Cita 10: Shinsou Hitoshi.
—¿Cuánto nos demoraremos en llegar?
—No sé —respondió el chico sentado a tu lado—, ¿unas 3 horas?
El sonido del tren en movimiento y la respiración de las personas eran lo único se escuchaba en el vagón. A tu lado se encontraba tu acompañante, quién te había invitado a un pequeño viaje, y a acampar. Al principio no estabas muy segura, ya que no conocías lo suficiente al chico, pero al final dijiste que sí de pura curiosidad de como sería estar con él por un día.
—Igual es mucho —comentaste bostezando. Cabeceaste un poco.
—Será rápido.
Asentiste con los ojos cerrados pues el sueño te consumía; eras buena para dormir en cualquier lugar. Sin querer posaste tu cabeza sobre el hombro de Shinsou, haciendo que este se sorprendiera.
—Lo siento —dijiste en un susurro para ya quedar en los brazos de morfeo, y en los de Shinsou.
El chico se sentía un poco incómodo, pero no te movió, ni dijo nada. Tu rostro quedaba cerca del suyo, y se sonrojó por la distancia; nunca había estado tan cerca de una chica. Para estar un poco más cómodo pasó su brazo por detrás de tu espalda, abrazándote, aunque lo hizo todo sin mirarte a la cara.
—Qué rara —susurró acomodándote en su regazo para que después no tuvieras dolor en el cuello.
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—Oye, [Nombre]. —Sentías pequeñas zarandeadas en tu hombro—. Despierta, ya tenemos que bajar.
Enderezaste tu cuerpo bruscamente y te pusiste en alerta, miraste confundida alrededor.
—¿Cuánto dormí? —preguntaste, mientras que este ya estaba preparando las mochilas para levantarse.
—Un par de horas.
—Va que raro, sentí como si hubiera dormido hasta el siguiente día. —Pensaste extrañada.
—Se notó.
Le diste una sonrisa apenada y empezaste a prepararte para bajar al igual que él.
Cuando el tren paró y las puertas se abrieron, ustedes bajaron con sus cosas y fueron directo a la salida de la estación. Te habías dado cuenta que la estación era bien antigua y que sus alrededores estaban repletos de arboles y arbustos.
—¿Cómo se llama este pueblo?
—Karuizawa.
—Es muy bonito —dijiste mirando los pequeños pasajes de hogares—, y está todo alrededor repleto de árboles.
Siguieron caminando por las pequeñas calles del pueblo, mirando la belleza natural del lugar. Estabas tan concentrada en otras cosas que no te diste cuenta que el chico ya no estaba contigo. Lo buscaste con la mirada, y lo encontraste unos pasos atrás agachado.
—¿Shinsou? —Lo llamaste, pero como no te contestó fuiste hasta donde estaba—. ¿Qué pasó Shinsou?
Te diste cuenta que el chico estaba acariciando un pequeño minino de la calle. El animal se dejaba acariciar por el de cabellos morados, y este con una pequeña sonrisa le daba mimos. Te quedaste parada al lado de él hasta que se paró y se dirigió a ti.
—Perdón —dijo—, lo vi solo.
Miraste unos momentos al chico y después te dirigiste al pequeño gato que aún estaba en el mismo lugar. Lo tomaste en brazos sin problemas y lo empezaste a acariciar.
—No sabía que te gustaban los gatos —dijiste.
—No es que lo vaya diciendo por ahí...
—Pues me parece que te hace ver más tierno con uno.
—¿Más tierno? —preguntó confundido.
Le sonreíste. Y acercándote con el gato entre tus brazos, alzaste al animal e hiciste que este le diera un beso de nariz al muchacho. El chico se ruborizó y el gato maulló despacio.
—¿Ves? así eres más tierno. —Reíste por la situación y dejaste al gato en el piso.
—Rara —susurró mirando a otro lado para que no vieras su rubor, y la pequeña sonrisa en su rostro.
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El día había pasado y la tarde ya estaba entrando, estuvieron toda la mañana visitando el pequeño pueblo, pero ahora estaban listo para acampar cerca del bosque.
—Te ayudo —habló Shinsou mientras te ayudaba a armar la tienda de campaña en donde dormirías, la suya ya estaba terminada y lista para habitar.
—Soy mala para estas cosas —dijiste mientras agradecías su gesto.
No te miró, y siguió armando la tienda de campaña. Decidiste ir por algo de comer y traerle un poco al chico.
Después de que Shinsou terminara de armar la tienda, llegaste hasta él y le extendiste un sándwich que habías preparado para ese día. El chico te agradeció.
La tarde estaba pasando y faltaba poco para que la noche llegara, ya estaba casi todo listo.
El chico se levantó del asiento improvisado que antes habían hecho y se metió a su carpa. Segundos después salió con una maraña de cuerdas, o eso parecía.
—¿Qué es eso? —preguntaste de curiosidad.
—Una hamaca —respondió.
La comisura de tus labios se elevaron dando origen a una sonrisa.
—¡Qué genial! —Te paraste por la emoción y te acercaste al chico.
Este miró alrededor para ver dónde colocar el objeto. Encontró un lugar y se dirigió hasta allí, tú lo seguías de cerca.
El chico te pidió ayuda para instalar la hamaca entre los árboles, gustosa lo ayudaste; estuvieron unos minutos con el asunto. La noche cayó justo cuando terminaron de poner el objeto. Lo primero que hiciste fue tirarte encima y mecerte en él. Shinsou solo te miraba.
—Ven, Hitoshi. —Lo llamaste por su nombre—. Acomódate a mi lado, es genial.
El chico suspiró y se rascó la cabeza, pero igualmente se acercó a ti y se acostó a tu lado. Los dos quedaron mirando al cielo que ya estaba dejando ver las estrellas.
Mientras se mecían en un vaivén, conversaban de diferentes temas, conociéndose cada vez mejor.
—Desde aquí se pueden ver todas las estrellas —dijiste asombrada mirando el cielo—, está despejado.
—Es un bonito lugar.
Hubo un pequeño momento de silencio, pero era uno cálido. La única luz alumbrándolos eran las estrellas que estaban viendo.
—Shinsou. —Lo llamaste.
—Dime.
—¿Algunas vez te has enamorado?
El chico se quedó pensando un momento, pero su respuesta era clara.
—No —respondió—, no aún.
—¿No aún? Entonces, ¿quieres enamorarte? —Volteaste tu mirada hacia él.
—No sé —dijo susurrando con la vista en el cielo—. Y tú, ¿quieres enamorarte?
Esta vez Shinsou te miró y suspiraste.
—Sí, digo, —Te acomodaste un poco y volviste a hablar—, conocer a alguien, hablar con él todo el día, juntarnos, y acurrucarnos sin importar nuestro alrededor.
El chico estaba atento a todo lo que decías y alzó la ceja por lo que dijiste.
—¿Cómo estamos ahora nosotros? —preguntó cerca del oído. Una corriente pasó por tu espalda.
—Ah... sí, creo. —Tartamudeaste por lo que había dicho. Tus mejillas se sonrojaron y escondiste tu rostro en el hombro del chico. Este buscó tu mano y la entrelazó con la suya.
Se mantuvieron en esa posición por algunos minutos, tú con la cabeza en su hombro y él acariciando tu mano. El sonido del viento y los grillos a su alrededor eran lo único que se podía escuchar. Shinsou no entendía muy bien lo que estaba pasando en su interior, pero tenía que soltarlo.
—Tal vez si eres tú —Levantaste tu cabeza para escucharlo mejor, pero te topaste con sus ojos mirándote fijamente—, sí me gustaría enamorarme. —El chico se sinceró y dio un apretón en tu mano.
Te ruborizaste otra vez por culpa de él. Pensaste que era más tímido y serio al principio, pero ahora estando en la noche y los dos solos, era otra faceta de él que te estaba gustando.
No lo ibas a decir, pero pensabas que si era Shinsou, también te encantaría enamorarte.
Cita 10: ??/10
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