Capítulo IV
Junio 2013
Es extraño que a veces la compañía que más deseamos sea la menos indicada para nosotros.
Eso sentía yo en ese instante, quería que mi amiga estuviera conmigo pero la conocía tan bien como para imaginarme que estaría tan seria e incómoda con el ambiente que aceptaba su ausencia.
Y cuando lo vi acercarse a mí necesitaba a Inés con su sarcasmo o su sola presencia, intimidaba a todos los “inútiles” que planeaba tener algún contacto con nosotras solo con una mirada de sus ojos de reflejo de noche.
Para mi mala suerte estaba sola, se paró enfrente mío y me dedico la mirada que yo quería desde hace tiempo, sí era mi amor platónico desde que comenzó el año escolar. Le sonreí muy nerviosa. No es como si todos los días sucediera lo que exactamente esperas.
⎯ Hola ⎯ dijo con voz segura ⎯ nunca pensé encontrarte sin Inés, quería hablarte hace tiempo.
No sabía que responder, mi mente gritaba que le contestara porque era lo lógico, pero mi boca se negaba a pronunciar palabra. Me aclare la garganta y con la sonrisa más alegre que tenía dije:
⎯ Hola, claro que podemos hablar cuando quieras.
⎯ Necesitaba decirte algo pero sin la presencia de alguien que pueda interrumpirnos y siempre estabas acompañada, hasta ahora no te habías despegado de tu amiga, me parece muy extraño ¿Es que acaso ya le pareces alguien no interesante? Porque para mí si lo eres.
Me dijo que era interesante, estaba tan feliz. Olvide todo lo que había aprendido de la astucia y las deducciones que debías hacer a las personas.
⎯ A mí también me pareces muy interesante, te he visto en los partidos y realmente eres fantástico.
Así comenzamos a platicar por unos minutos, le dije a María la presidenta del curso que habían llegado por me y me fui con Guillermo a la cafería que se encuentra enfrente de la escuela para hablar más cómodamente.
Al final de la noche ya éramos pareja, no fue tan romántico como me lo imaginaba, solo me lo dijo y yo obviamente que le correspondí, hasta nos habíamos besado, solo fue un toque leve pero era mucho más de lo que pensaba.
Fui a casa muy feliz, me acosté para dormir y mi último pensamiento fue que desde ahora todo sería amor y felicidad para mí.
Pero…no crean en eso, dura poco hasta que la atracción se acaba, cuando realmente conoces a la persona y no solo vez lo que quieres o lo que aspirabas para ti tu mundo se rompe.
Lo peor es que sabes que es tu culpa porque ¿Quién te manda a tener semejantes expectativas? Nadie.
Recuerdo cuando al día siguiente se lo comenté a Inés. Respondiendo ella tan altiva que ya lo sabía, que eran muy notorias las sonrisas y miradas que se daban. No era posible, llevaban cuanto en la escuela ¿10 minutos? Y ella ya lo sabía todo.
⎯ Te conozco, y también las miradas que se dan las personas que se atraen, él siente eso por ti. Atracción. Cuando se le acabe querrá a otra y tú te quedaras viendo cómo se aleja y te preguntarás que hiciste mal si tú lo querías tanto.
En esos momentos la odiaba, ella no sabía nada del amor porque nunca le intereso alguien, jamás se había enamorado pero siempre decía algo para herir. Pero viéndolo después de tres meses sabía que ella lo decía por su bien, porque aunque no quería aceptarlo Inés siempre era sincera con lo que veía y lo más importante, era realista.
⎯ Le dijiste que sí muy rápido, no lo conoces, debiste esperar más y saber cuáles eran sus intenciones ⎯ dijo con tono de regaño⎯ sin embargo ya está hecho y ahora debes esperar, pero no me hagas caso, que yo no tengo experiencia y no soy nadie para juzgar.
Salí de mis pensamientos cuando entro por la puerta con dos tazas de té humeando y una leve sonrisa que expresaba un “Te lo dije”. Me dio una de las tazas y tomo asiento en la silla de mi escritorio.
⎯ ¿Quieres hablar? ⎯ Preguntó tranquila y luego tomó el líquido que despedía un magnifico aroma frutal.
⎯ Me dejó por Batilda, es más joven y con esos ojos verdes y cuerpo perfecto era más que obvio que lo haría ⎯ dije con voz trémula ⎯ Tal vez yo tampoco hice mucho por él, es mi culpa.
Una mirada severa me hizo callar, cruzo sus piernas en la silla mientras removía el saquito elegantemente.
⎯ Sí eres culpable.
⎯ No era eso lo que esperaba que dijeras ⎯ contesté mirándole fijamente.
⎯ No te estoy diciendo mentiras, es tu culpa. ¿Sabes por qué? ⎯ Negué con la cabeza, incapaz de decir algo ⎯ Por esperar algo hermoso de una persona tan podrida, por creer que las personas son buenas, o mejor por no esperar a conocerlas, ¡Sarah por Dios! Era visible que iba a terminar mal.
⎯ Yo pensé que él correspondía mi cariño ⎯ dije muy tenue.
Suspiro cansada, su mirada brilló. Significaba que venía algo importante, baje la cabeza dispuesta a escuchar.
⎯ Compartía ese pensamiento, hasta que me observe a mí alrededor y me pregunté ¿En verdad así eran todos? Dañando a las personas que supuestamente les importan, pero dejándolas tiradas y solas para que salgan adelante por sus propios medios, así sea arrastrándose entre los fragmentos de una vida que nunca volverán a tener.
Ese razonamiento era muy certero, dañar algo querido era normal pero no por eso debe ser bien visto, no por costumbre debe dejar de ser castigado.
Viéndolo con esos criterios hasta nuestros progenitores nos dañaban, con sus comentarios hirientes por nuestros sueños, eso no debería ser naturalizado y sin embargo lo eran. Alcé la cabeza para verle sonreír bajo su taza.
⎯ ¿Crees encontrar algún día alguien que de verdad nos quiera?
⎯ Sí, pero primero debemos querernos nosotras.
Asentí con la cabeza probando mi té, Inés no solo daba buenos consejos también cocinaba perfecto.
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