
La Pareja De Hishou
Capítulo dedicado a: lapuertadelosfanfics, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—Ha empezado a nevar... —soltó Shoyo en un tono de voz calmado al observar por una de las ventanas de la sala que colindaban al patio trasero que conectaba al bosque, los finos copos de nieve que se iban acumulando contra el colchón blanco de todo el sitio. En sus brazos, tenía cargando a su pequeño Kazuya.
Kazuya estaba bien despierto, recargado del pecho cálido del de hebras naranjas y posando sus pequeñas manos cerca de su cuello, queriendo abrazarlo pero por su tamaño, no pudiendo rodearlo por completo. Kazuya no dejaba de ver a la madre de Tobio, quien estaba a su lado y con el que su padre sostenía una conversación.
—S-sí, parece que empeorará el clima —afianzó con seguridad Kaede, tratando de fingir que no se sentía incómoda por ver la forma en la que su nieto no le apartaba la mirada. Shoyo, por su parte, no parecía darse cuenta del gesto que le estaba haciendo el bebé y acariciaba sin preocupación con una de sus manos los cabellos alborotados del niño.
—En las noticias salió que llegaría una tormenta de nieve esta noche, deberían de quedarse a dormir aquí —destacó Shoyo con una suave sonrisa sutil, escuchando como el sonido del teléfono de Hishou empezaba a sonar, destacando a una banda japonesa de J-Pop popular del momento y como éste apenas vio el nombre de la persona que lo llamaba, se emocionó de sobremanera y se puso de pie, saliendo de la sala—. Tenemos una habitación extra, y algunos futones... —murmuró, pero incluso su tono de voz bajo, fue fácilmente oído por Sora, quien estaba sentado en las piernas de Tobio en la sala, en sus pequeñas manos portaba una rebanada de pastel de mora y una cuchara, alimentándolo.
—¡Yo puedo dormir con papá Tobio y papá Shoyo! —gritó Sora, soltando la cuchara vacía sin considerar nada, y solo levantó su mano, con un leve rubor en sus mejillas y llamando la atención de Shoyo y su abuela.
La cuchara no cayó al suelo, ya que Tobio logró agarrarla en el aire por mera suerte, tragando el bocado que éste le había ofrecido.
Shoyo sonrió y vio a Sora, con su gesto serio de siempre, sólo que con sus cejas arqueadas levemente hacia abajo y con su emoción discreta, luego a Tobio, el adulto que colocaba con discreción la cuchara sobre el plato del pastel. Era lindo ver a Tobio con algunas manchas de mora o pedazos de tarta cerca de su boca sin limpiar.
—So-chan dormirá con nosotros, así que estarán disponibles dos habitaciones —corrigió Shoyo al leer entre líneas las intenciones de Sora, y atinando fácilmente cuando el menor dio un bufido lleno de satisfacción y un asentimiento.
Kaede asintió con cierta torpeza, creyendo que debía de cuidar sus pasos o palabras porque el nuevo integrante de la familia no dejaba de verlo. Desde que había amanecido en sus brazos esa tarde, se asustó y la golpeó, el bebé parecía haber encontrado una forma de guardar en su mente su rostro, y se estaba portando cuidadoso.
Al estar cerca la examinaba, una forma desesperada de tratar de protegerse. Sus manitas aferrándose con fuerza al cuerpo de Shoyo, era su representación de que no quería que lo alejaran de su lugar seguro y sus orbes azules inyectándole odio en sus facciones oscurecidas dignas de un Kageyama, era una forma de tener al enemigo al margen.
Kaede fingió no darse cuenta de eso, evadiendo la mirada con torpeza y sólo así llevándose la atención de Shoyo por las curiosas acciones del pequeño Kazuya. Su vista café bajó hacia el niño de hebras naranjas, notando como sus delgadas cejas hacia abajo y sus pucheros, le dieran una apariencia un tanto intimidante.
—Zu-chan... —susurró Shoyo Kageyama en un tono de voz bajo, deteniendo las caricias en sus cabellos para hacer lo posible en posar sus dos manos cerca de las axilas del niño y alejarlo de su cuerpo.
—N-nou... —Jadeó Kazuya con terror, al verse obligado a ser soltado de su papá sin que él lo quisiera. Shoyo rio con algo de nerviosismo, al alejar al pequeño de su cuerpo con sus dos brazos, y observó como el bebé que colgaba, se había puesto rígido y sus piernas estiradas y manos extendidas al frente se asemejaban a las de un gato aterrado.
Kazuya no se movió toda esa parte en la que fue forzado a alejarse de Shoyo, porque en su mente, esa idea podía interpretarse como algo similar a: «si no me muevo, no me ven».
—Zu-chan, estás tenso —contó el de hebras naranjas entre risas, acercando al pequeño que se parecía en su mayoría a él, con la intención de volver a acomodarlo de una forma en la que el niño se sintiera más cómodo—. Vamos, puedes recargarte de papá Shoyo —cantó con facilidad, haciendo que el pequeño mirara hacia el lado contrario del que estaba su abuela, y sonrió cuando sintió como los brazos y piernas al apegarse a su cuerpo se fueron relajando en su mayoría, ahora posando suavemente sus manitas sobre su pecho, y dando como posibilidad abierta a que con una de sus manos que no sostenía su pequeño cuerpo, se encargó de levantarle suavemente el mentón, para que los dos se vieran a la cara.
Kazuya aceptó la pequeña propuesta de su papá, y contempló con sus grandes ojos azules la mirada cálida del adulto. Ahí, el pequeño bebé que apenas estaba aprendiendo a hablar, gatear y sus primeros dientes salían, sonrieron con la misma calidez que la transmitió el adulto.
Sí, el pequeño de cabellos alborotados de color naranja enseñó los dos únicos dientes que tenía en la parte de arriba de su dentadura al querer imitar las muecas que veía en Shoyo diario, sus ojos azules fueron levemente entrecerrados y su boca fue más abierta de lo normal.
Shoyo Kageyama se derritió de la ternura, rio con estrepitosa fuerza, y se inclinó lo suficiente como para dejar un pequeño beso en los cabellos de su niño, sonriendo feliz al lograr su cometido.
—Zu-chan, eres igual de lindo que tu papá Shoyo —comentó emocionado el adulto, dando mimos a su bebé y halagando su propia apariencia de paso. Kazuya así se lo olvidó con velocidad sus temores, riendo con fuerza, estirando sus pequeñas manos y tocando parte de las mejillas de Shoyo, sólo palpando. Cuando no se trataba de Shoyo, las pellizcaba: Hishou, Sora y Tobio podían confirmarlo.
—¡Ohhhh, así que Hishou ya tiene pareja! —La voz de Miwa en la entrada de la sala hizo llamar la atención de toda la familia, incluso de la adormilada Natsu que se desparramó en un sofá apenas salió de bañarse.
—¡Tía Miwa! —gritó Hishou en medio de su pánico, siendo interceptado cuando estaba a punto de entrar a la sala. Shoyo fue testigo de como su hijo mayor poco a poco se fue pintando de colores, empezando a pigmentarse primero en sus mejillas y su frente, antes de esparcirse por todo su rostro y orejas.
Hishou tomate.
—¡Yo tampoco sabía! —relató Natsu el nuevo descubrimiento del siglo que había logrado obtener—. Necesito saber quién es, ¡habla, Shou-chan!
—Natsu, Miwa-san, no molesten a Hi-chan —pidió Shoyo en modo de un regaño, al ver al mencionado casi pasar a un plano mayor de la existencia humana. Natsu sólo se mostró un tanto decepcionada por la actitud madura de su hermano, cuando podía recordar que antes de tener a Hishou, éste le había insistido por conocer a su primer novio de secundaria, y le llenó la cara de preguntas.
—¿Cómo se llama? —Muy al contrario, Miwa obedeció a medias, dejando de lado su pequeño rastro de burla para hablar con honesta curiosidad.
Hishou, así pudo sacudir rápidamente su cabeza y el celular que tenía en mano, terminó por guardarla en el bolsillo de su celular. Seguido de eso, todas sus facciones se marcaron en su vergüenza y trató de evadirles la mirada.
—Ryusei Tsukishima... —afianzó con seguridad, quedándose mudo al principio, antes de creer que sudaba y todo el pánico se iba acumulando en su garganta, queriendo gritar.
—¿«Tsukishima»? —repitieron sus dos tías casi al mismo tiempo, y Sora se mostró entusiasmado.
—¡Ryusei es mi otro hermano mayor! —exclamó el de cabellos negros alborotados.
Hishou asintió con seguridad, y Natsu trató de entablar en su mente, ese nombre extrañamente familiar: Tsukishima Kei y Tsukishima Tadashi. Desde la renovación de votos matrimoniales de su hermano con Tobio, no los había vuelto a ver, y nunca fue tan cercana a ellos, como para hablarles, pero creía ubicar al padre del novio de Hishou.
—¿No era el amigo de Tobio en la preparatoria? —terminó por atar cabos sueltos la mujer de cabellos cortos oscuros, al recordar a un tipo rubio que al graduarse de la preparatoria, un día llegó a su estética para cortarse el cabello. En ese entonces, Shoyo ya estaba en Brasil y Tobio había llegado a su casa a ayudarla por una semana antes de mudarse oficialmente al pequeño departamento que había decidido rentar con su pareja.
Kageyama enrojeció con fuerza al recordar lo que pasó ese día, chirriando sus dientes de la exaltación y sólo incentivando a Miwa a continuar cuando vio que eso realmente alteraba al menor.
Molestar a tu hermano menor... era maravilloso.
—No es mi amigo —evadió Tobio el gesto curioso de su hijo Sora, de Shoyo y su madre—. ¡Tsukishima es un idio-...! —Se detuvo al sentir los e caminantes ojos de Sora sobre él, apretando sus labios y tronando sus dientes—. Es una persona desagradable.
—Recuerdo que habían empezado peleando, y después de cortarle el pelo, te mandé a que lo acompañaras a su parada de autobús... —insistió la chica, posando una de sus manos en sus mejillas y realizó un mohín al ver el gesto asustado de Tobio por esos recuerdos—. Llegaste a la estética como tres horas después, con Kei a tu lado, los dos venían medio abrazados y cantando canciones en un idioma que según ustedes era inglés. Me dijiste que habían llegado a un restaurante y tomaron mucho alcohol —atiborró, haciendo que la boca de Tobio se abriera en proporción grande y Shoyo tuviera que aguantarse las ganas de reír.
No, no, ¡no!
¡Atrapados!
—Los hice pasar a la sala de mi casa y no dejaban de reír, decían cualquier cosa y los dos se reían. Incluso si había silencio, se reían —manifestó los hechos, dando un suspiro pesado la fémina, pero riéndose en sus adentros porque era divertido exhibir a su hermano menor—. Luego, tú empezaste a llorar mientras le tratabas de marcar con tu zapato izquierdo a Shoyo-kun para que te contestara, y al pegarte el zapato a tu oreja, empezaste a decir lo mucho que lo extrañabas.
—¡Miwa! —Paró en seco todo el adulto, con toda la cara roja y sólo recibiendo de consuelo las pequeñas palmadas en la espalda que Sora trataba de darle.
Sí, eso Shoyo lo sabía, sabía que Kageyama no era muy resistente al alcohol, dos vasos pequeños y ya podía estar comportándose extraño. No era una persona violenta o que se excitara, si no que, se ponía a reír como desquiciado, hablaba con los objetos (la última vez que lo vio ebrio, fue con una lámpara alta de sala hace muchos años atrás), y buscaba mimos... pero con la anécdota anterior, ahora entendía que Tobio sólo buscaba esas atenciones con él.
Cierto, Tobio recapituló que eso había ocurrido porque le pidió a Tsukki ayuda sobre cómo hacer una propuesta de matrimonio. Kageyama lo único que pudo hacer fue posar su única mano que no sostenía a Sora sobre su cara y trató de cubrirla. ¡Qué vergüenza!
Shoyo sonrió en medio de su burla, acercándose hasta donde él estaba, para poder sentarse a su lado. Al llegar al sitio, primero le sonrió a Sora, antes de asustar al otro adulto apenas le picó las costillas con su dedo, bajando su mano de golpe para observar con sus ojos azules al mayor sonriente.
Al bajar su brazo, fue que Shoyo pudo aprovechar para enredar el brazo con el que no cargaba a Kazuya en el de su esposo, y jaló de él para poder dejarle un beso en la mejilla ajena, caliente y enrojecida.
Kageyama abrió sus ojos con un pequeño rastro de sorpresa, y Kazuya, quien había estado viendo todo, se quedó aterrado al ver las acciones que su papá le hacía a su otro papá: ¿por qué su papá Shoyo besaba a sus papá Tobio en el mismo sitio que él? ¡Ése era su regalo! ¡Su magia!
Los gestos de Kazuya se oscurecieron una vez más, bajando sus cejas hacia abajo y su pequeña boca se abrió con ligereza... ¡su papá Tobio le quitaba los besos de su papá Shoyo!
Extrañamente similar a Tobio...
—Sí, Ryusei Tsukishima es el novio de Hi-chan —comentó Shoyo, volteando a ver a su cuñada y a su hijo que seguían en la entrada de la sala. Tobio seguía perdido por el beso, con una sonrisa extraña y satisfecho porque su pareja se recargaba de él, mientras los examinantes ojos de Sora y su silencio fue suficiente para que el mayor lo volteara a ver.
Cuando Sora y Tobio cruzaron miradas, el niño, sin hacer un ruido de más o un gesto que lo delatara, simplemente levantó una de sus manos a la altura de la mejilla más cercana a Tobio, señalándola para que entendiera que él también quería un beso.
Tobio parpadeó por unos segundos, tratando de entender y procesar todo, antes de aceptar con un diminuto asentimiento y acercarse lo suficiente al agacharse para dejarle un beso en el sitio.
Kazuya volvió a ver esa acción y quedó consternado, sólo teniendo de consuelo, los brazos tranquilizadores de Shoyo y su cuerpo calentito. ¡Sora le robaba su regalo de papá Tobio!
—Ryu-chan es un buen chico —confesó Shoyo Kageyama, sintiendo como las manos de Kazuya jalaban de su camisa de mangas largas en busca de su atención, obteniéndola con facilidad y obteniendo una vez más como recompensa, una pequeño beso en su cabeza.
—Creo que nunca lo hemos visto por aquí —aseguró Hana Hinata, sentada en otro sofá, haciendo memoria y recordando haberlo visto entre el público en las Olimpiadas con un adulto de cabellos verdosos y pecas.
—Es que en Navidad viaja a la casa de sus abuelos con el señor Kei y Tadashi —aseguró Hishou, haciendo un movimiento rápido al ya haberse calmado más—. Es en la parte más alta de Sendai...
—¿En serio? —Kaede se mostró algo examinadora a esas palabras, y el azabache de dieciséis años asintió.
—Sí, sus abuelos de parte del señor Tadashi son dueños de un hotel de aguas termales... —recordó las palabras que Ryusei le dijo hace unos días atrás, y su abuela agudizó sus oscuros ojos azules antes de sonreír con cierta complicidad.
¡Hishou era increíble!
—Bien hecho, Hishou, sabes cómo escoger pareja —destacó la mujer de cabellos lacios, posando su mano en su propio mentón y sonrió con burla. El susodicho tragó grueso ante el repentino cambio de la mujer—. ¿Nos darán descuento por ser parte de la familia si vamos? —dijo sus planes en voz alta.
—Kaede... —habló Kosuke con cierta pesadez ante las ideas de su esposa.
Kazuya se quedó dormido después de haber sido alimentado por Shoyo y recibió el beso milagroso de Tobio, arropado por completo en el centro de la cama, aferrándose al pequeño peluche de Vabo-chan que Shoyo se ganó en una rifa de la selección nacional.
Ése era el juguete predilecto de Kazuya, normalmente se dormía y se aferraba fuertemente a él, apretando sus manos contra la esponjosa redondez de esa mascota rosada. Sora, ya estaba recostado, mirando directamente hacia el techo en la cama matrimonial de sus padres, con Kazuya a un lado y a Shoyo del otro.
Hishou fue el único que había aceptado dormir en su habitación, algo de no extrañarse para Shoyo ya que era normal que quisiera su privacidad; pero Sora y Kazuya seguían ahí.
—¿Y papá Tobio? —preguntó Sora a su papá, quien estaba todavía despierto y cuidando al bebé mientras Tobio estaba en la cocina.
—Está preparando la mamila de Zu-chan... —comentó, y Sora pareció confundido.
—Pero está dormido Zu-chan.
—En la noche a veces se despierta llorando porque tiene hambre —aseguró Shoyo, sabiendo que aunque en teoría su deber era amamantarlo, a veces su cansancio era demasiado, por lo que Tobio ideó la estrategia de ir alternando entre cada noche. Una noche le tocaba a Tobio, y en la otra a Shoyo.
Kageyama no podía amamantarlo directamente, pero podía proporcionarle leche para infantes desde una mamila. Era una buena estrategia, la llevaban empleando desde que Hishou era un bebé.
A partir de esa respuesta, Sora se mostró pensativo, quedando frente a su padre y observándolo detenidamente. Shoyo se atrevió a hablar al notar que quería decir algo.
—¿Qué pasa, So-chan?
—¿Soy un buen hermano mayor? —El menor ni siquiera dudó en cuestionar, antes de que Shoyo asintiera a la par, feliz por esa pregunta del pequeño Kageyama.
—Claro que sí, So-chan, un hermano mayor muy lindo —asimiló el de cabellos naranjas, dando un breve vistazo al pequeño bebé aferrado al juguete y después a su otro hijo de apenas seis años—. Mi So-chan es un niño muy responsable —aseguró, posando una de sus manos en su pequeña mejilla y le dio una caricia. Sora se regocijó ante esas palabras, dando un pequeño gesto agrietado por el zigzag y captando en sus claros ojos azules, como Shoyo alzaba las cobijas al apartar su mano de su mejilla y lo invitaba a acercarse más.
Cosa que el menor aceptó sin nada que decir, más que un asentimiento.
Cuando Tobio entró al cuarto con las luces apagadas, se topó a Kazuya habiendo soltado en algún momento el juguete y aferrando su pequeña manita a la espalda de Sora. Sora, por su parte, estaba aferrado al abdomen de Shoyo, y Shoyo con su brazo les hacia una almohada a ambos.
Los tres ya estaban dormidos. El pecho de Tobio se sintió cálido y una sonrisa luchó por escaparse.
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