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Capítulo 47: Imposible

Los rayos del sol se asomaban en la ventana. Me di la vuelta dándole la espalda y poder estar cerca de Michael.  Pero no estaba.

Abrí los ojos y lo busqué con la mirada en toda la habitación. Me puse de pie, me peine el cabello y salí. Bajé hacia la cocina y los chicos estaban allí.

−¡Buenos días, _____! −. Hablaron los tres al mismo tiempo.

−Buenos días, chicos −. Les sonreí.

Me acerqué a la mesa y había mucha comida.

−¿Por qué hay tanta comida?

−Quién sabe, a la mejor se le pasó la mano a Greace −. Dijo Prince.

Negué con la cabeza con diversión, agarré el plato y comencé a servirme.

−¿Y Greace?

−Fue a comprar unas cosas −, esta vez Blanket habló −, toda la tarde estaremos aquí −.  Dijo con emoción.

−¡Sí! Podemos jugar a lo que sea −, dijo Paris con evidente emoción −, hasta podemos jugar a super soakers y mojarnos mucho.

−Bueno..., creo que yo no lo permitiré −, hablé fingiendo seriedad, los tres me miraron −, jajaja no es cierto, claro que sí, yo me uno.

Empecé a comer poco a poco, pero de nuevo me dieron ganas de vomitar, así que corrí al baño y esta vez logré cerrar la puerta. Vomité un poco menos que la noche anterior.

−Maldición, creo que es mejor que llame a un doctor...

_____, ¿estás bien? ¿Quieres que llamemos a papá?

−¡No, estoy Bien!

Me puse de pie y por poco me caía al suelo. Abrí la puerta y los tres estaban con un gesto preocupado.

−¿Hay un doctor que podemos llamar? −. Le pregunté ya que no sabía nada de eso...

−Podemos llamar al doctor Murray.

−¡No!

Los tres dieron un saltito. Puse una mani en mi frente y traté de calmarme. Sí, sé que me puse como loca, pero sinceramente no sabía si él intentaba hacerle daño a Michael, es por eso que me puse así.

−Es decir... ¿no hay otro doctor?

−Sí..., creo que en la sala hay una agenda, espera −. Dijo Prince y desapareció en busca de la agenda.

−¿Te sientes muy mal? −. Preguntó el más pequeño de los tres.

−Un poco −, les tomé la mano a Paris y a Blanket y fuimos hacia la sala −, estaré bien, sólo hay que llamar al doctor para que me revise.

−Aquí está.

Prince me dio la agenda y comencé a buscar. Habían dos médicos, me decidí por uno que se llamaba John Smith. Así que agarré el teléfono y marqué el número.

−Ni una palabra esto a su papá, ¿Sí? No quiero preocuparlo, ya verán que estaré bien  en unas horas −. Les guiñé el ojo a los chicos quienes me miraban con atención, dicho esto me sonrieron.

[•••]

Hace 20 minutos ha llegado el doctor. Tiene 40 años, cabello negro con algunas cañas, piel blanca y ojos grises que cuando te mira te intimida hasta cierto punto. Durante eso minutos se había  portado muy amable conmigo y eso me agradaba bastante.

−Bien, _____ −, quitó la vista de su libreta y me miró −, dos veces has ido al baño a expulsar toda la comida, no tienes dolor en el estómago, fiebre tampoco, u otra cosa. Sólo te dan náuseas al comer.

−Así es, Doctor Smith.

Se puso de pie ya que estaba sentado en frente de mí. Comenzó a caminar de un lado a otro en la sala. Luego se dirigió a su maletín, pero se detuvo y pareció pensar en algo, luego se acercó a mí.

−Señorita, necesito recostarla en su cama para revisarla ahora.

−Vayamos a la habitación.

Me puse de pie y miré a los niños que seguían preocupados por mí. Ellos también se pusieron de pie y el Doctor nos siguió. Al llegar a la habitación, me pidió que me recostara, los niños se sentaron en el borde de la cama y eso me tranquilizó un poco más. Los nervios que se estaban apoderando en mí no me dejaban tranquila, trataba de tranquilizarme pero al parecer no lo lograba.

El doctor empezó a tocarme el estómago unas vez que yo alcé la mitad de la pijama que aún traía.

−Listo, se puede bajar la playera, señorita.

Así lo hice y me enderezé para verlo.

−Señorita, no le ha bajado el período, comienza a tener náuseas y eso significa una cosa.

−¿Qué cosa? Ya comienza a asustarme.

−Usted está embarazada.

¿Qué?

Pero... ¿cómo?

Cierto... ahora lo había recordado. Las noches con Michael cuando me llevó a la playa para reconciliarnos. No podía estar pasando.

Estaba a punto de pronunciar palabra alguna hasta que mi vista se poso en una figura conocida. Así que abrí los ojos con sorpresa.

−¿Embarazada?−. Dijo con una sonrisa. −Lo sabía, lo sabía −. Se acercó a mí.

−Aguarda −, entrecerré los ojos −, ¿cómo que lo sabías?

Michael se acercó más a mí y me tomó de la mejilla.

−Amor... Así pasó con Debbie, supongo que de ahí sabía el motivo de las náuseas.

Asentí con la cabeza algo lento, y él lo notó.

−¿Qué sucede? −. Su sonrisa desapareció.

−¿Cómo será eso? No estamos casados, y yo... yo...

−Casate conmigo.

Entonces me quedé en shock. No lo podía creer. Simplemente no lo podía creer. Apenas llevábamos unas semanas de novios... desde lo de la playa llevamos casi un mes y ¿me pedia que me casara con él?

−¿Qué? −. Susurré.

Michael me miró con ternura.

−Casate conmigo, mi _____.

¡Aquello era imposible!

Aquel día había sido mucho para mi.

Ya me había puesto de pie, y cuando iba a poner un paso, de la nada todo se nubló y sentí que caí en algo cálido, entonces cerré los ojos sin poder aguantar en mantenerlos abiertos.







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