Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prólogo.


Cirnan, muchos años atrás...

Llantos... Lo bueno de una lumbrera recién nacida es que los llantos son muy cortos, quizás dura un minuto. Un delicado olor a flores tropicales se extendió alrededor de los bebes que sollozaban, mientras una luz procedía a expandirse en la estancia.

El rayo de la noche, Lumcenti, fue creada por Aionios, de inmediato su padre posó su mano sobre la cabeza de la princesa para bendecirla, y desearle una vida llena de prosperidad como el resto de sus hijos, la alegría de todas las lumbreras era notable, puesto que todos los ojos curiosos aguardaban detrás de las paredes del palacio. Ese día, no solo Lumcenti llego a ver el firmamento de los cielos, su padre Aionios creo a Zafgram, su rayo de la mañana. Aionios coloco a sus bebes sobre un jardín colgante, estaba repleto de rosas blancas, narcisos, lirios y tulipanes que ardían en llamas, tenía un arco el cual lo conformaba ramas de roble y cerezos.

Aionios observó un momento más las facciones hermosas de sus nuevos hijos, ambos mellizos brillaban con luz propia, era imposible no sentir amor hacia esas hermosas creaturas; sus cabellos como un tornado; de color blanquecino como el marfil mezclado con el color dorado, bañado de luces brillantes como las estrellas. Los ojos centellaban luz como la iluminación de la luna.

Aionios salió de su palacio, dejando a Maisslut otra de sus hijas mayores al cuidado de sus lumbreras, motivo por el cual muchos de sus hijos aprovecharon y le preguntaron:

—Padre, ¿cómo son nuestros hermanos? —Aionios solamente dijo —. Son hermosas centellas.

Salió en su carruaje llevado por siete caballos de luz, los caballos empezaron a flamear fuego, y muy por arriba del cielo se fue Aionios, perdiéndose en el firmamento.

Lumcenti como toda princesa y futura protectora de otras Lumbreras, creció bastante rápido, aprendió a hablar con el aire, con las flores, le gustaba cabalgar los caballos de bronce de su padre, más cuando se formaba una tormenta en el cielo nocturno.

Cuando había una tormenta parecía que estuvieran cayendo Diamantes y eso le fascinaba a la princesa, le motivaba a volar hacia las nubes con la esperanza de hablar con su padre, puesto que Aionios enseñaba a sus hijos a regar toda la vegetación en Cirnan.

Zafgram también había crecido, era un niño dulce, su piel era incluso más bella que la de Lumcenti, era suave como pétalo aterciopelado, tenía un gran parecido a su padre y sus miles de hermanos, siempre volaba lento, sus alas como las de una mariposa frágil no le ayudaban, en cambio Lumcenti mostraba la fuerza de un águila.

Los mellizos en cierta tarde de invierno se encontraban agitados, con las mejillas frescas y rosáceas, por las gotas de lluvia sonreían, olían a musgo verde humedecido por la tormenta, sabían que era el momento de jugar.

Mientras esperaban un rayo para atraparlo con las manos y empezar a jugar con la fuerza de este, Lumcenti aprovechó y extrajo agua de las nubes para beber, su hermano Zafgram utilizó su poder de viento para quitar cada gota de agua a su hermana.

—¡No es justo Zafgram! —gritó la pequeña Lumcenti.

—Quítamelo —dijo su hermano. Lumcenti empezó a volar y empleó su poder para quitarle su agua. Ambos niños se empujaban.

De pronto Lumcenti le propició un fuerte golpe a su mellizo, enviándolo afuera de las nubes, por unos segundos Lumcenti espero a Zafgram, sabía que él podía volar. Pero no ocurrió.

Zafgram seguía cayendo, Lumcenti se apresuró y salió detrás de él, intento alcanzarlo, pero el suelo estuvo más listo y recibió a Zafgram. Se escuchó el golpe como de una roca caer. Al llegar hacia su hermano, Lumcenti doblo sus rodillas y lo toco. Sus mejías estaban pálidas y sus largas pestañas dejaron de brillar.

