Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30. Dulce hogar, amargos recuerdos, parte 2.

—Mamá siempre te tuvo de favorita —digo apoyándome sobre el marco de la vieja habitación de Sara. Sus hombros se tensan al oír mi voz pero no se da vuelta, sigue viendo a la nada, mientras está acostada de lado.

—Mamá me odiaría por lo que Iván te hizo.

—Ben se ocupó de Iván, poco me interesa saber de él. Y ya sabes que te perdone hace mucho, solo que... no es fácil olvidar que tienes un horrible gusto en hombres. ¿Qué tal Roberto? Ben todavía no para de pedirme disculpas porque no lo incriminaron bajo los mismos cargos que Iván.

—Ambas sabíamos que era un caso complicado, el de Roberto. Pero ahora cumple con las cuotas, el tiempo haciendo trabajo comunitario y manteniendo su distancia, obvio.

—Y mamá no te hubiera matado, a ti, por lo menos. ¿A ellos? Puff. —Tanto Sara como yo reímos, entro a su cuarto y me tiro a su costado—. Pero le hubiera gustado saber que reconoces tus errores después de todo.

—Mi peor error fue pensar que todos iban en contra de mí.

—No, creo que fue el hecho de que siempre fuiste vos la que fue en la dirección opuesta. Te alejaste y creaste una brecha con papá, tu hijo y conmigo.

—¿Alguna vez volveremos a ser hermanas de verdad?

Un suspiro escapa de mis labios, miro el techo y pienso muy bien mi respuesta.

—No lo sé, Sara. Me encantaría decirte que sí, pero que yo te perdone no borra nada —digo volteándome a verla, me apoyo en mi codo izquierdo y ella hace una mueca—. Eso no significa que ­tires la toalla con Simón o papá, o que dejes de ir al psicólogo.

—Lo sé —murmura tratando de sonreírme—, te quiero, Sofía, aun cuando no te lo digo demasiado. Y gracias, por ser la madre que no pude ser.

Sonrío con lágrimas en los ojos. En los suyos y míos.

—Fue un placer, ese niño es lo mejor que nos pasó. Junto a sus hermanos.

—Sí, algo bueno siempre sale de cualquier situación. Incluso de las más difíciles, ¿no?

—Ni lo digas —contesto soltando una risa entre cortada y ella me sigue. De pronto escuchamos un golpe en la puerta, haciendo que nos levantemos sobresaltadas.

Papá nos sonríe desde la puerta, cruzando sus brazos. Yo me levanto y lo abrazo muy fuerte.

—Escúchala, y espero que puedas perdonarla como yo —susurro—, a mamá le gustaría eso.

—No puedo perdonarla si ya lo hice —responde en el mismo tono. Deja un beso en mi frente y me aprieta los antebrazos. Me guiña un ojo—. ¿Me cuidas la cocina?

Le contesto que sí, antes de soltarlo completamente y darle espacio para que pase a la habitación. No sin antes darle una mirada de apoyo a mi hermana. Quien sonríe y asiente en retorno.

Cuando paso por la sala de estar, Mariella me sonríe y apunta a la televisión.

—¿Te molesta que ponga una película?

—No, para nada. Voy a ver la comida y ver si puedo hacer alguna ensalada.

—Ok, Simón se fue afuera a atender una llamada. Dijo que era importante.

—Genial —digo inclinando la cabeza, pensando quien puede estar llamándolo durante las fiestas.

Al ir a la cocina, noto que papá instalo un espejo sobre el lavabo que te deja ver la puerta de la entrada con exactitud.

Mis ojos por un momento se detienen en el grabado que tiene sobre su marco:

"No dudes que te amo, aun cuando no soy buena recordándolo – Ofelia García"

Y como si fuera ayer, el recuerdo invade mi mente.

—Sofía, no importa que pueda llegar a pasar, siempre nos tendrás a tu papá y a mí. No importa si somos demasiado viejos para recordarlo, siempre estaremos ahí, como tus mejores fans y apoyos.

—¿Y Sara? —Mis palabras salen en susurro. Esta semana mi hermana no paso ni un día con nosotros. Demasiada ocupada con su novio y queriendo escapar de las miradas desaprobatorias de nuestros papás.

—Sara siempre podrá volver a casa. Aun cuando ella la deje un millón de veces. Porque somos familia y, si bien no la elegimos, tenemos que amarla. Siempre y cuando sea reciproco; y aunque parece que no lo hace, Sara nos ama.

—Me gustaría que pase tiempo con nosotros.

—A mí también, Sofía. A mí también.

—¡¿Tía?! —Un grito femenino me hace sacudir la cabeza y apoyarme sobre la mesada. Mis ojos no se desenfocan del espejo. Unos brazos me sostienen y tratan de darme estabilidad. Pero no son de mi papá, ni de mi sobrino.

—¿Sorpresa?

Mi mente no puede procesar que quien está al lado mío es Edison y me está abrazando. O semi.

Doy un paso atrás, creando algo de espacio para respirar y él me deja, pero apoya su cadera en la mesada. Esperando que diga algo, cruza sus brazos y me da una sonrisa de costado.

—Me da miedo que estés tan callada. No sé si sentirme bien por hacer que te quedes sin palabras o tener miedo de que estés enojada.

—No podría enojarme nunca contigo —digo sin pestañar, él abre su boca y yo lo silencio—. ¿Molestarme? Obvio. ¿Gritarte? Pues claro, ¿pero enojarme u odiarte? Jamás.

—Entonces, ¿dónde está mi abrazo?

Y con esas palabras, me lanzo a sus brazos. Ahí veo a Simón y Mariella espiándonos con sonrisas en sus rostros. Les hago una seña con pulgares hacía arriba. Casi al mismo tiempo, logro ver al pequeño Ollie y a sus abuelos tratando de hacerse los distraídos con las fotos familiares que hay en la sala de estar.

Al separarme de Edison por segunda vez, él me retiene con un brazo en mi cintura. Y se acerca a murmurarme.

—Tu papá nos invitó, dijo que ya era hora de que saquemos nuestras cabezas de nuestros culos.

—Mi padre, el poeta —digo secándome los ojos. Porque teniendo en cuenta la conversación con Sara, el espejo, y Edison junto a mí, no pude evitar lagrimearme. Edison hace un ruido de sorpresa—. ¿Qué?

—Creo que es la primera vez que veo que lloras de ¿felicidad?

—¿Qué te hace pensar que verte a ti, me hace feliz? Tal vez es Olliver quien me hace feliz —contesto entre cerrando mis ojos, él ríe.

—Eso solo me haría más feliz a mí. Que mi hijo te importe, me hace muy feliz, Sofía. Teniendo en cuenta que, si todo sale según plan, él y otros hijos que tengamos, serán las únicas personas que pueden importarme más que yo.

—¿Seguro de ti mismo, Morales?

—Sí, García. Muy.

Niego con la cabeza y lo muevo a un costado para dirigirme a la sala. Donde todos me saludan y mis sobrinos lo saludan a él. Simón me apunta a la habitación y le asiento. Si papá es el responsable por esto, es su responsabilidad hacerlos sentir en su casa.

Los padres de Edison sonríen a Mariella, quien ya los tiene enganchados en alguna historia. Mientras que Olliver está con los perros de mi papá, quien mueven la cola ante sus intentos de atraparla o de perseguirlos.

Edison pasa sus brazos por mi cintura desde atrás.

—Sé que pediste tiempo, y te lo he dado. Con mucho espacio de sobra —dice en mi oído y yo respiro profundo—. Pero no podía dejar que pases las fiestas en una casa que tiene tantos recuerdos buenos como un poder peligroso sobre vos. Quiero que veas esta casa y recuerdes solo lo bueno, no lo amargo. Y si para que eso pase, tengo que venir y llenarla de gente que aleje a los demonios, lo haré. Porque no importa los errores que pudo haber tenido tu mamá, ella no querría ver cómo te marchitas cada vez que vienes a tu hogar.

—¿Cómo lo haces?

—¿Hacer qué?

—Leerme tan bien, hacerme tan bien —respondo dándome vuelta en sus brazos y apoyando mi frente en la suya—. Edison, jamás deje de quererte.

—Yo menos, Sofía. Pero quiero que estemos juntos en esto. Quiero unir nuestras vidas, quiero que no tengas miedo de mi pasado o del tuyo.

—Lo único que me daba miedo, es la posibilidad realista de un futuro —digo susurrando en sus labios—, pero ya no lo estoy.

—¿No?

—No, estoy extasiada por la oportunidad, profesor.

Cuando nuestros labios se están por unir, un carraspeo nos detiene y él ríe sobre mis labios. Yo también levanto las comisuras de mis labios, sabiendo muy bien quién hizo el ruido.

—¿Les parece correcto esta demostración de afecto, delante de mí? ¿Un hombre de mi edad?

—Como si yo no hubiera tenido peores momentos con mis ex, en esta casa, delante tuyo, papá —responde Sara pasándole por al lado—. Voy a apagar el horno.

—Uy, la comida —digo yendo detrás de ella. Pero antes de alejarme demasiado, oigo a papa decirle a Edison:

—Más te vale hacerla feliz, joven. O te la verás conmigo.

—Por supuesto. Es lo único que quiero, ¿verdad, hombrecito? —Supongo que le habla a Ollie, quien da un tierno "sí" en respuesta que derrite mi corazón—. Si ella nos acepta, haremos de nuestra misión hacerla feliz de por vida.

Holaaaa, como están? Espero que les guste el capitulo. Recién salido del horno.

Besos y saludos, D.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro