Primera vez: La ventana
Es la primera vez, Jungkook tiene diez años y Jimin doce.
Jungkook conoce a Jimin desde hace algunos meses atrás, lo vio una tarde en clases de regularización, él entró llevando de la mano a un niño pelinegro de baja estatura que minutos después se convirtió en el compañero de asiento de Jungkook por un mes entero, su nombre es Jihyun, el hijo menor de la familia Park y también un talento andante al igual que su hermano.
Jimin solía llevarlo cada tarde sin falta, exceptuando los domingos, Jungkook recuerda tan bien la dulce sonrisa que le dedicaba a los profesores y las cortas conversaciones que mantenía con los demás niños antes de que las clases comenzarán, en aquellas ocasiones Jihyun ocultaba su vergüenza tras los libros e ignoraba a su hermano mayor hasta que este se fuera.
Con los días Jungkook se volvió amigo de Jihyun, descubrió que compartían gustos en algunos videojuegos y películas, hablar con él hacía que la regularización fuera menos tediosa, sin embargo, la distracción le duró poco cuando en tan solo un mes su compañero de asiento recuperó sus hábitos de estudio y sus calificaciones volvieron a subir, no había necesidad de continuar manteniéndolo ahí de cuatro a seis cuando podía invertir su tiempo en algo más entretenido que eso.
Pensó que nunca volvería a cruzarse con los Park, hasta que un domingo Jihyun lo reconoció en la iglesia y se acercó para saludarlo junto a sus padres y su hermano. Ambas familias formaron una buena amistad en poco tiempo al descubrir que no más de tres calles los separaban, era maravilloso tener amigos en el mismo vecindario.
Una vez Jihyun lo invitó a su casa a jugar videojuegos, no es que fueran tan cercanos, en realidad la señora Park había notado que Jungkook tenía pocos amigos e insistió a su hijo en que intentara socializar más con él.
Al principio fue incómodo, los padres de su nuevo amigo se acercaban cada quince minutos para asegurarse de que el par de amigos la estuviera pasando bien, Jungkook no estaba acostumbrado a ese tipo de atención, incluso le sorprendió ver a la familia completa reuniéndose en la mesa durante la comida, platicando y riendo entre ellos, no había celulares, computadoras, periódicos ni distractores en la mesa, todos estaban enfocados en pasar el tiempo juntos, en familia.
Las visitas se volvieron rutinarias, los señores Park sabían en qué días aparecía, a qué hora llegaba y a qué hora se iba, pero eso no significó que algo en la relación de ambos hubiera evolucionado, eran compañeros de videojuegos, es todo, Jihyun no indagaba mucho en la vida de Jungkook y Jungkook no necesitaba hacerlo en la de él cuando todo ya era visto por sus propios ojos en cada reunión.
Desde entonces ha sido así durante algunos meses, nada perturbando la dinámica, no hasta las vacaciones.
Es la segunda semana en casa, Jungkook está acostado en su cama intentando mantener la atención en un libro que Jihyun le prestó, es algo de ciencia ficción sobre una nave extraterrestre que un día cae en una casa causando una explosión que genera mutaciones raras en los habitantes de la tierra y el protagonista, uno de los afectados, se convierte en un guerrero mutado que lucha contra estos seres que vienen del espacio.
La historia no es de su preferencia y aun así la sigue leyendo para tratar de escapar de los ruidos que vienen de la planta baja.
No entiende por qué sus padres son así, sólo sabe que no los soporta y es en esas ocasiones en las que agradece la existencia de la familia Park.
Aunque esta vez no es su día ni su hora de visita, si apareciera frente a esa puerta color chocolate, ¿ellos le abrirían?
El sonido de un plato roto sacude sus tímpanos y lo hace abandonar la reflexión interna, no necesita pensar más antes de tomar una decisión, así que escapa por la ventana y baja con ayuda del gran árbol que está junto a la entrada de la casa, es un proceso que ha repetido varias veces, escalar y descender árboles ya no es la gran cosa para él.
Después de que sus pies tocan el suelo, emprende una carrera hasta la casa de los Park, el sudor escurre de su frente, conforme se aleja, el ruido de los gritos se desvanece, pero su inquietud interna persiste incluso cuando su mano llega al timbre.
¿Quién le abrirá esta vez? Decide preguntarse como distracción, hace una apuesta mental como cada vez que va de visita.
