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39; Por ti (2/2)

Segunda parte del one shot "¡Corre!"
Sólo porque muchos de ustedes me lo pidieron ♡♡♡

* * *

Todo estaba mal.

Jungkook intentaba desesperadamente quitar a dos de esos monstruos que amenazaban con morderlo. Mientras tanto, Lisa intentaba prender el carro verde que habían encontrado. Las manos temblando y sus ojos mirando cada cinco segundos hacia Jungkook.

— Mierda...— Murmuró bajo su respiración, desesperada cuando la llave parecía no querer encender el carro.

— Vamos, Lisa.— Le alentó Jungkook, que ya se estaba quedando sin energía.

Justo en ese momento, como si todo estuviese en su contra, una de las ventanas traseras se rompió, permitiendo así que las cabezas de esas cosas se asomaran por ahí y pronto intentaran entrar en aquella abertura.

— Mierda, Lisa.—Se quejó Jungkook, dándole un buen golpe a una de esas cosas.

—Tendremos que correr.— Dijo la tailandesa y miró a su izquierda, dispuesta a abrir la puerta.

Jungkook sonrió, gotas de sudor cayendo de su frente:— ¿Crees que no estoy acostumbrado? Apúrate.

Lisa rápidamente abrió la puerta, saliendo de esta. Pronto Jungkook salió detrás de ella, ambos llamando la atención de aquellos monstruos. Sin esperar más, empezaron a correr a la par.

Las piernas largas de Lisa dando largas zancadas y la rapidez de Jungkook, ayudándole. Estaban más que cansados y sólo querían llegar a su refugio, pero algo los tomó por sorpresa y fue encontrarse con un grupo de esas cosas a mitad de camino.

— ¡Vamos a ese tren!— Jungkook señaló un tren a lo lejos, abandonado.— Podríamos pasar la noche allí.— Dijo sin dejar de correr. Lisa asintió y apresuraron el paso.

Detrás de ellos había una avalancha. Podían escuchar claramente sus quejidos y pasos pausados.

— Vamos, sube.— Jungkook ayudó a subir a Lisa, para después hacerlo él. Miró como intentaban subir, pero era inútil. Sonrió, empezaría a tener en cuenta que las alturas eran una de sus debilidades.

Lisa suspiró y se volteó, dispuesta a entrar al tren.

— Jungkook, tengo hambre.— Se quejó, pero no hubo respuesta.— Deberíamos salir mañana a primera hora. Estoy segura de que se cansarán en un par de horas.— Comentó. Pero de nuevo, Jungkook no respondió.

La chica se volteó confundida y sus ojos se abrieron como platos al ver a una de esas cosas mordiendo el cuello de Jungkook.

Sintió sus ojos húmedos y tapó su boca reteniendo un sollozo, observando como con las pocas fuerzas que le quedaban Jungkook empujaba al ser, afuera del tren.

— Jungkook.— Sollozó viéndolo. Su piel se estaba empezando a ponder pálida. Como la de ellos.

— Lisa, entra a la cabina.—Le dijo sujetando su cabeza entre las manos. La mayor se negó.— ¡Lisa entra a la cabina!— Gritó esta vez.

— ¡No!— Se negó. — ¡Me dijiste que no me ibas a dejar sola!— Gritó con lágrimas gruesas brotando de sus ojos.

Jungkook sintió la mirada borrosa, pero entre lágrimas notó como el tono de su piel se volvía cada vez más pálida y deteriorada.

Alzó la mirada y sus ojos se suavizaron al ver a Lisa. No podía dejarla sola. Rápidamente sacó un papel que tenía guardado en su bolsillo y lo tiró al piso. Le hizo una ademán para que lo tomara.

— Es un refugio, allí hay personas que sobrevivieron. Se supone que te llevaría mañana.— Paró de hablar cuando su voz se rompió y Lisa empezó a llorar más.— Ahora soy uno de ellos. Y no puedo estar cerca de ti.

— No me puedes dejar sola.— Susurró. — Lo prometiste.

— ¡Lo siento!— Dijo y se agarró de las barandas, miró hacia abajo. Esos seres estaban sedientos.— Esa cosa pudo haberte hecho esto y no me lo hubiese perdonado. Me sacrifiqué por ti.

Lisa sintió su corazón romperse. Jungkook ya no era su Jungkook. Empezó a moverse de manera extraña, tanto que le asustaba. Sus ojos empezaban a tornarse rojos y una baba extraña comenzaba a salir de su boca.

— Por favor, Lisa.— Dijo entrecortado. — Entra a la cabina.

Haciéndole caso, retrocedió sin quitar la mirada de él y se encerró en la cabina. La ventana transparente que había en la puerta, dándole una imagen del chico.

Jungkook cerró los ojos mientras se sentaba en aquella baranda. Los recuerdos llenando su mente y no pudo evitar sollozar aún más.

Cuando conoció a Lisa, todos sus rechazos, su primer beso. Todo. Pensar que ahora la dejaría sola, aquello le ardía y parecía estar pasando.

— Te amo.— Susurró Lisa, sabiendo que él ya no la escucharía.

Te amo. Pensó Jungkook, mientras la imagen de una sonriente Lisa, nublaba su mente. Con esa idea de ella feliz, quería irse. Al menos sintiendo que la tuvo.

Y sin esperar más, se dejó caer de la baranda. Cayendo de espaldas entre aquel montón de seres, convirtiéndose en uno de ellos. Y dejando a Lisa.

LISA.

Miré el papel arrugado y frunci el ceño. Mis ojos se deslizaron hasta dar con un letrero grande y claro. Me di cuenta de que era el mismo que el del papel.

Suspiré y empecé a caminar hacia la entrada. Tenía hambre y sueño. Además, un corazón roto que tardaría en sanar.

La mañana después de lo sucedido, no dudé ni un segundo en largarme de allí. Como había pensando antes, esas cosas se habían cansado de esperar justo a la madrugada, lo cual me dio la seguridad de salir cuando salió el sol.

Toqué aquella puerta de madera y esperé a que me abrieran.

Pegué un salto de miedo al ver como una chica de flequillo y mirada terrorífica me apuntaba con una arma más grande que mis ganas de seguir viviendo.

— ¡Oh!— La bajó cuando pudo observarme mejor.— Bienvenida, pasa.— Dijo esta vez con un tono muy dulce.

Me recordó a Rosie.

Pasé por aquella puerta y casi que se me cae la boca al ver a todas esas personas. No sabía que tanta gente había sobrevivido.

— Mi nombre es Jihyo.— Me di la vuelta al escuchar su voz.

— Yo soy Lisa.— Me presenté e intenté dar una sonrisa, que más bien resultó siendo una mueca.

— Que sonrisa tan rara.– Bromeó.

— Lo siento. No han sido días buenos.— Me excuse. Noté como su rostro se suavizaba.

— Te entiendo.— Puso una mano en mi hombro, dándome apoyo. Después empezó a mirar alrededor como si estuviese buscando a alguien o algo.— ¿Y Jungkook? ¿No viniste con él?

Con la sola mención de él, no pude evitar romperme en llanto. Sentí como me envolvía en sus brazos y empezaba a murmurar palabras dulces y de consuelo. Pero eso a mi no me servía. Yo quería a Jungkook.

Yo necesitaba a Jungkook. Sus besos. Abrazos.

Pero él ya no estaba aquí.

— Lo siento tanto.— Dijo y noté un poco de dolor en su tono.

Me separé del abrazo.

— ¿Qué voy a hacer ahora?— Pregunté limpiando mis lágrimas.

— No te preocupes.— Me aseguró.— Ahora nosotros seremos tu familia.

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