
Capítulo 5
Raquelle LeBlac, una de las hermanas de Roxanne, sostuvo su bolso con fuerza mientras caminaba por los pasillos de la secundaria. Nunca había tenido la especialidad de tener amigos, sus únicos amigos eran los libros y a su corta edad de trece años, había leído un montón. Tiene una sola meta: Leer los cien libros más famosos antes de los veintiuno.
La secundaria no ha sido fácil para ella, puesto que en su salón de clases habían varias chicas que la molestaban y sus hermanas trillizas que hacían de guardianas, ya estaban en la preparatoria. Se había quedado sola y ahora tenía que sobrevivir.
Se sentó en una banca fuera de la escuela y sacó el libro que la había tenido entretenida durante semanas: Luna Oscura. Admiraba mucho a Goenji y estaba casi segura que era una mujer.
Ella tenía un diario donde había estado recolectando pistas y recortes de periódicos: había comparado su escritura con muchas autoras revolucionarias japonesas destacadas, pero fracasó. No eran ninguna de ellas. Luego intentó con autoras de todo el mundo, las diez más famosas y tampoco habían sido ellas. No descarta que Goenji sea un hombre, pero ella quería creer que era una mujer..
De repente vio la caneca de la basura y visualizó el último número de BoxR, la revista de su hermana. A pesar de que esta era una revista de chismes literarios, a Raquelle nunca le habían agradado las revistas, ni aunque estas hablaran de libros. El aroma que impregnaban era detestable hacia su olfato.
En el momento en que se iba a levantar, un mercedes benz negro se estacionó en frente de ella y de allí salió un hombre negro.
–¿Señorita Rains?–le dijo este y ella lo miró con el ceño fruncido.
–Su padre, no podrá venir por usted hoy. Me mandó en su lugar.
Raquelle lo miró de pies a cabezas. Mentía. Su instinto de supervivencia la alertó solemnemente. Su padre rara vez iba por ella a la escuela, siempre iba Nancy o Olga; pero fuera de eso, lo que le confirmó que mentía era el "señorita Rains", su apellido no era Rains, puesto que Alexander Rains no era su padre biológico, aunque ella le dijera "papá".
Ella dio un paso hacia atrás y se preparó para correr. El hombre la alcanzó en una zancada y la cargó, ella comenzó a gritar y a forcejear y este prácticamente la arrojó a la parte de atrás del auto. Allí había otro hombre. Este otro le colocó un pañuelo en la cara.
"¿Por qué?" pensó y su vista se nubló.
***
Roxanne revisó su buzón de entrada una y otra vez. Había enviado un mensaje y no había obtenido respuesta.
¿Qué quieres?
Miró la pantalla de su computadora donde tenía el logo de BoxR y suspiró. Estaba metida en un buen lío. Tomó su termo con batido de ciruela, que le hacía la cocinera y lo bebió de un tirón. Había llegado mucho antes a la revista y había recibido un mensaje de René donde decía que no iba a asistir porque no se sentía bien.
En ese momento llegó Rachelle y Roxanne la miró. Estaba preparada para una tanda de llanto y lamento, pero por el contrario su amiga llegó con tres vasos de café y una cesta de sandwich.
–Buenos días Rox–la saludó–Este café es para ti, puedes tomar los sándwich que quieras. Dejé una cesta y café para Shar y las demás.
–Buenos días y gracias cariño. Te noto contenta.
–Si te soy sincera, me siento un poco melancólica, pero a la vez me siento tranquila.
Roxanne la miró–Me siento orgullosa de ti cariño, creo que ya lo entendiste.
Ella asintió y se dirigió al escritorio de René y colocó allí su café.
–No vendrá hoy–le informó.
–Lo sé, pero ya lo había comprado. Está con Darian.
Roxanne alzó las cejas y no comentó nada.
–Creo que René se ha enamorado–comentó Rachelle mientras se sentaba–Y esta vez no sabe qué hacer.
Roxanne estuvo de acuerdo, pero no lo expresó. Quería creer muy en el fondo que René no la dejaría sola, pero ya lo intuía. Darian había causado algo en ella. Todos esos pensamientos por un momento hicieron que se olvidara de Carmen, había llorado toda la noche porque por culpa de ella, alguien había muerto.
Le dio un sorbo de café y luchó con el nudo que se le había formado recientemente en la garganta.
Rachelle la miró–¿Te encuentras bien?
–Sí, solo no se me ocurre qué escribir en el próximo número.
–Desde la discoteca has estado rara Rox, tú siempre eres sombría, pero últimamente lo estás exagerando.
Ella le sonrió para tranquilizarla.
–No pasa nada cariño, solo que hicimos un buen número y ahora debemos hacer algo realmente bueno para poder mantener las ventas.
Rachelle asintió–Me pondré a trabajar, no te preocupes.
Roxanne recibió una notificación y su corazón se aceleró.
Vas a recibir lo que mereces.
Soltó el teléfono y este cayó al suelo. Sus manos comenzaron a temblar y no sabía exactamente por qué; sabía que esto pasaría en cuanto publicara Luna Oscura, no obstante no había predicho cuánto le costaría.
No vio cuando Rachelle se aproximó a ella.
–Rox ¿Qué pasa?
No se atrevía a llorar. Nunca lo hacía, de niña lloraba mucho y cuando nacieron sus hermanas ya no podía hacerlo. Debía cuidar de ellas, de cada una de ellas. Ambos padres trabajaban y ella se volvió una madre a muy temprana edad. Se perdió de hacer muchas locuras en su adolescencia, por eso cuando ingresó al campus de la Escuela de Escritores y le tocó compartir habitación con dos desconocidas. Aún recuerda cómo llegó.
Abrió la puerta de la habitación y encontró a una chica fumando. Esta le devolvió la mirada.
–¿Qué? ¿Te vas a quedar allí parada como una tonta?
Ella la miró con los ojos muy abiertos y entró. Colocó sus maletas en la cama que estaba junto a la de aquella chica.
–Yo llegué primero, así que me importa un comino si te molesta que fume.
–No me molesta–fue su respuesta.
En ese momento la puerta se abrió de par en par y dos rubias empujaron a una chica.
–No la queremos en nuestro cuarto–dijeron–ustedes se quedarán con ella.
La chica fumadora se puso de pie y las miró.
–¿Quién lo dice?
–Nosotras–dijo una de ellas–las negras tienen que estar juntas ¿no?
Roxanne las miró y se puso de pie lentamente.
–Es increíble que un lugar que forma escritores, sea racista–les dijo.
La chica que empujaron se puso de pie, tenía lágrimas en sus ojos y aquellas mujeres le tiraron la ropa al suelo.
La fumadora se acercó a una de ellas y la abofeteó.
–Si no quieres que dibuje mi puño negro en tu asqueroso rostro blanco, te irás ahora.
Roxanne se acercó a la chica y la hizo sentar en la cama. Ambas mujeres miraron a la chica y luego se fueron.
–¿Te encuentras bien?–le preguntó.
–Muchas gracias. Soy Rachelle.
–Roxanne.
–Como ven esta maldita escuela es racista y somos las únicas negras, así que aprendan a defenderse porque yo no estaré todo el tiempo.
Roxanne alzó una ceja y la miró.
–¿Debo decir "gracias"?
La chica encendió otro cigarrillo.
–Por cierto soy René.
Rachelle las miró a ambas.
–Nuestros nombres son con R ¡Qué coincidencia!
–No sólo tengo el nombre con R, sino mi apellido–le informó Roxanne.
–¿En serio?–le preguntó esta–¡El mío también!
Ambas miraron a René y ésta emitió una calada de humo.
–Mi apellido es Roberts.
Las tres se miraron. Rachelle y René entraron al programa de Edición Literaria y ella al de Novela. Jamás pensó que encontraría dos hermanas más que se ayudaban entre sí. Encontró un propósito e hizo en cuatro años todo lo que se había perdido.
Sintió los cálidos brazos de Rachelle envolverla. Su amiga le comenzó a acariciarle el cabello, ella era la mejor consolando y brindando ayuda de forma muy amable; tenía el corazón más grande que haya conocido jamás.
–Sea lo que sea que te esté pasando, estoy contigo Rox. Tranquila–le susurró.
–No quiero hablar, sólo abrázame.
No supo en cuánto se habían quedado así. Sharaman entró con una bandeja que tenía un vaso de agua y Roxanne se lo recibió agradecida. Les mintió diciendo que tenía muchos problemas en su casa y se sentía estresada, pero a juzgar por la mirada de Rachelle, esta no le creyó ni una sola palabra. No obstante, no la había presionado.
Mandó a todos a trabajar y se concentró en terminar su próximo ataque; si Canady Group, el gobierno o lo que sea decidiera atacar, ella no estaría con las manos vacías.
Luna Negra.
***
Marcus se encontraba en el estudio de su casa, revisando cada papel de la compañía donde estaba su firma y sello. Había analizado todos los pros y contras y definitivamente Canady Group no tendría salvación alguna de forma tradicional.
Las acciones de la compañía bajaban cada segundo en la bolsa y los últimos socios habían enviado una carta informando sobre su retiro de forma definitiva. Había puesto en venta sus propiedades y estaba intentando que su familia entendiera que estaban a un paso de perderlo todo, que debían vender la mansión y las otras propiedades, pero estos aún seguían en una burbuja privilegiada donde ellos eran las víctimas de todo este embrollo.
Marcus se pasó una mano por el rostro y colocó su frente en el teclado. Muy pocas veces sentía ganas de llorar y esta era una de esas veces; la desesperación estaba acabando con él. Se sentía solo en el mundo y en la única persona que podía confiar era en su guardaespalda.
Escuchó dos toques de la puerta y Rena entró como llamada por su mente.
–Señor–dijo mientras se acercaba a él y le hacía una reverencia.
Marcus seguía con su frente en el teclado.
–Todo está perdido Rena... No voy a poder seguir pagando tu sueldo. Será mejor que busques otro empleo.
–Decidí quedarme con usted a pesar de todo señor.
Él levantó la cabeza y la miró. Rena era dos cabezas más alta que él y su expresión era la misma cuando estaba feliz, triste o enojada: Como si mirara un simple gusano.
–Está bien, es tu decisión y de cierta forma... te lo agradezco. Ahora mismo, no confío en mi familia.
–Y hace bien en no confiar señor.
Esta le entregó un sobre de manila y él lo recibió mientras la escrutaba con la mirada. Marcus prosiguió a abrir el sobre y allí se encontraban fotografías de su hermano Bruce saliendo de una de las fábricas abandonadas de Canady Group en compañía de sus guardaespaldas, había un niño consigo.
–¿Qué es esto Rena?
–Seguí al señor Bruce. Por lo general siempre tiene la misma rutina: ir al gimnasio, luego al club, luego verse con su esposa y luego regresar al club. Esas fotografías son de hace tres días. Tras antes de ayer el señor Bruce no hizo nada de lo mencionado anteriormente, sino que se fue hasta la fábrica abandonada de textiles perteneciente a su compañía.
–¿Quién es este niño?
–Es el hijo del antiguo chofer del señor Bruce.
–No estoy entendiendo nada.
–Sabe de sobra que no pude entrar a la fábrica, era demasiado riesgoso, no obstante, en una de las camionetas de los guardaespaldas de éste venía ese niño y lo hicieron entrar con los ojos vendados. Esperé mucho tiempo, escuché un disparo y temí lo peor, sin embargo luego de un tiempo salieron todos, incluido el niño.
Marcus no podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
–¿El niño tenía alguna lesión? ¿Alguna muestra de abuso o violencia física?
–Desde donde yo veía estaba ileso.
Aún no estaba seguro qué demonio estaba pasando, pero de lo que sí estaba seguro era que su hermano estaba involucrado en negocios turbios y de ser así, debía estar preparado para lo peor. Marcus quería a su hermano mayor, pero no podía perdonar una acción como esta y mucho menos si estaba actuando como si nada pasara, puesto que Marcus era el único aparentemente responsable de todo lo que estaba pasando. Vio la cara de su hermano en las fotografías y sintió rabia y decepción.
–Rena quiero que...
En ese momento se abre la puerta y entra Bruce. Marcus recogió las fotografías como pudo y Rena se interpuso entre él y su hermano. Este los miró con el ceño fruncido.
–¿Qué pasa?–preguntó.
–Nada–le respondió Marcus–Hablaba con Rena de un tema personal suyo.
Su hermano pasó por al lado de ella y se acercó a él.
–Querido hermanito muy pronto saldrás libre.
Este cerró el cajón y lo puso bajo llave.
–¿Encontraron al culpable?–le preguntó Marcus fingiendo estar interesado.
–Aún mejor, ya sabemos quién carajos es Goenji.
Marcus miró fugazmente a Rena y luego miró a su hermano.
–No me digas. Hermano, aunque sepamos quién es él, eso no importa. Seguimos hundidos hasta el cuello, las pruebas no desaparecerán si el tal Goenji muestra la cara.
–La tal Goenji, querrás decir.
–¿Es una mujer?
–Y no es cualquier mujer, es la dueña de una revista e hija de Alexander Rains.
–¿El de la firma de abogados?
–Jhonson-Rains ha querido jodernos desde siempre, es la competencia número uno de nuestra firma de abogados y créeme que esto no se va a quedar así. Estoy seguro que esto es personal.
Marcus se puso de pie y se acercó a su hermano.
–Bruce–comenzó a decir–no voy a descansar hasta desenmascarar al culpable que muy seguramente está en nuestra compañía, así que haz lo que quieras con Goenji, que si no fuera por esa mujer, aún estuviera ignorando los negocios sucios que escondía el grupo. Y sólo de esa forma es que veo que tengamos salvación alguna.
Su hermano mayor lo miró sin pestañear.
–Yo que tú, no me pondría a nadar en aguas revueltas. Ya todos los socios de la compañía se fueron, lo más probable es que estén allí y no nos conviene en estos momentos meternos con esa gente. No te preocupes por nada Marcus, tu hermano mayor te sacará de esta.
Y al decir eso, se fue dando un portazo tras sí. Marcus miró a Rena.
–Ya sabes qué hacer.
***
Roxanne cerró la última pestaña de su computadora y suspiró de cansancio mientras recostaba su espalda en el sillón Sus dedos estaban tiesos, era la primera vez que escribía demasiado. El personal de la imprenta que había contratado de forma anónima, le había enviado un correo donde le anunciaban que estaban listos para imprimir la secuela de Luna Oscura.
Luna Negra era la segunda parte de las pruebas que había recopilado por sí misma, no obstante, sentía que no la debía enviar de inmediato. Esperaría el golpe por parte de Canady Group y luego daría el golpe final.
Eran la una de la mañana y la oficina estaba desierta, todos se habían ido alrededor de las 22:00 hrs y ella se había quedado para terminar Luna Negra. El cansancio se había apoderado de su cuerpo así que decidió cerrar la computadora e irse a su casa. Apagó las luces de la oficina, tomó su bolso y salió.
Roxanne nunca estacionaba su auto en frente de la revista sino una cuadra antes, por esa razón tuvo que caminar unos minutos hasta llegar a él, no sin antes de percatarse del auto negro que pasó a maxima velocidad y se estacionó en la entrada del edificio. Ella apuró el paso y se dirigió a su auto, una vez dentro, vio a los cuatro hombres negros salir de él y entraron al edificio.
Ella ignoraba si había nuevos residentes. Intentó ponerse en marcha, pero su instinto le decía que esperara. Sabía que no era una hora prudente de llamar, pero lo intentó y le marcó a Rachelle y luego a Sharaman y ninguno respondió. Aquellos hombres lucían sospechosos, pero estaba indecisa si llamar o no a la policía porque podrían tratarse de residentes y aún no le habían notificado que se habían mudado.
Respiró profundamente y se dijo así misma que debía dejar la paranoia, su mente ha estado jugando con ella estos días gracias a las amenaza que ha recibido por mensajes de textos, el repentino asesinato de Carmen y que su padre esté leyendo una y otra vez Luna oscura.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero en el momento en que retiró su frente del volante, le había quedado una marca.
Los hombres bajaron del edificio y uno de ellos la vió y le sonrió. Aquella sonrisa le heló la sangre.
Su instinto hizo que mirara hacia arriba, la camioneta negra desapareció y muchas personas bajaron alarmadas. El último piso, donde se encontraba BoxR Magazine se estaba incendiando. Ella bajó de su carro y las piernas le temblaban; apretaba su celular como si su vida dependiera de ello.
Decidió marcarle a René y esta contestó de inmediato.
–René...–sollozó. Roxanne no se había dado cuenta en qué momento empezó a llorar.
–Roxanne... ¿Qué pasó?
–Box R...
Su amiga se quedó en silencio un momento. Todo estaba pasando muy rápido, había un montón de personas fuera del edificio que estaban grabando el incendio, había llegado incluso una televisora, pero a nadie se le había ocurrido llamar a los bomberos.
Ese era el punto que necesitaba el cuerpo de Roxanne para colapsar, soltó su teléfono y cayó de bruces al suelo.
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