Álbum De Recuerdos: Viaje A Brasil
Capítulo dedicado a: Yasmrod, Morfeo24 e IsabellaWB1111, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Tercer año de preparatoria. El último de Hinata Shoyo y Kageyama Tobio juntos.
—Oye, Kageyama... —susurró Shoyo en un tono de voz bajo, estando sobre su cama con la voz algo agitada. Tobio, a su lado, seguía recostado. Los dos estaban desnudos.
Tuvieron su primera vez tras aprovechar que la madre de Hinata y su hermanita menor habían salido a visitar a su tía. Se había sentido muy bien a pesar de los errores que cometieron, pero nada podía competir contra la calidez que se transmitían sus manos abajo de la enorme cobija que los cubría.
—¿Qué pasa? —interrogó Tobio, dando un vistazo al foco de la pequeña habitación de Shoyo. Era más pequeña que la suya, y mucho más acogedora. Quizás porque estaba con Hinata.
Shoyo rio con suavidad al tener un vago recuerdo, teniendo el impulso casi mentiroso de apretar el agarre de manos y voltear todo su cuerpo hasta el joven azabache.
—Cuando me vaya a Brasil, ¿me extrañarás? —cuestionó en modo de burla, llamando la atención de Tobio, quien apenas lo vio de reojo, se percató de esa media sonrisa mentirosa que el de menor estatura hacía habitualmente. Por eso tomó la decisión de girar también su cuerpo hacia el chico.
Ahora los dos ya estaban frente a frente. Tobio podía ver lo hermoso que era Hinata, recostado sobre su almohada, con sus mejillas sonrosadas y sus facciones que sólo soltaba cuando quería divertirse.
—Por supuesto que sí, tonto, te extrañaré mucho. —Se sinceró, aceptando mentalmente la idea y apretando más la mano de Shoyo para transmitirle calor.
Es más, si por él fuera, no lo dejaría irse de su lado...
Pero tampoco era egoísta.
Shoyo desapareció la sonrisa de sus labios ante esas palabras, dilatando sus pupilas y esperando que el chico más alto dijera algo evasivo por un ataque de vergüenza. Pero no fue el resultado final. Eso lo hizo feliz, volviendo a formular su sonrisa en su boca, sólo que ahora fue inocente y sincera, demasiado brillante que Kageyama creyó cegarse.
—Yo también extrañaré a mi Kageyama —confesó el de menor estatura, forzando a que sus manos se separaran. Tobio al principio pareció extrañado por eso, dejando un gesto interrogante a su paso al ver como el número cinco se metía entre las cobijas, como si se sumergiera en un mar profundo.
Lo único que podía ver el mayor, era como un pequeño bulto se paseaba por la pequeña cama, y de pronto, sintió como algo se acomodaba en su entrepierna desnuda. Tobio entró en pánico, al sentir el cuerpo de Hinata arriba de él y sus palmas calientitas posadas en su pecho desnudo. Cuestión de tiempo fue en que el de ojos azules gritó por el pánico y el sonriente y desnudo Hinata salió de las cobijas, sólo para recostarse arriba de su pecho desnudo.
—¿Sabes? Espero sólo sea un año y medio mi viaje —comenzó con los planes que tenía en su futuro, sintiéndose lleno cuando los grandes brazos de Kageyama se aferraron a su espalda y lo dejó permanecer arriba de él—. Quizás para ese entonces ya tengas tu propio departamento o casa, ¿me invitarás? ¿Dejarás que me quede en tu casa? —preguntó, dejando de recargarse para poder levantar un poco su cara y hablar más con el chico.
Tobio, como respuesta, sólo expulsó un gruñido de su rostro y le apartó la mirada.
—No lo haré —asimiló con seguridad, para no avergonzarse más de lo que ya estaba. Hinata infló con ligereza sus mejillas e hizo un puchero de su boca ante esa respuesta.
—¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que por eso vayamos a tener sexo todos los días? —Dio como opción esa afirmación, haciendo que el más alto tuviera un pequeño sobresalto, sus mejillas se tiñeron de rojo hasta que fue toda su cara y orejas, y observó con cierto enojo avergonzado a su novio—. A mí no me molestaría eso.
Kageyama estaba muriéndose ahí mismo, sintiendo como el aire se iba escapando de todo su cuerpo, y sólo pudo hacer consciencia al darse cuenta de la penetrante mirada café de su acompañante que quería encontrar la razón de su rechazo. Eso lo hizo suspirar y sólo querer insinuar sus planes a futuro.
—¿Planeas comprar una casa o departamento cuando regreses a Japón? —confirmó sus dudas de esa forma el número 2, alejando una de sus manos de la espalda lechosa de Shoyo y la subió hasta las hebras esponjosas de color naranja que no podían ser peinadas por más que lo intentara.
—¿Hablas de vivir yo solo? —confirmó Hinata, ahora siendo él quien posó una de sus manos sobre las mejillas sonrosadas del chico y comenzó a acariciarlas. Tobio enrojeció con más fuerza al sentir el tacto y asintió con un poco de timidez.
—Sí...
—No creo... me daría miedo —confesó uno de sus temores Shoyo, haciendo recuento de todas las veces en las que había visto cierta situación en series televisivas. Tobio arqueó una de sus cejas y lo miró por fin, buscando respuestas. Y Shoyo tuvo que extenderse más—. ¿Sabes? Si compro una casa o departamento para mí donde sólo viva yo, me aterraría demasiado. ¿Qué tal si por accidente elijo uno embrujado? Imagina vivir solo y escuches la llave de la regadera abrirse sola —chilló Shoyo, teniendo un escalofrío y poniéndose pálido—. ¿O qué tal si alguien te toma fotos mientras estás dormido pero no vives con nadie? ¿Si en la noche te encuentras a una niña corriendo por los pasillos?
Hinata gritó un poco más fuerte ante su pánico proyectado, metiéndose entre las cobijas por sus propios terrores provocados por él mismo. Tobio lo contempló en silencio, viendo al chico dejándose mimar cuando las caricias en sus cabellos se hicieron más pronunciadas y se recostó en su pecho.
—¿Y si estuviera yo? —preguntó Kageyama su duda, haciendo que Hinata se emocionara de sobremanera, alzando su cabeza de golpe y dejaba que el brillo en los ojos fuera más potente al captar la indirecta.
—¡Tú dormirás del lado donde sale el monstruo! —Se mofó, sacando un gesto de desacuerdo de Kageyama. Shoyo se carcajeó con más fuerza, pero no le tomó mucha importancia a esas acciones, sabiendo que el azabache no estaba enojado realmente—. Sería lindo dormir en los brazos de tu novio todos los días... nos turnaríamos para hacer el desayuno, te prometo que te daré el menos quemado —pensó en voz alta, volviendo a enderezar su cuerpo y haciendo que Tobio alejara su mano de sus cabellos porque éste se acercó lo suficiente a su cara para darle un pequeño beso en una de sus mejillas—. Te despertaría con un beso en la mejilla y nos bañaríamos juntos... tal vez —bromeó Shoyo, sintiéndose satisfecho al ver como el chico más joven trataba de ocultar la sonrisa que se iba formando en sus labios. No era perfecta, estaba algo cortada y en forma de zigzag.
Shoyo sonrió con más fuerza al ver ese pequeño gesto de emoción ajeno y quiso seguir provocándolo, permitiendo que sus miradas se cruzaran, continuando al posar una de sus manos suavemente sobre la otra mejilla, para besar la otra seis veces seguidas.
Tobio se regocijó ante los besos arrojados, dejando que hasta sus orejas se tiñeran y su corazón desbocado aceptara los cariños del de menor estatura.
—Busquemos un departamento para que vivamos los dos —aseguró con facilidad, deteniendo a Shoyo en el séptimo beso, sentándose sobre su cuerpo una vez más y posó sus manos en su pecho, queriendo saber cuál era su plan—. Y luego ahorráremos y compráremos una casa con muchos cuartos.
—¿Por qué tantos?
—Creáremos nuestro propio equipo de voleibol... —consideró, enderezando por fin su cuerpo para quedar sentado en la cama, posando sus manos a sus costados para recargarse y Shoyo se mostró tímido ante esa insinuación—. Como unos once cuartos estaría bien —confiscó sus propios pensamientos al decirlos en voz alta. Shoyo sólo pudo asimilar todo poco a poco antes de mostrarse algo agitado.
—¡No creo poder con tantos! ¡Quizás uno o dos estaría bien! —desató su pequeño deseo secreto de querer formar un familia con él. Kageyama abrió sus ojos con sorpresa ante la idea compartida (aunque en una cantidad reducida de niños), y sólo se quedó quieto cuando el chico rodeó con sus brazos desnudos su cuello y se volvió a recargar en él—. O quizás tres...
—Entonces una casa de cinco cuartos estaría bien —contó los hechos sin trabarse Tobio, viendo como Hinata volvía a separarse un poco de él para verlo a la cara, reforzando el agarre de sus brazos alrededor de su cuello, y en su lugar, volvió a acercar sus labios hasta su mejilla. El suave roce húmedo lo hizo enrojecer, y pronto los belfos de Shoyo se adueñaron de la comisura de sus delgados labios por unos breves segundos, antes de reír al separarse—. Deberíamos de elegir un departamento, para que podamos mudarnos antes de que te vayas a Brasil —asintió Tobio, ahora siendo él quien con una mano rodeó la cintura de Hinata, antes de acercar su rostro para besar sus labios y notar la duda plasmada en su cara.
—¿No sería mejor después de regresar de Brasil? —confesó, alzando una de sus manos sobre los cabellos negros y lacios más cortos de su novio, metiendo sus dedos entre sus hebras en su nuca, acariciándolo—. ¿No te sentirás solo todo ese tiempo?
Tobio frunció su ceño ante esa aclaración y negó con rapidez, queriendo disipar la preocupación de Shoyo. Sí, Hinata sabía que Kageyama la mayor parte de su vida se pasaba las tardes sin práctica y todas las noches en solitario, porque sus padres trabajaban y su hermana ya no vivía ahí. También sabía que éste se sintió solo por varios años, incluso no estaba acostumbrado a muchos tipos de cariño. En su infancia no tuvo amigos.
¡Shoyo había querido llenar ese vacío invitándolo a su casa o quedándose en su casa todas las veces que podía! Le hacía compañía, comían juntos y se divertían. También se encargó de mimarlo mucho, era lindo ver cómo Tobio disfrutaba de sus besos y caricias por sus gestos expresivos.
—Será un departamento cálido porque lo compartiré contigo. Es un lugar donde siempre podrás regresar porque tendrás a alguien esperándote —confirmó su diminuto plan, sintiéndose avergonzado por la mirada atenta de Hinata estaba sobre él. Parecía sorprendido... y ahora, venía la parte más difícil de todo, Tobio incluso tuvo que apartarle la vista para dar un respiro antes de volver a confrontar a su pareja—. Cuando regreses de Brasil, me aseguraré de pedir tu mano... y nos casáremos.
Shoyo oyó esas palabras, tomándolo por sorpresa ante esa realidad, teniendo un respingo por la sorpresa al ser atrapado de esa forma, dilatando sus pupilas con fuerza y parpadeando a una velocidad impresionante. Al mismo tiempo en que sus ojos cafés se acoplaban a la vista, toda su cara se iba tiñendo de color rojo, e incluso, no fue imaginación del mayor, ver como sus hombros desnudos también se colorearon de carmín.
Lindo, demasiado lindo.
Y fue mucho más lindo ver como Hinata sonreía ante la propuesta, asintiendo a la par en que por décima vez acercaba su boca para besar su mejilla.
Pasar toda la vida juntos, una pequeña separación temporal no era nada comparado con eso.
—«Shoyo Kageyama» se oye bien. —Marcó sus ideas en esas palabras.
—Puedo yo cambiar mi apellido por el tuyo si quieres —continuó Tobio con sus planes, dándole una idea a Shoyo por esa sugerencia.
—Si tú me pides matrimonio primero, me cambiaré el apellido yo —retó Hinata con decisión, alzando su mirada con cierta arrogancia a Tobio, como si lo influenciara a competir. Y Kageyama cayó con eso muy rápido—. Si yo te lo pido primero, tú obtendrás mi apellido.
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