41; Una pequeña ayuda.
DESCRIPCIÓN Donde el profesor Jungkook, ayuda a su alumna Lisa.
Contiene escenas subidas de tono.
* * *
Acomodó aquel mechón rebelde de cabello y suspiró frustrada viendo la pizarra. No entendía ni una sola letra y quería llorar de frustración. Ya le bastaba con no entender su vida, como para tener que entender las matemáticas del profesor Jungkook.
Intentando hacer algo por comprender las palabras y conceptos que salían de la boca de su apuesto profesor, levantó la mano. Con la simple intención de hacer un comentario.
— Señorita Manoban.— La contundente y arrolladora voz de Jungkook le dio la señal que necesitaba para poder hablar.
— No entiendo nada.— Dijo con un tono gracioso que provocó la risa y algunas burlas entre sus compañeros.
Jungkook alzó una ceja y se apoyó en el escritorio de madera.
— ¿Y eso a qué se debe Manoban?— Preguntó. — Tal vez es porque no presta atención
Pronto burlas hacia Lisa fueron hechas por sus compañeros. La chica sólo los miró mal y alzó una ceja hacia su profesor.
— O tal vez es porque usted no explica de una manera correcta.—Dijo lo suficientemente alto para que todo el salón escuchara.
Jungkook sonrió levemente.
— ¿En serio le está hablando así a su profesor?— Preguntó con una cara de niño bueno.
— Sólo necesito que me explique de nuevo.— Pidió en tono cansado.
Jungkook suspiró y se levantó del escritorio, para después seguir copiando en la pizarra.
— Se puede quedar durante el receso, por ahora no quiero seguir atrasando a sus compañeros que sí prestan atención en clase.
Lisa bufó ante sus palabras y se hundió aún más en el asiento.
El resto de la hora se le hizo eterno, hasta que aquel sonido ensordecedor e insoportable se presentó en el aula y Lisa no pudo estar más que agradecida. Viendo como todas sus amigas salían dándole sonrisas y miradas de pesar, solo bufó y se preparó para enfrentar a Jungkook.
Al ver que el salón había quedado sin ningún otro estudiante, se levantó de su pupitre.
— Manoban.— Le dijo Jungkook al ver que la chica se acercaba.— Puede sentarse.— Señaló una silla que estaba frente a él.
Lisa se sentó de mala gana frente a él y cruzó los brazos.
Jungkook ladeo la cabeza y la miró con una pequeña sonrisa, su cabello largo cayendo un poco y viéndose brillante bajo la luz del sol que atravesaba la ventana.
— No debería tener esa actitud, señorita Manoban.— Le dijo con tono serio.
Lisa notó como los brazos de Jungkook resaltaban en aquella camisa blanca que traía. Movió su cabeza de un lado al otro, cuando pensamientos que no eran correctos amenazaban con salir.
— Soy una buena chica.— Dijo en un tono... que a Jungkook le sorprendió.
Posando rápidamente sus ojos en los de ella. Sintió un escalofrío al verla con una sonrisa pícara e inocente a la vez ¿Qué tipo de dualidad era esa?
Ignorando aquel comentario siguió caminando hasta sentarse frente a ella. Sus ojos evitando a toda costa su mirada.
— No es solo en mi clase donde usted actúa así, señorita Manoban.— Le dice Jungkook.— Se han recibido quejas de profesores de química, matemáticas y más diciendo que usted no les presta la atención suficiente.
Lisa todo ese tiempo había estado viéndolo. Detallando su rostro y como sus labios se movían para formular una frase. Por primera vez se dio cuenta de que su profesor era malditamente caliente.
Es que ese cabello largo, su mandíbula afilada y aquella sonrisa que inconscientemente le salía coqueta, le ponía. Le ponía mucho. Tal vez por eso se empecinaba en ser un desastre en su clase.
Para que la notara.
Y ahora que lo había logrado, no iba a perder su oportunidad por nada del mundo. Así que, con una cara de niña buena se levantó de la silla; tan lento que su falda se subió un poco más de lo debido. Jungkook pasó saliva nervioso al ver un poco más de sus muslos.
Con toda la delicadeza, Lisa atrapó la corbata que hacía parte de su uniforme y empezó a desatarla con una elegancia que desconocía en ella.
Jungkook abrió ampliamente sus ojos al ver lo que hacía su estudiante. Aclarando su garganta, se sentó bien en el asiento y se apresuró a organizar sus ideas y palabras.
— ¡Manoban!— Le llamó la atención.— ¡¿Qué está haciendo?!— Gritó y sintió más pánico cuando Lisa lanzó su corbata a su rostro.
Lentamente desabrochó su camisa blanca, dejando ver su sujetador de encaje. Lo dejó caer en el piso, para después darle una sonrisa pícara al profesor y correr a cerrar la puerta con pestillo. Sería una tarde interesante.
Se dio la vuelta comprobando que Jungkook aún tenía sus ojos fijos en ella y se sintió exaltada. Un sentimiento narcisista la llenó.