Hoy es martes y son las 4:00 p. m.
La señora Park aún debe estar en el trabajo, el señor Jeon tal vez esté de vacaciones, Jihyun no tiene entrenamiento de fútbol y Jimin... bueno, Jimin suele estar ocupado estudiando en su habitación, entonces Jungkook decide apostar por Jihyun esta vez.
La puerta se abre.
Perdió.
—Jungkook... ¿Qué haces aquí?
—Jimin... —La inseguridad se refleja en su voz.
Tal vez deba volver a casa, girar sobre sus talones y correr, fue una idea impulsiva venir sin avisar.
—Jihyun no está, él entró ayer al campamento de verano, ¿recuerdas?
—Oh...
Un detalle que olvidó por completo, se tienta a darse un golpe en la cabeza por su torpeza.
Los ojos de Jimin se suavizan al comprender el descuido del menor y aún pese a ello se hace a un lado invitándolo a pasar.
—Todavía puedes quedarte si lo deseas, estaba por ver una película, mis padres llegarán en la noche.
Jungkook asiente con la cabeza y se adentra en la casa, no ha sentido tanta timidez desde la primera vez que los visitó, esa vez secó las palmas de sus manos en sus pantalones durante todo el día como una especie de tic. Los nervios de aquel momento regresan a su cuerpo y lo hacen moverse con cautela.
El ambiente es silencioso, Jimin invita a Jungkook a tomar asiento en el sofá y después se retira hacia la cocina.
Jungkook nunca ha entablado conversaciones con Jimin ni ha tenido la intención de hacerlo, las veces que ha visitado la casa, el niño mayor lo saluda con una sonrisa, con su actitud comedida pregunta si el par de amigos necesita algo y tras cumplir con su papel de hermano mayor, vuelve a su habitación para luego reaparecer en la hora de la cena, a veces ni siquiera está y en otras ocasiones ni siquiera baja, ambos son indiferentes, o por lo menos eso es lo que Jungkook piensa.
—¿Dulce o salado? —pregunta el dueño de sus pensamientos desde la cocina.
Jungkook carraspea su garganta.
—Dulce está bien...
No sabe si Jimin lo escuchó, pero decide pensar que sí cuando el chico no vuelve a insistir.
Por lo mientras, los ojos de Jungkook se mueven hacia la pantalla y observa la imagen pausada, es una película que no reconoce, no parece alguna película de acción o de caricaturas como las que suele ver, en el marco hay un hombre y una mujer sentados en una cafetería con las manos sosteniéndose sobre la mesa.
—¿Está bien el cereal? —pregunta Jimin llegando hasta la sala para colocar dos platos en la mesita de centro.
Jungkook asiente con la cabeza, no es un chico de muchas palabras, así que no sorprende al contrario con su silencio.
Jimin toma asiento en un sofá separado y alza la mirada hacia la pantalla, un sonrojo pinta su rostro y sus manos torpes se apresuran en recoger el control.
—Eh, yo... ¿Q-Quieres ver eso o prefieres que ponga otra cosa? Podemos ver lo que quieras, Jihyun dijo que subieron una nueva película sobre extraterrestres por ahí...
—Está bien tu película... —masculla Jungkook.
Su cabello oscuro cubre sus ojos y con ellos la timidez que alberga su mirada.
Jimin no insiste más, reinicia la película y se acomoda entre las mantas mientras sostiene su plato de cereal con leche.
Durante la película Jungkook no se atreve en hablar y Jimin tampoco lo hace, al principio es incómodo, hay muchas escenas románticas que Jungkook no está acostumbrado a ver, solo recuerda haber visto algo así con la tía que visita algunos fines de semana. Cuando se va a la cama su tía se queda en la sala viendo películas o telenovelas tan románticas y aburridas como esa.
Descubre a Jimin sonriendo mientras mira la película, nunca ha visto a un niño sonreír así por una comedia romántica, cuando lo nota encuentra una sensación extraña instalada en el pecho, sólo es una simple película, sin embargo, no cree que sea normal ver algo así y eso lo pone nervioso.
Con el rato encuentra un poco de relajación, el día ya ha sido bastante pesado como para inquietarse por un par de escenas.
Al final la película llega a los créditos, Jimin se pone de pie y pregunta algo en su dirección, es demasiado tarde, ya está dormido, así que la pregunta nunca llega a sus oídos.
Esa es la primera vez que Jungkook sale de casa sin permiso.
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Los padres de Jungkook no saben que Jihyun está en un campamento de verano, así que durante los martes, jueves y viernes ellos siguen pensando que su hijo está visitando la casa de los Park, sin saber que el menor en realidad pasa más de dos horas divagando en los juegos del parque, para su parecer la opción es mil veces mejor que escucharlos pelear.
Desde que las miradas de los vecinos empezaron a volverse más frecuentes, Jungkook sabe que tarde o temprano su madre se enterará y no lo dejará volver a salir hasta que las vacaciones terminen, eso en el mejor de los casos.
Y la ocasión se presenta.
Jungkook está sentado en un columpio con la mirada en el suelo, cuando de pronto una voz femenina bastante familiar le llama desde la distancia.
—¡Jeon Jungkook!
Alza la mirada y su rostro palidece con la vista, es su madre caminando hasta él llena de furia, incluso cuando la señora de los helados la saluda, ella la evade y continúa caminando hasta llegar al niño.
—¡No está bien lo que hiciste! ¡¿Cómo pudiste mentir diciendo que ibas a casa de los Park?! ¡Ya me dijeron que tu amigo se fue a un curso de verano y todo el tiempo has estado aquí! Cuando lleguemos a casa vas a ver...
La mano de su madre se enreda alrededor de su brazo delgado y tira de él de camino a la salida del parque.
—¿En qué demonios estabas pensando? Cuando tu padre llegue le voy a decir de esto...
El pánico se apodera de Jungkook, quiere tratar de excusarse o zafarse de su agarre y escapar, pero es imposible, está helado.
—¡Señora Jeon! —una voz dulce suena detrás de ellos—. ¿Cómo está?
El agarre en el brazo de Jungkook se relaja, la mujer toma una respiración profunda y se gira en dirección al recién llegado con una sonrisa forzada.
—Hola, cariño, todo bien, ¿y tú?
—Muy bien, muchas gracias por preguntar —hace una reverencia—. ¿Por qué se lleva a Jungkook?
—Ah, este niño...
Ella no evita rodar los ojos, Jungkook solo agacha la cabeza con las mejillas sonrojadas y sus ojos evitan hacer contacto visual con los del niño mayor frente a él.
—Jungkookie está conmigo, vinimos a comer helados juntos, él dijo que no tenía permiso de salir de nuestra casa, pero yo lo convencí, si lo está regañando por eso ¡lo siento muchísimo!
Los ojos de Jungkook se agrandan al escuchar las palabras del contrario, nadie podría imaginar al ejemplar hijo mayor de los Park mintiendo con descaro a la señora Jeon, sus ojos brillan y sus mejillas están sonrojadas representando pena sin pizcas visibles de falsedad.
—Oh... —La madre de Jungkook no parece haber previsto la situación—. Mi hijo no me dijo que tu hermano se fue a un curso de verano, pensé que también te habías ido con él.
—No, claro que no, tengo que asistir en las mañanas a mis entrenamientos de Taekwondo, no puedo permitirme faltar, señora —responde Jimin—. Pero estos últimos días Jungkook me ha estado haciendo compañía, extrañamos mucho a Jihyun.
¿Por qué? Jungkook se pregunta, no ha hecho nada para estar en deuda o algo bueno que lo haga merecedor de su ayuda, ni siquiera son amigos, así que no lo entiende, no hay razones por las que Jimin deba mentir por él.
—No lo sabía —responde la madre de Jungkook, incluso ella parece sorprendida—. Mi hijo no me dijo que se estaba reuniendo contigo, me preocupé mucho cuando me enteré de que no estaba yendo a visitar a tu hermano.
—Es mi culpa —Jimin realiza una reverencia—. Pensé que no lo dejaría venir, lo siento muchísimo.
Jimin está usando esa mirada que siempre conmueve a los adultos, como la de un pequeño cachorro perdido, sus ojos se vuelven cristalinos, sus cejas de inclinan hacia los costado y sus párpados caídos entregan más ternura de la que se puede poseer.
—Está bien, solo... avísenme a la próxima, no hagan que me preocupe así, ¿vale? —revuelve la oscura cabellera lacia de Jimin—. Gracias por cuidar de mi hijo durante estos últimos días.
Aunque el agarre en el brazo de Jungkook se ha desvanecido y su madre ahora sonríe, sabe que habrá una discusión volviendo a casa, por ahora sólo le queda agradecer mentalmente al niño de ojos pequeños que ha intervenido por él.
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No sabe qué tan malo es, pero desde lo sucedido, va a casa de los Park en los mismo horarios que antes y se sienta en el sofá durante horas mientras observa a Jimin estudiar en la sala, a veces enciende la televisión, otras veces se dedica a leer los libros que el niño mayor le presta, desde su punto de vista, tiene mejores gustos que Jihyun para la literatura.
Hay algo en Jimin que le despierta mucha inquietud, ya lo ha atrapado muchas veces mirando en su dirección, no le incomoda, le parece extraño y es aún más raro que sienta una especie de satisfacción en estas situaciones, prefiere no indagar en esa dulce sensación reconfortante, así que mete los sentimientos en una caja y la esconde en lo más profundo de su mente, sólo tiene que esperar a que Jihyun regrese y con suerte a que sus propios padres arreglen sus diferencias, aunque tal vez eso sea mucho pedir.
—¿Quieres... acompañarme a regar las plantas del jardín? —pregunta Jimin un día soleado.
Jungkook asiente con la cabeza volviéndose tímido bajo la atención de Jimin y ambos caminan en silencio hasta el jardín.
Él observa que está repleto de plantas, incluso encuentra pequeñas macetas colgando con brotes adquiridos recientemente, alguna vez su casa también tuvo un espacio así de verde, su madre era amante de las suculentas y una experta en sus cuidados, no solía dejar que Jungkook jugara en el jardín para que no estropeara nada, pero algunas veces lo invitó a regar las plantas y le dio algunos consejos para cuidarlas,
Han pasado dos años desde que el jardín de su casa estuvo vivo, pueden sonar como poco tiempo, pero para Jungkook representa la sexta parte de lo que lleva de vida, han sido dos años eternos de infelicidad.
La naturaleza lo está abrazando con nostalgia cuando Jimin pone una regadera de cerámica en sus manos y lo saca de sus jóvenes memorias.
—¿Pesado? —pregunta Jimin con una sonrisa juguetona, es la primera vez que la usa frente a él.
—Un poco —responde Jungkook—, puedo manejarla.
Y así ejecutan la tarea en silencio. El problema aparece cuando escondida entre arbustos, Jungkook encuentra una vieja suculenta y sin mucho cuidado, la regadera se resbala de sus manos.
—¡¿Estás bien?! —Jimin corre hasta él con esa mirada preocupada—. ¿Te lastimaste?
—L-Lo siento... —tartamudea con esfuerzos.
Antes no le encontraba sentido al cariño por esas plantas verdes existiendo millones de flores hermosas de colores llamativos, ahora las extraña, quisiera tener solo algunas en el jardín y que su madre lo regañe por olvidar mover a las que no necesitan estar tanto tiempo bajo el sol, entonces dejaría sus juguetes a un lado y de mala gana se acercaría a trasladarlas de una en una, entonces ella aparecería detrás de él en algún momento para ayudarlo, le contaría todo sobre esas especies, le enseñaría a pronunciar esos nombres extraños y revolvería su cabellera oscura antes de regresar adentro. Habría vida en el jardín trasero una vez más.
—¿Por qué lloras? No te preocupes, mi madre no se enojará, sólo fue un accidente, ¿vale? Respira conmigo, tienes que calmarte.
Solo cuando Jimin acaricia su mejilla, descubre que hay lágrimas deslizándose sobre ellas, no sabe en qué momento comenzó a llorar, no quiere ser un niño llorón frente a alguien más grande que él como Jimin, es suficiente con refugiarse en su casa tres veces a la semana, ya tiene bastante con la atención llena de complicidad por parte de los padres de Jimin, no necesita recibir más lástima.
—Inhala, exhala, inhala, exhala...
Pero le está haciendo caso, está respirando como Jimin le indica, está contando los tiempos con los dedos de la mano como él lo hace y después de unos minutos, su pecho encuentra calma y el nudo en su garganta desaparece.
—¿Lo ves? Todo está bien, Jungkook.