—¡Déjalo! —dijo una voz. Rápidamente un fuerte rayo impacto hacia el lado de Lumcenti, y salió una especie de lirio de fuego goteando agua.

—Dale de beber a mi luz—era la voz de su padre. Aionios, estaba en el aire, hablaba invisiblemente. Lumcenti empleó su poder de viento, y dio a beber a Zafgram, rápidamente fue como si inyectaran electricidad a su cuerpo, recobrando color y luz.

—Hijo, debes venir conmigo, Lumcenti debe ir con Maisslut —Zafgram vio a su melliza y la abrazó.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! —dijo Lumcenti a su hermano. La piel de su mellizo le calentaba los brazos, ambos sintieron ese amor de hermanos, tan cálido como los rayos del sol después de una tarde de lluvia.

—No debes preocuparte, aunque Zafgram se golpeó, nada podía pasarle, su naturaleza es igual a la mía, es muy fuerte.

—Padre... solamente jugábamos sobre las nubes, queríamos verte, hace tiempo que no recibimos un abrazo vuestro.

—¡Tenemos una eternidad para eso! ¡Tu hermano debe venir conmigo!

Lumcenti se le encogió el estómago, su padre estaba enojado, o eso percibía en su voz, y su hermano tenía una expresión de asombro.

—¡El día que los cree fue para que me ayuden a mantener el orden! ¡Mañana empezaran con sus tareas!

Los mellizos se despidieron puesto que se verían al finalizar cien años. Tiempo en el cual deberían aprender a perfeccionar sus poderes, y no dejarse dominar de ellos.

Zafgram le dio un último abrazo a su hermana besando sus mejías y le dijo.

Eres una hermosa Lumbrera. —Con esas palabras desapareció en el aire.

Ese día Lumcenti se prometió así misma, nunca destruir, sería portadora de una corona de luz. Al asumir sus responsabilidades, sea cuidando la naturaleza, las cascadas de vidrio que se riegan por todo Cirnan y dan vida a las cosas materiales, o cuidando a las Lumbreras que dan calidez, sea cual sea su obligación, Lumcenti prometió hacer el bien.

***

La joven cuido con ternura cada pétalo de flor, cada creación nueva que llegaba a Cirnan, incluso llego a dar brillo al cielo estrellado, y cada segundo que pasaba ella crecía hermosamente, pero... Todo lo bonito tiene un fin, o eso decían de la pequeña salvaje.

Finalizado los cien años... todo cambio para ella, ese día los pasillos del palacio retumbaban por los pasos agitados de todas las lumbreras, y las cálidas melodías que salían del aire ya no se escuchaban, los jardines colgantes repletos de lirios de fuego dejaron de emitir luz.

Lumcenti caminaba en profundo silencio, estaba tranquila, después de todo era culpable.

Mientras avanzaba ella sentía la presión de todos los príncipes, sus hermanos contemplaban a la dulce y hermosa Lumbrera. El suelo por donde caminaba dejaba empapado de sangre, cada huella espesa como el carmesí, su vestido estaba manchado. Estaba encadenada de manos y pies, Lumcenti solo pensaba una cosa, volvería hacerlo.

Estaba decidida a aceptar su destino, tenía que hacerlo. Mientras seguía caminando se preguntaba ¿Por qué los buenos salen lastimados?, ¿Por qué pasan cosas malas? Cada lumbrera mostraba un gesto desconcertante y asombro, decían:

—¡Como es posible que haya hecho eso! ¡Ella es terrible!

—¡Morirá por ello!

Mientras escuchaba los susurros de todas las lumbreras, Lumcenti decía, hipócritas. Ella quedo en medio de los jardines de fuego, mientras todos la rodearon en el aire, en tanto una de las lumbreras protectoras, llamada, Masvarians, de hombros anchos, más alta que Lumcenti, volaba en dirección de ella, poseía un escudo de oro, una larga cabellera de rizos dorados. Arrastraba una capa de piedras preciosas, traía en sus manos una especie de hojas, las cuales brillaban, y en ello estaba escrito la sentencia.

Se dirigió a ella, la contemplo con la mirada más lastimera, puesto que era su hermana, no las crearon el mismo día, pero fueron creados por el mismo padre.

—Como te declaras.

—Culpable —dijo Lumcenti, los recuerdos golpearon su mente. Cuando ella descendió a la tierra. Solamente se dijo a sí misma.

<<Nunca debió sonreírse conmigo>> Pero era lindo, dulce como el azúcar, amable, tenía el corazón más humilde y fue hecho polvo. Aun en su lecho de muerte, siempre tendría una parte de él.

—¿Cuál es el veredicto para la Maldi...? —antes de que terminará la pregunta Masvarians la callo. —¡Mucho cuidado en cómo se dirige!, ¡es tu hermana! — a lo que otra Lumbrera respondió. —¡A caso no lo ve, esta consumida por la maldad!¡Lo que hizo es un insulto a nuestros principios!

Un aluvión de susurros invadió el ambiente, unos a favor y otros en contra. En tanto el viento soplaba fuertemente susurrando detener ese acto, a lo que otra lumbrera dijo.

—Se ha vuelto loca, por ese estúpido amor.

Lumcenti al escuchar eso, su corazón se retorció de dolor, y esbozo una sonrisa de oreja a oreja, sus ojos se tornaron oscuros, ella le dijo:

—¡Loca como la maldad hermana! —con esas palabras, se dio un profundo silencio, y dijo para terminar.

—¡Soy hija de la oscuridad!, ¡no tientes a tu suerte!, ¡aún tengo fuerzas!

—¡¡Silencio!! —grito Masvarians, el eco de su voz viajaba por el aire, un sonido fuerte, era algo característicos de cada Lumbrera protectora, incluso con la voz podían hacer mover una montaña, también poseían una voz tan dulce angelical como la de una niña pequeña.

—Prosigamos —Masvarians, Empezó a leer lo que estaba escrito en las hojas —. Según las Ordenes enviadas, Lumcenti, el rayo de la noche, Nacida en Cirnan, será...

Un fuerte viento impacto sobre todos los presentes, parecía que una tormenta eléctrica se formaría, y el cielo colorado desapareció tornándose a un azul oscuro, el aire parecía congelarse, de pronto se escuchó una fuerte voz.

—¡Deténganse! —grito alguien al fondo, todas las lumbreras echaron sus miradas hacia esa voz, mientras las coronas de todos los príncipes empezaban a brillar como brasas de fuego.

Zafgram, desciende, de su espalda salen hermosas alas de oro fuertes como las de un dragón, los años le sientan bien, resplandece como bronce recién forjado, su cabello rizado es reluciente, conservando un aspecto juvenil, camina de manera recta, mostrando seguridad, y sobre todo con la actitud protectora hacia su hermana. Zafgram eleva su mano hacia el cielo en dirección de las incontables lumbreras, una luz más fuerte que el sol de mediodía habla, su voz es retumbante como relámpagos en plena lluvia.

—Lumcenti será despojada de sus alas, será llevada a la tierra. Deberá enmendar sus errores, así podrá regresar a casa.

Lumcenti eleva su mirada hacia su padre, hace mucho que no le veía, y le anima escucharlo. De pronto de su espalda, sus hermosas alas se tornaron oscuras. Se escuchó un sonido musical, notas tiernas en el aire. Los árboles que adornan el jardín crearon una especie de manos. Lumcenti dirigió su mirada hacia Zafgram. Las manos tomaron a Lumcenti mientras Masvarians se posicionaba detrás de ella, y de un tirón arranco sus alas. Un crujido. De su espalda se desprendió parte de su carne ensangrentada.

Las ramas se abrieron formando una especie de cesta en donde las hermosas alas azules son guardadas, la corona de Lumcenti es quitada. Y la voz de su padre dejo de hacer eco en el aire. Zafgram aprovecho el momento y abrazo a su hermana.

