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Capítulo 22: Dolor

Peter estaba en total silencio mientras recibía las ordenes de Megan. Sara y Tamara se tomaron de la mano por si necesitaban reaccionar rápido, Chuck seguía tendido en el suelo por la descarga eléctrica y Ryan lo único que podía hacer ahora era observar y mantener la calma.

—¿Qué vamos hacer ahora S?—Solo mantén la calma, son demasiados.

Mientras tanto Sara le preguntaba lo mismo a T, se encontraban en ese lugar por unas muestras de laboratorio, y por primera vez se cuestionaban si hacer todo esto merecía tanto el riesgo.

Cuando Peter bajo el teléfono celular, apunto con su arma a Ryan. Las gemelas estaban tensas, pero Tamara entendía que por muy rápida que fuera, no llegaría a tiempo.

—No es lo que se me ordeno, pero me encantara hacer esto.

Todo ocurrió en una fracción de segundo; Tamara activo su radar y ralentizo el tiempo al activar el sentido y visión de una mosca. Jugaba con el pedazo de cobre distorsionado que antes fue un proyectil, y al escuchar la detonación del arma que Peter tenía en sus manos, lo arrojo con fuerza impactando la bala solo un poco, pero logrando con esto desviarla.

Lo siguiente que hizo fue impulsarse en su dirección, lanzo una patada bastante fuerte, Peter con su mano derecha freno el golpe y Tamara sintió como un objeto se dobló en el interior.

—Menos mal me coloque estas planchas por el cuerpo. —Se quitó la chaqueta y dejo caer la lámina que Tamara impacto recién. —Lo malo de esto es que me quita movilidad, algo que no me puedo permitir. —Esta vez miro a Sara. —Escúchenme todos, quiero que le disparen ahora mismo a la chica.

A Tamara el corazón le dio un vuelco, no podría detener todas las balas, su salvoconducto siempre había sido el hecho de ser tan importantes para los avances médicos, pero al parecer, a este hombre no parecía interesarle nada de eso.

Los soldados hicieron caso a la indicación, apuntaron a la chica y comenzaron a disparar. Entre balas, un grito ahogado a unos pocos metros y la reacción de un hombre que acababa de perder a un gran amigo, los otros llegaban a la sala guiados por Lucy y Samanta.

Luna por primera vez sintió mucho miedo, lo que acababa de pasar no lo pudo prever en su visión, o a lo mejor lo que no pudo adivinar era lo que estaba por venir después de la decisión de Peter.

—¡Chuck! —Ryan fue en su dirección, los hombres dejaron de dispar y esperaban de nuevo órdenes. El corpulento hombre recibió diez impactos de bala en su espalda, logro levantarse con rapidez del suelo y abrazo a Sara para evitar que las balas la dañaran.

Tamara estaba con sus manos en la cabeza, no se podía creer lo que estaba pasando. Ryan con lágrimas en sus ojos se arrojó en dirección a Peter, el hombre solo sonrió, saco un arma y atravesó la rodilla del chico con una bala.

—Todos son ratas insignificantes, unas malditas ratas anormales. —Miro a Tamara y le sonrió. —Pero ustedes, de verdad que me han jodido ya lo suficiente.

—Creo que te acabas de joder más. —Se escuchó a unos metros.

Peter no notaba que el lugar no solo lo habitaban los militares y el grupo de las gemelas, frente a él tenía a más de cincuenta niños, todos con habilidades extraordinarias, todos con la intención de apoyar a las gemelas Sara y Tamara.

Sara dejo escapar una lagrima al ver por primera vez en un tiempo a Lucy; ella solo sonrió y asintió y le hizo saber entonces que todo estaría bien.

Por otro lado, Samanta también dejaba escapar unas lágrimas, pero las mismas no eran exactamente de alegría, en ellas se despedía el odio que ahora sentía hacia Peter y él conocía a la perfección que después de Sol, al fenómeno que menos se podía molestar era Samanta.

—Le disparaste.

—Samanta, espera. —Dijo Peter bajando lentamente el arma.

La niña se acercó a Chuck, los militares le apuntaron, pero de inmediato Peter les hizo una seña para que mantuvieran la calma.

Chuck continuaba tendido en el suelo, su cabeza reposaba en las piernas de una Sara desconcertada. Samanta se acercó un poco más y vio directo a los ojos el rostro agonizante de su hermano.

—Grandulón. —Dijo mientras le tocaba el rostro con delicadeza. —Chuck apenas pudo mirarla, pero al hacerlo dejo ver unos dientes manchados de rojo.

—Mi Sam. Estas bien, mi Sam.

—¿Por qué tuviste que actuar como un héroe?

—No se me da bien eso de dejar que le disparen a una chica.

—Su respiración era agitada, y cada vez era menos el aire que sus pulmones emanaban.

—Sam.

—Dime Grandulón.

—Sácalos a todos de aquí, por favor hazlo —Una lagrima rodo por su mejilla, le dio un ataque de tos y escupió a un lado sangre. Samanta quito la mano de la mejilla de su hermano y toco la sangre, se entretuvo unos segundos mirando como lentamente una gota rodaba por su dedo índice.

—No te preocupes, prometo sacarlos a todos de aquí. Él solo asintió. —¿Puedo encargarme de tu dolor? —Su voz era temblorosa.

—Puedes. —Dijo Chuck sonriendo. —Pero antes déjame ver a Ryan. El chico se acercó cojeando, los militares estaban desconcertados y Peter congelado en el mismo lugar.

—Querido amigo.

—Lo lamento, tendremos que posponer nuestra partida de billar.

—Lo lamento yo por no tener una habilidad que me permitiera salvar a mi mejor amigo.

—Tienes una de las mejores, lo sabes —Volvió a toser y esta vez fue aún mayor la cantidad de sangre que salió de su boca.

Ryan lo miraba, sabía que el dolor que sentía en su rodilla era insignificante con el que albergaba su corazón.

—Los sacaremos a todos. —Dijo Samanta.  —Y tú morirás aquí. —Dijo mientras miraba a los ojos a Peter.

—¡Disparen! ¡Mátenlos a todos!

Los hombres intentaron acatar la orden, pero antes de lograrlo, todos flotaban en el aire paralizados.

—De ustedes ya me encargo. —Dijo Samanta.

Tomo la mano de Sara, ella tenía la mirada perdida, se veía afectada por Chuck.

—Espero que la muerte de mi hermano merezca la pena. Espero que tú valgas la pena.

Chuck tosió nuevamente. Sonrió y miro a su hermana a los ojos.

—Ya es hora. —Dijo con dificultad.

Samanta le pidió a Sara que se alejara un poco, rodeo la cabeza de Chuck con su mano derecha y coloco su izquierda en el pecho del hombre.

—Eres tan noble que tu corazón necesitaba mucho espacio para encajar, por eso creciste tanto. —Atrajo la cabeza de Chuck a su pecho, y en un amargo susurro apretó su mano izquierda mientras escuchaba el crujido del corazón, y el como la vida de su hermano se apagó.

Todos aguardaron silencio un momento, Samanta dejo a su hermano en el suelo y lentamente camino hasta pararse frente a Peter.

—Necesito la maleta que tienes en la mano, y la contraseña para abrirla.

—Esto no te servirá de nada. —Dijo.

Sabía que no tenía posibilidad mientras Samanta tuviera el control de todos los cuerpos.

—Eso no es tu problema, y de lo mucho o poco que colabores significara que tanto dolor experimentaras para irte al otro lado.

—Sí sé que voy a morir no me interesa en absoluto darte la clave de mi maletín. —La miro directo a los ojos. —Todos y cada uno de ustedes son unos malditos fenómenos de circo, y todo circo tiene un encargado.

