Cita 36: Shigaraki Tomura.
De todas las citas que has tenido, de todas las veces que has salido, nunca habías tenido una cita tan rara como la de ahora.
Tu vista estaba fija en el suelo de tierra, de la plaza más desolada de la ciudad. Jugueteabas con tus manos nerviosa escuchando la historia de tu acompañante. No estarías tan nerviosa si su historia no se tratara de como hizo lo posible por conocerte.
—Arruinaste el trabajo de los noumus, y ayudaste a esos estudiantes a despejar la zona —habló con voz rasposa—. Te entrometiste donde no debías.
Tragaste seco. Si se le ocurría atacarte como venganza, gritar no iba a ser de ayuda. Le miraste de reojo, iba vestido con un polerón con gorro (este puesto) y unos pantalones negros.
—Entonces —susurraste lo suficientemente alto para que él escuchara— ¿por qué estamos acá, ahora?
Hace poco tiempo que hablabas con un chico por chat, era fácil de hablar con él y tenían cosas en común. Pero cuando llegaste al encuentro y Tomura se presentó con esa aura de frialdad, tus pensamientos cambiaron.
El peliceleste agachó la cabeza, y así no pudiste verle el rostro cuando hiciste la pregunta. El ambiente era tenso, y ninguno de los dos lo cortaba.
Recordabas como fue el incidente de ese día: El asesino de villanos estaba atacando a un grupo de estudiantes de UA, y tú solo tratabas de escapar de los noumus con tu Quirk, hasta que llegaste donde estaban ellos.
Antes de poder hacer algo más, uno de los héroes te dejó sobre una azotea a salvo. Y desde allí trataste de apreciar como todo estaba en caos, eso y que el mismo tipo con el que estabas ahora se encontraba en otra azotea. Fue en ese momento que hicieron contacto, y hasta ahora lo recordabas.
—Kurogiri me obligó.
Frunciste el ceño extrañada. No entendías nada. Eso significaba que no había venido por iniciativa propia.
—¿Kurogiri...? —preguntaste—. No comprendo.
El chico giró con rabia su rostro para verte directamente a los ojos. Levantaste el brazo en forma de defensa, como si eso le impidiera atacarte. Esa mirada como si te odiara te ponía nerviosa.
—Eres una molestía desde que no puedo sacarte de la cabeza —comentó irritado mientras se tomaba la cabeza con desespero—. Kurogiri dijo que se pasaría si te tenía cerca, pero no funciona.
Tragaste seco al verlo tan desesperado, no sabías por qué estaba así contigo, pero parecía como si sufriera por eso.
El chico empezó a rascarse el cuello con furia, casi al punto de romper la piel por la irritación y sacarse sangre. No te gustaba para nada como la cosa iba, pero verlo haciéndose daño no te agradaba.
No te gustaba que se hicieran daño.
Te avalanzaste hacia él, tomando sus muñecas con la fuerza que tenías y así separar sus manos de su cuello. Este forzejeó contra ti, tratando de que lo soltaras.
—¡Déjame! ¡No me toques! —gritaba mientras zarandeaba sus brazos. Negaste con la cabeza repetidas veces—. ¡Vete! ¡Aléjate! ¡¡Desaparece de mi mente!!
—¡No voy a dejar que te hagas daño! ¡No te dejaré! —gritaste de vuelta enojada.
—¡¿Por qué?!
—¡Por que me preocupa! —Volviste a gritar.
Los dos pararon su zarandeo. Lo único que podías ver era su ojo visible entre la mano que tenía en el rostro, y como su pupila se dilataba.
Verlo así te recordaba cuando lo miraste desde la azotea el día del accidente. Se te hizo curioso como personaje, y por su apariencia.
Le soltaste las muñecas despacio, dándote cuenta de todo el show que habían hecho. Ahora el miedo volvió al ver que el chico no reaccionaba. Tal vez no debiste acercarte así, pero te desesperaba como se autoatacaba.
Tomura se quedó en la misma posición, con los brazos ligeramente extendidos, procesando tus palabras.
—Lo siento, esto es extraño —susurraste sobando tu brazo incómoda—. Solo quería que pararas ese mal hábito.
—Tú...
La mano del chico se acercó lentamente hacia ti. Tus nervios no te ayudaron, y lo único que pudiste hacer fue cerrar los ojos, esperando a que llegara el contacto.
Pero no llegó.
Abriste los ojos lentamente para darte cuenta que el chico no estaba al frente tuyo. Lo buscaste con la mirada, pero no lo encontraste por ningún lado.
—¿Pero qué...? —Te quedaste sentada sin moverte, un poco confundida por como desapareció tan rápido el chico.
Dejaste botar un gran suspiro, como si el ambiente se hubiera aligerado por completo. Pero una sensación de preocupación aún inundaba tu ser.
Ver como Tomura era, te daba tristeza. Tú como aspirante a héroe te prometiste hace mucho salvar a todas las personas posibles, y eso incluía al chico.
Apretaste los puños. Estabas decidida, ayudarías a Tomura, no importaba cómo.
Cita 36: ??/10
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro