Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

—Es una lástima que tengas que marcharte tan pronto.

Todos los presentes giraron en dirección a la muchacha que sonreía sin pena alguna.

—Mina-chan... creo que estás muy hormonal el día de hoy.

—¿Sólo hoy? —preguntó Denki sonriendo divertido.

—¿Puedes culparme? —observó a los chicos que la rodeaban y suspiró para luego dirigir su atención a Tsuyu—. No es como que tengamos chicos así de guapos aquí en el circo.

Las quejas no se hicieron esperar por parte del grupo masculino —exceptuando a Midoriya— quien solo observaba en silencio y se preparaba mentalmente para la discusión sin sentido que estaba por comenzar.

—Claro, nos comparas con el serio de Todoroki —murmuró ofendido Kaminari— Pero tú tampoco eres la gran cosa.

Ashido abrió la boca en señal de indignación, pero nada salía de ahí, entonces tomó una bocanada de aire y apuntó al rubio con su dedo índice.

—Retráctate —ordenó indignada.

—No hasta que tú lo hagas primero.

—Jamás.

—Aquí vamos otra vez —comentó Izuku ocultando su rostro avergonzado entre sus brazos, no quería ver la expresión de Todoroki, pero se imaginaba su cara y lo extraño que debía parecerle todo esto.

—Chicos, es suficiente... —intervino Toshinori casi en un susurro y ligeramente apenado.

El hombre rubio podía ser dueño y señor de ese enorme circo, pero la verdad de las cosas es que pese a tener una gran desenvoltura y seguridad en el centro de la arena, no era más que un pobre hombre con voz temblorosa y sonrisa nerviosa cuando intentaba manejar a todos aquellos que eran prácticamente sus hijos.

Mas quien tenía la verdadera voz de mando era otro...

—Basta ya, son demasiado ruidosos.

Las discusiones cesaron en cuanto Aizawa habló, entonces Midoriya tomó aquello como una oportunidad para escapar y poder despedir al heterocromático sin discusiones extrañas de por medio.

Dio dos ligeros golpecitos en su hombro para llamarle la atención, en cuanto la consiguió le indicó con un gesto que le siguiera a la entrada de la gran carpa principal.

—Lamento eso —murmuró apenado— Son buenas personas, lo juro.

Todoroki le observó confundido sin entender del todo, Izuku dejó escapar el aire que estaba reteniendo y sonrió ante la clara expresión de intriga del más alto.

—Aquello... ya sabes —apuntó a sus espaldas en un intento de darse a entender mejor.

Shoto solo se encogió de hombros restándole importancia.

—No te preocupes, son todos muy agradables.

—Si, están algo locos, pero lo son.

—Créeme, tu familia es asombrosa.

Aquello pretendía ser un halago o algo por el estilo, pero por alguna razón, sonó como reproche.

Y no es que estuviese celoso —o tal vez un poco— pero quería darle a entender al pecoso lo afortunado que era de vivir con gente así y poder llamarles familia, cuando la suya era tan extraña y rota.

—Sí, de todas formas, no es como que yo fuese más normal —dijo a modo de broma.

El ambiente se volvió extraño, y es que a pesar de que se pasaron la noche hablando y gran parte de la mañana —o al menos Midoriya— el despedirse de una persona agradable siempre era complicado, ahora un poco más, puesto que ambos se habían vuelto amigos.

—Bien, supongo que... te deseo un buen regreso a casa.

—Si.

Incómodo.

Esa era la palabra que mejor definía el momento. Vaya par de tontos que parecían al quedarse parados uno frente al otro sin decir palabra alguna...

Uno sin querer soltar, y el otro sin querer marcharse.

Aunque la verdad era que para Todoroki todo resultaba más interesante y divertido que volver a casa.

—Oye, fue agradable poder charlar contigo —comentó Izuku.

Shoto tenía la mirada perdida, entonces suspiró y se decidió a decir adiós de una buena vez, pero cuando fijó su atención en el pecoso frente a él, había algo que se interponía en su campo de visión.

Otra rosa de papel.

—¿Qué...?

—Un regalo de mi parte.

—Algún día tendrás que explicarme el truco tras esto —dijo tomando la flor falsa entre sus manos—. ¿Puedo preguntar esta vez por el color?

Midoriya negó divertido y alzó sus manos como si intentara enviarle un mensaje claro.

"Averígualo tú mismo"

—Ya no sería mágico si sabes el truco.

—Eso es trampa.

—Puede...

Entonces el par terminó por despedirse con un adiós casi sincronizado, al menos... por el momento.

Izuku volvió donde sus amigos, pero sin prestarles real atención, su cabeza era una mezcla entre lo curioso de su veloz amistad con el semi albino, la búsqueda de una fuente de inspiración para nuevos actos, nuevo vestuario, música acorde a cada número, y es que no tenía tiempo para descansar, los pensamientos de su vida personal se enredaban con sus obligaciones en el circo, cosa que era inevitable, y a la vez realmente agotador.

—¡Ya he dicho que no!

—¡Pues entonces no te quejes!

Los gritos lograron sacarlo de su mundo, observó todo y se revolvió el cabello como si eso fuese a otorgarle la paciencia que necesitaba en esos momentos.

—Bien, puede que haya chicos guapos, pero tú no estás dentro de ese grupo.

—¿Qué dices? —preguntó moviendo los brazos como si eso le diera alguna ventaja en la discusión.

Vaya bobería.

El rizado no podía creer que aún discutían por aquella tontería, pero como solo quedaban unos pocos observando el numerito, decidió intervenir de una vez para comenzar a trabajar.

—Chicos, en serio, creo que ya...

—Por ejemplo... Midoriya.

El aludido giró el rostro en dirección a la muchacha de cabello rosa.

—¿Yo?

—¿Estás diciendo que Midoriya es más guapo que yo? —preguntó Kaminari como si esa fuese una de las ofensas más grandes que había recibido en su vida— No puedes hablar en serio —comentó con una sonrisa incrédula—. Sin ofender Midoriya.

—Tiene cierto encanto que hace caer fácilmente a las chicas, ya sabes, ese toque dulce e inocente que alguien como tú, no tendrá nunca —arremetió Mina con una sonrisa victoriosa— Y se lleva de maravilla con los niños, eso siempre atrae a una chica.

—Es injusto, es como comparar a un lobo con un conejo —contraatacó el rubio—. Nuevamente... sin ofender.

Midoriya se sentía perdido en cualquier otro lugar que no fuese ahí.

¿Por qué ahora él era el tema de discusión?

—Kirishima también tiene cierto atractivo —comentó Ashido ignorando al muchacho frente a ella.

—Sí, pero Kirishima solo tiene ojos para su bestia malhumorada y Belia —opinó Asui uniéndose a la conversación.

—Mirio por otro lado... —ahora Hagakure formaba parte de aquello también.

¿Las chicas habían enloquecido?

—Oh, pero está Tamaki-san.

—Momo-chan... ¿tú también? —preguntó Izuku sin creer que las chicas pudiesen tomarse esa tontería tan en serio.

—Iida tiene cierto encanto de chico correcto y tal, pero... —antes de que Asui pudiese terminar, se vio interrumpida por la castaña que escuchaba atenta, pero sin opinar hasta el momento.

—Tsuyu-chan, ese robot con gafas es mío.

—Kaminari... salgamos de aquí, antes de que sea tarde —susurró el pecoso en el oído del rubio, este asintió repetidas veces y en silencio se alejaron de aquel círculo de chicas.

Tan solo faltaban Kyoka y Nejire, pero la primera estaba muy ocupada con su computadora, mientras que la segunda estaba haciendo quién sabe qué en algún lugar del enorme circo.

—Están locas, en serio, las mujeres son muy peligrosas.

—Sigo ofendido por lo que has dicho de mi —comentó Midoriya en un intento de sonar molesto— Además... ¿por qué es tan importante el ser guapo o no?

—Amigo, en serio, no podía quedarme callado después de lo que Mina dijo —suspiró y se pasó una mano por el cuello en un gesto de frustración— Además... ¿por qué demonios has traído a ese chico aquí? —preguntó en tono de reclamo— Mi autoestima está por el suelo.

Midoriya lo meditó en silencio, pero luego de unos segundos solo se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—¿Coincidencia...?

—No lo creo —respondió Denki, entonces le dio un ligero empujón al rizado que le acompañaba y sonrió— Bien, iré a ver a los traidores de Mineta y Sero... debemos afinar algunos detalles para el número de hoy.

—Bien, más tarde iré con ustedes.

—Más te vale hacerlo, porque si no nos ayudas, haremos nuestros propios guiones y te aseguro que no será apto para todo público.

—Por favor, dime que estás bromeando.

—Soy un payaso, claro que estoy jugando contigo.

Kaminari se marchó con una enorme sonrisa, dejando a Midoirya solo con sus ideas.

En el circo normalmente se tomaban una semana de descanso al llegar a una nueva ciudad, en esos siete días todos tenían la oportunidad de realizar turismo por el lugar, acomodarse y básicamente tantear terreno. Luego procedían con el desfile que anunciaba su llegada a aquellos despistados que no eran conscientes de la enorme carpa que se instalaba en la zona, al día siguiente hacían solo un espectáculo, luego seguían toda la semana teniendo dos shows por día, la mañana solían dedicarla para ensayos fuera y dentro del escenario, tomaban un descanso para comer y continuaban hasta la hora de la presentación, luego de eso, venía una pausa de casi una hora y media y nuevamente era tiempo del espectáculo.

Solían descansar el viernes, acuerdo al que se llegó por una votación casi unánime.

Izuku si bien no estaba en el centro del escenario al momento en que las luces se encendían, estaba tras todos y cada uno de los números, pues era quien se encargaba de innovar, aconsejar y enseñar. Tenía conocimiento básico de cada disciplina en las que sus compañeros se desempeñaban, por lo que también estaba capacitado para reemplazar a alguno de ellos de ser necesario —cosa que, hasta el momento, no había hecho falta— pero aun así era como si estuviese listo para tomar el control de todo.

Todos sentían un cariño especial por el chico de pecas y sonrisa fácil, le veían casi como si fuese un hermano mayor que se encargaba de cuidarlos y aconsejarlos.

El pequeño manojo de nervios tenía aspecto de ser alguien frágil, pero bajo ese semblante dulce e inocente, había un chico fuerte, lleno de cicatrices y una orgullosa sonrisa que sabía anteponer por sobre las dificultades.

—¡Midoriya, que bueno que te encuentro!

Dio un pequeño salto en su lugar cuando escuchó que le llamaban, entonces se sorprendió cuando vio a un muy indignado Kirishima caminar en su dirección.

—¿Pasa algo malo?

—¿Algo malo? —cuestionó agitando sus manos en el aire, sosteniendo su teléfono con la diestra— ¡Pasó algo horrible!

El rizado no comprendía muy bien, por lo que con un gesto acompañado de su silencio dio paso a que continuara.

—¡Quiero que mires esto!

Sostuvo el aparato frente al rostro del más bajo con el pulso tembloroso, como si estuviese a punto de echarse a llorar y destruir el móvil de lo mucho que lo apretaba. Midoriya un poco aturdido comenzó a ver el vídeo que se reproducía, pero no hizo falta ver más de unos segundos, solo el título bastó para que todo cobrara sentido.

Se trataba de un desagradable suceso ocurrido en un circo, en Rusia, unas semanas atrás.

Un tigre se desplomó sobre el escenario en pleno acto, el felino de gran tamaño lucía mal cuidado, agotado y no cabían dudas de que también era maltratado, puesto que el domador en vez de actuar por el bien del animal, comenzó a golpearlo con el látigo, obligándole a ponerse de pie.

Claro que Midoriya entendía la indignación y frustración del pelirrojo.

—¡Debemos hacer algo! —propuso con su voz sonando ligeramente aguda en un principio.

—¿Eh? —le miró para decirle que era imposible, que no había manera...

Pero tuvo que tragarse sus palabras cuando vio como una lágrima solitaria rodaba por la mejilla de Kirishima, pasando casi desapercibida.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó sin tener un verdadero plan en mente.

—Ir y matar a ese sujeto.

—Kacchan es mala influencia para ti —comentó en voz baja.

—¡Midoriya! —le regañó—. Siento un nudo enorme en mi garganta, nauseas y como si me hubiesen dado un golpe en el estómago —habló totalmente serio— ¿Te imaginas el dolor de ese pobre tigre?

—Oye, entiendo muy bien la situación, y estoy igual de furioso, pero es que... realmente no podemos hacer mucho.

—No lo sabremos hasta intentarlo —insistió.

—Lo entiendo, y estoy de acuerdo contigo...

—Sabes muy bien que haré algo con o sin tu ayuda.

Silencio, solo hubo silencio luego de aquellas palabras, esas que eran tan ciertas como que la tierra era redonda y Mineta un pervertido, es que Eijiro y Midoriya se asemejaban en muchos aspectos, uno de ellos... era que iban por su objetivo sin importar cómo, con o sin ayuda, y no descansaban hasta conseguirlo.

—¿Cómo llegaste a ese vídeo? —preguntó con una mezcla de intriga y temor.

—Solo buscaba vídeos de algo que me ayudara con el pelaje de Belia para el calor que hace en esta ciudad, y entonces me encontré con esta cosa tan espantosa.

—Esa gata malhumorada tiene suerte de tenerte.

—Te equivocas, yo tengo suerte de tenerla —dijo con una ligera sonrisa—. Pero ese pobre tigre en Rusia...

—Pero está en Rusia.

—¿Y qué con eso? —cuestionó alzando la voz—. Podemos hacer algo por ese animal.

—Pero...

Sabía que era difícil, inclusive imposible, pero no soportaba ver la expresión afligida en el rostro del pelirrojo. Midoriya solía tener un plan para todo, y si no, pues lo inventaba en el momento y buscaba una solución, no importaba la manera, no importaba el costo, él haría cualquier cosa por ver a los suyos felices, aunque en una situación como esta, se le complicaba el hecho de emitir palabra alguna siquiera, todo porque debía ser realista, y de serlo... salvar a ese tigre era imposible.

—¿Crees que lo venderían por lo que me dan de sueldo? —preguntó con ilusión.

—No quiero ser quien destruya tus esperanzas, pero posiblemente necesites el sueldo de todos quienes trabajamos aquí para conseguir algo así —entonces se quedó en silencio—. Espera un momento...

—¿Quieren comprar un tigre?

Toshinori se encontraba sentado frente a un escritorio lleno de papeles, todo estaba fuera de lugar, definitivamente ese hombre y el papeleo serían enemigos jurados toda la vida.

—¡Olvídenlo! —comentó Aizawa mientras entraba a la taquilla también con otro montón de papeles en sus manos.

—Es que... ¿en serio no cree que sea posible?... sé que es difícil, pero...

—Chicos...

—¿No recuerdas cuando rescataste a Belia? —intervino Izuku— Sería lo mismo.

—Chico, Belia fue un caso especial, sabes que no me gusta tener animales aquí, nosotros ni siquiera somos un circo de animales —dijo sonando cansado.

—Pero aún así ella es parte del show —ahora era Eijiro quien interrumpía.

—Sí, porque ella necesita comer y tener los cuidados necesarios, no es una mascota que los niños puedan acariciar.

—Pero...

—Además —se adelantó el rubio— ¡Es en Rusia! —les observó sorprendido esperando que los más jóvenes entendieran lo complicado del asunto—. ¿Cómo esperan que traiga un tigre desde Rusia?

—Conoces a mucha gente —dijo Midoriya con entusiasmo.

—Pero no importa a cuantos conozca, puede que el pobre animal esté sufriendo, pero... ¿siquiera saben si los de ese circo quieren deshacerse del felino?

—Dudo que no quieran hacerlo dado el trato que recibe.

