Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

35; ¡Corre! (1/2)

DESCRIPCIÓN Donde un gran apocalipsis sucede.

* * *

Psycho de RED VELVET sonaba en los auriculares de la estudiante Lalisa Manoban. Miró con asco a todos sus supuestos compañeros de clase, que sólo tomaban y reían descontrolablemente.

Quiso cambiarse de vagón. Pero sabía que la profesora Irene, no se lo permitiría. Dijo que habían dispuesto aquel lugar sólo para los estudiantes y que debían seguir las reglas.

Lisa bufó recordando esto y se hundió más en su asiento.

—¿Por qué tan sola, Lisa?—Puso los ojos en blanco al escuchar la voz del prepotente de Jungkook. Lo miró de reojo.

Llevaba puesto el uniforme del equipo de baloncesto y la cinta que lo destacaba como el capitán de este. Su cabello con tonos rojos estaba despeinado y no podía negar que el chica era guapo, pero muy creído para su gusto.

—¿Qué quiere, Jeon?— Preguntó sin quitar sus ojos de las calles.

—¿Dónde están tus amiguitas?


Lisa lo miró con una ceja alzada.

—Como si no supieras. Están con tus amiguitos. Desde que las chicas se volvieron novias de ellos, me dejaron de lado.—Se quejó la tailandesa.

Jungkook quiso reír al verla con el ceño fruncido; pero sabía que si lo hacía, Lisa probablemente le daría un golpe en el rostro.

—Jennie está con Yoongi, Rosé con Jimin y Jisoo con Namjoon. Deberías saberlo.

–Sólo faltamos tú y yo.— Susurró pícaro.

Lisa quiso vomitar.

Jungkook siempre le ha dejado claro a Lisa que le gusta. Mejor dicho, que le encanta. Desde que la conoció hace diez años, ha estado detrás de ella; con la esperanza de que la niña de sus ojos, le haga caso en algún momento. Era persistente.

—Jungkook, yo-

Antes de que pudiese decir algo, un grito agudo y desgarrador que provenía del vagón delante de ellos, los asustó a más no poder. Lisa instintivamente se agarró del brazo de Jungkook, que era lo más cercano que tenía.

–¡¿Qué fue eso?!—Escuchó como Jennie gritaba en los asientos de adelante.

—¡Lisa!

Jisoo llamó a la menor de sus mejores amigas.

—¡¿Lisa estás bien!?— Preguntó Rosé preocupada, mientras miraba a su alrededor con miedo.

—Sí, unnies. No hay que asustarnos.— Dijo casi más para ella, que para sus amigas.

El tren se había detenido abruptamente y todo se había convertido en un silencio sepulcral.

La profesora Irene y el director de la institución Jin, a la cual pertenecían estos chicos, tragaron saliva fuerte mientras se miraban nerviosos.

No sabían que sucedía, pero aquella situación no les daba buena espina.

—Vamos a guardar la calma.—Habló Irene.—Abriremos la puerta que conecta con el vagón, para ver qué sucedió y preguntar de dónde viene el grito.

—No deberían hacer eso.— Susurró Lisa, aún agarrada del brazo de Jungkook.—Si hay algo que he aprendido de las películas de terror, es que tú nunca vas al lugar del cual provienen los gritos o sangre.— Opinó la chica.

Jungkook asintió de acuerdo.

—No te preocupes, te cuidaré si pasa algo.—Dijo suavemente.

Los ojos de Lisa chocaron con los suyos y por poco se olvida de aquella bizarra situación que estaban pasando.

Lisa quitó la mirada nerviosa y sintiendo sus mejillas rojas. Jungkook rió a su lado y negó con la cabeza.

Irene vio como Jin con manos temblorosas, hacía un gran esfuerzo para abrir la puerta del vagón. Lisa casi que hundió más sus dedos en el brazo de Jungkook, que estaba teniendo internamente un ataque de nervios y pánico.

—¡Mierda!–Gritó Jin, alarmando a todos los estudiantes. Rápidamente notaron como su mayor intentaba cerrar la puerta de nuevo.—¡Vamos, ayudenme!

Todos los chicos presentes se levantaron de su asiento para intentar cerrar la puerta. Manos deformes y cubiertas de sangre se interponían en su camino. Jimin puso cara de terror cuando el rostro de una mujer nubló su vista, tenía la mejilla mordida y escurría sangre de esta.

Lisa observaba la situación desde su puesto, tragó saliva nerviosa y tomó el pequeño bolso que traía. Tenían que salir de allí cuanto antes. No se sabía si habría más personas actuando de esa manera.

—Chicas...— Lisa se levantó de su asiento en la parte trasera. Sin mirar hacia adelante, ya que estaba guardando algunas cosas en su bolso. Al no escuchar respuesta de sus amigas, levantó la mirada.—¿Nini?


No, esa no era Jennie.

Su amiga estaba con los ojos blancos, su piel se estaba volviendo lentamente más y más demacrada conforme los segundos pasaban. Y eso no era todo. Jisoo y Rosé estaban igual o peor. Pero lo que más le preocupaba a Lisa era que ellas iban en su dirección.

Se paralizó llena de miedo, quiso gritar, pero todos estaban intentando cerrar la puerta.

— ¡Jungkook!—Gritó de repente, asustando al chico que de inmediato volteó para ver de quién se trataba.

Jimin, Yoongi y Namjoon lo imitaron. Sus corazón rompiéndose al ver cómo sus tres novias habían sido convertidas en aquellos monstruos.

– ¡Rosie!—Jimin corrió a donde estaba su novia.

—¡No te acerques!— Le gritó Lisa.

Demasiado tarde.

Rosé había tomado de las mejillas a Jimin y había depositado una gran mordida en su cuello. Ahí Lisa y Jungkook supieron que aquello se joderia de una gran manera.

El chico no lo dudó ni un segundo. Dejando atrás la puerta, corrió hasta llegar a Lisa, tomó los bolsos de ambos y la dirigió hasta la puerta que daba con el vagón de atrás.

Abrió la puerta con dificultad y dejó que pasara primero. Lisa estaba muy asustada. Sus manos temblaban y quería gritar del miedo cuando vio que nadie quedaba en el vagón. Todos estaban convertidos en aquellas cosas.

Sus amigas. Ni siquiera amigas. Hermanas. Ya no estaban.

–No, no, no. Lili, respira.—Le susurró Jungkook. Envolviendola en sus brazos, acarició su cabello. El vagón de atrás estaba vacío, pero sabían que después del suyo estaba ocurriendo un gran desastre.

–Jungkook ¿Qué haremos ahora?— Preguntó llena de miedo.

Como si fuese una respuesta a su pregunta, en la pequeña televisión que suelen poner en cada vagón pasaron un canal de noticias, dando la última hora.

—Por favor, huyan lo más rápido que puedan.—Dijo una mujer en el estudio de grabación. Tenía una expresión de pánico.—Salgan lo más rápido que puedan de Seúl ¡No estamos seguros aquí!—Cuando gritó lo último, la transmisión se cortó.

Lisa sintió que de sus ojos brotaron más lágrimas. Su familia. La familia de Jungkook ¿Estarán bien?

Se sobresaltó un poco cuando sintió que Jungkook le ponía su pequeño gorro azul pastel. Jungkook se puso el suyo también.

—Ten.—Le tendió su saco.—La noche está cayendo y vamos a salir del tren. Debe estar frío afuera.— Dijo y sin que Lisa pudiese preguntar o quejarse Jungkook se dispuso a ponérselo. Este le quedaba tres tallas más grande.

—¿Y tú? También estarás frío.—Dijo Lisa.

— Si estás bien, no importa. —Le puso la mochila que llevaba y tomó su propio bolso negro.

Lisa miró hacia la puerta. Comenzaba a temblar como si estuvieran intentando abrirla. Aquellos seres hacían ruidos terroríficos y pegaban sus rostros al vidrio de la puerta, que parecía debilitarse cada vez más. Jungkook lo notó.

—Vamos, Lili. Tenemos que irnos antes de que esto se ponga feo.—Tomó la mano de la chica y la llevó con él.

JUNGKOOK.

Abrí la puerta y salí dando un pequeña salto ya que esta era un tanto alta. Estiré mis brazos para ayudar a Lisa. Me percaté de lo linda y tierna que se veía con mi saco y reprimi una sonrisa.

—¿Qué haremos ahora?—Preguntó mirando alrededor. Todo parecía muy tranquilo y no me daba buena espina.— ¿Soy yo o ese es un carro?—Dijo de repente.

Fijé la mirada en donde sus ojos estaban. Y sí... Lalisa no estaba en lo incorrecto. Aquel era un carro rojo que estaba en medio de la estación.

—¿Servirá?— Le pregunté.

—Sólo lo sabremos si lo revisamos.— Dijo con los ojos clavados en él.

— ¿Estás segura de que será una buena idea? ¿Y si una de esas cosas están allí?—Le pregunté con miedo.

Lisa me miró y sonrió sin mostrar sus dientes.

—Hay que intentarlo o las que están allí...—Señaló el tren detrás de nosotros.—Saldrán en cualquier momento. Juro que aún puedo escucharlos.

Asentí y antes de que empezara a caminar, tomé su mano. Noté como se tensó al principio, pero después se acostumbró a mi toque.

Agarrados de la mano empezamos a caminar. Todo se estaba volviendo oscuro lentamente y la brisa hacía que el clima se sintiese más frío de lo que ya estaba. Miraba constantemente a lado y lado rogando que ninguno de esos seres apareciese.

—Mierda...—Escuché a Lisa susurrar a mi lado. De inmediato la miré.—Creo que tenemos compañía.

Oh, mierda.

Un grupo de más o menos cincuenta, estaba arrastrándose a nuestra dirección. Y no sólo eso, había más. Estábamos atrapados entre ellos.

Miré a Lisa, que ya tenía sus ojos en mi.

—¿Qué hacemos?—Preguntó nerviosa.

—¡Corre!— Grité y tomé su mano, para que corriera a mi par.

Pronto, todos esos seres estaban detrás de nosotros. Sedientos por convertirnos en su cena.

Nuestras piernas intentaban moverse lo más rápido que podían y no quería soltar la mano de Lisa, hasta que llegáramos al dichoso carro.

— ¡Vamos, Lisa!— Le dije al notar que estaba bajando la velocidad.

Con la respiración agitada continuamos dando zancadas largas, que nos hacían ver mucho más de cerca el carro.

—Entra, entra...—Me apresuró cuando estuvimos frente a él.

No muy lejos, se acercaba torpemente aquel grupo de monstruos.

Con manos temblorosas giré las llaves que se encontraban puestas ahí y recé por que esto funcionara.

—Vamos, vamos...—Dije dándole vueltas para que funcionara.—Mierda.— Gruñi al ver que se acercaban.

—Rápido. Están cerca.—Dijo Lisa en tono desesperado.

Después de un par de segundos que parecieron una eternidad para mí, el auto funcionó. Casi que grito de euforia, pero enfoqué mis prioridades y lo primero que hice fue conducir lejos de ahí. Llevándome obviamente una masa de esos seres detrás de nosotros.

Sentí como Lisa respiraba agitadamente a mi lado. La miré de reojo, tenía el rostro lleno de pánico.

—¿Qué mierda está pasando?—Dijo de repente, su voz rompiéndose al final.— ¿Qué vamos a hacer ahora?—Preguntó con miedo.

—No sabemos cómo está la situación afuera de Seúl.—Opiné mientras mantenía la mirada en la carretera. Miré por el espejo retrovisor. No había nadie.

La mano de Lisa se extendió para prender la radio. Pronto, por voces distorsionadas pudimos reconocer la que parecía ser una presentadora.

— ¡Salgan de Corea! ¡Mejor dicho, salgan del continente! Estamos en peligro, la plaga se está extendiendo. Está sucediendo un apocalipsis.—La voz de la mujer se cortó antes de que pudiese decir algo.


Lisa apagó la radio de inmediato y se desplomó en el asiento.

Miré el tanque del carro, quedaba muy poco. Maldigo internamente e intento ver entre la oscuridad donde estamos.

—¿Qué harías si te digo que nos estamos quedando sin gasolina?—Le pregunté evitando su mirada.

—Diría que oficialmente estamos jodidos.

El carro paró en medio de la carretera. Intenté encenderlo de nuevo, pero no funcionó.

—Salgamos.—Le dije a Lisa, abriendo la puerta.

— ¿Y a dónde iremos, cerebrito? ¿No te das cuenta de que estamos en medio de la puta carretera y que hay unos seres que quieren comernos?—Preguntó alterada.

—Lo sé, Lalisa. Pero no tenemos más gasolina. No podemos quedarnos en el medio de la nada. Como escuchaste, hay que salir de Corea.—Le expliqué.

Lisa bufó:— Entonces... ¿A dónde iremos?

Miré alrededor.

—Iremos caminando hasta el terminal de buses.—Le expliqué.— Debe haber uno vacío disponible.

Lisa bajó la mirada y me acerqué un poco más a ella.

—¿Qué sucede?—Mi tono se suavizó.

—Jungkook, no quiero que nos pase nada.—Dijo aún con la mirada gacha.— No quiero que te pase nada.— Su rostro se alzó y solo ahí me di cuenta de lo cerca que estábamos.

—¿Por qué te importaría?—Pregunté.— Siempre me has dejado claro que no te importo.

—No es así. Me comportaba así contigo porque soy una estúpida. Los chicos lo sabían, estoy enamorada de ti Jungkook. Sé que no es la manera de decirlo o de confesarme, pero verda...

La interrumpi juntando mis labios contra los suyos. La suavidad de su boca se sentía como tocar las nubes del cielo. Ella definitivamente me llevó al cielo con ese beso. Envolví su cintura con mis brazos e intenté profundizar el beso, creando una guerra entre nuestras lenguas.

Cuando empezamos a quedarnos sin respiración, corté nuestro beso. Junté mi frente con la suya y suspiré.

—No estamos en el mejor momento. Pero te protegeré, Lili. Estaremos bien.— Tomé su mano y le di un beso. La vi sonreír entre tanta oscuridad.


Con nuestras manos entrelazadas, nos dispusimos a caminar por aquella carretera abandona. Lalisa las movía levemente de adelante hacia atrás mientras se abrazaba a mi brazo.

Atrás dejábamos a un montón de gente y un carro que sólo nos sirvió por un par de minutos.

Sabíamos se vendría algo difícil. Pero de alguna u otra manera, tenernos hacía que todo se volviese más llevadero.

Correría durante horas con tan sólo tenerla a mi lado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro