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Álbum De Recuerdos: «Papá Soltero»

Capítulo dedicado a: venusrottic y xAfrica43x, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

De igual forma, quiero agradecer por el apoyo que me han dado por mensajes.

Este capítulo creo que es muy "XD".

Yuuri Kagari.

Madre soltera de dos hijas: Kami Kagari y Junko Kagari. Una mujer joven hermosa, de tes ligeramente bronceada, pestañas largas, rostro ovalado, nariz respingada, y cabello negro lacio que llegaba hasta los hombros.

Una enfermera en el turno nocturno del hospital pediátrico. Su antiguo esposo huyó de casa y no se ha hecho cargo de dejar los gastos pertinentes... sólo recibe ayuda de sus padres al cuidar de las niñas. Ella siempre se ha encargado de llevar a su pequeña Junko, una niña de cinco años de edad, a la guardería.

Una mujer muy ocupada... que ha tomado una decisión.

Ella merece un romance, ¡por supuesto que sí! ¡Se lo merece!

Últimamente ha encontrado a un candidato, un hombre que (según ella), está soltero. Puede identificarse como Tobio Kageyama.

¡Es obvio que es un papá soltero!

Y esta mujer azabache puede probarlo con estas sencillas pruebas verdades:

1. Nunca le ha visto el anillo de bodas. O bueno, no puede verlo, porque usualmente las mañanas son bastante frías, por lo que siempre ve al pequeño Sora Kageyama tomando de la mano a su padre. Los dos siempre llevan guantes.

Bien, eso no podía ser una señal concisa, ya que usualmente, por la forma de su cuerpo, el hombre parecía ser un deportista, y había visto que estaba de moda utilizar el anillo de bodas en una cadena para que no entorpeciera las actividades, o podría estarlo escondiendo entre los guantes azules.

Sin embargo, ésas no eran todas las pruebas. ¡No, no!

La otra era obtenida a simple vista.

2. Ella se acababa de mudar un mes atrás, por lo que, tampoco podía estar segura, pero nunca había visto a alguien más recoger a Sora que no fuera ese hombre azabache. Nadie conocido llevaba o recogía al niño que no fuera él.

¿Por qué?, ¡una verdadera pareja se dividía las cosas equitativamente!

Si Tobio no estaba soltero, sólo significaba que su esposa o esposo era de lo peor.

3. La tercer prueba contundente era, sin duda, la que obtuvo por palabras del propio Sora. Todavía lo recordaba, y aunque era terrible para un niño tener que crecer de esa forma, se sintió la peor persona del mundo por alegrarse:

Kageyama-chan, ¿y tu madre? —La fémina se había decidido a esperar en la entrada del jardín de niños con Sora Kageyama, porque su padre aparentemente puntual, se había retrasado un poco. No era mucho tiempo, apenas eran minutos.

Sora la contempló, con sus grandes ojos claros inexpresivos y sus cabellos alborotados de color negro se mecieron suavemente contra el viento. Ella, por inercia, tuvo un diminuto sobresaltó y apretó con más fuerza la pequeña mano de su Junko, quien estaba demasiado concentrada, viendo una hilera de hormigas que pasaban cerca de sus pies.

—No tengo mamá... —aseguró el infante con facilidad, y la adulta no pudo evitar felicitarse porque sus sospechas eran ciertas. O eso era hasta que...—. Pero tengo a papá Shoyoafirmó con una seguridad notable, que la hizo temblar.

¿Quién era papá Shoyo?

—¿Y dónde está él? —cuestionó la mujer, sólo haciendo que el niño arqueara sus cejas con levedad, haciendo un diminuto puchero ante la insistencia de la mujer.

—Con el señor Kuroo, papá Tobio me ha dicho que debe de cuidar al bebé...

¡Sora! —La voz de Tobio resonando por el sitio la hizo temblar, un suave revoloteo en su estómago y pronto ya tenía al alto adulto de cabellos negros y gesto asustado, usando el chándal de descanso de la selección japonesa, respirando con agitación frente al pequeño niño—. Lo siento. Hubo un problema en el tren de Tokyo de regreso a casa, se tardó un poco más en avanzar...

Papá Tobio —saludó Sora, tratando de ocultar su pequeña felicidad de verlo ahí. Y Yuuri no se atreví a hacer ningún sonido de más—. La señora Kagari me hizo compañía hasta que llegaras... —Lo que menos quería el pequeño niño de hebras alborotadas era hacer preocupar a su padre. Por eso, se sintió satisfecho, bufando al ver al mayor tomar aire y apartarle la vista para poder ver a la mujer detenidamente.