—La tormenta ha iniciado Zafgram.

—No digas eso, Lumcenti...Perdóname por no estar contigo cuando más me necesitaste —Lumcenti acaricio sus mejías, y esbozo una sonrisa cálida, ella no tenía temor, y para aliviar el momento le dijo:

—La felicidad se vive de momentos, guarda los pedazos en una caja, y se feliz cuando los necesites, allí estaré cuando veas atrás.

Un fuerte rayo se escuchó detrás de los hermanos. Al mirar hacia atrás, observaron de dónde provenía el rayo. Apreciaron la presencia de Maisslut, ella estaba al cuidado de una sola lumbrera. Conservaba siempre un aspecto jovial. Maisslut, arrastraba su vestido cubierto de preciosas piedras brillantes, el resplandor de su figura era la representación de una luz fuerte, su cabello y ojos destellaban luz idénticos a los mellizos, algo característico de todos en Cirnan.

Cuando más se acercaba, vieron las facciones hermosas de ella, era como un delicado rosal, si alguien intentara tocarla, lo que provocaría sería ensuciar el rostro de Maisslut.

—Mi apreciada Lumcenti. No debes preocuparte, yo me encargaré de tus lumbreras. —Ambas se abrazaron. De pronto escucharon una voz, era el cuidador de Lumcenti, anunciando que el tiempo se había terminado, mientras quitaban las cadenas de Lumcenti, las lumbreras empezaron a agitar sus alas y alejarse de la escena.

Maisslut, le entregó una especie de lirio de fuego y estrellas, Lumcenti tardó unos minutos oliendo el rico aroma; olía a fresas y miel. El cuidador le recordó que no podía llevar nada, con tristeza le devolvió el lirio a Maisslut; pero Maisslut la abrazo por última vez escondiendo un pétalo en el vestido de Lumcenti. Siguió a su cuidador, su hermano la acompaño, llegaron a un palacio, adentro había cascadas de aguas cristalinas, salones de elevados arcos recubiertos de oro y flores, ventanas de cristales, piedras preciosas, el cuidador elevo sus manos al aire y una puerta dorada se revelo.

Lumcenti cruzó la puerta, no se atrevió a mirar a su hermano, a cada paso las preciosas gemas se desprendían de su vestido, su cabello se tornaba a un color oscuro como las plumas de un cuervo. La puerta se cerró y con ello solamente quedó el dulce aroma de la presencia de Lumcenti. Estando lo suficiente lejos Lumcenti aprovecho a mirar hacia atrás. A la distancia observó el mar de cristal, luego el cuidador y Lumcenti se levantaron muy alto, volaron y cruzaron una puerta de fuego.

——***——

El viaje de Lumcenti había sido corto, el cuidador la guio hasta un pequeño pueblo, al llegar, se dirigió a ella.

—Ahora eres como uno de ellos, empero conservas algo de tu esencia.

Lumcenti, experimentó diferentes sensaciones en su cuerpo. Todo de ella había cambiado bastante rápido. No presto atención, le importaba ver la manta oscura que es expandía en el cielo, se abrazó y se dijo así misma:

<<Hace frio>> Ya no sentía la calidez de su hogar. La nieve empezó a caer, Lumcenti atrapó un copo en su mano.

—No cometas otro error —sentenció su cuidador, ignorando la curiosidad de Lumcenti por los pequeños cristales que estaban colisionando en el aire.

—Si es por justicia no sabría distinguir el error. —Lumcenti pronunció dichas palabras con un amago de sonrisa. Ella se dio la vuelta y se alejó, su cuidador se mezcló con la oscuridad de la noche, desvaneciéndose en el aire.

Camino hacia adelante por una calle oscura, mientras su mente empezaba a trazar sus próximos objetivos, de pronto escuchó una voz asustada, se detuvo esperando ver a la persona detrás de la afligida voz. Una jovencita de rasgo triste, ojerosa, arrastraba su vestido mientras se acercaba a ella y le dijo.

—¡Ayúdame por favor! —Lumcenti vio el pánico en sus ojos almendrados, las lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas y la chica intentaba enjuagarlas impaciente de su rostro.

—¡Regresa, ladrona! —Un hombre salió de las sombras, alto, robusto, de aspecto enfurecido.

—¡Déjame en paz! —gritó la joven mientras se apoyaba del brazo de Lumcenti, respirando de manera agitada.

—¡Ya la oíste, vete! —dijo Lumcenti.

—Tú no te entrometas en esto.

Lumcenti sonrió, lentamente se acercó al hombre mirándolo a los ojos. El hombre se encorvó y cayó al suelo, el sujeto no comprendía, no podía hablar o moverse, empezó a apretar sus dientes, provocando que sangrasen, por un momento pensó que eso no era real, Lumcenti se agachó lo suficiente para verlo.

—Corre. Oh, quieres huir conmigo. —dijo con brusquedad, al terminar de decir aquello, el hombre recobró sus fuerzas, el pánico se apoderó de sus ojos, sus piernas y brazos temblaban, la palidez se adueñó de su piel, el hombre a duras penas salió corriendo, empleando todas sus fuerzas, alejándose de la mujer extraña.

Lumcenti al dirigir su mirada a la joven noto en ella temor.

—Tú no eres de aquí. ¿A qué has venido? —preguntó la joven temblorosa.

—Mi legado —respondió Lumcenti. La joven estaba tensa.

—Qué te parece querida niña si me ayudas —la joven sabía que no tenía nada que perder, puesto que estaba sola.

—¿Eres una mala persona? —preguntó la joven.

—¿Tu qué crees?

—Eres extraña... No me asustas.

—Interesante pequeña mariposa.

Lumcenti contempló fijamente a la joven, no podía creer que estuviera arriesgándose. Ante su mirada era débil, incluso la considero como un estorbo, perfectamente podría deshacerse de ella, pero había algo en esa chica, a pesar de su fragilidad, podía oler un poco de valor y coraje, pensó en una manera de beneficiarse de ella.

La joven tenía temor, se preguntaba como un humano puede controlar a otro humano.

—¿Cómo te llamas? —Cuestiono Lumcenti.

—Alondra.

—Ya no te llamarás así. —La joven observó a Lumcenti, a la chica extraña, pero hermosa, de cabello lacio, espeso, oscuro, de nariz pequeña y ojos grandes.

Alondra esbozó una sincera sonrisa, de cierta manera, sentía que a través de ese peligro había protección para ella. Lumcenti le extendió su mano a manera de cerrar un trato.

—Toma mi mano y nunca te ahogaras.

Ese gesto fue un golpe a sus recuerdos, lo aprendió de los humanos, mientras estuvo en la tierra, le dolía, pero ahora su plan estaba en marcha y no podía retroceder. Perder sus alas fue parte de su propósito, puesto que a través de sus alas generaba un vínculo más cercano con su padre, el cual ahora estaba quebrado.

Lumcenti empezó a caminar y la joven la siguió. Cuando llegaron a un puente, divisaron una casa, rodeado de pinos, Lumcenti aprovechó el momento y dijo.

—Ahora serás Alma.

—¿Cómo te llamo yo a ti? —cuestiono Alma.

—Lo descubrirás —dijo, mientras un hombre alto, salió de los arbustos, las sombras de la noche parecían envolverlo en el frio clima, ambos cruzaron miradas y sonrieron como dos cómplices.

—Qué bueno verte cariño, bienvenida, la noche están hermosa como tu presencia.

—Quien es ese hombre —preguntó Alma.

—Veo que te gusta estar con débiles.

—No te tengo miedo —dijo Alma de manera retadora.

—Pequeña fruta, desde aquí siento el olor de tu miedo.

—¡¡Basta!! —Lumcenti se hostigo de esos dos, no tenía tiempo que perder y se dirigió al hombre.

—Arlaft, he venido por la parte del trato.

—Muy bien cariño, empecemos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro