02: Flores a Kanae
Sanemi se encontraba relajado, luego de mucho tiempo y misiones sumamente complicadas, permitiéndose descansar contra un árbol de cerezos, cercano a lo que consideraba su hogar. Aunque no tenía nada de especial ese árbol, ya que solo se estaban cayendo sus pétalos y no se veía muy bonito de noche, le traía cierta nostalgia.
Aún recordaba cuando se encontraba en la misma situación, harán unos tres años, y cómo su intento de dormir allí se había distorsionado ante la presencia de su compañera. Podía recordar el aroma que ella llevaba en ese momento, era una ligera fragancia a orquídeas que por algún motivo le había fascinado, a pesar de no ser fanático de estas flores.
Recordaba sus expresiones, el suave tacto y su risa, pero no su voz, solo debía de imaginársela, quizás era parecida a la que tenía o no. No lo iba a saber en su vida. Cargar con el olvido en su pecho no era más que molesto y doloroso.
—Ara ara, ¿Shinazugawa también está aquí? —se había acercado hasta él tambaleando ligeramente y notando que al parecer le interrumpía la siesta—. Oh, lo lamento, no quise despertarte.
—Kocho... ¿Qué haces? ¿Estás ebria? De todas maneras, no estaba dormido. —Se recompuso contra el árbol para luego observarla extrañado.
—No del todo, aunque debo de admitir que no estoy acostumbrada a beber. Me duele un poco la cabeza.
Ambos habían estado en la reunión de pilares que en realidad no fue una reunión como tal, sino que había sido como para levantar el ánimo y festejar. ¿A quién pudo ocurrírsele esta idea más que a Uzui? De esta manera todos aceptaron, creyendo que sería algo importante, pero en cuanto Sanemi se enteró de la verdad se retiró completamente furioso. De no ser porque Kanae estaba allí, este hubiera iniciado una pelea bastante fuerte con el de hebras grisáceas. Casi golpea a una mujer y por accidente, ella intentaba frenarlo. Estaba tan furioso, no podía creer que ese hombre se tome todo con tanta calma mientras él luchaba con una consciencia completamente corrompida. Hasta Kanae tenía una vida de mierda y seguro le dolía toda el alma. Como si una fiesta pudiera levantar ánimos.
—¿Puedo sentarme a tu lado?
—Puedes, pero no te me acerques mucho, me da asco el olor sake.
—Lo entiendo, pero no he bebido casi nada, en serio —comentó asegurada recargando su espalda contra el árbol y sin notarlo rozando una de sus manos con las del muchacho—. Quizás me desquité un poco tomando por el camino que estamos siguiendo Shinobu y yo.
—Sí has bebido, sino no me hablarías de esto, y de todas maneras, ya es tarde para arrepentirse.
—Lo sé, pero ¿a veces no sientes que tu hermano está comenzando a ir por un mal camino?
—No tengo ningún hermano...
Su tono frío dejó por momentos perpleja al pilar de la flor, ella ya sabía que sí tenía un hermano, pero había olvidado que este parecía desterrarlo de ese título completamente. Entristecida por esa difícil relación dejó escapar un suspiro, sumergiéndose un poco más en los pétalos que caían sobre ella. Esas rosadas hojas le parecían únicas al tenerlas en sus suaves manos, ya que eran muy frágiles, ante el mínimo movimiento escapaban volando o se destrozaban. A veces comparaba los pétalos de cerezo con los humanos, por la simple razón de que cuando volaban nunca volvían a aparecer o si lo hacían era difícil darse cuenta, ya que hay trillones de pétalos volando, de igual tamaño, el mismo color, la misma textura, todo.
—Cuando uno muere ¿a dónde se llevan las flores? Después de todo, el fallecido nunca va a poder tomarlas u olerlas. Más bien, ¿para qué llevas flores o lloras en el funeral? Si despreciaste esos segundos de tu vida y no estuviste a su lado... ¿Crees que de algo sirve el rencor y alejarse?
Sanemi se volteó a mirar aquel rostro que se tornaba triste para luego elevar su mirada y notar que los pétalos de cerezos caían encima de su larga cabellera. Detestaba que se viera tan hermosa pero hiciera preguntas tan absurdas.
—Se lleva a una tumba triste y vacía para recordarle que alguna vez estuvo vivo y que desde ese momento estás jodidamente molesto por su muerte de mierda. Y no me vengas a hablar de rencor, también cazas demonios, ya te alejaste lo suficiente de tu camino e incentivaste a tu hermana, yo nunca hice eso.
—Es cierto, no soy nadie para juzgarte —Giró con lentitud su cabeza hasta encontrarse con la mirada del contrario—, pero si llego a morir y alguien me debe llevar flores en donde reposa mi alma quiero que sea solo cuando mi hermana esté en un estado de debilidad, porque necesito estar ahí con ella y prepararla para cuando vayamos juntas a la aclamada ciudad donde descansan las estrellas. ¿Me harías ese favor?
Esos lila ojos estaban brillando, como siempre cuando más alegre era, aunque su rostro demostraba una serena sonrisa que detuvo por unos breves segundos el corazón del pilar del viento. Ella parecía indicar algo con sus palabras, era como si supiera que su vida estaba por acabar, mas no lo sorprendió, los pilares usualmente se encontraban con peligros mortales, no era nada de otro mundo.
—Kocho, no seas idiota y llámame ante el mínimo peligro ¿entendido? —su ceño se frunció al decir estas palabras causando que la contraria tomara con delicadeza su mano.
—Tengo un mal presentimiento, pero...
—No me importa, yo estaré ahí y tú estarás bien.
—Sí... Gracias, Shinazugawa. Vendré a visitarte otra vez, mientras tanto ten cuidado.
Aquella noche fue el último "vendré a visitarte otra vez, mientras tanto ten cuidado" que sus labios le dirigieron. La última vez que la vio se quedó marcada en su mente, la fecha la tenía siempre en la punta de la lengua y el sabor agridulce al ver a Shinobu Kocho siguiendo los pasos de su hermana nunca se fueron de su paladar. No olvidó ni olvidaría el último día en el que su amiga se esfumó entre los pétalos y le confió su gran anhelo a la hora de morir.
Sí, ella era su amiga, o quizás algo más, y por eso su pecho dolía tanto, porque este era un nuevo día en el que no iba a poder decirle "llegué a tiempo, ingenua" por salvarla de una misión en la que sintió empatía por esos seres del diablo. ¿Alguna vez llegó a desearle feliz cumpleaños de la manera más bruta posible? Ya no lo recordaba, pero esperaba honestamente que ella le estuviera guardando un maldito lugar entre las estrellas y así poder celebrar su cumpleaños allí.
—La ciudad de estrellas tiene algo de sentido —declaró hacia Kyoujuro quien estaba típicamente alegre almorzando a su lado.
—¡Ves! Suena bien decir: Iremos juntos a la ciudad de estrellas, es más calmado que...
—Vamos a morir juntos. —Completó la frase dejando escapar un suspiro de por medio—. Aún así es una cursilería de mierda, no puedes decirle eso a Kocho, piensa bien de quién te estás enamorando. Además, suena como un suicidio doble.
—No sé qué tendría de malo enamorarme de ella, ¡me encanta, está llena de valor y fuerza!
—Ahora la tratas como si fuera tu ídolo, ¿en serio eres tan idiota, Rengoku?
—¿Rengoku siendo idiota? Eso me recuerda a que intentó hacer sonreír a don soledad con unas gafas en la cabeza.
Uzui había aparecido en la escena, sentándose en frente de los dos muchachos, quienes se estaban preparando para una nueva misión. El de hebras amarillentas siguió sonriendo ante aquel comentario, sin ningún tipo de pena por ese error, hasta Giyuu lo llamó idiota ese día.
—¿Don soledad? ¡Pobre, Tomioka! Kocho me habla de él, aunque he notado que parece admirarlo de alguna manera.
La forma tan calmada que tenía Shinobu de hablar de cada persona era diferente cuando se trataba de Giyuu. Es decir, sabía más de él que de cualquier pilar y solía decir cosas pasivas-agresivas al respecto, aunque al final siempre terminaba haciéndolo parecer un tipo tonto. Algo le decía que, aunque poco le dijo al respecto del pilar del agua, ellos dos son tan cercanos que parece extraño teniendo actitudes tan diferentes.
—¿Le digo yo o dejamos que se entere solo? —preguntó en un susurro Uzui, aunque Kyoujuro pudiese oírlo.
—Kocho está enamorada del imbécil, así de sencillo.
Ante aquello el muchacho no reaccionó, no se mostró ni decepcionado ni mucho menos molesto, siguió con la misma sonrisa de siempre para luego soltar unas ligeras carcajadas que dejaran confusos a sus compañeros. ¿Por qué se estaba riendo? ¿Era de su propia mala suerte?
—Nunca lo hubiera notado —admitió sin poder dejar de reír—. Yo por mi parte le pido ayuda a Tomioka para poderla hacer sentir cómoda, sé que son muy buenos amigos, pero no sabía que algo así ocurría.
—¿Va a llorar?
—Yo no sé ni de qué mierda se ríe.
—Que extravagante actitud... Si te rechazaran ¿cómo reaccionarías, Shinazugawa?
El muchacho ignoró la pregunta para luego enfocar su mirada en Kyoujuro, él estaba dejando de reír mientras entre sus manos sostenía un objeto que no se notaba a simple vista. Sanemi arqueó una ceja, por un momento creyó que era la hebilla de Kanae, pero los colores no coincidían, al menos de que hubiese olvidado cómo era. Si se puede olvidar la voz de una persona ¿por qué no un objeto que siempre llevaba consigo?
Uzui intentó alentarlo para que siguiese riendo y eso hizo, pero escondía entre sus grandes manos aquel objeto que apenas se notaba. El pilar del viento debía de admitir que estaba intrigado por lo que escondía y el motivo de tanta gracia. Sí, sabía que era alguien muy animado, pero realmente no pareció tomar por sorpresa el hecho de que Shinobu estaba enamorada de Giyuu, aunque si ellos ya sabían estaba más que claro que Rengoku también, por mucho que simulase.
Una única pregunta rondaba por su mente: ¿Cuándo aquel pilar se había enamorado? Le extrañó demasiado que luego del lío de sentimientos de Iguro otro pilar más cayera en garras del amor. Y es que se le hacía una idea un tanto rara como peligrosa, conociendo lo fuerte que era el hombre en frente suyo... ¿Se debilitaría por amor? ¿Quizás se distraería? No podían perderlo por motivos tan bastardos. Esperaba que su insinuación no fuera más que eso: algo que generó a partir de sus propias teorías.
—¡Eres muy divertido, en serio, pero creo que ya deberíamos partir hacia la misión de aquel tren! No quiero perder un minuto más o llegaremos tarde.
Ante aquella señal, los tres se levantaron de sus sitios y juntado lo que habían quedado de sus almuerzos, se dispusieron a caminar hacia los recipientes más cercanos para guardarlo todo allí. El hogar de Sanemi era un sitio seguro en el que ninguna comida se tiraba, ya que era fiel partidario de que hasta el plato apenas terminado se podía comer luego. Quizás era por el tipo de ambiente en el que se crió tiempo atrás.
—Hey, Shinazugawa, no vayas a extraviarte, puede que maten a Rengoku si es el único pilar allí —bromeó Uzui guiñándole el ojo al contrario. Parecía como si hubiese leído sus pensamientos acerca de que temía que se debilitara por ello.
—Deja de joder, esté o no, no creo que una estúpida luna lo mate.
—¿Seguro? Me recuerda a que la antigua pilar de la flor sí murió por una luna que no era la gran cosa...
—¿Qué te pasa, imbécil? ¿Te crees muy superior para desprestigiar a tus compañeros? Quiero ver quién mierda te mata a ti si no lo hago yo primero.
Kyoujuro vio los pasos amenazantes que el joven de cicatrices estaba dando hacia su amigo y disgustado por la escena se puso en frente de ambos mostrando un semblante neutro, cosa que no era muy común en su rostro. Reconocía que si se hablaba de Kanae de una forma tan cruel, él saltaría contra cualquiera y la defendería a pesar de su muerte; eso era algo muy leal, algo tan admirable que de no haber sido porque estaban ocupados, Kyoujuro hubiera dejado que Sanemi resolviera sus problemas como quisiera. Después de todo, no era su problema.
—He dicho que no deseo perder más tiempo, Shinazugawa ¿vendrás o no?
—No es mi culpa que tengamos a esta mierda entre nosotros.
—Es divertido que necesites de alguien para defenderte.
—No te equivoques, Uzui.
Kyoujuro cortó la conversación en solo segundos interrumpiendo las palabras del pilar que ya era bastante extravagante con sus formas de iniciar una discusión o molestar a otros. Se podía convertir en alguien bastante cruel y arrogante, lo cual facilitaba que la relación entre él y Sanemi no fuese la mejor. Aunque Sanemi no es como si se llevase bien con todos, con algunos está en términos medios y con otros en los peores; en esa última solo entran Giyuu y Tanjiro.
¿No era que todo al inicio había comenzado con un "ciudad de estrellas"? No se había dado cuenta cuando se había descarrilado tanto el tema. Era una charla pacifica por lo que recordaba y ciertamente pudo notar en los ojos de Sanemi que él pronto hubiese expandido un poco más acerca del porqué lo terminó de convencer su idea. ¿Él también tendrá a alguien en esa ciudad esperándolo? Claro que sí, su familia, pero quizás también a esa mujer que defendió... Esperaba no sacar conclusiones precipitadas.
Ya para cuando estaban cerca del hogar de Ubuyashiki, zona que Sanemi quiso tomar como atajo creyendo que desde allí llegarían más rápido, un tema de conversación poco común nació de los labios de Kyoujuro.
—Kanae Kocho, al parecer la defendiste —comentó sin segundas intenciones—. Ella era el pilar de la flor si mal no estoy.
—Lo era.
Desvió ligeramente la mirada, al parecer no deseaba hablar al respecto de ella y lo podía entender, debía ser molesto hablar de una compañera difunta y más cuando la persona era alguien que ni siquiera la conocía. Aunque era inevitable para él no soltar palabras al respecto. Era su momento para conocer un poco más a la hermana de Shinobu.
—¡Ella era la hermana de Kocho! Al parecer fue una mujer muy amable y fuerte... Oí que Kocho heredó su carácter.
—Lo sé.
—Eso debería ser muy positivo ¿no crees? ¡Ella es como la segunda versión de su hermana! Tú te llevabas muy bien con la hermana ¿cierto? No sueles defender a las personas al menos de que te importen y...
—¿Qué mierda insinúas? Escucha, idiota, no puedes remplazar a una persona por otra solo por ser parecidas o tener la misma personalidad. Los putos recuerdos se quedan grabados en tu mente, nunca va a ser lo mismo, y aunque lo fuera ¿qué debería importarme a mí? ¡Tu estúpida idea acerca de la ciudad de estrellas no es más que negruzca! Cuando uno muere los otros empiezan a olvidarlo y seguir hacia adelante, o ¿qué? ¿Aún recuerdas la voz de tu madre? Deja de evitar la muerte con esa idea, eres un cobarde, acepta el ciclo de la vida.
Esos ojos que parecían querer demostrarse necesitados y lleno de ganas de hablar con alguien, ahora se tambaleaban por la furia, una tan inmensa que provocó que todo su cuerpo se tensara. Creyó que ahora el pilar del fuego se intentaba de burlar de él y su maldita mala suerte al perder tan repentinamente a la mujer que más cercana tenía. ¿Era una jodida broma intentar reflejar a Kanae con Shinobu? ¿El amor te vuelve tan bastardo como para decir cosas tan horribles?
—¿Alguien acepta ser matado por un demonio como ciclo de la vida? Mi hermana no dio todo de ella para morir de esa manera. —Una tercera voz se oyó llamando la atención de ambos jóvenes—. Ya no sé cuál de los dos están más equivocado con lo que piensan. Oh, por cierto, buenos días y lamento oír su fatídica conversación sobre mi hermana.
Los dos hombres se le quedaron mirando, ambos habían estado muy equivocados al habar de la antigua pilar así como así y más cuando se encontraba cerca la bien conocida y amable Kocho. Kyoujuro fue el primero en reaccionar con una energética caminata hacia ella quedándose demasiado cerca para Shinobu, pero nunca era una gran molestia viniendo de su amigo.
—¡Perdón por decir que eras una copia de tu hermana, Kocho, eso fue muy poco caballeroso!
Confusa observó como este se había acercado tanto solo para dar una disculpa que la dejó riendo por lo repentino que fue. Era chistoso que todos los actos de Kyoujuro salieran con tanta honestidad como energía. Justo había ido para despedirlos y poder agradecer que la hubiera cuidado cuando estaba en tan mal estado, pero por un momento olvidó las palabras que había tenido en mente.
—Rengoku, qué amable eres. Shinazugawa, podrías aprender de él.
—¿Qué mierda te hice, Kocho?
—Le entregaste flores a Kanae y no te atreviste a decírmelo ¿quién es el cobarde?
Sanemi ignoró la sonrisa sumamente molesta que aquella tenía en labios solo apartando la mirada, si le decía iba a ser lo mismo que la nada, además, le agradaba más la idea de pensar en que ella no quería que su hermana supiera sobre su pedido. También se transformaría en un secreto ¿no es así? A veces le agradaba la idea de pensar en que tenía secretos con Kanae, incluso cuando ella estaba en otra vida.
—Ven acércate, Shinazugawa, puedo ser pequeña pero te juro que mis golpes duelen.
—Kocho, se nos hará tarde. ¡Cuando volvamos prueba conmigo tus golpes, seguro que eres muy fuerte!
Ella sintió como sus muñecas eran sostenidas para evitar los movimientos constantes, en serio quería golpear a Sanemi por visitar sin decir nada a su querida hermana. Mas en cuanto Kyoujuro confesó aquello no pudo evitar calmarse ligeramente. Él en serio sabía cómo prender el espíritu de la gente. Sus muñecas se relajaron resbalándose entre las manos del muchacho.
En cuanto aquel notó esa violácea mirada pudo sentir como su corazón palpitaba con rapidez, era como si mostrase una gran y extraña preocupación, pero intentase simularlo con una sonrisa. En cambio, Shinobu solo lo observaba con la misma mirada que tenía para todos los pilares.
—Tengan cuidado, sé que si van ambos nada malo pasará, pero... Es mejor prevenir que lamentar.
—¡Volveremos pronto! —asintió ante su propia respuesta para luego alejar sus manos de las contraria, sin olvidar su calidez—. Oh y que no se te escape esa mariposa.
Shinobu bajó extrañada la mirada hacia sus palmas encontrándose con ese broche... Creyó que lo había perdido y por ello usó otro broche que tenía guardado. No sabía de dónde había agarrado su broche, pero aún así de inmediato se lo volvió a poner mientras veía a esos dos partir. Algo la hacía sentir triste. Fue bonito tener la visita constante de un hombre tan alegre como él, incluso por un momento le hizo olvidar su asunto con Giyuu.
Era un poco encantadora la presencia de Kyoujuro.
Unos días pasaron desde la ida de Kyoujuro y Sanemi mientras Shinobu iba notando que el caso que le había tocado tenía un plazo largo; algo la hacía sentir aterrada, pero al menos recibía mensajes del cuervo de Kyoujuro, quien había sido mandado con cada pilar para hacer honor a su presencia, incluso desde lejanía. En el mientras tanto, había estado en las actividades de recuperaciones de montones de cazadores, por lo que su mente se estuvo distrayendo siempre hasta el punto que únicamente tuviera un día libre en el que se pudo tomar el tiempo de escribirle una carta de bienvenida a Kyoujuro, claro, para cuando volviera. Lo veía como un gesto amable luego de toda las risas y malhumores que le trajo en el tiempo que la cuidó clandestinamente, llegando al punto en el que Aoi le prohibió volver por meses.
Deducía que ya para el día siguiente ambos pilares volverían y en cuanto la noche se mostró arriba de Shinobu, esta no pudo evitar sentir un ligero escalofrío recorriendo su espalda mientras el viento la golpeaba con fuerza. Era una noche muy fresca, por lo que deseó disfrutarla en el patio de su Finca mientras era iluminada por el brillo de las estrellas. Solo se recostó en el húmedo pasto y observó el cielo, oyendo como Aoi le avisaba que la comida ya estaba servida. Después de cinco minutos lo repitió, y pasado un minuto más llegó preocupada hasta su maestra, temiendo que volviera a quedar inconsciente o vomitando sangre por doquier. Mas en cuanto la vio acostada allí quiso hacer lo mismo que ella para por lo menos entender qué era lo que le sucedía. Se estaba muriendo de frío, pero al parecer la pilar sí podía soportarlo por mucho que su piel se estremeciera.
—¿Está enojada, Shinobu?
—No, solo estoy observando las estrellas.
—Pero con enojo...
—No, Aoi, no es con enojo.
—Usted nunca mira las estrellas, por eso creo que algo extraño le ocurre, pero quizás me equivoque.
Shinobu negó con la cabeza sintiendo como su cabello se revolvía contra el suelo y posiblemente comenzaba a alborotarse. Tenía tanto frío que podría comenzar a temblar, pero realmente lo dejaba de lado al momento de ver las estrellas.
—No estás tan equivocada, aunque mirar las estrellas es una manera de conectarse con aquella persona que ya no está, eso oí y quise intentarlo. —Su voz salía tan suave que a la menor le parecía una dulce melodía.
"¿Hará esto también Rengoku cuando siente que extraña demasiado?" Pensó mientras alucinaba con ver a su hermana, allí, entre todas esas preciosas estrellas. El deseo de Kanae fue que ella tuviera una vida normal, se case con alguien que la amara y pueda sonreír, pero ¿qué pensaría si descubriera que además de tener un amor no correspondido, entre sus planes estaba morir a manos del demonio que la asesino? ¿Le fallaría? Solo sabía que era una gran desilusión pensarlo, después de todo, a veces soñaba con la idea de casarse y despertaba con el pequeño frasco de veneno, recordándole que no sucedería o no con Giyuu.
El amor no era tan deseado por todo el mundo.
—Esa persona debe sentirse muy feliz de que Shinobu esté ahí. Aún así, estoy segura que se va a preocupar si no come bien o pesca un resfriado.
—Sí... Kanae siempre se preocupaba hasta de lo más mínimo —rió con notable ternura en su tono—. Vayamos adentro y preparemos las camas para mañana, van a venir dos pilares muy agotados.
Aún tenía un muy mal presentimiento, de por sí lo tuvo con tan solo ver a Kyoujuro.
Esperaba que por favor volviese, las charlas a su lado resultaban más agradables que las que pudiera tener con cualquier otro pilar, sin contar que estando con él sentía como si su hermana estuviera presente.
—No me digas que el pilar del viento...
—Así es.
—Pero también está aquí su hermano, Shinobu.
Había olvidado ese pequeño detalle que la quitó de cualquier tipo de calma o preocupación. Su mirada amable no se alejó en ningún momento y moviendo ligeramente su dedo índice dijo:
—A la madrugada lo tiramos por la ventana.
—No podemos hacer eso, es alguien muy pesado y ante el mínimo toque de una mujer se incómoda.
—No me importa, no quiero tener nada que ver con discusiones de hermanos.
A veces Aoi sentía que la amabilidad de su maestra desaparecía con tan solo algunas palabras, pero ciertamente la entendía. Una sola vez le bastó para ver el lío que armó el pilar con respecto a su hermano y estando dentro de la Finca, ella fue la que terminó herida. Además, cuando Genya se encontraba en la Finca, Sanemi iba a hablarle siempre a Shinobu como si fuera su culpa... Nunca entendería los problemas de hermano, en serio, era un completo caso desconocido a sus ojos.
Ante tales amargos recuerdos la muchacha solo suspiró y siguió a la mujer de reflejos violáceos, no sin antes vigilar con una breve mirada que no hubiera demonios cerca. Al percatarse de que todo estaba tranquilo entró a la mansión y cerró la puerta corrediza.
Debía de ser una noche tranquila para todas, puesto que mañana ya se podían imaginar el gran día.
Al recién despertar de Aoi, quien sin quererlo se quedó toda la noche desvelada pensando únicamente en la salud de ese trío —quienes al parecer también habían ido a la misión de los dos jóvenes pilares—, pudo notar a su alrededor que el ambiente se ponía denso con tan solo unos segundos. Giró su cabeza mientras se levantaba de la cama y como consecuencia recibió un fuerte mareo que la desconcertó. En la cama de al lado donde debería estar Kanao no había nadie y el sol estaba brillando demasiado como para ser la hora del "desayuno". En ese momento se dispuso a recorrer las afuera de su habitación oyendo la voz de Shinobu, quien parecía preocupada. Observó la escena en silencio, girando su vista hacia los otros rincones donde pudiera ayudar. Se hallaban tres jóvenes inconscientes y al parecer el pilar del viento no se encontraba en un buen estado. Desesperada fue a buscar tanto inyecciones como toallas, se había levantado tarde, pero no pensaba quedarse viendo como todas ayudaban.
—Rengoku, debes abrir los ojos y no dormirte, por favor —pedía apretando la mano del muchacho que al parecer comenzaba a hacerle caso.
—Kocho... Me duele mucho el pecho. —Sonaba tan débil que eso provocó que el pilar apretase aún más su mano—. Si llego a morir...
—Silencio, Rengoku, estás alucinando, no te ocurre nada en el pecho. No vas a morir.
El semblante de Shinobu se mostraba preocupado, más por una herida en el estomago que cualquiera de todas las que tuviera. Aunque por su manera de mirarlo, por momentos pudo sentirse alguien importante a quien solo ella miraría así. Eso provocó que una débil sonrisa se instaurara en sus labios mientras intentaba mantenerse al margen de sus dulces palabras. Podía jurar que estaba en el cielo, no sentía los graves dolores al perderse en su mirada y menos si ella presionaba su mano. Pudo notar como recibía una taza con un no fiable líquido y así fue como su sonrisa desapareció hacia una mueca.
—Esto aliviará tu dolor, Rengoku, y pronto que podrás dormir ¿sí? Tú y Shinazugawa hicieron un gran trabajo —confesó ayudando al muchacho a absorber—. Bueno, estaremos a mano, tú también me hiciste tomarlo.
Una suave risa salió de sus labios. Qué mujer tan atrevida como para tener el descaro de burlarse en frente de un pobre joven herido. Pero no sabía que en realidad ella reía de los nervios, después de todo, tenía una herida bastante profunda que iba a tomar un buen de tiempo en sanarse. Claro, si vivía.
—¿Cómo puedes ser alguien tan cruel y a su vez poseer el brillo de un estrella? —comentó sin detenimiento recibiendo un gesto confuso.
—Oh, así que Rengoku se está enamorando de mí —bromeó acomodando los cabellos alborotados del contrario—. Está bien, decir cosas sin sentidos es común ante los efectos del dolor y la medicina. Es como estar ebrio.
—¡Entonces estoy muy sobrio!
—Si gritas una vez más también te tiro por la ventana.
—¿Eso quiere decir que aceptas mi amor? Espera ¿cómo que también?
Una tercera voz se oyó diciendo: Me da vergüenza ajena, díganle que se calle.
El tipo que dijo aquello tuvo que permanecer con una toalla en la boca por parte de Aoi. Sí, era un pilar, pero ya no lo aguantaba y menos si recordaba que tuvo que echar a su hermano porque él creaba caos. Además, al parecer Sanemi no estaba tan mal si podía burlarse de su compañero... Aunque eso era claramente una mentira. Tenía cicatrices tan horribles que incluso no entendía cómo Shinobu y Kanae lo habían mantenido con vida en otros tiempos; además, no ayudaba mucho cuando se quejaba por el ardor o decía que no lo toquen. Definitivamente debía dejarlo inconsciente si quería seguir con su trabajo, pero ni siquiera los calmantes hacían efecto. Asustada buscó a su maestra, pero ella por un momento no estaba presente en el mismo mundo que todos ahí.
Entre sus manos cálidas tenía el rostro sufriente de Kyoujuro, quien tenía sangre goteando muy cerca de su ojo y una posible lesión en este mismo tras haber sido golpeado justo ahí. Su boca estaba entreabierta y respiraba tan lento que era imposible pensar que eso sanaría pronto. El rostro de Shinobu, aunque muchas veces resultaba imperturbable, esta vez había demostrado un poco de pena, una que no se comparaba al dolor que pudo haber sentido en otras situaciones, pero valía mucho para ser su maestra quien se encontraba procurando por el alma de uno de sus compañeros.
—Debió haber sido una larga noche ¿no? Es bueno que todos estén a salvo y... Fuiste muy valiente al disponerte a salvar a Tanjiro, aunque esto pueda costarte la vida. Si vives prometo que yo misma premiaré a tu gran corazón —susurró.
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