— Creo que está muy estresado, profesor...— Dijo en tono seductor mientras se recostaba en la puerta.— Esto puede hacerlo sentir mejor.— Llevó sus manos hasta su espalda y antes de que Jungkook notara sus movimientos, el sujetador de Lisa había caído.
Y con ello el autocontrol de Jeon Jungkook.
Sin querer esperar ni un segundo más, se levantó de aquella silla como si le hubieran dicho que era el fin del mundo. En el proceso casi se cae, pero valió la pena cuando clavó su rostro en el cuello de Lisa, oliendo su rico aroma y perdiéndose en su piel.
Sus sentidos fueron reemplazados por la lujuria y la excitación que sintió cuando la chica empezó a fregarse contra su entrepierna.
Queriendo dejar su marca en ella, presionó los labios en su cuello, dando besos tan húmedos y fuertes que Lisa sólo podía soltar gemidos de aquí a allá.
De un salto envolvió la cintura de Jungkook con sus piernas. Sin querer perder más contacto entre sus cuerpos, se acercó aún más a él si es que acaso eso era posible.
— Jungkook...— Susurró contra su oreja al sentir como la sentaba en el escritorio.
Pronto un Jungkook desesperado empezó a despojarse de sus prendas, sin querer perder más tiempo. Quería enterrarse en ella, escucharla gemir su nombre, quería jugar un poco.
Pero antes debía quitarse el anillo de bodas que adornaba su dedo.
* * *
Sus pieles chocando. Cada embestida más fuerte que la anterior. Los gemidos de Lisa poniendo más duro a Jungkook con el paso del tiempo.
— Por favor...— Gimió con la voz entrecortada Lisa, mientras luchaba desesperadamente por llegar a su punto.
— ¿Por favor qué? Dilo más fuerte, linda.— Respondio Jungkook, mientras sentía como sus piernas fallaban y las gotas de sudor caían a montones.
— Más fuerte, por favor.
Después de aquella tarde que tuvieron, aunque se prometieron no volver a hablar de lo sucedido y menos a repetirlo, a Jungkook se le hizo imposible. Y más al ver cómo Lisa al otro día entró luciendo con aquel uniforme, sus piernas largas que antes habían estado envueltas en sus cintura siendo su mayor tentación. Esa boca, que había gemido y gritado su nombre hasta el cansancio. Esas manos, que habían dejado marca en los más profundo de Jungkook.
Así que pasaron de ser sólo encuentros una vez a la semana, a básicamente serlo todos los días. Se habían convertidos en malditos conejos y no estaban arrepentidos de ello.
Jungkook se apoyó en el hombro de Lisa mientras se descargaba en su interior, la menor sintiendo sus piernas temblar al llegar a su máximo clímax.
— Cada día es mejor.— Dijo Jungkook separándose. Lisa suspiró y le miró seria.— Vistete, hay que irse rápido. Tengo un evento al que asistir.
Amarró el condón que anteriormente habían utilizado, para después meterlo en una bolsa y tirarlo a la basura.
— ¿Eso incluye a tu esposa?— Preguntó al aire.
Jungkook alzó una ceja, nunca le había hablado de ella.
— ¿A qué te refieres?— Intentó fingir que no sabía nada.
— No soy estúpida, profesor.— Dijo la última palabra con un tono burlón, mientras se ponía su falda de nuevo.— Ese anillo que lleva, brilla más que mi futuro.
Lisa caminó por su lado y se arregló el pelo.
— ¿Eso te enoja?
— ¿Quiere que le sea sincera?— Jungkook asintió. Lisa tomó su bolso.— Al principio sí, pero después pensé en que mientras me de un buen sexo todo bien.
Le dio una palmada en el hombro y antes de abrir la puerta, le sonrió así de dulce como sólo ella sabe.
— Nos vemos mañana.
Lisa salió de aquel salón de clase, pensando en que debía ver urgentemente a Rosé, las cosas se le estaban saliendo de las manos y debía hacer algo.
— Pensé que nunca saldrías.
El comentario de Jackson la hizo girar sobre sus pies. Intentó sonreír pero simplemente no le salió.
El chico no le agradaba mucho a decir verdad.
Jackson se acercó a ella y pretendió olerla, frunció el ceño e hizo una mueca de asco que confundió a Lisa.
— Hueles a sexo.— Dijo.— ¿Sexo con el profesor? Qué arriesgada.— Dijo y sonrió de lado.
Lisa sonrió:— ¿Qué quieres?— Preguntó sabiendo perfectamente cómo podía llegar a actuar ese chico a veces.
— Nada. Sólo quería confirmar mis sospechas. Es una lástima que pierdas tu tiempo con alguien casado.
La sonrisa de la chica se amplió más y mientras se alejaba de Jackson, quiso decirle o mejor dicho gritarle, una cosa más.
— ¡Al menos yo tengo con quien hacerlo!— Exclamó.— ¡Besos, Wang!
Y con su mirada de superioridad se encaminó hasta la casa de Rosé, donde su amiga le ayudaría a buscar nueva lencería para mañana.
Todo por su profesor favorito.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro