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Cita 38: Todoroki Shouto.

Una de las facultades del verano era el poder disfrutarlo sin mucho más que con actividades al aire libre, dejando que los rayos del sol calentara el ambiente. Pero siempre había un día de la estación donde las nubes grises de lluvia predominaban el cielo.

Y justo era este día que irías a una cita con el chico de las mitades.

El chico temprano ese día te había llamado para confirmar la salida, aunque dudaste por el clima, este te dio la opción de ir a otro lugar.

Las aguas termales.

Un día completo relajándose del extraño frío de verano dentro de un ojo natural de agua caliente. Además de una habitación para cada uno, o eso creías.

—Lo sentimos, pero al parecer no hay disponibilidad de habitaciones individuales —explicó la recepcionista del local—, solo hay mixtas.

Tu cara de decepción se podía notar a kilómetros. Esperabas pasar un rato relajada dentro del agua, pero si no habían ¿Qué se le podía hacer?

—La tomaremos. —Miraste al chico desconcertada mientras que le pasaban un par de toallas y algunas cosas más. El bicolor te devolvió la mirada sin entender tu extraña mirada—. ¿Sucede algo?

—¿Está bien que los dos estemos en la misma habitación?

—No le veo lo malo —dijo avanzando por el pasillo del recinto turístico. Te quedaste un poco rezagada de él.

No tenías ningún problema con estar en la misma habitación que él, pero la vergüenza nadie te la quitaba. Ya estabas batallando por dentro si fue buena idea o no.

—Esta es —comentó el chico al frente de una puerta de madera corrediza. La deslizó suavemente para abrirla y entraron sin más.

Por dentro no era muy espacioso, podrían entrar un máximo de tres personas como mucho. En sí el local era pequeño.

—¿Quieres ir a las aguas ahora? —preguntó el chico mientras dejaba su mochila en el suelo —, ¿o prefieres comer algo antes?

—Mejor vamos a relajarnos y comemos después.

El chico asintió a tu sugerencia y empezaron a alistarse con las prendas que les habían pasado en recepción.

Estabas bien distante, o lo que se podía, del bicolor. No querías que te viera mientras te cambiabas, pero no querías ser descortés y decirle que saliera de la habitación, pues gracias a él que ahora estaban pasando un tiempo de relajación.

Él había decidido el lugar, diciéndo que era uno de los mejores, además de ser asequible para estudiantes.

Cuando terminaste de cambiarte y te diste vuelta en tu sitio para poder salir, te diste cuenta que el chico te miraba directamente. Cuando se dio cuenta que lo mirabas, volteó la cara y prosiguió a caminar hasta la puerta de la habitación.

—¿Vamos? —preguntó desde allí esperándote con la puerta abierta.

Asentiste un poco desentendida por lo que pasó.

Empezaron a caminar hasta la entrada donde se encontraban las aguas termales, pero te extrañaste al ver solo una entrada y no dos como siempre.

—¿Aquí es solo una? —preguntaste buscando con la mirada el de solo chicas—. ¿Dónde está el de mujeres?

—¿De mujeres? —Se desentendió Todoroki—. [Nombre], este es un baño mixto.

Cuando el chico te aclaro ese pequeño punto, tu boca solo pudo pronunciar un ligero "oh" e instantáneamente la cerraste.

El chico pasó por la puerta que dirigía al exterior, donde estaban las aguas, mientras que tú te quedaste parada pensando.

Tu cara se volvió un rojo vivo. Estaba bien compartir habitación, pero ahora iban a estar en el mismo lugar, desnudos. Lo peor era que seguramente muchas personas más verían tu desnudez.

Batallabas entre ir y hacer como si nada pasaba, o salir corriendo a la habitación y encerrarte hasta que se fueran.

Suspiraste derrotada y decidiste por ir donde el chico, estabas allí para relajarte y disfrutar, dejarías tus pensamientos conservadores para otra ocasión.

Abriste la puerta corrediza para ver que estabas en el mini vestidor, donde se cambiaban de ropa antes y después de entrar al agua. Más al fondo viste la gran "piscina natural".

Tomaste un casillero vacío y empezaste a cambiarte la yukata por una toalla. Tratabas de no pensar, y de no mirar a las demás personas, aunque apenas y habían cuatro más aparte de ustedes dos.

Estabas lista para entrar, así que te fuiste encaminando hasta donde estaba el bicolor ya sumergido. Ahora el miedo era quitarte la toalla.

—¿Estás bien? —preguntó Todoroki al verte en la orilla mirando el agua.

Le dirigiste la mirada, y te sorprendiste al ver que traía la toalla aún dentro del agua. Volteaste a ver a las demás personas allí, y también se apreciaba como tenían puestas sus toallas en el cuerpo.

—Puedes entrar así, si es lo que te preocupa —dijo el chico al verte un poco confundida—. Como es un lugar turístico y muchos extranjeros no saben, dejan ocupar la toalla dentro del agua.

Asentiste a su comentario y empezaste a entrar despacio a la terma.

Y como si el agua fuera mágica, todo tu cuerpo empezó a sentirse liviano. Apoyaste tu cabeza en el hombro del bicolor, dejándote llevar por la sensación de calma y calidez.

Nunca suspiste cuánto tiempo estuviste así, apoyada en el hombro de tu cita, sintiendo su mano acariciar la tuya bajo el agua.

—Es genial.

Fue lo único que dijiste en todo el tiempo que estuvieron así, las palabras sobraban en ese momento. Lo único que se escuchaba era el salpicar del agua cuando alguien entraba o salía.

De un momento a otro abriste los ojos que antes los mantenías cerrados, para darte cuenta que ahora los únicos dentro del agua eran ustedes.

—¿Estamos solos? —preguntaste al chico, este asintió.

—Pronto será hora de cenar, así que se están yendo.

Comprendiste, también era hora de que salieran y fueran a comer algo. Ibas a levantarte, pero la mano del chico sobre tu cintura no te dejó. Le miraste confundida por su actuar.

—Gracias por no irte, aunque no te dije que eran termales mixtas —dijo mientras se disculpaba por no contarte todo. Negaste con la cabeza.

—No te preocupes, no fue tan malo como pensé. Me divertí, o más bien, me relajé mucho —reíste.

Pero no fue mucha tu risa al ver como el chico sacaba el brazo del agua y atrapaba tu mejilla, haciendo que le mirases a los ojos.

—¿Todoroki...?

—Solo déjame hacerlo.

Y con esas palabras se acercó a ti, y juntó sus labios húmedos con los tuyos, sin dejarte escapatoria. Aunque solo era un roce de labios, la sensación que el chico provocaba en ti era diferente a cualquier otra.

Una sensación tan grata como las aguas termales. Aunque mejor, mucho mejor.

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