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Cita 24: Bakugou Katsuki.

—¿Eh? ¿pero qué mierda...?

La cara de sorpresa, extrañeza y asombro que mantenía el rubio era digna de fotografía. No entendía el por qué él estaba impregnado en un mural, no recordaba haber posado para nadie, ni que alguien le dijese que aparecería pintado en una pared cualquiera. Te quedaste un par de metros alejada de él al darte cuenta que no desprendía sus ojos de la muralla, parecía absorto en el arte.

El día se estaba poniendo y la noche empezaba a aparecer de a poco con el atardecer, empezaste a guardar todas tus objetos de trabajo y algo más, era hora de ir a casa y descansar de un día de trabajo. El mural no estaría listo hasta un par de días más, pero el avance de ese día dejaba ya ver en qué te habías inspirado.

Te levantaste del suelo desde donde mirabas al rubio y te acercaste a él al ver que aún no se movía desde que llegó.

—¿Bonito, no? —dijiste mientras te sacabas la mascarilla del rostro y te posicionabas a su lado para darle una sonrisa triunfal—. Es mi obra maestra.

—¿Qué? —El chico te quedó mirando como si fueses un bicho raro, pero su cara empezó a cambiar a medida que se daba cuenta de lo que tratabas de decir.

Y así el chico entendió que este era tu trabajo de medio tiempo y que habías pintado, o casi por que aún no estaba listo, esa "obra maestra" como te gustaba decirle.

Después de que pasara la conmoción por ver en grande su rostro, decidió quedarse a tu lado hasta que terminaras de guardar todos tus materiales.

—A veces es difícil conseguir permiso para poder demostrar tu arte —comentaste al chico mientras guardabas las últimas pinturas en tu bolso, Bakugou solo se mantuvo en silencio escuchándote—, pero tuve suerte, y como está cerca de la UA, pensé enseguida en el festival deportivo.

Sentiste unos pasos alejarse, así que te diste la vuelta a donde estaba el chico, pero ya no se encontraba allí. Giraste tu cabeza hacia ambos lados buscando a donde se había ido el rubio. Por tu mente pasó que tal vez el rubio se aburrió de tu palabrerío y decidió irse sin más. Agarraste tu bolso ya listo para irte.

—Seguro se aburrió de mí, —Suspiraste cansada—, debería dejar de hablar tanto.

—A veces eres un dolor de cabeza. —Escuchaste la voz de Bakugou detrás de ti, te giraste para verle extender una botella de tu bebida favorita—. Ten, chica pintura.

—¿Chica pintura? —El chico asintió a tu pregunta y con su barbilla hizo un gesto hacia tu ropa, que estaba toda manchada—. Uhm, bueno. Tal vez un poco.

Bakugou revoloteo los ojos y empezó a caminar, pasando a tu lado y quitándote tu bolso, pero se detuvo unos pasos más atrás al ver que no le seguías y le mirabas extrañada.

—Camina, chica pintura —llamó para que fueras con él y le siguieras—. Te llevaré hasta la estación.

El chico se dio vuelta nuevamente y volvió a caminar calle abajo sin decir nada más. Le diste una pequeña mirada al mural antes de ir corriendo hasta alcanzar al rubio.

—Bakugou. —Le pellizcaste la camisa para que te prestara atención. Este volteó su cabeza mientras agarraba con fuerza tu bolso.

—¿Hm?

—¿Qué te pareció el mural? —Bajaste la cabeza un poco apenada, tal vez haber pintado al chico en la gran muralla no fue una gran idea, pero cuando pensaste en el festival deportivo de la UA, pensaste al instante en él.

Bakugou, desde que lo conociste fue una gran inspiración en ese sentido. Cada vez que tratabas de dibujar e imaginar algún nuevo mural para tu arte urbano, él venía a tu mente. En verdad te atraía, tal como era él.

El rubio no respondió en ese momento, pues habían llegado a la estación y solo entrarías tú. Te pasó el bolso que estuvo cargando todo el rato y le pasaste la botella de bebida vacía.

—Uhm, bueno, tengo que irme —dijiste mientras sacabas tu billetera para pagar—. Fue un gusto verte así de improviso. —Te despediste con la mano que mantenías libre—. Nos vemos otro día, creo.

Y así, te encaminaste hasta el otro lado para ir al andén, no sin antes ser tomada de improviso por el chico. Te sorprendiste por su brusquedad, pero no hiciste nada más que aceptar el beso que te estaba dando. Por que sí, te estaba besando, de una forma brusca y nerviosa, pero lo hacía, y te estaba gustando. Empezaste a mover los labios al son de los de él, sorprendiéndolo por tu aceptación.

Se separaron después de unos segundos de fogosidad, cualquiera externo a ustedes dos pensaría que están juntos desde hace mucho, pero no era más que un desliz de dos jóvenes que se conocían de hace poco y que se gustaban.

—Katsuki.

—Me gustó —dijo antes de que hablaras más—. Eres muy buena en lo que haces, chica pintura.

Te sonrojaste por sus palabras, no sabías si hablaba del mural o del beso.

—Eh, sí. Ja, ja, tengo que irme.

No dejaste que el chico se despidiera, porque te fuiste de allí rápido, ya no soportabas el ambiente extraño que siempre se formaba cuando estaban juntos. Porque siempre que estabas cerca del rubio explosivo, sentías un calor en tu cuerpo. Bakugou Katsuki te hacía sentir cosas que nunca habías sentido con nadie más.

¿Enamorada? Tal vez.

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