni siquiera le preocupaba contar el motivo por el que realmente planeaba irse al infierno, mas sabía que entristecería hasta las lágrimas a esa mujer y no podía permitirse viéndola triste por su culpa. Su tono de por sí sonaba tan destrozado que lo hacía sentir mal la forma en la que lo observaba.

—Kocho, ¿me estás mirando?

—Sí, ¿ocurre algo con eso?

—Creí que hoy era el día de las preguntas sarcásticas, después de todo.

—Shinazugawa...

—¿Puedes acercarte y llamarme Sanemi de vuelta? —a pesar de preguntarlo su tono sonaba exigente.

De manera inocente le siguió el juego acercándose a aquel joven, una vez más notando la poca distancia entre ambos y sin entenderlo del todo dijo en un tono confuso: Sanemi, ¿qué sucede? ¿Es por lo que hablamos?

Deseaba que no volviese a nombrar ese tema del que ya habían hablado, sus ideas no estaban del todo conectadas, pero cuanto más la oía más deseaba callarla, aunque de una manera algo inusual para un hombre bruto como él. Tenía ese deseo tan impuro desde hace meses que venía oprimiéndolo, pero todos llegaban a sus límites cuando veían la oportunidad de aprovecharse ¿no es así? No era justo que siempre observara sus labios hablar y hablar, aunque sería una mentira decir que no se había vuelto uno de sus pasatiempos favoritos.

Finalmente soltó un suspiro, pero dispuesto a seguir sus instintos, notó que en realidad aquella mujer había malinterpretado por completo sus palabras o hasta acciones. En cuanto parpadeó, los labios de Kanae estaban contra la frente de Sanemi. Ese movimiento no fue nada accidental, a juzgar de cómo los mantenía allí, teniendo que arrodillarse para poder concluir con su acción.

Eso sí que agarró por sorpresa al contrario, aunque realmente no estaba tan incómodo, se sentía como un acto dulce y protector de parte de aquella... ¿Él no sería el que debería mostrarle que la protegería? Bueno, después de todo, sin Kanae y sus medicinas ya estaría muerto o paralizado.

—¿Era eso lo que Sanemi quería? De todas formas, aunque no lo fuera, tienes la frente algo caliente. Ya deberíamos entrar, además, en mi hogar...

Antes de que aquella mujer pudiera cometer algún otro acto, al ya haber alejado una vez más sus labios, la atrapó entre sus brazos, tal como si fuera una mariposa que podría írsele volando en cualquier momento. En esa situación, no quería que ella se fuera a ningún lado. ¿Qué pasaría si se iba para siempre? ¿Sin dejarlo cumplir su deseo de besar esos posiblemente dulce labios? No, es más, llevándose todo el cariño que le hacía falta a pesar de negarlo una y mil veces.

Por hoy quería ser un maldito egoísta que la abrazaba y le susurraba que no se debe ir a ninguna parte. "Tu hogar podría ser aquí" se le escapó sin pensarlo, pero estaba lo suficientemente ido como para retractarse. A Kanae no le pareció algo impactante sus palabras, realmente ella estuvo esperando durante mucho tiempo para ver a ese Sanemi ablandado, de esa manera que podría decir cosas que quizás nunca planeó decirle.

Realmente estaba feliz de estar viva, él siempre la hacía feliz de estarlo. Deseaba llorar como niña caprichosa, tenía la misma idea de querer quedarse toda una vida allí, contra el cuerpo de Sanemi que le quitaba el frío. Correspondió al abrazo con la poca fuerza que le quedaba luego de tal día agotador y respiró con tranquilidad, haciéndole ligeras cosquillas al pecho del muchacho.

—Es cierto, el cuerpo de Sanemi se siente como un hogar —musitó con su voz ligeramente quebradiza, aunque malinterpretando las palabras de Sanemi una vez más— o quizás un refugio...

No era una mujer que soliera llorar demasiado, además, la mayoría de veces era en soledad o por la tristeza al tener que matar a un inocente demonio, pero por algún motivo, Sanemi la mayoría de veces solía verla en ese estado sensible. Esta vez no fue la excepción, ya que pudo sentir como las lágrimas de aquella caían contra sus pechos mientras la oía sollozar de manera casi silenciosa. ¿Habría hecho algo mal?

—¿Kanae? —se le escapó su nombre de entre sus labios.

—No solo el cuerpo de Sanemi es como un hogar, sino que más bien todo de su parte lo es, y yo... Yo amo por completo este hogar. Lo amo mucho. No quiero que se aleje de mí.

Cada una de sus palabras en llanto, a Sanemi lo hacía sentir como si fuera la última vez que se verían, destrozándole la mente con miles de recuerdos que no deseaba tener, a pesar de que estos fuesen alegres... No se podía mostrar en un estado de debilidad. No podía preocupar a Kanae, porque ella lo ama y el sentimiento era mutuo. No debía de hacer que llevara una carga de más, no mientras las estrellas poco a poco comenzaban a iluminarlos.

—No llores, siempre me tendrás como tu hogar, ya lo sabes.

Por segundos se preguntó el motivo por el que no le dijo que también la amaba, pero realmente esas palabras por el momento no podían salir de su boca, ni de una manera literal como una indirecta. Era un cobarde, mas planeaba confesarle sus sentimientos en otro momento, cuando ya los demonios no lo atormentaran todas las noches, provocando su deseo por matarlos uno por uno con esa escalofriante sonrisa en su rostro. No debía de darle palabras tan puras cuando sus pensamientos se volvían retorcidos. Ni siquiera se merecía cometer alguna de esas acciones indebidas que pasaban por su cabeza. Quería besarla, quizás hasta tocarla donde no es debido para una mujer soltera... Era un desgraciado, quien no tenía ni el más mínimo derecho de pensar cosas vulgares de su compañera.

—Sanemi... ¿Me puedo quedar a dormir?

Levantaba la cabeza ligeramente, despegándose de sus pechos para observarlo con esos tiernos ojos que aún seguían derramando lágrimas. Pero justo hacía la pregunta más inapropiada que podría pasar por la cabeza del pilar. Este no pudo evitar abrir los ojos de par en par. Era lo suficientemente consciente para negarse rotundamente, pero... ¿Por qué estaba arruinando el buen momento con sus jodidos pensamientos? Con tan solo pensar en ella durmiendo en su cama, ya sea sola, le daban ganas de que el infierno se lo lleve cuanto antes. Ya tenía planeado un viaje de ida y vuelta a ese ardido lugar. Incluso si la imaginaba con dulzura era imposible que alguna otra idea no se le cruzase.

—No.

—¿Por qué? —entre sus palabras sintió como aquel hombre le secaba las lágrimas con bastante brutalidad.

—Porque no. Además, ¿y la bruja?

—Ella está siendo cuidada por Tomioka, no hay de qué preocuparse.

Lo decía con esa inocencia, provocando que los sentidos de Sanemi se alteraran de una manera notoria. Iba a matar a Giyuu, estaba seguro, aunque no le hubiera hecho nada a la hermana de la chica. Ese tipo, por mucho que no hablase le daban ganas de golpearlo hasta que su nariz quedara sangrando.

—Con más razón, vete ya mismo de aquí, ese enfermo siquiera se sabe cuidar a él solo.

—No le digas enfermo, por favor, es alguien muy gentil por aceptar mi pedido... En realidad, es cierto que más bien, Shinobu lo está cuidando, ya que al parecer tenía un poco de fiebre, pero estoy segura que si algo llegase a pasar, yo puedo contar con él.

Ahí completamente alejó el cuerpo de la contraria, sosteniendo sus hombros y mirándola directamente a los ojos. ¿A esto se le llamaba celos? Es decir, ambos eran cercanos y Kanae solía hablar de Giyuu mucho, hasta el punto que a veces lo agobiaba. ¿Por qué siquiera lo invitaba a cenar a su hogar? Eso no era justo, no lo quería ver directamente. No lo quería cerca de Kanae ni que se volviera cercano a su familia. ¿Qué sucedería si lo reemplaza a él, quien era un bruto que asustaba a esas niñas pequeñas? Definitivamente iba a mejorar con sus tratos, demostraría que era mucho más dulce y amable de lo que parecía, incluso si debía ser de esa forma trataría como una reina a Shinobu, sin importar cuán insoportable esta se volviera. Pero no iba a dejar que el estúpido de Giyuu le ganara.

Demasiadas emociones para solo un día...

—¿Qué tienes con él?

—Quizás te lo diga si me dejas quedarme a dormir.

Oh Dios, esa mujer era la muchacha de sus sueños, además de "inocente" manipuladora con alguien como él. No conocía lo que significaba peligro a juzgar por su cálida mirada... Ya no sabía si considerarla ingenua o astuta.

—¿Sabes qué? Vete con el imbécil de Tomioka y su maldita relación secreta mejor, ni que me importara.

—¿Relación secreta? Sanemi... No oíste que te amo ¿verdad?

—Cierra la boca. —Se podía notar un ligero carmín en sus mejillas ante aquellas palabras. Se sentía avergonzado con tan solo recordarlo e incluso peor si no le respondió debidamente—. Tomamos el maldito té, te vas de aquí y te prohíbo que dejes a ese imbécil quedarse a dormir ¿oíste?

—No eres nadie para prohibírmelo, técnicamente tenemos el mismo rango y la misma edad —confesó con gracia, para luego acariciar su cabello, dejándose ver una ligera y dulce sonrisa—. Él seguro sí se quiera quedar a dormir, no como tú. Pero está bien, no hará nada malo.

—Quiero oírlo de su parte.

—Está mi hermana, ¿eso no te deja más calmado?

El contrario se remontó a ligeros recuerdos y cayó en la idea de que Shinobu sí que era una gran carga cuando ambos estaban juntos. Aunque no hiciese nada malo, lo miraba como si fuera el mismo diablo seduciendo a Kanae y hasta lo amenazaba con que se alejase de Kanae. Finalmente aceptó la idea, ya sabiendo lo que tenía planeado, y se decidió por ir a tomar el té con aquella muchacha, quien no dejó de observarlo con ternura. Ella no entendía en lo absoluto la idea tan macabra que tenía en mente Sanemi tras no creerle ni una sola palabra a Giyuu. «¡Cómo si se fuera a enfermar si siempre anda hasta mirando lo que no hay!»

La pureza de su mirada lo hacía sentir un enfermo por sus malos pensamientos, pero no provocó que se arrepintiera de acompañarla hasta su hogar y amenazar a Giyuu con que si no deja de mentir lo sacaría a patadas. Se sintió satisfecho al momento de ver como aquel tipo se largaba de la Finca... Ni siquiera le importó el sartenazo por parte de Shinobu, quien le gritaba que aquel hombre tenía gripe.

Había hecho un gran trabajo, ningún tipo había dormido en el mismo lugar que Kanae, ni el mismo. Y, además, ni siquiera le expresó su amor a esa mujer.

Un gran trabajo en el papel de imbécil. Porque, ahora, bajo ese hermoso árbol, se daba cuenta de lo equivocado que estuvo al tratar de la forma más desagradable posible a un enfermo. Si tan solo hubiera tomado una decisión bien pensando en el futuro, nada de ese arrepentimiento estaría en él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro