Capítulo 17
Especial Aniversario
Maratón 4/7
—Lo siento mucho, pero a estas alturas, no hay mucho que nosotros como médicos podamos hacer.
—No tiene que compadecerse —comentó el rubio con una sonrisa—. No me ha dicho nada que no supiese ya.
—De todas formas —dijo el doctor—. Mencionó algo sobre una especie de gira con el circo ¿verdad?
—Oh, sobre eso... ¿cree que ya puedo tomar ese vuelo? —preguntó Toshinori rascándose la nuca—. De Osaka a Tokio no tuve problemas, pero el vuelo siguiente eran demasiadas horas y el solo pensarlo me provocó ansiedad.
—Bien, dada su condición, es algo normal el sentirse descompensado ocasionalmente, y la verdad... me alegra que no tomara ese avión —aseguró el hombre frente a él—. Sé que es difícil para usted, pero lo sugiero esperar unos días. Una semana a más tardar, y si veo que todo anda en orden, yo mismo lo acompañaré al aeropuerto.
Bueno, no se iría a casa con las mejores noticias —ni ninguna nueva en realidad— pero de alguna manera, se sentía optimista al respecto.
—Le cobraré la palabra —aseguró—. Y no será una semana, serán dos días.
—Es reconfortante tener pacientes con tanta energía y positivismo como usted. Lo principal es no echarse a morir.
—Claro que no —dijo luego de soltar una risita—. Cada vez me siento más joven, ninguna tonta enfermedad puede conmigo.
Dicho eso, agradeció al médico por su atención y por entregarle en detalle los pasos a seguir para cuidarse y poder viajar lo antes posible.
Se sentía un poco culpable por estar ocultando tantas cosas a su familia, realmente no quería preocupar a nadie, demasiado tiempo les había tomado el volver a poner en funcionamiento el circo por su culpa, por lo que no estaba dispuesto a que la situación se repitiera.
Además... todos eran tan hábiles, tan llenos de vida y dispuestos a todo con tan de mantener la esencia del circo. En verdad no estaba preocupado por lo que le tuviera deparado el futuro, si de alguien estaba realmente preocupado, era de Izuku.
No quería que se quedara siempre oculto en las sombras mientras el resto a su alrededor brillaba, él merecía un trocito de felicidad y lamentaba profundamente no ser eterno para poder ayudarle a conseguirla.
De todas formas, estaba seguro de que el pecoso y Aizawa ya tendrían sus sospechas, no eran idiotas y la verdad es que esos dos eran quienes mejor lo conocían en el mundo.
Soltó un suspiro ante la nostalgia que le produjo el pensar en todos los rostros sonrientes de aquellas personas que tanto adoraba.
Era increíble que tan solo llevaban un día separados y ya los extrañaba como si no se volviesen a ver nunca más.
—Supongo que tendré que volver al hotel —murmuró cansado en lo que observaba como las personas en la ciudad parecían correr de un lado a otro.
Quizá sería su reciente visita a la clínica o tal vez la edad, pero no pudo evitar pensar en que la gente parecía tan apresurada, tan metidos en su mundo, nadie se detenía a apreciar su entorno, nadie parecía preocuparse del que caminaba a su lado.
Y la vida era tan corta.
Oh diablos, que anciano se sentía teniendo ese tipo de pensamientos.
Alzó la mirada antes de cruzar y fue entonces cuando al otro lado de la calle vio a cierta persona con la que llevaba un buen tiempo queriendo charlar.
Miró de un lado a otro y comenzó a irritarse al sentir que el semáforo era eterno, por lo que en cuanto se puso en verde, corrió entre la multitud para hacerse espacio y llegar con quien quería.
No había duda alguna, así que con su mano derecha le retuvo con cuidado por el hombro y sonrió cuando la otra persona giró su rostro viéndole entre confundido y asombrado.
—Usted...
—Buen día Todoroki-kun —saludó alegre—. ¿Tienes algo de tiempo?
El de cabello bicolor pareció meditarlo unos segundos, la verdad es que en ese momento debía ir a clases, pero descartó el simple hecho de ir a la universidad ese día, así que asintió sin más.
—Genial... ¿ya has almorzado? —inquirió comenzando a caminar mientras era seguido por el menor, y ante la negación a su pregunta, sonrió de manera genuina—. Entonces permíteme invitarte la comida.
—No hace falta —dijo sin entender del todo la situación—. Más importante... ¿no debería estar en otro país ahora mismo?
Shoto se arrepintió en el momento en que esas palabras salieron de su boca, y es que sin quererlo había sonado más rudo de lo que debería, casi como si le molestara la presencia del hombre rubio ahí, cuando en realidad era todo lo contrario.
—Quiero decir, no es...
—Tranquilo chico —le calmó entre risas—. Además, precisamente de eso me gustaría hablar contigo.
La verdad es que Toshinori se sentía la persona más afortunada sobre la tierra en ese momento, y es que, al quedarse en Japón, estaba decidido a hablar con el menor de los Todoroki en algún momento antes de volver con el circo, más nunca esperó encontrarlo de manera tan casual por la calle.
Mucho menos saliendo de su visita médica.
Quiso creer que era el destino que finalmente los hizo coincidir.
—Entonces... es cáncer —murmuró Shoto con los ojos fijos sobre la taza frente a él.
—Bueno... ya te he contado lo que ocurrió hace un tiempo —dijo Toshinori sin dejar de sonreír—. Ya todos me creían listo para ir muchos metros bajo tierra —comentó en tono bromista—. Pero por alguna especie de milagro o como quieras llamarle... aquí estoy.
—Por eso el circo estuvo inoperante durante tanto tiempo.
—Sí...
—¿Recuerda lo que dije aquella vez que nos topamos?
—No podría olvidarlo —murmuró algo apenado—. Pensar que viste ese lado tan patético de mí...
—Al contrario —intervino el heterocromático—. Pero mantengo mi postura y aunque no me incumbe, sigo creyendo que debe decírselo a Izuku.
—Bueno, yo decidí confesártelo, así que, de alguna manera, tienes todo el derecho para opinar al respecto —aseguró el mayor con toda la calma.
Llevaban casi dos horas sentados en una terraza donde habían ido por el almuerzo.
La charla comenzó con Toshinori explicando en profundidad su enfermedad y el porqué no pudo ir con su familia hasta Venecia.
Llegados a ese punto, el de cabello bicolor incluso estaba al tanto de que tan avanzada estaba la enfermedad del hombre rubio. Pensó sinceramente que la conversación terminaría ahí y le haría prometer una vez más que no diría nada a Izuku por el momento.
Sin embargo, la charla tomó un rumbo totalmente inesperado.
—Shoto-kun... ¿Puedo llamarte así?
—Claro —aceptó sin dudar, luego simplemente esperó.
—¿Izuku alguna vez te habló de su historia?
—Algo.... Bueno, lo justo y necesario, supongo —dijo luciendo indiferente.
Cuando en verdad sentía que la curiosidad lo volvería loco.
—Cuando lo conocí, era un niño pequeño, sucio y temeroso —comenzó narrando, luego sonrió como si todos los recuerdos estuviesen reproduciéndose en su cabeza al momento de hablar—. Era algo divertido si lo pienso con calma —seguido de eso, una risita escapó de sus labios—. Parecía ser alguien realmente indefenso y con todo en contra —aseguró—. Pero contrario a lo que veían mis ojos, era un niño lleno de determinación en su mirada, con sueños tan grandes e irreales en su momento. En mi vida me había sentido tan abrumado por alguien tan pequeño.
Toshinori no podía borrar la sonrisa de su rostro.
—Pero... tengo una duda —murmuró el semi albino—. Legalmente son familia ¿no?
—Por supuesto, me encargué de hacer todo el papeleo posible para que él y Katsuki fuesen legalmente mis hijos —admitió sonando lleno de orgullo.
—Pero ninguno lleva su apellido.
El rubio sonrió ante la perspicacia del muchacho frente a él, por lo que se cruzó de brazos y se acomodó en el asiento, apoyando por completo su espalda en el respaldo de la silla, dándole así un aire más relajado.
—Verás... los padres de Katsuki eran un matrimonio muy unido, uno que adoraba a su pequeño hijo —indicó—. Igual que Inko —susurró luciendo triste por un momento fugaz, luego recuperó la compostura.
—Y ella es...
—Era... —intervino en tono suave—. Inko era la madre de Izuku y la mujer que más he amado en mi vida —luego de eso, comenzó a reír y negó con la cabeza—. Imagina la explosión que hubo en mi cabeza cuando supe que ese niño que vivía en un orfanato era hijo de aquella maravillosa mujer.
—Pero... ¿cómo...?
—Los padres de Katsuki e Inko eran muy amigos, por ende, los niños debían serlo también —prosiguió con su historia—. Lamentablemente... murieron en un accidente de tráfico en vísperas de navidad.
Shoto no podía pensar en nada correcto para decir, no es como si hubiese algo que pudiese agregar de todas formas.
Solo que no podía creer lo que estaba escuchando. Era como si a cada palabra que saliera de los labios contrarios, más quería tener a Izuku cerca.
No lograba entenderlo y eso le desesperaba.
—Yo llegué a ese orfanato por un cliente que necesitaba de mis servicios —confesó—. Ese pequeño niño de pecas y cabello rizado comenzó a robarse mi corazón a cada visita que hacía al lugar. Pero jamás se me pasó por la cabeza el siquiera ser padre, el pensar en adoptar era algo que parecía muy lejano e irreal, después de todo, no era casado, no tenía el tiempo ni la experiencia como para cuidar a un niño.
—Pero lo logró.
—Por supuesto, y hasta el día de hoy, siento que es mi mayor logro —sonrió algo satisfecho—. Curiosamente chico, nadie parecía querer adoptar a Izuku, y las dos ocasiones en que parecía estar todo listo para que tuviese un hogar... algo ocurría y el muchacho volvía ahí.
¿Quién demonios no querría tener a alguien como Midoriya en su casa?
Todoroki realmente encontraba que aquello era la locura más grande que jamás alguien le haya contado.
—Bueno, resultó que luego de investigar un poco más a fondo, descubrí que Izuku no era adoptado a causa de Katsuki.
¿Eh? ¿Qué tenía que ver ese delincuente?
—Seguro no me creerás por lo que has visto hasta ahora, pero esos dos solían ser como uña y mugre. Y es que Izuku al ser pequeño y frágil, era molestado por los otros niños, y Katsuki siempre terminaba metido en problemas por defenderlo, después de todo, luego de la muerte de sus padres, solo se tenían el uno al otro —comentó nostálgico—. Entonces comprendí que... o eran ambos, o no era ninguno.
¿En serio eran tan amigos?
Pero el rubio ese siempre se dirigía al pecoso en malos términos o de manera agresiva.
¿Cómo rayos...?
—Y pues... hice todo el papeleo necesario, soborné a quien hiciera falta en el proceso y terminé por hacerme con la custodia de los dos —reconoció algo apenado por algo que él consideraba un tanto inmoral y poco profesional, aunque lo hizo por un buen motivo después de todo—. Como yo tampoco tenía familia, ese par se volvió mi todo —nuevamente, una sonrisa aparecía en sus labios—. Mis planes eran comprar una casa grande, y ordenar mis horarios para poder cumplir el rol que ahora me tocaba, sin embargo, un grandioso maestro que tuve en la universidad supo sobre todo el asunto con los niños y me contactó.
—¿Para ayudarle? —preguntó con una creciente curiosidad.
—Bueno... algo por el estilo, él era el original dueño del circo —mencionó—. Las visitas al lugar eran cada vez más frecuentes gracias a las insistencias de los chicos, y bueno, cuando él enfermó, quiso heredar todo a mi nombre por alguna razón —confesó sin borrar la sonrisa de su rostro—. Y bueno, nuestra vida se volvió una completa aventura después de eso, ya sabes, yo era abogado como tu padre y como tú planeas serlo, jamás creí que terminaría siendo dueño de un circo.
—Pero no luce arrepentido en absoluto.
—Muchacho... de lo único que me arrepiento, es de no haberlo hecho antes.
—Izuku sabe sobre...
—¿Su madre? —se adelantó, al ser el silencio su respuesta, continuó hablando—. Por supuesto que lo sabe —dijo al fin—. También sabe lo mucho que la quise... no podía ocultarle algo como eso.
Todoroki comenzó a procesar la información que acababa de recibir y a unir algunos puntos. Ahora mismo tenía un montón un de dudas, pero el hombre frente a él no era a quien debía preguntarle.
—Chico... sé que no me correspondía en absoluto contarte todo esto, pero es la única manera que se me ocurrió de hacerte entender un poco mejor a Izuku —confesó—. Es inseguro porque por alguna razón, hay personas que consideran divertido o repelente el hecho de que sea adoptado.
—¿Quién diablos pensaría así? —cuestionó con cierta molestia en la voz.
—A Katsuki nunca pareció importarle que lo llamaran delincuente, mugroso o incluso recogido, él simplemente los golpeaba y ya.
—Izuku en cambio no sería capaz de matar una mosca —agregó Shoto en un murmullo.
Pero inesperadamente, Toshinori comenzó a reír.
—Bueno, al principio solo se quedaba en silencio, pero hubo una ocasión en que ambos llegaron a casa sucios y algo golpeados... resulta que entre cinco intentaron golpear a Katsuki e Izuku intervino. Solo supe que ganaron, pero por poco y se quedan sin escuela.
—No puedo imaginar algo así...
El rubio comenzó a reír un poco más fuerte y luego suspiró.
—Lo han lastimado mucho... ese chico entregaba el corazón con demasiada facilidad, o al menos así era hasta que se lo rompieron.
Bien, Todoroki quería detener el tiempo para poder tomar una gran bocanada de aire y pensar con claridad. No sabía que tanto quería escuchar, no estaba seguro si quería saber sobre el que posiblemente fuese el primer amor de Midoriya.
—Bueno... eso es algo de lo que claramente no puedo hablar, no me corresponde, lo siento —se disculpó mientras unía sus manos frente a su rostro y sonreía con algo de culpa—. Pero el asunto es... luego de ese suceso, Izuku pareció apagarse poco a poco. Como su padre, odié eso con cada fibra de mi débil cuerpo. Parecía estar viviendo en modo automático sabes... era como si no le importara nada más que el trabajo...
¿Quién le habría hecho tanto daño a una persona tan buena?
¿Y por qué Toshinori le estaba confiando esas cosas?
—O al menos, hasta que te conoció.
—¿Eh? —preguntó congelándose en su lugar—. ¿A mí?
—Muchacho, hace mucho que no lo veía tan entusiasta por hacer un espectáculo, realmente estaba en ello —mencionó con orgullo—. Cuando me dijo que irías al show especial, se puso como loco buscando un sitio donde estuvieses cómodo y donde vieras sin problemas.
—Pero al final, usted fue quien me dejó pasar.
—Sí, bueno... quise ayudar hasta donde pude.
—¿Ayudar? ¿De qué está hablando?
—Shoto-kun... es muy egoísta lo que quiero pedirte, pero me gustaría que prometieras que lo vas a pensar al menos.
—¿Pensar en qué? —preguntó confundido—. Lo lamento, estoy muy perdido en todo esto.
—Me gustaría que te unas a nosotros en el circo.
El semi albino se quedó en silencio, pensando en aquellas palabras y considerando la posibilidad de que tal vez... solo tal vez, hubiese escuchado mal.
—Sé que tienes tu vida aquí, tu familia, pero también sé lo que he visto y muchacho, tu mirada se ilumina cuando estás en el circo. No planeo que aceptes de inmediato y hoy mismo te subas a un avión, además, sería cambiar de manera drástica a todo lo que estás acostumbrado, pero si te lo pido es porque siento que es lo correcto —aseguró son seriedad—. Te dije que me había arrepentido de no haberlo intentado antes ¿verdad? —inquirió con la mirada fija en la del heterocromático—. Pues ahora pensé que tampoco me gustaría arrepentirme de no haberte invitado.
—Pero... todos en el circo tienen alguna especie de talento —comenzó diciendo de manera apresurada—. Yo en cambio no sirvo para nada, solo estudio y dependo de mis padres, eso no es un talento en absoluto.
—Chico, ¿te crees que yo comencé sabiendo algo sobre circos? —preguntó entre risas despreocupadas, luego llamó al mesero y pagó la cuenta, dejando a Shoto totalmente absorto en sus pensamientos. Una vez la cuenta pagada, se colocó de pie, aunque no sin antes tomar una servilleta y anotar su número en ella—. Mi próxima visita al médico es en una semana, puedes irte conmigo si gustas y no pienses en los gastos —señaló con alegría—. Es una invitación del dueño de casa después de todo.
Agradeció por la compañía y se marchó deseándole un buen día al chico de cabello bicolor que en esos momentos no sabía qué hacer.
¿Debería considerarlo siquiera?
Por dios, eran demasiadas emociones ahora mismo y se sentía muy abrumado. Había una mezcla de temor, inseguridad, curiosidad y en parte, una calidez que desconocía.
Realmente lo había invitado a unirse a ellos.
Alguien le estaba invitando a ser parte de algo tan grande y asombroso como el circo.
¿Debería contárselo a alguien? ¿A su hermana, a su madre quizá?
¿A Izuku?
No, no había forma en que le contara aquello al rizado, ni siquiera sabía qué hacer, o si tomar en serio aquella propuesta. Contarle sería como prometerle algo que no iba a suceder, y luego de escuchar un poco sobre su vida, lo último que quería era decepcionarlo también.
¿Qué haría?
Cinco días habían pasado ya y Shoto parecía haber estado con la cabeza en la luna por completo.
No se había contactado con Toshinori hasta entonces y mucho menos con Izuku.
No, no era solo con ellos, la verdad es que ni siquiera sabía dónde tenía el móvil.
Fuyumi y su padre solían quejarse, pero poco y nada le importaba, y es que ni siquiera en la universidad parecía estar atento, era como si fuese un muñeco vacío, uno sin la capacidad para comunicarse o pensar por si mismo.
Estaba tan confundido y sin nadie a quien recurrir en busca de un consejo.
Lo positivo de todo eso, es que al menos la relación con su madre parecía mejorar cada vez más, porque casi todos los días se hacía un tiempo para ir a visitarla sin importar el que tuviese que viajar casi dos horas en tranvía.
Y en cuanto a su abuela que creía muerta, Fuyumi reconoció haberla ocultado por miedo a su padre y a la vez, porque creyó que no le tomaría importancia. Y la verdad es que tampoco es como si estuviese molesto por eso, pero ese día la albina de todas formas lloró un montón mientras se disculpaba, todo para terminar con un abrazo entre ellos y su madre y una cena donde presentaba a Tensei finalmente como su novio.
Bueno, mucho había sucedido en tan poco tiempo.
Era justo que le dieran un respiro, su vida solía ser tan aburrida y tediosa y de un momento a otro ya no tenía tiempo para pensar siquiera.
—Shoto —dijo la albina apareciendo frente a él.
¿O siempre estuvo ahí?
¿Cuánto tiempo llevaba en casa?
—En serio... ¿qué pasa contigo estos días? —preguntó con ambas manos en sus caderas—. Actúas muy raro. ¿Estás teniendo problemas con la universidad?
—Con la... no, no es eso —aseguró distraído—. Fuyumi... ¿Alguna vez consideraste el irte de casa?
—¿Eh? —ladeó levemente su rostro y le vio entre intrigada y nerviosa—. ¿A qué viene eso?
—No es nada, olvídalo.
Shoto suspiró y se encaminó en silencio hacia su habitación, dejando a su hermana sola en la mitad del pasillo. Aunque no consideró el hecho de que ella lo seguiría hasta su cuarto.
—Oye... hablemos un poco —sugirió con una sonrisa.
—No tengo ganas, puedes ir sola —comentó sin prestarle siquiera atención.
Fuyumi soltó una risita ante lo despistado y vulnerable que lucía el semi albino en ese momento.
—Preparé algo de té —indicó sin dar espacio a negativas—. Tú prepara un platillo con los dulces que nos envió mamá el otro día.
—Pero ni siquiera tengo ganas —murmuró quejumbroso.
Era una actitud algo inusual y puede que incluso infantil viniendo de parte de Shoto, sin embargo, a su hermana le encantaba ver una faceta que desconocía de él.
—Por cierto, este fin de semana iré a quedarme con mamá y la abuela... ¿te gustaría venir también?
El sábado era cuando Toshinori debería estar tomando el avión para reunirse con los otros miembros del circo, por lo que se supone que debería tener una respuesta para ese día, esa era su fecha límite, y aun siendo consciente de aquello, no podía pensar en nada.
Aunque su silencio también bien podría considerarse una manera cobarde de negarse sin dar la cara.
Demonios, se sentía exhausto en verdad.
—Shoto, ahora que lo pienso... ¿no has hablado con Midoriya-san? —inquirió con cautela—. Tensei dijo que por lo que su hermanito comentó, el chico está bastante preocupado al no tener noticias de ti.
Genial, ahora además de estar perdido por la vida, también se sentía una horrible persona.
—Lo pondré a cargar y hablaré con él en cuanto tenga tiempo —aseguró con la mirada perdida—. Sabes, realmente no tengo ganas de esto, estoy muy cansado, iré a dormir.
—¿Planeas irte de casa? —preguntó la albina de golpe, logrando detener toda acción del menor de sus hermanos.
—¿Qué?
—Lo que me has preguntado antes... es porque estás considerando irte de aquí ¿no?
¿Lo estaba considerando en verdad?
No sabía, la verdad es que la simple idea parecía aterrarle y fascinarle al mismo tiempo.
Tantos años intentó irse de ahí, largarse aún si no tenía un sitio donde llegar, y ahora que lo tenía, se sentía asustado.
Tomó asiento en silencio y apoyó los codos sobre la mesa para sostener su rostro con ambas manos.
—¿Tú pensaste en hacerlo alguna vez? —volvió a preguntar sin verla a los ojos.
Fuyumi lo meditó un poco con temor a darle una respuesta apresurada, así que cuando creyó encontrar las palabras correctas, comenzó a hablar.
—Bueno, sinceramente, creo que un montón de veces —confesó.
Shoto entonces elevó un poco la mirada y la vio con evidente interés.
—¿Qué te detuvo? —cuestionó serio—. Además del viejo, obviamente.
—Verás... —se llevó una mano a la cabeza y se revolvió el cabello con cuidado mientras sonreía—. No podía dejarte solo con él.
—Claro, debí suponerlo —se apresuró a decir—. Pero hace bastante tiempo que puedo lidiar con él... ¿Por qué no hacerlo entonces?
—Creo que... nunca tuve la valentía necesaria ni la motivación de hacerlo en verdad, ya sabes... estoy acostumbrada a esto —señaló observando su entorno.
—Ya veo.
—¿Quieres irte con mamá? —preguntó tomando asiento frente a él.
—Me invitaron a unirme al circo —lanzó sin siquiera haber intentado ser sutil.
Algo que aparentemente fue un error, pues Fuyumi no tardó en abrir los ojos con sorpresa y ponerse de pie tan rápido como pudo.
—¡¿A-A-Al circo dices?!
El semi albino entrecerró los ojos ante lo escandalosa que era su hermana y luego simplemente dejó escapar un bufido.
—No tienes que reaccionar así —murmuró mirando sin real interés la pared de la cocina donde ahora charlaban—. Solo dije que me invitaron, no dije que me iría.
—Pero lo estás considerando —aseguró ella—. O no estaríamos teniendo esta conversación ahora mismo.
—Eres un poco paranoica... ¿lo sabías?
—Shoto... si papá se entera...
—Fuyumi —se colocó de pie y tomó las manos de su hermana entre las suyas sobre la mesa y le sonrió de manera breve para intentar calmarla—. No hará nada porque nada ocurrirá, no lo haré ¿bien? —luego soltó el agarre y su gesto se volvió algo frío—. En fin, iré a dormir, lamento no tomar té contigo por ahora, que descanses.
Sin más palabras de por medio, se marchó directo a su cuarto y asegurándose esta vez de cerrar la puerta antes de recibir a otro intruso.
La muchacha de anteojos en cambio parecía no lograr salir de su asombro, pero una vez lo hizo, su gesto se volvió triste.
"Por alguna razón, creí que tu hermanito se iría con el circo también" "Ah... ¿no lo notaste?"
Las palabras de Tensei resonaban en su cabeza mientras meditaba un poco la situación en la soledad en que ahora se encontraba.
Por supuesto, era una tonta, tan lenta que quería darse un golpe en mitad de los ojos.
La respuesta era obvia, ella sabía todo desde antes, tenía las pistas ahí, gritándole en sus narices.
Puede que Shoto dijera que no se iría ahora, pero ella suponía que era solo cuestión de tiempo.
Bueno, más vale tarde que nunca 😅
Lamento la hora, pero es que... dios, una persona responsable hubiese dejado los capítulos adelantados, pero como soy una subnormal y una vaga xD
Pues... 🌝
En fin, aquí está el capítulo, y ahora un poquito más largo que el anterior, porque me deprime el hacer algo tan breve.
La cosa aquí es, que al fin comenzamos a dónde yo quería llegar, ya saben, a paso de tortuga, pero se avanza.
Espero ansiosa seguir hasta el día 7 y pues que lo disfruten realmente.
No me odien y si tienen dudas, no lo piensen dos veces y lancen todo 🌚
Por ahora me despido, agradeciendo (obvio) que se tomen el tiempo de leer y seguir aquí como siempre 💕
Hasta el otro capítulo ☀️
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