Yuuri tuvo un sobresalto, sintiendo como sus cachetes se calentaban y su corazón dio brincos de la emoción al sentirse notada por el hombre: ¿qué seguía ahora? ¿Tendrían un amor a primera vista?

¿Una invitación al cine? ¿A un restaurante? ¿Una comida?

En las películas siempre pasaba eso, cuando los dos padres eran solteros.

—¡Muchas gracias! —Fue lo único que dijo Tobio, antes de dar una reverencia.

Sólo eso. No pidió su número, no quiso extender la conversación, no la invitó a ningún lado.

Claro, eso era la vida real.

¡Bingo!

Pero no podía estar deprimida del todo. Eso resolvía todo.

Los dos estaban divorciados, y Shoyo había iniciado una nueva vida y familia con ese tal «señor Kuroo».

Pobre Tobio, lo más seguro era que estaba destrozado, y lo que menos quería, era ver a su ex-pareja y su nuevo amor juntos.

¡Algo no estaba bien! ¡Algo no estaba bien!

¿Por qué un papá soltero tenía un anillo de boda en su dedo anular?

Cuando la primavera llegó, Kagari entendió que el haber cuidado a Sora, no había generado nada. Al encontrarse en la escuela y ella se ponía cerca de él, sólo recibía un atropellado «buenos días», que se mezclaba en sus pucheros y sus ojos aterradores.

Nada más...

Nunca se iban juntos de regreso a casa o algún cruce. Tobio parecía estresado, dejando a Sora y casi salía corriendo hacia la estación del metro. La suerte no estaba de su lado, y su pequeño enamoramiento se encontraba confuso al ver que la mano que sostenía a Sora esa mañana, por el clima cálido de la mañana, no llevaban ningún guante, y en su lugar, se podía asomar un reluciente anillo dorado.

¡Era un hombre casado!

Pero tal parecía que tenía problemas en casa, como para que sea Tobio quien se encargara de ellos todo el tiempo. ¿Tal vez su esposo era infiel?

Ante sus ojos oscuros, pudo ver como el hombre llevaba a Sora hasta su aula, dejándolo al instante y siendo interceptado el mayor por el maestro del aula. Vio a Tobio despedirse de Sora con una apenas visible sonrisa, y el más pequeño le respondió de la misma manera.

—¿Cómo está Shoyo-san? —dijo el profesor encargado al adulto, cuando Sora ingresó por completo y se alejó lo suficiente del sitio. Kagari, por supuesto, apenas oyó ese nombre, no pudo evitar parar la oreja.

¡Así que el profesor Mutsumi sabía de su complicada situación matrimonial!

—Está bien, estos días Kuroo-san ha llegado a la casa a cuidar de él... —relató los hechos al chico mucho más bajo que él. Yuuri volvió a conectar esos dos nombres implicados en la infidelidad—. Pero todo está bien, sus síntomas han disminuido demasiado.

«¿Síntomas?», pensando de manera inevitable, antes de tener el vago recuerdo del pequeño Kageyama afirmando algo de un bebé.

Algo dentro de ella se quebró. Algo quería armar el rompecabezas.

—¿Pero el embarazo va bien? —destacó Mutsumi, y el de cortos cabellos negros no dudó ni un poco antes de asentir con destreza, asegurándose de que sus palabras estuvieran en orden.

—Sí, el doctor ha dicho que posiblemente sea un niño, y que puede nacer en junio —afianzó la conversación de la forma más clara que pudo, dando una sutil sonrisa de su boca en modo de apoyo, y que resultó cómica por lo tambaleante que era. Matsumi, el chico mucho más bajo, sonrió complacido ante la respuesta.

—Felicidades, Kageyama-san, será papá de nuevo pronto —felicitó el profesor encargado del aula de Sora, y Tobio asintió con timidez y cierta discreción por las palabras arrojadas de la boca del menor.

Ahí, las neuronas de Yuuri empezaron a conectar, su pequeño corazón se destrozó en pedazos, al darse cuenta de su propia equivocación. Un nudo en su garganta se formó, y fue lo suficientemente fuerte como para no mostrar debilidad al tener de la mano a su hija.

La razón por la que ese tal Shoyo no ayudaba a Tobio a llevar a Sora a la escuela o llevarlo a casa, era porque estaba embarazado. Podía entenderlo, el embarazo era una etapa fuerte en donde la mayoría de veces querías descansar en casa. Ella, sin embargo, nunca pudo hacerlo.

¿Kuroo-san el amante? ¡No! Posiblemente era algún amigo de los dos o de uno de ellos que cuidaba de la pareja de Tobio, mientras éste salía al deporte misterioso que practicaba.

Kagari miró directamente hacia el techo pintado de azul, observando todo y aceptando que de por sí ya era extraño eso, sintió ganas de llorar.

Kagari por fin conocía a ese misterioso Shoyo, en el día de las madres y padres gestantes, donde un festival en la guardería se realizó. Al pequeño grupo de Junko y Sora, les había tocado cantar una canción, unos a voz y otros con las flautas y panderos.

—Haji-chan vino a arreglar a Miyagi-chan. —Tooru tenía la palma de su mano en su mejilla, sonando levemente emocionado por ese tipo de eventos que antes creía que eran una estupidez—. Es una sorpresa para las madres y padres gestantes, así que necesitaban ayuda del padre o madre con espermatogénesis para completar esta parte.

—¡So-chan y Tobio hicieron lo mismo! —destacó Shoyo con emoción certera, pasando su palma abierta sobre su notable vientre abultado, donde su bebé se desarrollaba. Las caricias eran circulares, y Yuuri ahí pudo notar el mismo anillo que había visto en Tobio en el dedo anular. Brillante, de color dorado...—. Creo que So-chan tocará la flauta, lo encontré varias veces tocándola. Se ponía rojo y salía corriendo cuando le preguntaba qué hacía, ¿qué hará el grupo de Miyagi-chan?

—Una obra de teatro, La Caperucita Roja...

—¿Qué personaje será Miyagi-chan?

—¡Un árbol! —declaró con orgullo el de mayor edad, cruzándose de brazos con absoluto orgullo y halagando a sí mismo de manera mental a su idea de que tomaría muchas fotos de su lindo Miyagi vestido de árbol—. Pero no será cualquier árbol, ¡será el mejor árbol! —apoyó los hechos, sabiendo que eso era una verdad adelantada.

Kuroo Tetsuro sólo había dejado a Shoyo en la entrada de la guardería, y después de eso, se había ofrecido a acompañar a Hishou a la escuela. Ahí no había nada de qué preocuparse ya que el Kageyama adulto había pedido el día libre y Tooru estaba con él.

Hablando de Tobio Kageyama...

—Shoyo... —Tobio habló, saliendo del aula por fin y viendo rápidamente la silueta de su esposo embarazado. Detrás de los pasos de Kageyama Tobio, Sora se asomó en la entrada de su salón abierto. Shoyo lo contempló y le dio un pequeño saludo con su mano, provocando que el infante enrojeciera con fuerza, saludara en medio de un atropello antes de desaparecer corriendo en el interior de su aula, como si no quisiera arruinar la sorpresa.

Shoyo Kageyama no se lo tomó a mal, reconociendo que Sora siempre había sido de esa forma. En su lugar, se enfocó en Kageyama, quien ya se apresuraba a llegar.

—¡Tobi! —Shoyo se emocionó demasiado, que terminó impacientándose, empezando a mover sus manos al lanzarle besos al aire. Shoyo Kageyama durante el embarazo era alguien demasiado empalagoso, y Tobio Kageyama sólo se dedicaba a disfrutarlo, ruborizándose con fuerza al acercarse y queriendo sonreír con la misma torpeza habitual por su acelerado corazón.

Kageyama creyó que se le escaparía de su pecho por el traqueteo molesto de su corazón, y se regodeó de felicidad al quedar frente a Shoyo, que ni siquiera miró al idiota de Tooru Iwaizumi, antes de rodear con sus brazos suavemente la espalda de Shoyo para abrazarlo.

Shoyo Kageyama se carcajeó en medio del tacto, y se encargo de que sus dos manos suaves se colocarán en las mejillas níveas de Tobio al ponerse de puntitas, no quejándose cuando el de mayor estatura se agachó para darle tres besos seguidos en la mejilla en modo de bienvenida. Más tarde, el de cabellos alborotados de color naranja, fue quien se terminó adueñando de la boca de Tobio, besando sus labios con suavidad por unos cuantos segundos, antes de separarse.

Sí, Kagari pensó que se asemejaban a una pareja feliz de casados, y Tooru sólo pensó que a Shoyo ya lo había besado el diablo.

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