Tenía que decirle...

−Daniella... ya no es mi amiga.

−¿Qué? ¿Por qué?

-Daniella tiene razón, yo parezco que quiero llamar la atención de los demás cuando en realidad no es así, intentó decirme que yo no fui una amiga para ella, que ella tenía que estar ahí para consolarme y dijo que se había cansado, y me dio a entender que también le harté de estar hablándole de Michael Jackson, y que conoció a mucho más mejores amigas que yo. Eso me hirió pero me lo merecía.

−_____, no es cierto, ¿como dices eso? Son tonterías lo que te dijo ella, no supo valorarte como la persona que eres _____, si supiera en realidad que eres una persona maravillosa... tal vez ella nunca hbiera dudado de tu amistad, de verdad la que estuvo mal fue ella, tú no hiciste nada. Así son las persona de ahora. Y si te juzgó, por qué la hartaste de hablar de Michael pues qué pena, debió haberte respetado esa parte.

Parpadeé un par de veces.

−¿Tú crees?

−Claro

−De verdad... Gracias por decirme esto.- le sonreí y él asintió con la cabeza.

Por primera vez vi que se quitó el cubrebocas negro, solo eso, con lentitud comencé a analizar su barbilla, sus labios rosados, y la nariz. Un cosquilleo apareció en mi estómago.

¡No, no, no, no, no era posible! , él no era. No lo era. Él estaba en él cielo.

−¿Que?

Parpadeé un par de veces.

−Nada... ¿por que?

No era él.

−Te veo algo rara... ¿estas bien?

−Estoy bien... Solo que...

Bajé la mirada.

−¿_____?

Alzé la vista hacia esos labios rosados.

−Siento como si te conociera.

Respondí, y mis ojos solo estaban enfocados en sus labios.

−¿A que te refieres?

−Olvidalo, no me hagas caso, estoy demente.

Soltó unas risillas.

Dios... Esa risa...

−¿Conoces Rummi?

Relamí mis labios y asentí con la cabeza.

−Mañana lo traeré.

−De acuerdo.

−Te ganaré.

−¿Ah si? Eso ya lo veremos mañana.− le reté y el rió.

Tomó de su agua, entonces yo comencé a analizar sus movimientos.

−¿Cuantos años tienes, Joseph?

Me miró un poco nervioso.

−Cincuenta y ocho.

−¿En serio?

Abrí los ojos como dos lunas llenas.

−Sí, ¿por que la pregunta?

−Curiosidad.

−Eres muy curiosa, al igual que yo.

Alcé mis hombros, de nuevo volví a mirar su labios rosados.

−¿Tu cuantos años tienes?

−Quince.

−¿Hiciste tu fiesta de XV años?− se mostró emocionado.

Suspiré pesadamente.

−No.

−¿Por que?− pareció sorprenderse.

−Mis padres no tuvieron tiempo para eso.

−Siento mucho escuchar mucho eso, _____.

Alcé los hombros por segunda vez.

−¿Que tenias planeado?

Entrelazó sus dos manos.

−Pues... Si tuviera amigos no seria una fiesta tradicional, o tal vez sí, la temática hubiera sido de Michael Jackson o sería como una noche discoteca.

−Genial, me agrada.− sonrió ampliamente.

−¿Pero sabes que seria mágico?

−¿Que cosa?

−Si Michael Jackson hubiera vivido más tiempo... me hubiera gustado tener la oportunidad de conocerlo, que me cantará una canción de Invincible.

−Oh, sería estupendo. ¿que canción?

Sonreí y lo miré.

−Speechless.

Se quedó callado unos cuantos segundos.

−¿Porque esa?

−Por que...

Solté unas risillas y me tapé el rostro.

−_____...

Me descubrí el rostro.

−Te ruborizaste.− ahora fue el que soltó unas carcajadas. Abrí los ojos como platos.

−Hay dios, que pena.− lo miré apenada.

−Anda, cuéntame.

−Esta bien.− metí el cabello detrás de mi oreja. −Mas que nada... Su voz, me fascina su voz, el ritmo de la canción, oh dios... La letra es bellísima, en realidad todo.− Sonreí sin dientes. De nuevo Joseph se quedó callado unos cuantos segundos. -Me parece increíble.− me sonrió. −Y la manera en como lo describes... Es... Conmovedor.- sentía su mirada en mis ojos.

Pasaron las horas, así que casi eran las seis de la tarde, Joseph me dejó en mi casa, nos quedamos de vernos mañana, así que eso me habia puesto feliz.

Comenzaba a pensar que Dios quiso que encontrara a una persona con quien pudiera pasármela divertido, con quien pudiera contarle mis secretos, con quien pudiera estar conmigo apoyándome.
Perdí a una gran amiga, tal vez Joseph tenga razón, ahora en estos tiempos la gente ya no valora a las personas, sólo quiere aparentar a ser alguien. Y lo entendía, así era la vida, podía ser color rosas en todo momento, pero también todo era color negro.

Mamá llegó 10 minutos después que me pasó a dejar Joseph.

−¿Que has hecho durante todo el día?

−Haciendo la tarea... Y acomodando el cuarto.

−Parece que no hiciste nada, escuincla, solo te la pasas con el teléfono ¿verdad?

No respondí, en mi garganta se formó un nudo.

−Ponte a trapear mi cuarto, me voy a dar un baño.

−Si mamá.− me levanté y fui al patio trasero, agarré el trapeador, y el fabuloso. Diez minutos después, terminé de trapear el cuarto, dejé las cosas en su lugar, la cama estaba destendida, así que lo tendí. Me metí al cuarto, acomode las libretas y me acosté en la cama, y apagué la luz.

Mamá ha sido así, con un carácter fuerte, y es que eso me daba miedo, me daba miedo de que algún día se pasará del límite. Era su hija y creo que merecía un respeto. Pero no lo hacía. Y también papá, desde que nací, para él nunca he sido la niña de su ojos, su adorada niña, su princesa.Tal vez estaba equivocada, pero había llegado a pensar que mis dos padres nunca desearon tener un hijo o hija. Y es que eso me afectaba, pero viendo ya bien la situación, podía ser verdad. Y mi familia. Dios, no tenía, lo que tenía no era familia. A veces me daban ganas de ser grande, tener dinero y alejarme de mi pasado, solo ser feliz con alguien. Si extiera la máquina del tiempo, desearía volver aquellos tiempos donde las personas no eran tan estúpidas y crueles, donde todo era tranquilo, divertido, si tan solo pudiera, sería fantástico, pero sobre todo si estuviera casada con Michael.

Oh Dios... ¡claro que iba a ser hermoso estar con él, estar a lado de su humildad!
Es lo que deseaba, y era imposible que ocurriera eso. ¿No sería mágico?