Cita 39: Shindō Yō
El verano estaba en el país, fuerte en unos lados, débil en otros, pero sí o sí empezaban a aparecer diferente actividades para poder hacer en el buen clima de Japón.
Esperabas ansiosa fuera del principio de la que era una de las pequeñas ferias comunales que hacían a lo largo del país. Los Matsuri en verano era el mejor recreativo para pasar el día, o como ahora, la noche.
Apretaste con fuerza tu chaqueta en el momento que corrió una ventisca de aire tibio. Podría ser verano, pero el frío de la noche a veces aparecía para molestar.
—[Nombre] —llamaron desde atrás. Volteaste para encontrarte con la inminente presencia del chico de la academia ketsubutsu, Shindō.
El chico era mucho más alto que tú, y su pelo negro casi se mezclaba con la oscuridad de ese lugar. Era un chico buenmozo, tenía su encanto natural.
—Shindō —hablaste. Este te dio una ligera sonrisa, y extendió su brazo para que lo agarraras. Te extrañaste por su gesto.
—¿Vamos? —preguntó caballeroso.
—Vale.
Así, le tomaste del brazo. El chico te daba una sensación de confianza, aunque había un toque extraño en esas miradas que te daba.
Empezaron por el lado norte de la pequeña feria, y desde allí fueron visitando cada stand que había para ver. Algunos puestos de comida, otros de juegos y hasta para comprar baratijas, todas muy interesantes, aunque la que más llamó tu atención fue un stand de juego de tiro.
Se acercaron hasta ella, esperando a que fuese su turno. Habían hablado poco en el transcurso del paseo, pero es que estaban muy ensimismados viendo cada cosa diferente.
—¿De verdad destrozaste todo el lugar? Wow, tu Quirk es increíble.
—Gracias, lo sé —dijo el chico alardeando. Reíste por su comentario, y el rio también.
Su turno de disparar era ahora. El asunto era: quien dispara al blanco, gana premio. Lo malo era que nunca antes habías disparado algo como ese rifle.
Trataste de apuntarle, pero los pequeños dardos volaban a otro lado, menos al centro de la circunferencia adelante tuyo. Empezabas a frustrarte, pues al lado tuyo estaba el pelinegro apuntando perfectamente al centro.
—Me rindo, no puedo —dijiste dejando el rifle en el mesón. Shindō dejó de lado lo suyo, y te miró como mantenías los mofletes inflados.
—Que tierna te ves así —dijo apretando tu mejilla con una de sus manos.
El chico tomó el rifle que antes habías dejado en el mesón e hizo que lo tomaras de nuevo, mientras que él se posicionaba atrás tuyo.
—Apunta con la mira, y desvía un poco el cañón —susurró cerca de tu oído, pues la posición así los dejó. Tratabas de concentrarte, pero tener al chico tan cerca te ponía nerviosa—. Vamos, [Nombre]. Si te pones nerviosa, no podrás hacerlo —canturreó la frase final. A veces el chico tenía una personalidad un poco chocante.
Te concentraste en apuntar, y cuando el rifle se disparó, el dardo quedó a escasos centímetros del blanco. Diste un pequeño salto como pataleta, estuviste cerca de lograrlo.
—¡Qué rabia!
—La próxima será —habló el chico mientras le pasaban un par de premios, alzaste una ceja al verlo disfrutar—. Buena suerte.
—Qué alentador.
Dejaste el rifle a un lado, y viste como el chico buscaba entre sus bolsillos algo. Desde allí sacó su celular, y te pasó los premios que antes había ganado. Te estaba apuntando con la cámara de su celular, te sorprendiste al escuchar el sonido de la toma.
—¿Qué haces?
—Nada, solo una foto de recuerdo...
Dudaste de esa respuesta, pero no le diste importancia.
—Solo no se la envíes a nadie...
—Claro que no —dijo mientras tecleaba en su celular—. Solo quiero que alguien sepa que estoy contigo. —Rio con sorna mientras miraba su celular. Le miraste raro, pero no te importaba mucho.
ooo
—Estuvo bien para ser una feria comunal —comentaste.
El tiempo había pasado, y era hora de irse, pues los trenes no esperarían.
Te agarraste los brazos al sentir el viento pasar, estaba helando ya entrando cada vez más la noche. Luego de tiritar unos segundos, sentiste el peso de una chaqueta sobre tus hombros. Shindō había puesto su abrigo sobre ti, y así abrigarte.
—Gracias —dijiste dándole una sonrisa amena.
—No iba a dejar que te congelaras de frío. —Te devolvió la sonrisa. Esa sonrisa tan característica suya.
—Igual gracias por este día, lo pasé genial.
Pararon unos metros más alejados de la entrada de la feria. Poca era la gente que estaba pasando por allí.
—Qué bien, seguro podemos volver a salir, ¿no crees? —preguntó el chico.
—Estoy segura que sí —dijiste mientras te ibas a sacar la chaqueta, pero el chico se negó.
—Después me la pasas, así me puedes venir a ver cuando quiera...
Se acercó a ti, pero tu retrocediste la misma cantidad de pasos que él dio.
—¡Hey! No muerdo —comentó al verte a la defensiva—, tal vez...
Te tomó de la muñeca y agarró con su mano libre tus mejillas. Volvió a acercarse y te dio un beso cerca de los labios. Tu cara sonrojada se mostró con él, cosa que hizo reír al chico.
—Que linda eres.
Te apartaste de él y trataste de tapar tu cara con tus brazos.
—Mejor vámonos... —susurraste nerviosa.
Shindō asintió y posó su brazo en tus hombros, acercándote a él. Y así fueron caminando hasta la estación de tren.
Aunque los dos disfrutaron la salida, parecía que el chico fue el que la disfrutó más, y todo por ti.
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