Samanta coloco sus manos frente a su rostro. Y formo un circulo pequeño con ellas.

—Voy a hacer de cuentas que no dijiste nada mientras que te hago reconsiderar tu decisión. ¿Sabes que está en medio de mis manos ahora mismo? —Peter no dijo nada. —Lo que tengo es tu cabeza, y veras como poco a poco sentirás la presión en ella y te vendrán muchas ganas de hablar.

Samanta fue lentamente cerrando el círculo que formaban sus manos y los gritos de Peter retumbaban en el hangar. Los soldados estaban asustados, sabían que después ese mismo destino les tocaba a ellos. Los jóvenes veían a Samanta y entendían por qué siempre la aislaban. Tamara tomo un cuchillo que siempre reposaba en su bota derecha, le dio un giro y de un salto se acercó a Peter. Justo antes de cortarle la garganta se quedó congelada flotando en el aire.

—¿Quién te dio el derecho de decidir? —Dijo Samanta.

—Nadie en realidad, pero si vas a vengarte solo mátalo, aquellos que disfrutan del morbo son incluso peores a aquellos que solo matan.

—Este no es tu problema, lo matare a mi manera.

Tomo control del cuerpo de Tamara para evitar que lo matara y nuevamente sonrió y se fijó en el asustado hombre que tenía delante.

No entendía que lo difícil de detener a las gemelas es que compartían su cuerpo con otro ente, el mismo que ahora no era controlado por nadie.

Tamara dio un salto y enterró el cuchillo en la garganta de Peter, el hombre en medio de su agonía mostro un rostro de agradecimiento.

—Te pedí que no te metieras en mis problemas ¿Es tan complicado hacer caso?

—Es mejor así, te estoy liberando, evitando que te conviertas en un maldito monstruo. —Miro en dirección al cuerpo de Chuck. —Él lo que más quería era que tú fueras feliz. En el viaje me hablo mucho de ti.

Los jóvenes que habían sido liberados de sus celdas formaron un circulo al rededor de ellas, Samanta los observo y uno de ellos dio un paso adelante.

—Creo que lo mejor será irnos de aquí Sam, tengo tanto miedo como todos de morir, de no conocer mas allá de unas simples paredes de cristal, tengo miedo de que termines por convertirte en un monstruo cuando siempre nos protegiste y en muchas ocasiones tu rebeldía te concedió castigos que ninguno de nosotros hubiéramos soportado, ahora te necesitamos mas que nunca, y solo a ti seguiremos a donde sea que ellos nos lleven.

El campo de fuerza que retenía a los militares desapareció.

—Solo salgan de aquí y dejen que partamos en paz, de permitirlo vivirán hoy.

Todos partieron sin poner un solo pero, los niños fueron poco a poco entrando en la nave mas grande que estaba en el hangar, pero antes uno a uno fue a donde estaba Chuck y le dio las gracias y la ultima despedida.

—¿Dime que quieres que hagamos con su cuerpo? —Pregunto Tamara.

—No te preocupes, me encargare de meterlo a la nave. Por favor ve con los demás e intenta que todos se organicen.

—Yo me encargo.

—Oye Tamara. —Samanta la miro a los ojos.

—¿Si?

—Gracias

—Eres fuerte, a tu corta edad has soportado demasiado y eso es admirable, yo solo tengo a Sara, por ella seré capaz de cualquier cosa, pero a partir de ahora te protegeré como si fueras mi hermana. —Coloco su mano en el hombro de Samanta. —Chuck era un ser humano increíble, en los meses que entrene con él no hice mas que fortalecerme y eso nunca lo olvidare.

—Yo espero que no. No me gustaría pensar que se fue en vano.

—Partió como solo un héroe lo haría, lucho con nosotros y salvo a cientos de niños a salir de un infierno que lleva por nombre Megan. ¿Sabes que es lo mejor de todo esto? —La niña la miro intrigada. —Ahora somos nosotros los que llevamos las riendas.

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