Kirishima en serio estaba muy frustrado con todo el tema, y es que ese chico con corazón de oro era alguien que amaba de manera irreal a los animales, y como la tigresa blanca en el recinto le pertenecía, esto se volvía un asunto más personal, porque de seguro imaginaba a su princesa en una situación así de horrible.

—Trabajaré gratis —alzó la voz Kirishima— Tres meses... no, cinco —lo meditó un momento y entonces golpeó la mesa donde yacían esparcidos los papeles—. Toda la vida, trabajaré gratis en el circo, no me paguen jamás, pero por favor...

—Suficiente —Aizawa se levantó de su sitio, arrastró sus pies hasta plantarse frente a los dos muchachos y los miró con seriedad—. Entiendo su frustración y la impotencia de ambos, pero si fuera por ayudar a los animales que lo necesitan, este circo se volvería un refugio y ni aun así bastaría.

—Pero... Aizawa-san... ese tigre...

—Ese tigre tuvo la mala suerte de toparse con ese animal en su vida, pero nosotros no podemos intervenir, además... ya tenemos suficientes problemas económicos como para siquiera pensar en algo así.

El hombre de aspecto desaliñado suspiró, le dio una mirada de reproche al rubio y entonces volvió su mirada cansada a los jóvenes, centrándose en Eijiro, llevó su mano derecha sobre el hombro del chico y le dio un ligero apretón.

—En serio lo lamento mucho, pero no hay algo que podamos hacer.

Kirishima sin decir más, se marchó.

El rizado observó con expresión triste como su amigo se marchaba con el corazón en la garganta, él se sentía la peor persona del mundo al no poder hacer nada, entendía lo complicado de la situación, pero aún así, no podía sentirse tranquilo si veía como sufrían aquellos que tanto quería.

¿Y ahora?

Se disculpó ante los adultos y se marchó, sabía que no había manera de que Kirishima le escuchara, por lo que decidió darle un tiempo a solas y ocupar su cabeza en los nuevos actos, en el nuevo vestuario y el entrenamiento que debía tener junto a sus amigos en el trapecio.

Aquello que más le complicaba era ayudar a las chicas equilibristas y Tsuyu, quien era la única contorsionista. Pero Nejire se encargaba de las chicas y su preparación, por lo que agradecía enormemente la presencia de la muchacha efusiva.

Con un peso en su pecho y mil ideas en la cabeza, emprendió camino en busca de cierto muchacho rubio que rara vez salía de su enorme caravana.

¿Por qué era una de las más grandes?

Fácil, pues Aoyama era el encargado del vestuario y en ocasiones recibía ayuda de Koda, un chico demasiado amable y sumiso como para asistir a ese rubio ególatra, aunque buena persona a pesar de eso.

Tomó una respiración profunda antes de dar dos golpecitos en la puerta, pasaron cinco, diez, y luego de quince segundos la puerta se abrió.

—Koji-kun —saludó Izuku con una enorme sonrisa.

El aludido sonrió en respuesta y le invitó a pasar.

Dentro era un verdadero desastre, había montones y montones de prendas, muchas telas de diferentes colores, texturas y tamaños esparramadas por la alfombra que cubría el suelo.

Midoriya comenzó a caminar con cuidado de no pisar un solo trozo de tela, porque si eso ocurría, sería su fin. Entonces cuando pasó la montaña de ropa sin haber cometido algún error, el chico rubio se giró en su silla y le observó con una sonrisa un tanto espeluznante.

—Tan poco elegante como siempre —comentó sin dejar de sonreír.

Lo que tenía a Izuku verdaderamente incómodo, era el tamaño de las ojeras del muchacho frente a él.

¿Hace cuánto que ese chico no descansaba?

—Yo... hola —dijo sin poder dejar de ver asombrado lo deslumbrante del chico a pesar del aspecto demacrado que llevaba ahora— ¿Hace cuánto no duermes? —preguntó ladeando la cabeza.

—Depende... ¿qué día es hoy?

Midoriya negó repetidas veces y comenzó a analizar el interior de la caravana en busca de algo, sonrió en cuanto dio con ello.

—¿Tú qué crees? —preguntó mientras alzaba un espejo frente a su rostro.

Aoyama palideció en el instante y se puso de pie a una velocidad increíble, el rizado por precaución dio un paso atrás, entonces el muchacho rubio tomó todo lo que estuviese en su camino y comenzó a lanzarlo hacia el pecoso.

—¡Midoriya, por hacer tus estúpidos trajes para el nuevo número mi bello rostro se ha estropeado!

Sin poder responder, atinó a cubrirse el rostro con los brazos, evitando en lo posible los objetos que más daño pudiesen causarle, y es que estaba seguro de que la situación iría peor una vez le comentara lo que tenía en mente ahora.

Koda observaba la situación un poco asustado, pero sin decir palabra alguna, entonces suspiró y volvió a lo suyo, los arrebatos del chico rubio se habían vuelto algo de todos los días para aquel joven tan silencioso y amable.

—Necesito dormir...

—Si, lamento todo esto, es solo que, sabes que si no hay algo nuevo...

—La gente se aburre y se va —intervino haciendo una expresión molesta, entonces tomó aire y le observó cansado—. Sé que tienes otro plan de tortura para mí, lo veo en tu rostro —comentó sonando irritado— Dilo de una vez para que pueda descansar.

—Bueno, yo... me preguntaba si...

—¡Dilo de una vez!

—¿Alguna vez has pintado un cuerpo?

El silencio se apoderó del lugar, Izuku incluso aseguraba que lo único que podía oírse, era su agitado y asustado corazón.

—¿Hablas de Body Painting?

—Sí.

Esperó ansioso la respuesta mientras intentaba con todas sus fuerzas mantenerle la mirada al rubio.

—Midoriya Izuku...

Eso no era una buena señal.

—No he dormido casi en tres días por hacer los trajes de fantasía que solicitaste, exclusivamente para el nuevo número que tenías en mente...

—Si, bueno, y están geniales por cierto... —aprovechó de mencionar—. Es solo que... creo que la pintura corporal puede lograr mejores efectos, ya sabes, resulta más atrayente y llamativo y...

Aoyama inhalaba y exhalaba con calma, reiteradas veces, intentado contenerse.

—Sabes, piénsalo, yo... puedes dormir todo el día —decía sonriente mientras intentaba salir de ahí con vida—. Yo iré a ver como está Shoji, luego... adiós.

Salió con prisa y cerró la puerta tras de él antes de que el infierno se desatara.

Genial, ahora tenía a tres de sus amigos pasando por momentos complicados.

Kirishima por un lado estaba angustiado y de seguro no hablaría con nadie por el resto del día, y Ayoama junto a Koda no habían descasado en días y todo por su culpa, se sentía horrible por no haber preguntado siquiera como iban con eso de los trajes.

Jamás sería como Toshinori.

No, claro que no, nunca tendría el control de todo como lo deseaba realmente, nunca podría ser de verdadera ayuda para sus amigos, no se sentía más que una molestia...

Al menos Todoroki había pasado un buen rato a su lado ¿no?

Cuando pensó en aquello, quiso darse un golpe en la cabeza por su idiotez.

No le había pedido su número de teléfono.

¿Cómo volverían a encontrarse? ¿podría verlo otra vez?

Las dudas e inseguridades comenzaban a hacer de las suyas hasta que chocó con algo, o más bien... alguien.

—Midoriya, que bueno que te encuentro por aquí.

—Shoji —saludó intentando alejar su pesimismo previo para concentrarse en su trabajo—. Justo a quien quería ver.

—Oh, genial, porque también iba por ti.

—¿A si? —sacudió su cabeza y entonces sonrió—. Digo, ¿qué sucede?

—Bien, verás... estaba pensando en utilizar barras de metal un poco más gruesas para mi número —mencionó mientras alzaba una barra metálica de un grosor similar al mango de una escoba—. Como mi cuerpo ya se acostumbró a ejercer cierta cantidad de fuerza, mi acto parece falso, me refiero a.... las personas creen que hay un truco tras esto y bueno...

—Oh, si, lo comprendo —Izuku observaba el metal, preguntándose si alguien como él, pese a entrenar a diario podría alguna vez hacer algo similar a lo de Shoji, pero mientras más lo imaginaba, más sabía que eso jamás sucedería— Si quieres podemos ir esta tarde a buscar algo que te acomode y...

—¿Lo dices en serio?

—Claro, podemos ir en el receso...

—Bien, es que quería hablarlo con Toshinori-san, pero ha de estar muy ocupado, y como tú eres el segundo a cargo, pues me siento más cómodo si me acompañas.

—Yo no soy el segundo de nada...

—No digas tonterías, todos sabemos que serás el próximo dueño de este circo.

—Bien, todos están locos, porque eso jamás pasará.

—Claro, como tú digas —sonrió en agradecimiento y se marchó a su lugar de entrenamiento.

Al menos había sido de ayuda para una persona, eso era bueno... pero no mejoraba su estado de ánimo para nada.

Vaya día más complicado estaba resultando aquel.     


La tarde se le pasó en un abrir y cerrar de ojos, la mayor parte del tiempo estuvo practicando nuevas acrobacias en el trapecio junto a Uraraka e Iida, la verdad es que Midoriya era bastante flexible, tenía resistencia física y aprovechaba su tamaño para sentirse como pez en el agua al momento de lanzarse de un extremo a otro por los aires.

A pesar de que se le pidió en innumerables ocasiones que fuera parte del acto principal, lo rechazó hasta el cansancio, porque simplemente no era lo que le hacía feliz. Él quería sentirse capaz de seguir los pasos de aquel hombre que le había dado todo en la vida, quería sentirse digno de pararse en el centro del escenario alguna vez, sonreír al público y hacer el mejor espectáculo de su vida, pero no se sentía listo, aún no se sentía merecedor de pararse siquiera en la arena junto a sus compañeros.

—Midoriya.

Él y sus dos amigos giraron el rostro en busca del dueño de aquella voz.

—Shoji-kun.

—Chicos ¿cómo va el entrenamiento?

—Horrible —comentó Ochako mientras hacía un gesto dramático y se apoyaba en el hombro de Iida— Deku-kun se ha desquitado con nosotros hoy, y siento que mis extremidades se volvieron gelatina.

—Estás exagerando —comentó el de anteojos mientras le sonreía—. Mientras más nos esforcemos, mayor será la recompensa.

—Ustedes son crueles —dijo ahora dejándose caer sobre el suelo—. En serio, lo único positivo que puedo sacarle a todo esto... es que hoy dormiré como un bebé.

—Tú siempre duermes como un bebé —contraatacó Izuku.

—Claro, excepto cuando Kirishima y Bakugo presumen de su activa vida sexual.

Los chicos presentes comenzaron a toser, casi como si fuese planeado, intercambiaron miradas incómodas y simplemente se quedaron en silencio.

—No se hagan los idiotas —dijo viéndolos a modo de reproche— Nejire-chan ha tenido que comprar auriculares para Eri-chan y evitarle el mal rato.

—Ochako, no creo que sea correcto...

—Deku-kun, cobarde —le recriminó—. Has llegado innumerables veces quejándote de que no lograste dormir por culpa de esos dos.

—Toshinori-san no sabe de esto, o sería muy incómodo —mencionó Iida con el rostro y las orejas rojas.

—Por supuesto que no lo sabe, ni él ni Aizawa, sus caravanas están hasta el final, y debe seguir siendo así, no importa en la ciudad que estemos —dijo Midoriya igual de avergonzado que su amigo de anteojos.

—La verdad es... —todos posaron su vista en Shoji— Si deberían ser menos bulliciosos.

—¿Ya ven? —dijo Uraraka apuntando al joven corpulento— Incluso alguien tan tolerante como Shoji-kun se tiene que aguantar aquello.

—Bueno, bueno, pero se supone que no están juntos, entonces nosotros no sabemos nada....

—Midoriya, Bakugo es el único que lo niega —mencionó Iida— En lo personal, no considero correcto intimar con la pareja antes de casados, pero es peor que lo hagan y nieguen serlo... aún si todos lo sabemos.

—Un punto para Iida.

—Kacchan piensa que no sabemos nada, y mientras siga creyendo eso, todo será mejor para nosotros.

—No, no lo es —se quejó la castaña— Esos dos se la pasan como conejos, y no puedo dormir como se debe...

—Entonces... háganlo por Kirishima, él será quien pierda más si Kacchan se enfada y se entera de que todos los hemos oído.

—Es culpa de Kirishima por darle su corazón de oro a ese rubio con serios problemas de ira —murmuró la chica desde el piso.

Midoriya suspiró mientras negaba con la cabeza en un gesto divertido, entonces simplemente comenzó a cambiarse la remera por una que tenía de cambio al alcance.

—Midoriya, no es correcto estar semidesnudo frente a una dama —le regañó Tenya mientras agitaba las manos.

En otro momento hubiese salido corriendo a esconderse, pero como el tiempo de descanso era breve, no lo pensó dos veces antes de quitarse la parte superior de su vestimenta. En un acto veloz se colocó la prenda limpia y el sonrojo se posó en sus mejillas.

—Lo lamento tanto, es que tengo que acompañar a Shoji a hacer unas compras, y si me tardo mucho no alcanzaré a comer... y...

—Deku-kun es como un conejito con músculos —habló entre risas la castaña desde el piso donde estaba recostada.

El pecoso sin poder soportar tanta atención se disculpó y con una sonrisa les agradeció a sus amigos por el arduo trabajo, dándoles espacio para que fuesen a comer y descansar antes de comenzar a prepararse para el espectáculo de esa noche.

—Aún no manejas bien tu relación con las chicas —murmuró Shoji mientras caminaban fuera del recinto.

—Quizá nunca lo haga —respondió dejando escapar el aire—. Ochako siempre habla sin pensar...

—Todas las chicas en el circo te adoran.

—¿Qué?

—Midoriya, en serio, llevas más tiempo que cualquiera de nosotros aquí, y hay cosas que aún no notas.

Se encogió de hombros en respuesta y sonrió ligeramente apenado. Quería cambiar de tema, pero en el momento que el silencio se hizo, su cabeza volvió al asunto de la mañana, y eso bastó para que su estado de ánimo cambiara radicalmente.

—¿Pasa algo?

—¿Eh?

—No lo sé, no estás sonriendo ni hablando como de costumbre.

—No es nada, solo... me preocupa Kirishima —admitió casi en un murmullo.

—¿Kirishima? —cuestionó intrigado—. ¿Por qué? ¿está enfermo, pasa algo malo con él?

—No, no es nada de eso —se apresuró a contestar— Es solo que... hubo cierto suceso en la mañana y desde entonces no le he visto, mucho menos hablar con él...

—¿Qué ocurrió?

—Verás...

En el camino se la pasaron charlando sobre el asunto de aquel dichoso vídeo y el tigre que sufría maltrato por parte de ese ser despreciable. Midoriya le explicó con detalles la situación a Shoji, inclusive le narró como fue su encuentro con Toshinori y Aizawa, y como todo simplemente empeoró después de eso. El muchacho alto y de contextura gruesa opinó en ocasiones, pero el resto solo escuchó, no era una persona muy habladora, eso Izuku lo sabía, pero a diferencia de otros, con Shoji podía mantener una charla normal.

No notaron dónde estaban hasta que el pecoso estampó su trasero contra el suelo al estrellarse con una persona, entonces al salir de su estupefacción Midoriya pudo reconocer aquel lugar como el centro comercial.

—¿Qué manía tienes de estrellarte con las personas?

Aquella voz le sonó ligeramente conocida, entonces sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Todoroki-kun?

El mencionado le extendió la mano en ayuda, el rizado aceptó sin demora y se sacudió la ropa una vez estuvo sobre sus pies.

—Lamento eso...

—No te preocupes, desde que ocurrió por segunda vez, comencé a pensar que debería acostumbrarme.

—Oh, por cierto —Midoriya miró a su acompañante para presentarlo—. Todoroki-kun, él es Shoji —luego viceversa—. Shoji, él es Todoroki-kun.

—Un gusto, Todoroki.

—Un placer —respondió estrechando su mano de manera breve.

Luego de las formalidades, Izuku preguntó al semi albino por alguna ferretería en aquel lugar, dado que necesitaban comprar rápido, salir de ahí para comer y solucionar unos cuantos problemas. Todoroki se ofreció a acompañarlos hasta la más cercana dentro de ese enorme sitio, una vez estuvieron fuera, Shoji se adentró con una ligera sonrisa al lugar mientras el pecoso esperaba en compañía de su nuevo amigo.

—Entonces... ¿él es muy fuerte?

—¿No viste el tamaño de sus brazos? —preguntó Midoriya sonriendo—. No ha podido ser parte del primer espectáculo porque ha tenido ciertos problemas de salud, pero ha estado entrenando y hoy dijo que quería ser parte del show.

—Tendré que ir otra vez —susurró Todoroki de manera pensativa.

—¿Qué?

—Es que, como no pude verlo, tendré que ir otra vez para...

El pecoso no sabía si el más alto hablaba en serio o era una especie de broma, pero la expresión de Shoto era tan seria, que no pudo hacer más que reír. Ante los ojos de Izuku, el chico a su lado parecía ser alguien elegante, popular, fuerte y capaz, pero cuanto más hablaba con él o le escuchaba y le observaba, notaba lo inocente que era en algunos aspectos.

—¿Por qué te ríes?

—Todoroki-kun, no es necesario... puedes ir al circo cuando quieras y estoy seguro de que Shoji haría una demostración de su fuerza sin problemas.

—Pero no sería correcto...

—¿Correcto?

—Lo normal es que pague una entrada... ¿no?

Midoriya en ese momento deseó tener más confianza con el chico para decirle lo adorable que encontraba su actitud, pero si se lo decía, de seguro pensaría que era extraño y terminaría por alejarlo.

—No, eso no es problema —contestó sonriendo— Por cierto... —cambió de tema para evitar un ambiente incómodo—. ¿Qué haces en el centro comercial?

—Necesitaba unos libros —respondió breve.

—Ya veo...

Demonios, ¿por qué estaba tan nervioso?

Izuku sentía que habían cambiado al chico con el que se pasó horas platicando, porque ayer parecía tan fácil mantener una charla, inclusive le vio sonreír —y en más de una ocasión—pero ahora por alguna razón, Todoroki estaba actuando tan frío e indiferente como si no quisiera tenerlo cerca.

Pero... él se ofreció a acompañarlos, no era su culpa ¿verdad?

—¿Estás bien?

Esa pregunta le hizo dar un pequeño brinco en su asiento, sonrió para asentir y calmar la curiosidad del chico a su lado, pero por alguna razón, Kirishima nuevamente apareció en su cabeza junto al trago amargo de aquella mañana. El otro debió notar que algo andaba mal, pues para desgracia —de Izuku— el pecoso era muy expresivo y sus muecas o expresiones faciales siempre terminaban por delatarlo.

—¿Qué ocurre? —intentó cambiando la pregunta.

—No es nada grave, solo...

Entonces entre todas las posibilidades y planes que pasaron por su mente, una ampolleta se encendió, observó a Shoto y preguntó...

—¿Hablas en ruso?

—No —contestó breve.

—Oh... —su estado de ánimo nuevamente decayó, ahora de peor manera, pues su pequeña idea se fue a la basura, no serviría, no había manera, mucho menos si no conocía a alguien que hablase en ruso, o al menos que entendiera el idioma.

—Pero creo que conozco a alguien que puede ayudar.

Los ojos del más bajito brillaron con esperanza ante esa inesperada respuesta.

—¿Hablas en serio?

—Sí, puedo preguntar y luego te avisaría...

—¿No preguntarás para qué?

—¿Es necesario?

—No lo sé, supongo que tendrás que dar una explicación o algo...

—Es para ayudar a un amigo, eso debería bastar.

Midoriya sintió su frágil corazón ligeramente apretado. Se sentía tan genial que un chico como Todoroki le llamara amigo con tanta naturalidad.

—Bien, pero de todas formas tienes que saberlo —dijo muy sonriente—. Porque no puedo permitir que te metas en problemas por ayudarme y ni siquiera sepas en qué te estás metiendo.

—Lo haces sonar como si fuésemos a entrar a la mafia rusa.

La risa infantil y melodiosa del rizado resonó en los oídos de Shoto, sintiéndose curiosamente agradable y tranquilizadora.

—No exactamente, verás...

Izuku volvió a contar la historia del tigre, la frustración de su amigo, le negativa por parte de los dos adultos y lo desesperado que se sentía por encontrar una salida a todo esto, una donde todos salieran beneficiados. Todoroki escuchó atento, sin opinar una sola vez, no se sintió capaz de interrumpirlo cuando le vio hablando con tanta determinación.

—Entonces... ¿por qué quieres a alguien que hable en ruso?

—Si, aún no te cuento mi plan...

—¿Planeas comentar el vídeo en su idioma y amenazarlos?

—No puedo saber si hablas en serio o es una especie de broma —comentó escrutándolo con la mirada—. No te ofendas, es solo que...

—Lo entiendo, no soy la persona más expresiva que hayas conocido.

—Eso no es cierto —se apresuró a decir—. Bueno... quizá.

Todoroki suspiró y entonces intentó sonreír levemente para hacer la charla más amena.

—Es mucho mejor cuando no lo fuerzas —comentó Izuku mientras con sus manos intentaba formar una sonrisa en el rostro del más alto—. Bien, así no es precisamente más natural, pero...

El pecoso le soltó y comenzó a reír otra vez, Shoto no entendió del todo, pero se sentía a gusto.

Que bueno que no me quedé en casa.

Pensó mientras observa sin cuidado al muchacho a su lado.

—Bien, bien... mejor te digo de una vez cuál es mi idea.

—Sería bueno saberlo.

Cuando el pecoso abrió la boca, la campanilla en el umbral sonó ligeramente perdiéndose entre el bullicio de la muchedumbre, pero no era necesario que resonara por todo el lugar, pues la gran figura del chico en la puerta les indicaba que debían separarse, otra vez.

—Midoriya, creo que encontré las barras perfectas.

El aludido se colocó de pie con el heterocromático imitándole.

—¿Seguro que te sientes mejor? —preguntó intentando ocultar su preocupación.

—Claro, por eso he venido por unas más grandes.

—Bien...

Aquellos que hace unos segundos charlaban animadamente en una banca, ahora intercambiaban miradas, como si ambos coincidieran en una sola cosa.

No querían separarse... pero debían hacerlo.

—Supongo que es un adiós —dijo Todoroki tan efusivo como una roca.

—No, prefiero que sea un hasta pronto —respondió Izuku— Por cierto, Todoroki-kun...

El mas alto centró su mirada en los orbes verdes y esperó...

—¿Tienes tu móvil contigo?

Ante el asentimiento que recibió en respuesta, estiró su mano.

Shoji observaba la situación sin entender nada, tampoco estaba prestando mucha atención, pero ciertamente era curioso que Midoriya le pidiese su teléfono al semi albino. Shoto con un poco de duda depositó el aparato en las manos llenas de cicatrices del joven más bajo, esperó y solo escuchó como las teclas numéricas emitían su sonido característico.

¿Llamaría a alguien?

—Listo.

Volvió a tener el móvil entre sus manos y miró la pantalla con curiosidad, no ocultó la sorpresa cuando vio el número registrado y el nombre "Midoriya Izuku" en la parte superior donde correspondía el remitente.

—No siempre puedo ver los mensajes, pero no dudes en escribir si quieres hablarme.

—Yo... eh... ¿gracias?

—Sé que no es la manera correcta de intercambiar números, pero... en serio me serías de mucha ayuda.

—Claro.

Dicho eso, Midoriya se despidió con un ligero sonrojo y luciendo visiblemente nervioso.

—Nos vemos.

Ambos se fueron por caminos diferentes, y aquel que hizo de espectador, aprovechó para preguntar que acababa de ocurrir.

—¿Desde cuándo tomas la iniciativa de esa manera? —cuestionó Shoji sonando divertido—. ¿Y cómo es que eres tan amigo de ese chico?

—Yo... —se cubrió el rostro con los brazos y negó repetidas veces intentando ocultar el rubor en sus mejillas—. ¿Qué acabo de hacer?

—No lo sé, te viste muy confianzudo hace poco.

—Lo sé, pero así no soy yo.

—Si, bueno... pero lo hiciste.

—Solo quería pedirle su número de teléfono ¿por qué hice esa tontería?

—¿Lo viste en alguna parte?

—En una película...

—¿Una película? —el chico forzudo quería reír, pero estaba esforzándose por contenerse para no hacer sentir mal a su amigo.

—Sí, una que vi con Ochako hace un tiempo y...

—Oh...

—Recuérdame no pasar tanto tiempo con las chicas.

Ambos rieron ante eso, y es que, si bien era cierto que Midoriya se dejó llevar, no se arrepentía del todo... bueno, quizá de la manera poco normal en que le dio su número a un chico guapo —porque sí, nadie en la tierra podía negar el atractivo que poseía Todoroki— pero eso no estaba bien, no quería espantarlo, quizá fue un simple arrebato y sus hormonas revolucionadas, es que simplemente actuó sin pensar, todo por sentirse tan a gusto con él, aunque si lo pensaba con cuidado...

¿Qué demonios había hecho?


Hola gente bella...

Primero, disculparme si es que me tardé más de lo normal (aunque sigo sin saber cuándo actualizar y tal) pero debo hacerlo para quienes lo estaban esperando.

Quiero agradecer el apoyo que le dan a esta historia 💕
De verdad, he visto comentarios tan lindos que siento que no los merezco, son personas demasiado amables 😭

Lo otro es... ¿les está gustando? ¿no hay dudas? ¿va muy lento? ¿muy rápido?

Cualquier duda que tengan, queja, crítica, siéntanse con la libertad y confianza de comentarlas, que no muerdo ☻

Bueno, nuevamente agradezco a aquellas personas que me siguen dando apoyo y me golpean verbalmente cuando me pongo idiota y comienzo a dudar de mi misma, gracias por soportarme, tienen mi corazón por completo. (No hace falta que diga quienes son, ustedes lo saben) 💕💕

Me despido deseando que se encuentren de maravilla, y espero estén disfrutando todo esto, no escribí 40k (a ver si esto lo comprenden xD) pero creo que está un pooooooco más largo que de costumbre (nada monumental) pero lo intento ☻☻☻

Esperaré ansiosa sus comentarios tan divertidos y bellos, amor y paz 💕✌🏻
  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro