Capítulo 5: En Mucho Tiempo
−¿Quieres algo más?
−No papá, así estoy bien, gracias.
Mi papá había ido por mí a la escuela, nos venimos a un restaurante junto con su pareja.
−¿Y como vas en la escuela?
Lo miré y aclaré la garganta para poder hablar.
−Bien, papá.
−¿Que es bien?
Suspire, no esperé que me preguntara eso.
−Poner atención en las clases, entregar tareas y trabajos, estudiar, sacar buenas calificaciones.
Asintió con la cabeza.
−Espero que saques un buen promedio _____.
−No te preocupes papá.
Como si le importaba...
−Oh _____, hay algo que queremos comentarte Berenice y yo.
Los miré a ambos.
−¿Pasa algo?− pregunté sin tomarle caso.
−Como sabes, ella y yo llevamos 3 años de novios, pareja o como quieras llamarle. Y bueno... Berenice y yo vamos a tener un hijo.
Casi me iba a ahogar con el agua que estaba tomando. Sentía que el corazón se me encogía.
−Creo que no escuché bien, papá.
−Sí, _____, Berenice y yo vamos a tener un hijo, y también...
Mi papa volteaba a ver a su pareja y después a mí.
−Y en unas semanas nos casaremos.
Me quedé quieta, me quedé como un maldito maniquí.
−Ah.
Sentía que la voz se me quebraba.
−Di algo, hija.− sonreía como si nunca hubiera sonreído.
−Felicidades.− dije cortante.
−¿No estás feliz?
−¿Feliz yo? ¿en serio me estas preguntando eso, papá?− lo miraba fijamente. −¡Fíjate lo que me estas diciendo!− alcé un poco la voz.
−No entiendo hija, yo... − lo interrumpí. −Tú no entiendes nada papá, tú y tus malditas ideas de caer yo en tu juego, ella no es nada de mí y nunca lo será, ni tampoco el bebé, nunca será mi hermano y no lo será en la otra vida, ¿tú crees que estoy bien después de tantas estupideces que hicieron mamá y tú? No papá, no es así. Y todavía me preguntas que si estoy feliz...- arrastré la última palabra con coraje y tristeza.
−Mira, no es mi problema que me haya divorciado de tu mamá, yo no me hago responsable de tu felicidad.
Eso me había dolido hasta el fondo.
−Entiendo.− dije cerrando mis ojos que caían las lágrimas. −Yo entiendo que no te importé, y que nunca te importaré papá, yo entiendo que no me mandas un maldito mensaje preguntándome si estoy bien, si ya comí, nada de eso. Ahora me doy cuenta que mamá y tú cometieron un error.
Me paré y agarré la mochila con brusquedad, y salí del restaurante.
El coraje me invadía demasiado. La tristeza me hundía, sentía que mi débil corazón se rompía en pedazos. De pronto empezó a llover, no me importaba si iba a llegar a casa mojada, la verdad ya no me importaba nada.
Caminaba en las aceras con la cabeza abajo, bajé de la acera y me senté sobre él.
−¿Por qué mi papá es así?− dije entre lagrimas.−Ojalá alguien estuviera conmigo en este preciso momento...
Una camioneta apareció en frente de mí, alcé la vista y me paré subiendo a la acera. En eso se abrió la puerta.
−¡Sube!
Me di cuenta que era Joseph. Subí lo más rápido posible y empecé a toser.
−¿Estas bien? ¿Que hacías ahí?
Lo miré fijamente a sus ojos a través de su lentes negros que se podían distinguir un poco sus ojos. Sin pensarlo dos veces lo abracé.
−¿Qué pasa?
Correspondió mi abrazo. Suavemente se soltó de mi abrazo.
−Estabas llorando, dime que pasa, _____.
−Yo...
No podía hablar, se me cortaba la voz.
−Respira, _____.
Comencé a respirar una y otra vez.
−Me alegra que estés aquí.− dije al verlo, Joseph me sonrió.
−Dime por que estabas en la lluvia y llorando.
−Mira Joseph, yo... estaba con mi papá, cada vez que lo veo siempre tiene que decir estupideces, esta vez si no lo soporté y me enojé mucho, fue peor de lo que me pude imaginar. Lo que pasó...
Volví a suspirar para tranquilizarme.
−Lo que sucedió fue que... mi papá tiene una pareja, llevan como 3 años de novios, lo que me dijo mi papá fue doloroso. Me dijo que iban a tener un bebé.
Empecé a llorar de nuevo.
−Me dijo que se van a casar en unas semanas, me dijo que le dijera algo, le dije con cortesía que felicidades, y todavía me pregunta que si no estaba feliz, osea ¿quien padre diría algo así?
Joseph comenzó a limpiar mis lágrimas con un pañuelo que él traía.
−Le dije que su pareja no es nada de mí y el bebé tampoco lo es, me dijo...
Me tapé el rostro.
−_____.
Sentí sus manos sobre los míos. Poco a poco quitaba mis manos de mi cara.
−Me dijo que no se hacía responsable de mi felicidad. Me... me dolió.... escuchar eso...
Él negaba con la cabeza.
−Y le dije... "Ahora entiendo que tú y mama cometieron un error."
Me miró perplejo.
−¿Le dijiste eso?
−SÍ, y no me arrepiento de lo que le dije.
−_____, lo que dijiste estuvo mal.
−Joseph, yo sé que a mi mamá no le importo, siempre llega a la casa con una cara que parece molestarle que estoy ahí cerca de ella, a mi papá no le importa si estoy bien o mal, yo no le importo a mis papás y yo lo sé... yo lo sé.
Bajé la mirada, a la mejor era exageración, a la mejor no estaba bien lo que le estaba diciendo a Joseph, pero es que lo peor de todo... es que era cierto, lo miré y pasaron unos segundos.
−_____, yo creo que si le importas a alguien.
−Dime a quien, ¿Daniella? Con la que me junto en la secundaria, ¿mis maestros? ¿mis compañeros? Yo no tengo a nadie, no tengo hermanos, ni familia tengo.
Joseph me abrazó con seguridad poniendo su mentón sobre mi cabeza.
En ese momento sentí tanta paz inmensa.
−A mí me importas, _____.
Abrí los ojos un tanto sorprendida.
−¿Cómo dices?
Me miró apenado, lo mostraba por como bajaba la cabeza.
−Se que es muy pronto, se que llevamos tres días conociéndonos, pero de verdad que me importas, cuando te vi en la acera me preocupé demasiado, ahorita que te escucho decir todo me hace sentir mal y más cuando te veo llorar, eso me parte el corazón.
Lo miré fijamente a los ojos.
−¿En serio?
−Sí _____, me importas y mucho.
Le sonreí, y lo abracé nuevamente.
−¿Te digo algo? Por primera vez en mucho tiempo sonrío, y es... por tí.
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