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Cita 27: Amajiki Tamaki.

El día estaba soleado, algo impredecible siendo que los últimos días las lluvias y el frío se metía entre los huesos. Tu acompañante agachó la cabeza, escondiéndose con su gorra en el momento que lo miraste. Entendías porqué era así, pero igualmente sería mejor poder conversar normal, igual no te importaba si te llevaba de sorpresa.

Estabas contenta de poder salir fuera de la ciudad. Tampoco era muy lejos, pero lo suficiente como para tener que ir en bus. Suspiraste dándole un mordisco a la barra de cereal que tenías como merienda, faltaba aún unos 20 minutos para llegar.

—¿Estás aburrida?

Escuchaste la voz de Tamaki hablándote, estabas un poco distraída mirando la ventana.

—Un poco —respondiste—, pero también emocionada, aún no me dices dónde vamos.

Tamaki empezó a tartamudear y ponerse nervioso, casi siempre era así cuando lo mirabas directamente a los ojos, aunque rompía ese contacto al bajar la cabeza.

—Uhh... Y-ya llegaremos... —susurró. Alcanzaste a escuchar apenas, así que asentiste y volviste a mirar por la ventana.

El viaje no se hizo tan largo como pensaste que sería, pues el paisaje que te entregaba las vistas desde la ventana no estaba tan mal. Además de la compañía del azabache y sus cortas pero tiernas conversaciones.

El bus paró en la estación, dejando ver los demás buses. Bajaste del transporte y te quedaste boca abierta al ver la gran estructura al frente.

—Es un mariposario —comentó el chico colocándose a tu lado—, aquí crían y exhiben todo tipo de mariposas e insectos.

Agarraste rápidamente del brazo al chico y empezaste a caminar para entrar. Estabas entusiasmada, nunca habías ido a un zoo exclusivo de mariposas.

Después de comprar los boletos y entrar, decidieron seguir con el pequeño tour que daban los encargados del lugar. Empezaron a presentar las diferentes especies y sus hábitats cuando pasaban.

—Aquí tienen a la mariposa tigre, como ven hay pocas visibles ya que siendo invierno solo salen a veces para tomar el sol.

Te asombraste al ver las mariposas posadas tan tranquilas.

Siguieron escuchando todo lo que decía la encargada mientras caminaban por los pasillos estrechos. Todo el lugar estaba lleno de frondosidad y era un poco difícil ver a tu al rededor.

—Tenemos la cosmopolita, una especie que se extiende por la mayoría de los continentes.

Zarandeaste al chico para que tomara una foto rápido de la mariposa posada en el brazo de la encargada, lo que provocó que la foto saliera borrosa.

Pasaron unos minutos más hasta que el tour terminara y la encargada dejara al grupo libre para que visitaran el lugar hasta el cierre.

—Que bonitas son —dijiste mirando como un pequeño grupo volaba sobre ustedes y se escondían rápidamente—. No salen muchas.

—La encargada dijo que era por el invierno —susurró Tamaki. Asentiste recordando lo que dijo la señora—. [T/N]...

—¿Sí? —preguntaste dándote vuelta para mirarlo. Empezaste a reír al ver como una mariposa estaba posada encima del chico. Sacaste rápidamente tu cámara y le tomaste una foto como recuerdo. Te quedaste mirando la imagen—. Qué lindo.

Sentiste el titubeo del chico al escuchar lo que dijiste y reíste internamente, guardarías la foto para un futuro.

Un poco más allá se encontraba la otra entrada, ya estaban terminando el recorrido por su cuenta.

—Espera, tómame una foto. —Le pasaste la cámara al chico y posaste cerca de una mariposas que estaban posadas en las plantas. El chico te sacó la foto y fuiste a ver cómo quedó—. Está bien, pero faltó algo.

El chico no entendió, así que lo agarraste haciendo que posara contigo. Le pediste a otra pareja que pasaba por allí si le podían tomar una foto, cosa que aceptaron.

Agarraste de la mano al chico e hiciste la pose de paz, mientras que Tamaki posaba nervioso, pero igual lo hacía.

Después de agradecerles a la pareja, siguieron su camino hasta salir del lugar. Fueron hasta uno de los buses que los llevarían devuelta a la ciudad.

—¡Estaba muy lindo todo! —comentaste sentándote, el chico se sentó a tu lado—. Gracias por traerme hasta aquí.

Le sonreíste en agradecimiento, mientras que él sólo hizo un intento de sonrisa, pero la intención era lo que contaba.

Sacaste la cámara para ver las fotos y sentiste como el chico también las estaba mirando, así que te acercaste más para que pudiera ver mejor.

Seguiste pasando las fotos hasta llegar a la última. Sonreíste por inercia al verte con él juntos. Giraste tu rostro para ver cómo tenía la cara roja de la vergüenza.

—Me gusta esa foto —susurró casi inaudible.

—Te pasaré todas cuando lleguemos.

°°°

Estiraste tus brazos al cielo, el viaje de vuelta fue más largo de lo normal. La ciudad mostraba ya las luces prendidas por la llegada próxima de la noche. Ver toda la diversidad de mariposas te dio una energía que el cansancio se había ido por completo.

Esperaste a que el chico bajara del bus para salir juntos de la estación.

Ya caminando hasta la salida te quedaste mirando un gran poster en la pared de la estación. Sonreíste por la gran idea que pasó por tu cabeza y fuiste corriendo hasta el pelinegro, que había avanzado sin darse cuenta de que no ibas con él.

—¡Tamaki-kun! —gritaste alegre posicionándote al lado de él.

—Uh... ¿Qué pasa? —preguntó al ver tu excitación.

—Tengo un último lugar a donde ir —dijiste feliz mientras juntabas ambas manos pidiéndole por favor—. ¿Vamos?

El chico solo asintió a lo que dijiste. Saltaste de alegría y empezaste a buscar por tu celular el lugar que habías visto en el póster.

—Será genial, ya verás.

°°°

—¡Ta-da! —El chico miró el lugar, algo tenue por dentro—. Es la exposición de las constelaciones.

Tamaki no dijo nada, solo sonrió al ver tu estado hiperactivo. Fuiste rápidamente a comprar las entradas y cuando terminaste de comprarlas volviste con él para ya ir al salón audiovisual.

—No debiste... —dijo llevando su mano a su nuca.

—Tú me hiciste una sorpresa, pues yo también.

El chico suspiró y al final te siguió, se dejaría mimar por ti ese día.

Al llegar al salón, la chica de la puerta le entregó a cada uno un par de lente, algo opcional para mayor visión de colores.

—Sentémonos aquí —dijiste posicionándote en una de las bancas.

El lugar era espacioso, las bancas estaban esparcidas como si de un parque se tratase, así la experiencia era más vivida. Te pusiste los lentes que te habían dado, y el chico hizo lo mismo.

—Wow —susurraste al levantar la cabeza y ver todo el conjunto de estrellas. El techo era el espacio lleno de diminutas luces.

—Brillan mucho.

—Igual que tú —El chico al escuchar tu comentario bajó la cabeza avergonzado.

—Es mentira, yo... —dijo bajo para no meter bullicio —... yo no soy así.

Frunciste el ceño al escuchar las palabras del pelinegro, nunca entenderías porqué siempre él mismo se echaba para abajo, como si no fuera nada.

—Tamaki-kun, tú eres genial. —Te sacaste los lentes y buscaste su mano—. Eres uno de los tres grandes, un héroe hecho y derecho, eres la admiración de muchos estudiantes —le sonreíste— y la mía también.

Tamaki solo te miraba, como si todas tus palabras las estuviese procesando. Nunca entendía cómo había otros que lo admiraban, pero saber que tú lo hacías... Lo hacía feliz.

—Gracias —dijo sacándose los lentes— por todo.

Agarraste la mejilla del pelinegro, acariciándola con delicadeza. Había gente al rededor, pero eso no te importaba, solo querías una cosa.

Acercaste tu rostro al suyo para darle un pequeño beso en la comisura de los labios. Si fuera por ti, sería directamente, pero te detuviste y cambiaste de dirección.

—No, gracias a ti por tan asombrosa cita.

Llevaste tu mano a tu boca, tratando de tapar la risa que te daba ver la cara de desconcierto de Tamaki por tu anterior acción. No querías que los echaran, aún quedaba mucha noche para terminar aquí.

Cita 27: ??/10

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