Especial 4: Midoriya Izuku.
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El timbre de tu casa sonó por todo el recinto. Corriste a ver quién era, pues eras la única en casa y si no abrías tú, nadie lo haría.
Llegaste a la entrada y te miraste por última vez en el espejo del recibidor, no querías que tu cita te viera toda desarreglada.
Llevaste tu mano a la puerta principal y la abriste de par en par, haciendo que se escuchara el choque contra la pared, y el chico, que estaba dándote la espalda, se asustara. Este se dio rápidamente vuelta hacia ti, dejando ver un pequeño ramo de flores entre sus manos.
—¡Ah! [Nombre], —Saludó formal el chico—, un... un gusto conocerla. —Los nervios que el pequeño chico tenía eran notorios—. Tome, le traje este ramo de flores.
Te extendió el obsequió sin mirarte a los ojos, estaba nervioso y sus mejillas estaban sonrojadas. Se veía demasiado tierno. Agradeciste el gesto y sonreíste.
—¿No te gustaría pasar a tomar una tacita de café? —preguntaste burlona. El chico te miró extrañado.
—No creo que alcancemos a llegar a la función, pero gracias igualmente —respondió con una sonrisa tímida.
Reiste un poco por como se tomó en serio tu proposición, no había entendido la referencia. ¿Dónde está el capitán América cuando se le necesita?
—¿A qué hora empieza la película, Midoriya? —preguntaste después de parar de reír.
El chico levantó su muñeca, dejando ver un reloj en esta.
—En una hora más —dijo mirando el reloj—. Aun es temprano, pero creo que lo mejor es llegar un poco antes.
Asentiste a su propuesta e hiciste que te esperara. Irías a dejar las flores en un jarrón para que no se secaran. Ya después de volver a la entrada lista, cerraste la puerta y te giraste al chico sonriéndole.
—¿Vamos? —preguntaste tomándolo del brazo.
—¡S... sí! —Su cara tenía un tono más rojo de lo normal.
Caminaron hasta la estación de tren más cercana, pues irían al centro y quedaba un poco lejos si iban a pie.
Ya dentro del tren, que los llevaría a su destino, estuvieron hablando un poco de ustedes y sus vidas.
—Así que estudias para ser un héroe...
—¡Sí! Me estoy esforzando para ser el mejor. —Llevó su mano a su cabeza, apenado—. Aunque al principio me costó realmente.
Te diste cuenta que la actitud del chico decayó por lo que dijo. Su mirada parecía perdida y estaba sumido en sus pensamientos.
Llevaste tu mano más cercana hasta su hombro, dándole un pequeño apretón. El chico salió del trance sorprendiéndose y dándote una mirada de pena.
—Pero ahora estás mejorando, ¿no? —preguntaste—. Estás progresando a pasos agigantados.
La comisura de sus labios se elevó en una sonrisa tímida. Te dio un pequeño gracias y volvió a tener la mirada decisiva que tenía cuando te habló de sus batallas.
Lamentablemente el vagón estaba lleno e iban parados cerca de la puerta. Llegaron a la penúltima estación antes de bajarse, pero para su mala suerte entraron más personas de las que salían, haciendo que los apretaran más.
Tu cara se tiñó de un ligero rojizo al ver en la posición que estaban. Mientras que estabas de espaldas a la puerta, el pecoso quedó al frente tuyo, sin dejarte escapatoria.
Un movimiento brusco hizo que se apretaran más, pero el chico se alejó rápidamente de ti, sonrojado.
—Lo siento, [Nombre]. —Se disculpó—. Tal vez si po... pongo mis manos aquí.
Izuku colocó sus dos brazos a cada lado de tu cabeza. Al parecer el chico se dio cuenta de la posición comprometedora en la que estaban, pues empezó a tartamudear y a ponerse rojisimo.
Otro movimiento brusco del vagón hizo que te desestabilizaras, agarrandote de la camiseta del chico y este en un reflejo agarrandote de la cintura con una de sus manos.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—Sí, solo fue el susto.
Tal vez los dos podrían estar más rojos de lo normal, pero ninguno apartaba la mirada del otro. No era una guerra, parecía más bien una conversación sin palabras.
—[Nombre], yo...
La voz del chico fue apaciguada por el altavoz anunciando la parada. Su parada.
—Nos toca bajar, Izuku.
—Sí...
xxx
La entrada principal del cine estaba relativamente lleno, pero no tanto como otros días.
Suspiraste aliviada, te acercaste al chico que venía caminando hacia ti con una sonrisa en su rostro y las dos entradas en su mano.
—Ya tengo las entradas, la función empezará en 15 minutos, ¿,deberíamos comprar las cosas para comer ahora?
—Sí, yo creo —dijiste frunciendo los hombros—. A todo esto, ¿qué película vamos a ver?
—Emm, sé que es una nueva y es de terror. Me la recomendó Kacchan.
—¿Kacchan? ¿De dónde me suena? —pensaste curiosa. No te acordabas, así que lo dejaste pasar.
Fueron hasta la pequeña tienda dentro del recinto y pidieron un poco de chucherías y cosas para picar, además de gaseosas.
Terminaron con el pedido y el chico se encargó de la bandeja con las cosas, mientras que sostenías el par de vasos.
—Ya debe quedar poco para que empiece la función, vamos antes de que todos quieran entrar.
—Sí —respondiste a lo que dijo el chico.
Después de pasar y estar sentados en sus respectivos asientos, siguieron conversando, mientras la sala del cine se iba llenando.
Las luces se apagaron, dando inicio a la película. Le diste una mirada fugaz al chico y volviste a ver la pantalla grande.
Esperabas que fuese una buena película.
Y claro que lo era, pues mientras pasaban los minutos y las escena, no soportabas ninguna de ellas. Estabas con el corazón a mil y con tus manos en tu rostro, viendo pero no viendo, como si tapándose los ojos haría que el miedo se fuese.
Tu acompañante no estaba de lo mejor tampoco, parecía que en cualquier momento su alma saldría por su boca y se nos iría al más allá. Estaba pálido y con la vista perdida.
Un grito de terror de la gran pantalla les hizo gritar igualmente.
—¡No quiero ver más! ¡Ahh! —gritaste tapandote los ojos con el bol de palomitas, no querías ver cómo destripaban al pobre cachorrito.
—Creo que voy a vomitar —dijo casi inaudible el pecoso.
Lo miraste preocupada, levantaste el respaldo del posavasos y te acercaste para empezarle a darle aire en su rostro con tus manos. Agarraste sus mejillas y le golpeaste levemente.
—Reacciona, Izuku. —dijiste zarandeandolo un poco—. ¡Aún quedan muchas citas por tener!
No importaba mucho que gritaras, pues las demás personas también lo hacían gracias a la espeluznante película.
Bendito seas Kacchan.
Le tomaste las manos. El chico te miró como pudo y trató de sonreír.
—Me alegra que quieras tener más citas conmigo, [Nombre].
—Todas las que quieras, Izuku.
Te acomodaste en tu asiento de nuevo, con la única excepción de que ahora tenías la mano entrelazada con el pecoso, dándose fuerzas mutuamente.
Un moustro apareció en la pantalla, haciendo que te sobresaltaras del susto. Le soltaste la mano al pecoso y te escondite en su hombro del miedo.
Aunque el chico temblaba como Chihuahua con rabia, te abrazó igualmente reconfortándote. Te sonrojaste por su acción, pero no dijiste nada, solo disfrutaste la situación de estar entre sus brazos.
—Gracias Izuku —susurraste en su hombro.
Un poco con temor, el chico te dio un pequeño beso en la frente, mientras acariciaba tu espalda.
—No te preocupes, [Nombre]. Yo te cuidaré.
Izuku podía ser lo más tierno del universo, pero también podía hacerte sentir segura entre sus brazos.
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