04: Una cita inesperada y llena de nostalgia
Unas semanas luego de la cena entre pilares, la cual fue de lo más estresante para Shinobu, la misma reunión se dio, pero con la pilar del insecto excluida, lo cual fue de lo más raro para Kyoujuro, quien observaba a todos esperando que le dieran una respuesta coherente. ¿Sería también para hacer sonreír a la muchacha como la vez que hicieron aquello con Giyuu? Podría ser una de las tantas posibilidades, mas la verdadera idea de todo aquello lo dejó aún más extrañado. ¿Desde cuándo los pilares tenían tiempo para meterse en las vidas amorosas ajenas?
—Esta reunión es para que tomes valor, seas un hombre e invites a salir a Kocho —comentó Uzui para luego posar el dedo índice en su propia barbilla—, debes aprovechar bien que no hayan casos de demonios por el momento, porque todos aquí sabemos muy bien que cuando los haya no se van a ver por posibles semanas.
—Oh, bueno sobre eso...
—¡Además estamos todos muy emocionados por la boda! —eso explicaba el motivo de meterse tanto.
—Y tiene que ser una boda extravagante, demasiado, hasta que a todos se le salgan los ojos.
—Suena perturbadora esa idea...
—Pero por sobre todo intentan decir que nunca esperamos que alguno de nosotros podamos casarnos —explicó con su misma neutralidad, Iguro, dando unos suaves ademanes—. Bien por ti, creo.
"El tema es que aún no me aceptó" Fue lo primero que pensó Kyoujuro, pero no lo dijo, no quería desanimarlos ni nada por el estilo, así que oyó con cuidado todo los que aquellos querían recomendarle para su primera cita.
—Deberemos de organizar esto de manera precavida ya que ahora es una mujer con el corazón roto —comentó Mitsuri con cierta tristeza en su mirada, a lo que Obanai y Sanemi reaccionaron observando de mala gana a Giyuu, quien no opinó nada al respecto—. Por eso la primera cita debería ser única, tienes que hacerla muy feliz, Rengoku.
El de hebras amarillentas asintió realmente cómodo porque lo desearan ayudar, ya que no tenía ni una sola idea para la primera cita, sin contar que en ese momento estaba algo perdido pensando acerca del "corazón roto" de aquella. Planeaba hacerla lo más feliz posible, pero no tenía idea de cómo se curaba un corazón roto o si solo Mitsuri exageraba demasiado el tema. No podía imaginarse a Shinobu demasiado preocupada por ese rechazo, simplemente tiene la idea de que deben haber temas hasta muchos más importantes que el amor en su cabeza. ¡Podría llegar a hacerle la cena o hasta ayudarla a estudiar acerca de los nuevos venenos que creaba! De esta manera, le quitaría un peso de encima. Pero eso sonaba lo menos romántico posible.
—Tiene que ser una cita por la que ella pueda decir: oh, qué extravagante, y como soy el único que ha tenido y tiene pareja aquí me veo en el papel de aconsejarlo. —Pasó su brazo por el cuello del pilar y lo acercó para que escuchase bien—. Escucha, juego de rol en la cama y en una de esas amárrala, asegúrate de volverte el policía malo.
—¿Qué carajos? ¡Ni se te ocurra Rengoku o juro que te corto la boca! Además, ni siquiera eres un pilar ahora, Uzui, no jodas.
Y eran ciertas las palabras de Sanemi, Uzui ya había dejado su papel de pilar tras la misión del Distrito Rojo, por lo que, en primera instancia, no tuvo que haber organizado una reunión con todos allí, fingiendo que esta era una clase de despedida para él.
—Es raro ver a Shinazugawa preocupado por alguien más que no sea sí mismo —musitó Muichiro para luego volver a elevar su vista hacia el techo—. No me importa esta reunión, de todas formas lo olvidaré.
—Yo digo que sería mejor una velada, en un servicio de comida elegante, y que sea iluminado a la luz de la luna. Al volver a su hogar deberías de cuidar que no tenga frío y no te olvides de expresarle cuanto la amas. Oh, también, arréglate el cabello. —Esa idea por lo menos parecía más cuerda, aunque a muchos sorprendió que viniera de Iguro, quien lo decía serio casi por instinto.
—¡Eso es muy romántico! Pienso lo mismo que Iguro, si alguien fuera así de considerado conmigo me casaría con esa persona —chilló mientras posaba sus palmas en ambas mejillas.
—Qué aburridos son todos, está claro que hay mucha más pasión en una lucha, ahí sí se revelan los verdaderos sentimientos.
—Hombre, ya entiendo porqué asustas a las mujeres... ¿Te le declaraste a una luchando contra ella?
—¿Qué? Ni que quisiera salir con una, pero está claro que solo las valientes aceptan un duelo como ese.
Uzui y Sanemi volvieron a discutir, como ya se le hacía costumbre a todos, pero mientras ellos arreglaban sus problemas, Mitsuri y Gyomei intentaban persuadir a Kyoujuro con que la lleve al paraíso de los felinos, una zona encantadora y llena de gatos de la ciudad, los cuales al parecer tenían una buena vida, libres sin tener que ser regañados por sus dueños. Aunque claro que el muchacho también hubiera deseado aquello, pero recordaba que al parecer a la pilar del Insecto no le agradaban los animales peludos, quitándose las ganas en solo un parpadeo.
Deseó dirigirse a Giyuu, quien sí que lo había ayudado en todo ese tiempo, mas en cuanto se dio cuenta él ya no estaba. No tenía de qué sorprenderse, después de todo no se quedaba en las reuniones informales al menos de que Shinobu lo convenciera... Si mal no estaba, las cosas entre esos dos se había vuelto tensas y hasta oyó que le pedían al patrón hacer sus misiones por separado. ¿Había corrompido algo entre ambos con su declaración? Esperando que esto no fuese así se alejó de todos los pilares, pidiendo permiso para irse, e intentó buscar a Giyuu por gran parte de la ciudad.
Sí, lo trataba como su amigo y decía serlo, aún así no sabía ni donde vivía ni en donde se podría encontrar, por lo que tuvo que desperdiciar una tarde completa buscando negocio por negocio, hasta fijándose en uno de los bosque que usualmente servía para entrenamientos de pilares, pero nada, era simplemente un misterio saber donde se podía encontrar o en qué estado. Fue a visitar una última tienda, esta vez que hacían una oferta de salmón con daikon, pero extrañamente se encontró a otra persona allí.
—¿Kocho?
—¡Oh! Rengoku, estás aquí, qué coincidencia —comentó con una ligera sonrisa—. Ven, siéntate, aquí la comida es exquisita.
—Ya lo creo... ¿Has venido por la oferta? —al tomar asiento no pudo evitar mirarla con cierta emoción, no había comido absolutamente nada, así que moría de hambre.
—Sí, hace poco me comenzó a gustar este plato, creo que lo he acompañado a comer tantas veces que se me hizo apetitoso.
—¡Con que hablas de Tomioka! Vaya, así que aún piensas en él y con esa sonrisa.
Pudo notar como la muchacha abría los ojos sin pensar claramente lo que estaba diciendo, ella no quería creerse que aún pensaba siquiera en ese hombre ni que lo recordaba con esa comida. Era simplemente catastrófico para su mundo imaginar que seguía adherida a su recuerdo. ¿No era suficiente con haberse declarado y hasta dejado en claro que no lo deseaba en su vida? ¿Esa no había sido la mejor decisión para todos?
—No pienso en Tomioka, ya creo que estás diciendo tonterías.
—Kocho, está bien que pienses en él, no entiendo ni siquiera porqué decidiste distanciarte.
Shinobu tomó su tiempo en responderle, entre el silencio que ella daba también podía oír cómo le tomaban el pedido a Kyoujuro. No podía creerse lo alegre que se veía a pesar de darse cuenta como ella seguía aferrada a otra persona. Quizás por eso no debió ilusionarlo con un romance, ya que sus sentimientos hacia Kyoujuro hace poco se estaban desarrollando como un amor, pero temía por la idea de que estos fueran una simple ilusión solo para no pensar en Giyuu... Desconfiaba de su propio corazón.
—Creo que hablar de él no se te hace cómodo ¿cierto? Lo lamento, solo quería que te alegraras, pensé en que el hecho de mencionarlo te haría sentir bien.
—Intento abandonar mis sentimientos hacia Tomioka, me distancié por eso, porque sé que si seguía a su lado y también teniendo tu mirada, todos terminaríamos lastimados. Al principio fue solo una razón egoísta que ya tenía en mente desde antes de que te me declararas, pero luego de un tiempo me di cuenta que no quería dañarte a ti y menos con lo dispuesto que estas. Es por eso, porque Rengoku es alguien de buen corazón y yo dije que se lo compensaría. —Una mezcla de tristeza y felicidad invadía su tono para luego tomar la mano del muchacho, dándole una cálida mirada—. No puedo evitar sentirme alegre a tu lado, siento la presencia de mi hermana de tan solo verte.
—No quiero que te intentes quedar a mi lado de forma forzada, yo quiero que seas feliz, no me importa si es a mi lado o al lado de Tomioka, mientras tú puedas sonreír de verdad, por lo menos unos segundos antes de que todo se desmorone, me es suficiente. En serio, quiero luchar por amor, pero no es de hombres estar con una mujer que sufre por otro corazón —el mismo entusiasmo de su tono con el que hablaba siempre se perdió entre mares de palabras, pero la calidez de su agarre no desapareció.
—No seas cobarde, si en serio quieres luchar por mi amor salgamos juntos, demuéstrame que mis sentimientos pueden cambiar ¿o le temes a la suerte? Todo esto es una jugada del destino, ambos podemos cambiar lo que teníamos planeado desde un comienzo ¿no lo crees?
La sencillez de sus palabras, la misma palidez de su piel y lo dulce que se oían esas palabras viniendo de ella, provocaron que las mejillas del contrario se tintaran de un rojizo mientras asentía de forma ansiosa. Su corazón palpitaba muy rápido ante la simpleza de verla y oír que le estaba dando una oportunidad. Desde la primera vez que estos sentimientos comenzaron a revolotear a su alrededor supo que era amor, ya que su madre solía contarle historias al respecto y hasta darle consejos para cuando se entere de que lo que sentía era verdadero. Con el pasar del tiempo se volvió mucho más claro con respecto a lo que su corazón dictaba y por ello el primero en descubrir que sentía algo por Shinobu fue Obanai, quien era el único de los pilares que era consciente de que estaba enamorado de alguien por mucho que no lo admitiese. Después de todo, pocos sabían de los sentimientos de Obanai por el pilar del amor. No solía ser muy directo delante de todos y prefería apartar a la muchacha para pasar tiempo con ella lejos de todas las miradas. Aún Kyoujuro recordaba la breve charla con su amigo y los consejos de este, era bastante bueno cuando se trataba del amor. Aunque ambos sabían que no podían distraerse ni casarse, ya que no les aseguraban un buen futuro a sus mujeres, los sentimientos lo impulsaron a pedirle matrimonio en ese mismo momento... Y es que no quería pasar la vida solo, temía que el momento se le escapara.
—Esto técnicamente sería una cita, pasémosla bien —pidió tranquila notando como el pilar abría los ojos de par en par... Al parecer la primera cita no se la esperaba de manera tan repentina, ni siquiera la había invitado a comer sino que fue al revés.
Ya había dado un primer y pésimo paso con la primera cita, el cual era mostrar una clara mirada incómoda que no se podía siquiera simular con una sonrisa.
—Oh, ¿estás ocupado o no querías salir conmigo? Lo lamento, quizás lo malinterpreté y tú aún no estés prepara...
El muchacho retomó el aire que por momentos se le había ido y acercó su rostro al de su prometida, demasiado cerca y con bastante felicidad según lo que pensaba aquella. Podía sentir el choque del aire contra su cuerpo, haciéndola temblar ligeramente sin saber qué era lo que intentaba hacer el contrario, mas al momento de sentir su voz en un susurro su corazón comenzó a palpitar con fuerza. Era como si le contara un secreto, pero utilizando sin saberlo un tono seductor para cualquier mujer. De esta manera diciendo:
—Nada podría ser más importante que estar con la persona a la que amo.
"Rengoku es demasiado lindo, pero ¿qué le pasa? Se acercó demasiado y ese tono... Oh, no sabe lo que provoca" Pensó con nervios la contraria, finalmente viendo como aquel recomponía su compostura y le entregaba su haori.
—Tus mejillas parece que están tomando bastante color, lo último que quiero es que te enfermes, toma. —Esa amabilidad que lo caracterizaba provocaba que Shinobu sonriera por lo bajo. Es muy considerado y nunca sabe lo que realmente provoca en las mujeres, ya sea con su tono de voz o esos acercamientos. Que chico tan ingenuo.
—Gracias, la verdad es que está comenzando a ponerse fresco —comentó tomando el haori del contrario para luego ladear la cabeza—. ¿No tendrás frío? Puedes quedártela, mi cuerpo se acostumbrará.
—Tranquila, yo siempre siento calor al estar cerca de ti así que no es un problema.
—¿Qué cosas dices, Rengoku?
—¿Eh? ¿Por qué me miras de esa manera? ¿Habré dicho algo raro? —murmuró la última parte para luego sentir sus orejas enrojecerse—. ¡No hablaba de ese tipo de calentura! Juro que no quise faltarte el respeto de esa manera, yo no soy ese tipo de hombre.
Los empleados observaron la escena, algunos llegando a reír por la inocencia en palabras del muchacho y otros solo observando extrañados. Mas la camarera que llegó con ambos pedidos en manos fue la única que no parecía percatarse de nada en el restaurante, lo cual dejó un poco menos nervioso a Kyoujuro que ya ni siquiera sabía cómo mirar a la mujer a su lado. Se dio cuenta unos segundos tardes de que había dicho algo bastante desubicado cuando solo quiso describir la calidez que le brindaba el tenerla cerca, ya que tanto sus mejillas como sus manos se mantenían a una temperatura alta y con el simple hecho de verla podía sentirse como si se derritiera de la dulzura que le daba.
—Lamento haberte malinterpretado, Rengoku, solo que hay tantos hombres desagradables con ese tipo de comentarios que por un momento me dejó confusa. Pero sé que nunca me faltarías el respeto, muchas gracias por no hacerlo. —Sintió su sonrisa casi como si fuese un roce, como el suave roce de su mano o, quizás mejor, una similitud entre la sonrisa de su madre y la de Shinobu. Nunca sabía cuando eran falsas, pero lograban calmarlo o emocionarlo aún más.
¿Por qué debería agradecer por no faltarle el respeto? Eso no era necesario, no tenía un motivo por el que agradecerle, era simple educación que todos deberían tener. Preocupado por pensar que alguien le había hecho alguna extrañes quiso hacer una pregunta, pero se quedó sin palabras al verla comer con tanta delicadeza. Hasta olvidó lo que le iba a decir. ¡¿Por qué olvidaba todo lo que pasaba por su mente cuando ella parecía tan hermosa incluso con la simple acción de comer?!
—¿Rengoku? Oye, me miras como si el hecho de comer fuera algo muy asombroso. Ya sé, ¿quieres probar? —ante esa pregunta no pudo evitar aceptar y al momento de sentir el sabor de aquella nueva comida que nunca había probado no pudo evitar dar unas palabras de emoción.
—¡Delicioso!
—Eres como un niño pequeño —confesó para luego dejar escapar un suspiro de alivio—. Pero está bien, porque a mí me encantan los niños, son tan inocentes y dulces... Toma te daré un poco más.
—Me agrada la idea de encantarle a Kocho, aunque no soy un niño.
Mientras aquellos comían con notable comodidad, los otros pilares, quienes no renunciaron a ver la primera cita de estos dos, los espiaron desde diferentes zonas, después de todo había miles de tiendas cercanas a aquella. Uzui, el ex pilar, observaba con bastante aburrimiento mientras que a su lado, Sanemi evitaba dirigirles la mirada.
—Oe, Shinazugawa, ¿ya te aburriste? —inquirió mientras observaba al que fue su compañero, pero aquel solo mantuvo silencio—. Uhm, ¿recuerdas cuando hablé de la difunta pilar de la flor? Yo no quise reírme de ella ni mucho menos, sé que ambos tenían algo especial, pero en ese momento seguro que habré sonado como un imbécil y me lo estuve recordando todas las noches. Kanae... Ella me agradaba, era gentil y bonita, pero por sobre todo tenía un gran corazón. Ja, me recuerda mucho a ese muchacho, Tanjiro.
Sanemi lo observó de reojo, al principio disgustado de que la nombrara, pero luego de oír como la comparaba con ese idiota no pudo evitar rechinar los dientes. No quería aceptar que un infeliz como ese tuviera alguna similitud con su compañera. Y solo para quitárselo de la mente habló.
—¿Algo especial? Tsk, no hace falta que te metas tan a fondo y demuestres lástima por mí, ya está, acepté su muerte y no quiero hablar de ella. No ahora ni nunca mientras que esté cerca su hermana.
—Soy un hombre que puede ver muchas cosas ¿sabes? Tengo un romance con tres mujeres, debo de ver de más para que ningún tipo intente hacerles nada, ni siquiera coquetearles. Ellas son mis más grandes amores, así que comprendo todo a mi alrededor cuando se trata de algún romance extravagante. Ustedes dos eran completamente diferentes, como polos opuestos, pero de alguna manera u otra se atraían y tú te volvías un tipo más sereno a su lado. Te hacía bien y entiendo que lo niegues, quieres esconderlo todo, estoy seguro, pero debes entender que los sentimientos no se guardan, no mientras seas parte de este mundo... Aprendiste la lección ¿cierto?
Todo lo que él decía le daba rabia, mucha rabia, era como si otro de sus ataques volviera a sí y deseara abalanzarse contra aquel tipo para molerlo a golpes. Había tenido tantos de esos ataques en su tiempo de adolescente que incluso le sorprendía no haber explotado de una forma terrible luego de la muerte de Kanae. Apretó los dientes al recordar todas las veces que él se había salido de control y ella se consideraba la causante. Creía, en esos tiempos, que estaba bien defender el orgullo de su compañera o el propio a los golpes, pero claramente no era la manera. Al final, siempre Kanae terminaba llorando, suplicando que dejase en paz a la persona a la que se hubiera abalanzado. Ella sentía tanta tristeza ante la violencia que incluso la veía lagrimear cuando se cortaba los brazos para atraer demonios o incluso se sobresaltaba, arruinando los planes que tenían en mente.
Dios, la violencia nunca resolvía nada. Pero a veces se sentía tan bien... Siempre y cuando no se le viniera la imagen de esa mujer a la cabeza, tenía todos los pensamientos violentos que se le dieran las ganas.
—Hombre, no te enfades ¿bien? Yo solo pienso que ambos tenían un vínculo, es más, creo que fue la única mujer dentro de los cazadores que no tembló ante tu presencia o ese carácter... Aún recuerdo el horror en el rostro de Kanroji al notar que la observabas fijamente por haberle faltado el respeto al patrón. —Unas breves carcajadas se escaparon de sus labios mientras le dirigía la mirada al muchacho, notando como este aliviaba su ceño—. Pero siendo honesto, tu carácter era un poco más agradable al tener a Kocho, mas luego de su muerte te mostraste como un tipo sin alma que solo tiene ira en sus ojos. Al fin y al cabo lo perdiste todo, comprendo.
El estado de gracia pasó a seriedad en el rostro del contrario, quien finalmente se levantaba para estirarse y dejar escapar un bostezo. Sanemi lo observó sin mostrar alguna expresión evidente del dolor que sentía al oír acerca de Kanae y el "perderlo todo". Diría que no lo perdió todo, que está equivocado y aún tiene a su hermano, pero terminaba cayendo en que lo había tratado para la mierda todo ese tiempo, él seguro ahora lo odiaba. Qué ironía, cuando Kanae estaba lo ayudaba a acercarse un poco más a Genya, pero desde que la perdió tuvo el miedo irracional de que aquel muchacho muriera igual o peor que ella. Creyó que tratándolo de esa manera, torturando su mente y demostrando cuan inhumano se puede llegar a volver, lo entendería, mas tenía mucho coraje como para desobedecer a su hermano mayor.
A comparación del hombre en frente suyo, quien tenía tres mujeres que lo esperaban y por las cuales dejó de ser pilar, a él nadie lo esperaba al volver a casa ni mucho menos podía charlar hasta el punto de sentir la misma comodidad que cuando era niño o cuando ella estaba. Si se tuviera que comparar con sus compañeros se podría considerar el más desgraciado, ya que fue su culpa que toda la gente a la que amaba se alejara o muriera, por no tomar las decisiones que su corazón dictaba.
—No me importan tus palabras deprimentes, ahórratelas, además, no es como si yo deseara acabar con mi vida o algo por el estilo, y aunque así fuera, las estupideces que dijiste me incentivarían más a matarme. Se nota que nunca eres de ayuda.
Uzui giró su vista sorprendido para luego dejar escapar un suspiro aliviado, le atormentaba la idea de llegar a ver a Sanemi en un estado débil, pero ni un solo rasgo de tristeza se apoderaba de su rostro. Mejor, una pesadilla menos.
—Sí que eres un idiota con los que están apoyándote ¿eh? Aún así, es bueno saber que sigues siendo tú después de todo. Eres alguien fuerte, considéralo el mejor halago que un hombre tan genial como yo te puede dar. Ahora sí, me retiro, tengo mucho sueño y los tortolitos ya me aburrieron. Buena suerte en el trabajo. —Levantó su mano en señal de saludo, sin importarle en absoluto que Kyoujuro y Shinobu notaran la presencia de ambos.
El de hebras grisáceas posó su mano en su frente, frustrado de que ese idiota tuviera que admitirle que era alguien fuerte. Ya sabía que era malditamente fuerte ¿a qué se refería? Mas antes de que pudiera pensarlo dos veces vio que ambos jóvenes a los que estaban espiando lo observaban y se compartían una sonrisa. Para cuando se dio cuenta de la situación en la que se encontraba, ya era tarde para siquiera irse, tenía a sus dos compañeros invitándolo a comer con ellos.
De todas maneras, no quería huir de esa situación. Se sentía cálido al ser invitado de manera tan bruta y amable por aquellos dos, pero no notaba cuán grande era esa calidez.
Para cuando pasaron unas cortas horas en las que estaban haciendo una ronda de trago, Kyoujuro contaba una desgraciada anécdota de su hermanito y Shinobu hablaba de ella misma, tras no estar lo suficientemente ebria como para llorar por recuerdos con su hermana. Literalmente, era la que más se cuidaba con la bebida, ya que no era buena idea que una mujer decente bebiera hasta decir o hacer tonterías, pero notaba que tanto Kyoujuro como Sanemi estaban bebiendo mucho. No, el Shinazugawa era quien se excedía. Incluso algo le intuía que no era buena idea seguir siendo motivado por Kyoujuro en pleno centro público. Pero no sabía cómo frenar a ninguno de los dos, es decir, Kyoujuro podía parar pero al instante se reía de lo que decía y volvía a tomar y todo su esfuerzo volvía a cero. Definitivamente odiaba a los que caían fácilmente en las bebidas. Eran insoportables.
Como un intento de llamar la atención del pilar del viento, incluso si estaba riéndose de ella por ser una "aguafiestas", tomó el vaso —de plástico, por cierto— e intentó sacárselo, pero él no hizo más que tironear hasta que se cayó al suelo, derramándose todo el sake que había allí servido. Un gruñido salió de su boca y molesto por el hecho de que lo estuvieran interrumpiendo cuando estaba emborrachándose como casi nunca hacía para olvidarse de todo, la observó de mala gana y dijo lo primero que se le pasó por la cabeza:
—Bruja.
—¿Qué me dijiste, Shinazugawa?
—Que eres una bruja, siempre solía decírselo a tu hermana.
—¿Le decías a nee-san bruja? —inquirió con notoria rabia en su sonrisa.
—No, ella era todo lo contrario a una, solía decirle que tú eras una bruja que nunca se iba a casar con nadie... Mierda, me jugaste el juego en contra y ahora hasta tienes un enamorado. Bruja.
—Estás muy ebrio y deja de llamarme bruja, voy a golpearte ¿sabes?
—Tsk, eso no quita el hecho de que seas una bruja. En serio, ¿por qué ella te defendía? Tenía una actitud algo tonta al hacerlo.
—¿Quizás porque era la hermana?
—Tú no te metas, idiota, porque si hablamos de mensos primero te pongo a ti y luego a Kanae Kocho.
Ahí completamente Shinobu se había molestado, no podía entender que el hombre el cual se enfureció de haber llegado tarde para prevenir la muerte de su hermana, ahora estuviera ebrio y diciendo cosas sin sentido. Claro, la ebriedad era por gran causa de Kyoujuro que lo animaba a seguir tomando, pero al parecer ya estaba comenzando a ser cruel ante los efectos del alcohol. ¿Él odiaba o respetaba a Kanae? No terminaba de entenderlo, porque su mente también había sido arrastrada por el alcohol y su sangre no estaba más que hirviendo. ¡Aparte que lo invitaba a lo que iba a resultar su primera cita con Kyoujuro estaba tratándola de esa forma!
—¿Qué te suceda con mi hermana, Shinazugawa? Deja de hablar de ella de esa forma, y menos si eres el hombre que le entrega flores a su tumba.
—¡Cada maldita noche la extrañó, eso me sucede! La siento cerca desde hace tres o cuatro años, ya no recuerdo cuándo murió y ni siquiera pude ver su última sonrisa solo... Solo tardé demasiado, a pesar de que pedía refuerzos. Le dije que estaría bien, ni siquiera escuché porqué se sentía mal. Deseo romper algo y volver a sentir el calor de su mano que me hacía recordar a mi madre, quiero recordarla por lo menos un poco más. Me gustaría llamarle mensa en su cara y poder ser recibido en sus jodidos brazos.
Desquitó aquello por pura inconsciencia, provocando que Kyoujuro se mareara ante tal seriedad al decir palabras que posiblemente dolían para aquel. Ante tal mareo quiso darles espacio a aquellos dos, creyendo que tenían cosas importantes que resolver, sin contar que él también había bebido bastante y quizás fuera ese el verdadero motivo del mareo. Definitivamente entendía el sentimiento que tenía su padre de beber hasta perder la cordura, se sentía completamente bien saber que había algo alejándote de cualquier tipo de maldad.
En el momento en el que Shinobu notó que solo estaban ellos y algo alejados los dueños del restaurante, observó con una breve culpa al contrario. Nunca lo había visto tan desbastado y, peor aún, soltando todas esas palabras con expresiones tibias. Su rostro no demostraba todo el dolor que pudo haber surgido en él desde esos años y posiblemente luego de que esté sobrio no vuelva a hablarle nunca de Kanae, ya que no solía nombrarla. En ese momento sintió un impulso que la llevó a tomar su mano.
A veces se preguntaba cómo era lidiar con la soledad, con la pérdida de la persona a la que uno ama y nunca pudo estar tan equivocada al pensar que Sanemi simplemente era un hombre imbécil que hacía las cosas por puro instinto; él era el ejemplo claro de quien perdió todo lo que le quedaba para mantenerse de pie, todo excepto una persona de la cual apenas hablaba y hasta trataba de desconocido. Qué egoísta fue todo ese tiempo, molestándose porque ese hombre solía acercarse a hablar con ella como si fuera su hermana. Es decir, es terrorífico que la observara como a Kanae, pero al final del día él no tenía malas intenciones, solo intentaba sanar su dolor de la única forma que podía resistir. ¿Quién era ella para juzgarlo con el dedo mientras había aceptado los sentimientos de un hombre para olvidar que estaba enamorada de otro? Cada uno tenía su diferente forma de afrontar sus problemas y ella no era nadie para asustarse por Sanemi, si él solo era un reflejo de ella al final del día: alguien trastornado por la ira que vive solo con la idea de torturar a aquellos que arruinaron todos sus sueños.
—Dudo tener el mismo calor que las manos de nee-san, pero estoy segura que ella no quisiera que tú sufras con la idea de que fue tu culpa, hiciste tu mejor esfuerzo, Shinazugawa —comentó con un tono tan sereno que completamente le trajo el recuerdo a Kanae con tan solo oír la primera palabra. Era como si viera a Shinobu y al lado de esta estuviera su hermana, ambas con esas relajadas expresiones—. Al parecer ambos eran muy importantes el uno como para el otro, así que... ¿Me dejas abrazarte? No quiero ver a alguien que ella le tenía tanto cariño sufriendo y yo estoy aquí, a pesar de todo.
La Shinobu normal no hubiera preguntado por un abrazo, sino que lo hubiera dado sin pensarlo, pero tras ver el estado en el que estaba su compañero lo mejor le pareció preguntar. Aquel solo entrecerraba sus ojos intentando recuperar un poco de consciencia para poder decirle que no, mas en vez de eso solo apretó su mano y dejó escapar un casi inaudible quejido, no podía reaccionar bien debido a que el alcohol y la nostalgia dominaba su sistema. Shinobu tomando su silencio como una afirmación, se aferró al cuerpo contrario, sabiendo que no iba a ser un abrazo correspondido, mas creyendo que solo de esa manera aquel podría tener por lo menos unos breves recuerdos, de esos que tanto le dolía no acordarse.
—Shinazugawa, déjalo ir, el pasado solo te hará daño. No importa a quienes no hayas salvado, lo importante es lo que dejaste en esas personas. Todos algún día moriremos y está bien, se trata de aceptarlo y alzar la mirada, miles de estrellas te observan esta misma noche —susurró provocando que finalmente la piel del joven se erizara y sintiera su corazón palpitar frenética y dolorosamente.
Ardía. Todo su interior ardía al ilusionarse con que esa voz era la de aquel pilar. Pero se sentía tan bien esa ilusión y tener otra vez un calor tan similar que realmente no le prestaba atención. Sus palabras eran las mismas que ella pudo decir alguna vez, reflejándole que quizás sí había tomado varias cosas de su hermana, además de su actitud. Por momentos sintió como sus ojos ardían y para evitarlo todo recostó su cabeza en el pequeño hombro de la muchacha. Luego de haber perdido a su único amigo también la perdió a ella... La vida no podía ser más injusta ¿cierto? Lo perdía todo y temía que si se volvía a encariñar una vez más perdiera. Estaba tan cansado emocional como físicamente que dejó caer sus lágrimas mientras intentaba relajar su mente. Se sentía muy bien pensar que ella era la Kocho que tanto amaba, pero al final del día, por mucho que doliese, Shinobu nunca sería lo que tanto amó de su hermana.
"Ella no es Kanae, nunca lo será. Es otro pétalo de cerezo, uno muy parecido al que deseo volver a tener, pero no es el mismo, porque aquel ya voló hace tiempo"
—Lamento no haberte dicho lo que sentía, solo quédate un poco más en mi mente —pidió dejándose llevar por su imaginación.
—Está bien, Shinazugawa, me quedaré todo lo que quieras. —Le siguió el juego para no desilusionarlo, pero al hacerlo sentía millones de pinchazos recorrer su corazón.
La cita entre Kyoujuro y Shinobu no fue la mejor, la tristeza había invadido todo a su alrededor, y al momento en el que Kyoujuro volvió, ya un poco más calmado, vio una escena que le partió el corazón.
Qué horrible debe ser perder todo lo que amas y no poder decir lo que sientes.
Pensar en que Sanemi solo se libraba cuando bebía destrozó aún más la sonrisa que quiso formar. De tan solo imaginar en que podría perder a la única Kocho o a toda su familia, sentía como el suelo deseaba absorberlo mientras observaba todo. Aún cuando Sanemi logró entrar ligeramente en razón y se alejó de la manera más bruta posible, el sabor amargo de ver a alguien tan fuerte derrumbarse se quedó en su boca, a pesar de sostener la mano de Shinobu al volver a su Finca.
Todo estaba en un completo y abrumador silencio.
—Kocho, nunca sabremos cuando uno de nosotros nos convertiremos en una estrella más.
—Eso es cierto, hasta podría ocurrir el error de que alguno de los dos pida refuerzos y lleguen tarde. Yo no sabía esa parte, acerca de cómo se sentía Shinazugawa.
—Entonces ¿todo puede impedir una nueva mirada entre nosotros, quizás un roce o la simpleza de imaginarnos aún teniendo esperanzas de que nos volveremos a ver?
—Sabes que sí, Rengoku. Lo lamento mucho, pero todo puede impedir nuestro momento.
—Yo no quiero arrepentirme de nada —musitó frenándose en frente de la entrada de la Finca Mariposa, provocando que la muchacha se extrañara y lo observara con lástima—. No quiero que te vayas, pero por si algún motivo el destino nos depara otra cosa, quiero que sepas que en serio te amo... Y que no lo digo por el alcohol, sé que bebí bastante, pero voy completamente en serio. Si algo le sucediera a Kocho...
Antes de que pudiera continuar con lo precipitado que estaba por dar sus palabras, pudo sentir como dos frías manos tocaban sus mejillas y lo forzaba a inclinar su cabeza, hasta encontrar con la mirada de Shinobu. A solo unos centímetros de sus labios, solo observaba sus sufridos ojos, los cuales le indicaban de la manera más desesperada posible que ya no hable, porque solo lograba deprimirlos aún más.
—No quiero oírte hablarme con ese dolor, para. Ahora estoy aquí y luego no sé donde estaré, pero mírame bien, soy yo —pidió controlando su mar de emociones en solo palabras tranquilas—. Él me confundió con mi hermana, por un tiempo pensó que era ella y sentí como sus lágrimas recorrían desde mi hombro hasta mi pecho. Todo ardió dentro de mí. Y no quiero que me hables como si yo fuera a morir, por este simple momento no quiero pensar en morir.
Su tono no se oía tan bien como siempre, más bien era uno más decaído como su mirada. Era como verla visitando una tumba, ni siquiera esa falsa sonrisa le salía bien. Sabía que no quería dejarla ir en ese entonces y sin pensarlo dos veces tomó su cintura, agachándose en el proceso, y besando finalmente aquellos labios que tanto deseaba. Él no se sentía lo suficientemente fuerte como para perder a alguien más luego de su madre.
Fue un roce suave y lento, ella había correspondido por completo demostrando que era más sencillo dejarse llevar por los labios del otro que por las lágrimas que estaban comenzando a abarcar por sus ojos. Era un momento que ninguno de los dos hubiera imaginado, no con la vida que tenían, no de una manera consciente. Fue un gran impulso, tanto así que el deseo de volver a besarse, luego de alejarse, quedó en ambos.
—Me encantaría pedirte quedarme aquí esta noche, pero soy un hombre y sé que no podría solo dormir —declaró observando el notorio color rojizo de aquellas pálidas mejillas—. Descansa, Shinobu, y cuídate mucho.
Acarició su cabeza para luego darle la espalda y comenzar a marchar lejos, demasiado lejos para cuando la muchacha también le pidió que tenga cuidado de camino a su Finca. Se había quedado en el recuerdo de sus labios, tanto así que olvidó que tenía un paciente, quien ahora estaba fuera de su cama y observándola desde la puerta. Esos azules ojos observaron toda la escena, estupefactos. Notó cuanta era la pasión en la mirada de cada uno y para cuando quiso decir algo solo quedó en silencio, temiendo por interrumpir un momento que al parecer ambos querían.
—Oh, espero que las niñas no hayan visto esto —susurró posando una de sus manos en su mejilla para luego girarse, notando la presencia de aquel hombre—. Tomioka... ¿Qué haces afuera de la cama? Vuelve allí, te vas a enfermar aún más.
—No, yo... ¿Conseguiste el daikon con salmón?
—Lo olvidé, claro, fui a comerlo yo en vez de pedir la receta... Lo lamento, pero hablo en serio, vuelve a la cama, estás desabrigado y tienes fiebre, mira tus mejillas. Vamos, no seas infantil, te prepararé algo.
—Ajá.
—¿Ajá? Eres un descarado, te estoy cuidando y así me respondes. En serio, no sé ni cómo te enfermaste.
Tomo al contrario de la muñeca, jalando de este y dejando escapar un suspiro pesado.
No eran nada, pero es la primera vez que eso la aliviaba.
Aún seguía teniendo ciertas dudas de si se habían enfermado por malestar emocional, ya que por lo que oyó del cuervo últimamente lo lograba ver triste o hablando acerca del motivo por el que todos lo odiaban. Le preocupaba la idea de que tuviera algo malo en mente, pero ya ese no era su problema. Lo lamentaba por él, mas no podía seguir detrás apoyándolo a su propia manera, porque nada de eso sería justo. Sabía que pronto notaría que tenía otros amigos más que ella, Tanjiro seguro era uno de ellos, y entonces quizás podría sonreír por otro motivo que no sea su comida favorita.
—Tienes el haori de Rengoku.
—Casi olvido que lo tenía, deberé lavárselo y entregárselo mañana.
—¿Por qué no te lo dejas? Te queda bien, además para la boda...
—¿Puedes callarte y dormir? No sé de qué boda hablas, pero últimamente abres mucho la boca. ¿Serás otro Tomioka? —rió por lo bajo apoyando con suavidad su mano contra la espalda de aquel y ayudándolo a que se acostara.
Así que él estaba apoyándolos, ciertamente era bueno saberlo y ver la tranquilidad con la que decía todas aquellas palabras. Era un Giyuu más hablador que de costumbre, pero en ese momento solo deseaba que se durmiera. Ya no quería hablar con él, estaba tan cansada que una de las mejores cosas que le podría ocurrir era verlo en paz, sin ningún tipo de expresión en su rostro más que alguna cálida mientras dejaba descansar sus ojos. Aún le encantaba verlo dormir y acariciar su cabello, pero ya no era un gusto tan grande como tiempo antes. Ahora su encanto se transformaba de a poco en invisible, solo ella sabía que siempre le gustaría mirarlo de esa manera, como si pudiera cuidarlo todo el tiempo.
No quería que nadie descubriera ese pequeño secreto, porque era el único encanto que temía perder hacia Giyuu.
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