Nada está bien. Jungkook sale corriendo de la casa de los Park, por primera vez no se queda hasta la hora de la comida.
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El día jueves de la tercer semana de verano, Jungkook falta a la casa de los Park por primera vez, no puede darle la cara a Jimin después de haber escapado así aquella vez, por lo que ha decidido esperar a que Jihyun regrese de su curso de verano, mientras tanto, no piensa volver a pisar esa casa.
Es la vergüenza de un niño de diez años la que genera necesidad por ocultar cualquier parte vulnerable de su personalidad.
En casa las cosas han cambiado, ya no hay gritos ni cosas rompiéndose, pero eso no significa que sea mejor que antes. Ahora su padre nunca pisa la casa y su madre llora todas las noches con alguna botella de alcohol a un lado.
No tiene a nadie.
Ha escuchado conversaciones ajenas en la calle, las vecinas hablan mucho sobre su familia, dicen que su padre se está viendo con otra mujer y que su madre no es más que una adicta que se lo merece. Quiere defenderlos pero, a decir verdad, últimamente no hay mucho que pueda decir, son como dos desconocidos para él.
En la noche observa su ventana y tiene un recuerdo de esa vez que escapó deslizándose desde el árbol, quisiera hacerlo otra vez, tener un lugar a dónde ir, uno que sea cálido como la casa de los Park, tranquilo como los últimos atardeceres con Jimin... ¿Es mucho pedir?
Esa noche se arrepiente un poco por haberse dejado vencer por la vergüenza.
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El fin de semana se entera de que Jihyun ha regresado, pero no va a darle la bienvenida, aparte de que no es su día de visita, sus padres no están en casa, ellos quizá podrían enojarse si descubren que se fue sin permiso, no quiere molestarlos más.
Da vueltas en la cama, el final del verano se siente eterno, algunas veces observa el árbol que se asoma afuera de su ventana y recuerda la última vez que se escapó desde ahí y corrió a casa de los Park, sus padres nunca se dieron cuenta de eso y aquel hecho deja abierta la puerta de los pensamientos fáciles, si ya escapó una vez, podría volver a hacerlo.
Sin embargo, conserva el pensamiento en lo que es, un pensamiento, no se atrevería a escapar, no otra vez.
La cena es silenciosa, su padre no está en casa, su madre apenas toca la comida y su respiración casi errática sólo indica que está furiosa, de repente se pone de pie y recoge un cigarro de una cajetilla que está en uno de los abrigos de su padre, él siempre la esconde ahí con tanta cautela como si nadie supiera la cantidad de cigarros que fuma al día, después prende el cigarro y da algunas caladas nerviosas mientras da vueltas alrededor de la cocina.
Jungkook nunca la había visto fumar, tampoco esperó que si lo hiciera fuera enfrente de él, ahora piensa que ella está haciendo algo malo, algo muy malo, ¿eso importa?
Aprieta los cubiertos mientras la observa ir de un lado a otro, hasta que suena el característico ruido del auto de su padre estacionándose afuera, su madre le pide —o ordena— que vaya a su habitación porque ya es bastante tarde para seguir despierto, lo cual es una mentira ya que apenas son las ocho y es sábado, pero obedece.
Esa noche la discusión dura demasiado, a las diez de la noche las cosas se ponen cada vez más tensas, han sido dos horas interminables de gritos y cortos silencios esperanzadores de menos de un minuto.
Todo lo que gritan deben ser mentiras, una vez alguien le dijo que cuando los adultos se enojan tienden a decir cosas que no sienten por impulso y tal vez ese es el caso, tal vez sus padres no están pensando porque si lo estuvieran haciendo quizás ellos estarían abrazados en el sofá riendo mientras ven una película y Jungkook juega con sus juguetes en la alfombra, no estarían gritando, todo sería como antes.
Jungkook se pregunta si cuando crezca él también será alguien cuyas mentiras lastimen a las personas que ama, porque si lo será entonces prefiere no crecer jamás.
—¡Me arrepiento de haberte conocido!
Es suficiente, las almohadas no hacen bien su trabajo de aislarlo del ruido y nada parece mejorar.
Está seguro de que lo que está por hacer no es una buena idea, pero es mejor que cualquier otra cosa, vagar en la noche duele menos que observar un amor destruido mientras se convence de que todo es un sueño del que pronto despertará.
Solo diez años son suficientes para comprender...
Abre la ventana, baja desde el árbol y recorre ese camino que conoce de memoria tan bien como conoce el camino hacia la escuela o ese camino hacia las tontas clases de regularización que no ayudan mucho en sus tareas.
¿Los profesores son tontos o el tonto es él? No pasa más de cinco minutos en clase antes de que su mente empiece a deambular y se pierda entre temas, la información entra en un oído y sale por el otro, nunca retiene, nunca recuerda, nunca sabe...
La última vez en regularización vio en los ojos de la maestra una mirada de decepción cuando revisó el examen que Jungkook reprobó en la escuela y luego le regaló una sonrisa incómoda mientras decía:
—Bueno, Jungkookie, ya verás como lo solucionaremos... vas a dominar este tema.
Un tema que ya han repasado más de cinco veces y que a la fecha sigue sin comprender.
Cuando llega a esa bonita casa naranja camina en silencio alrededor de ella e inspecciona las ventanas del segundo piso, sabe que la grande es del cuarto de los señores Park, será mejor evitarla, no recuerda si el cuarto de Jihyun es la ventana de la izquierda o la derecha, intenta hacer un recuento de las pocas veces que ha entrado, es escaleras arriba y luego es a la derecha, ¿primera puerta? Tal vez no, tal vez es la segunda, sí, debe ser la segunda.
Comienza a trepar el árbol y camina con cuidado en el tejado hasta llegar a la última ventana, tal vez es una mala idea, no puede detenerse a reflexionar cuando sus manos ya se encuentran golpeando el vidrio suavemente.
Silencio.
Da tres golpes más.
Silencio.
Jihyun debe tener el sueño tan pesado, con toda la energía que se carga es tan fácil imaginar a alguien durmiendo como tronco con ronquidos ruidosos.
La ventana se abre haciéndolo sobresaltar.
—Jungkook... ¿Qué haces aquí? —susurra una voz inesperada.
—Jimin...
Se mantiene aferrado al marco de la ventana, estático, esperando algo... Jimin no está usando lentes, sus ojos parecen pequeños.
—Por dios, pero entra, te vas a caer si sigues ahí —grita Jimin en un susurro.
No era el plan, Jimin nunca es el plan, pero aparece, esta es la tercera vez que lo hace.
Cuando entra a la habitación y toma asiento en la cama, Jimin va de un lado a otro con nervios, recoge una frazada, envuelve a Jungkook con ella, luego va hasta el baño y regresa con una caja de pañuelos desechables cuyo fin aún es desconocido para el menor, hasta que se detiene frente a él, se agacha y toma sus manos.
—Estás helado, ¿caminaste tú solo hasta aquí? —pregunta y al obtener como respuesta una mirada cansada suelta un suspiro—. Perdón, fue una pregunta tonta...
Asiente con la cabeza lentamente, Jimin observa algo en sus mejillas.
—¿Pasó algo malo, Kookie?
Kookie...
—No pasó nada.
—Estabas llorando...
—No es cierto.
—¿Alguien te hizo algo?
—No pasó nada...
—Kookie, estás llorando.
—¡Eso no es...!
Es cierto.
Jimin lo envuelve en sus brazos antes de que pueda seguir contradiciendo y en ese momento cae.
No sabe cuánto tiempo llora, no sabe cuánto ruido hace, lo único que sabe es que desahogarse en la calidez de alguien se siente increíblemente reconfortante.
Jimin no hace preguntas, tampoco lo mira como si fuera raro ni le dice a sus padres que Jungkook está ahí, de hecho actúa con una dulzura tan consoladora e incluso le hace un espacio en la cama, lo ayuda a deshacerse de sus zapatos y lo arropa con cariño.
—Puedes quedarte aquí hoy, no tienes que pensar en nada, ¿sí? Sólo descansa.
Y Jungkook cierra los ojos rodeado de aquella calidez ajena hasta que cae dormido.
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En la mañana despierta desorientado, estas no son sus cobijas, su cama es más blanda que esta y el sol no lo recibe desde la ventana, en ese momento su mente recapitula los acontecimientos de anoche y procesa que su arranque nocturno no fue un sueño.
—Buenos días, Jungkookie —saluda Jimin desde el escritorio, ¿estudia en un domingo desde tan temprano?—. Mamá está preparando el desayuno, ya habló con tus padres y dijeron que vendrán a recogerte al medio día, no te preocupes, mamá dijo que no sonaban enojados.
Imposible.
Jungkook se sienta en la cama y asiente lentamente con la cabeza, después se queda ahí, inmóvil por la incomodidad de estar en un espacio ajeno al que no pertenece.
Es la primera vez que duerme lejos de sus padres en otro lugar que no es su casa.
Las paredes de la habitación de Jimin son azules, el piso es laminado en un tono de madera claro y las repisas están llenas de libros, legos armados y rompecabezas grandes guardados en sus cajas. Hay figuras en el escritorio de cosas del sistema solar y otras cosas científicas que desconoce.
El hermano de Jihyun debe de ser increíblemente inteligente con lo mucho que estudia, piensa.
—¿No estás de vacaciones? —pregunta Jungkook luego de algunos torturantes minutos de silencio.
Jimin está leyendo algo.
—Sí, todavía me falta una semana para volver a la escuela.
—Y... ¿por qué estudias?
Jimin suelta una risita que hace a Jungkook encogerse en su lugar mientras se siente un poco tonto.
—¿Nunca estudias en vacaciones, Jungkookie?
—No.
—Tal vez te ayude hacerlo.
Jungkook decide concluir en que Jimin es raro.
—¿Puedes con todo eso? —pregunta, Jimin alza una ceja mientras lo mira desde el escritorio—. Quiero decir, ¿te da tiempo de ir a clases, hacer tarea, aprender idiomas, asistir a taekwondo y todavía llegar a estudiar?
—¿Por qué no podría? —la voz de Jimin sale suave, hay una sonrisa dulce en su rostro—. No es tan aburrido como parece.
—¿Y no juegas?
—A veces... los fines de semana cuando salgo al parque con Jihyun.
—¿Y tus amigos? ¿No sales con ellos? ¿No juegan fútbol? —Jungkook frunce el ceño mientras habla, la rutina del contrario le parece excesiva—. Debes tener muchos amigos que quieran jugar contigo.
—No tantos como crees —Jimin susurra.
Jungkook no se pierde la manera en la que los hombros de Jimin caen y su mirada entristece, empieza a sentirse un poco culpable por hacerlo sentir mal.
—Yo tampoco tengo muchos amigos —dice de brazos cruzados—, los niños del colegio no me caen bien así que no vale la pena hablarles tan seguido, todos son unos tontos, tener tantos amigos no es tan importante como los demás creen.
Jimin sonríe un poco.
—Encontrarás mejores compañeros, estarás en la misma escuela que Jihyun, ¿verdad? —el menor asiente en respuesta—. Hay profesores divertidos ahí, Jihyun tiene muchos amigos, podrías pedirle que te incluya en su grupo.
—¿Tú no estudias ahí?
—Yo también voy ahí, pero debe ser aburrido juntarse con gente mayor que tú, los amigos de Jihyun cuidarán bien de ti, ¡eres tierno, harás muchos amigos muy rápido!
"Pero yo sólo quiero ser tu amigo", las palabras que nunca salen se quedan atascadas en su garganta.
—¡Niños, bajen a desayunar!
—¡Vamos, Jungkookie!
En el desayuno nadie menciona lo sucedido, sin embargo, evitar hablar de ello sólo lo vuelve más incómodo, no es normal tener a Jungkook ahí a las nueve de la mañana y él sabe que todos lo consideran extraño, ni siquiera Jihyun dice algo, sólo lo saluda con una sonrisa a medias y come en silencio. Jimin intenta calmar el ambiente pesado sonriéndole desde el otro lado de la mesa mientras comen.
Al final del desayuno Jungkook se disculpa y promete que no volverá a pasar.
Más tarde se da cuenta de que esa también es la primera vez que rompe una promesa, porque a los pocos días entra por la ventana de Jimin y la historia se repite.
Cuando Jungkook tiene diez años y Jimin doce, es la primera vez de muchas primeras veces más, la primera vez que ambos se interesan en alguien de verdad.
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❝...❞
No hice las correcciones ortográficas aún, si encuentran algún error, por favor, díganme.
Espero que disfruten de esta historia tanto como yo disfrutaré escribirla, sé que amarán esto.
—KMDPrincess.
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